Capitulo 30: El juego de las sombras
El aire fresco de la noche golpeó mi rostro mientras caminaba, mis pasos resonando sobre el pavimento mojado. La lluvia había comenzado de nuevo, cayendo en cortinas delgadas que se deslizaban sobre mi piel. Me sentía en paz, aunque mi corazón estuviera a mil por hora. ¿Qué estaba buscando realmente? ¿Una respuesta? ¿Un poco de consuelo? No lo sabía. Solo sabía que, por primera vez en mucho tiempo, estaba decidiendo algo por mí mismo.
Mis pensamientos giraban rápidamente, una mezcla de enojo, dolor y... algo más. Algo que ni siquiera yo podía entender. Itachi había dicho que no podía evitarlo, pero lo que no sabía es que yo también tenía mis propios límites. Me había dejado llevar por la necesidad de sentir su cercanía, pero había llegado a un punto en el que me resultaba insoportable. Ya no quería ser su juguete, su distracción momentánea. Quería algo real, algo que no se pudiera romper con un simple beso o una palabra vacía.
A lo lejos, la luz de la calle parpadeaba, y aunque la oscuridad parecía envolver todo a mi alrededor, yo me sentía más claro que nunca. El silencio de la noche era como un respiro para mí, un recordatorio de que todavía podía tomar decisiones, que aún tenía el control sobre mi vida. Pero el vacío que sentía dentro de mí, esa sensación de estar vacío por completo, me seguía acechando.
"¿Por qué sigo buscando respuestas de él?" me pregunté mientras caminaba, la lluvia empapándome cada vez más. "Ya basta. Es hora de seguir adelante."
Pero la verdad era que no podía. No podía simplemente alejarme, dejar todo atrás y no volver a pensar en él. Porque, a pesar de todo lo que había pasado, Itachi seguía siendo mi hermano, mi única conexión real. La persona que me había mostrado lo que significaba el deseo, el dolor, la traición... y también el amor. O al menos, eso es lo que había creído alguna vez. Pero ahora, todo eso parecía tan confuso, tan inalcanzable.
Al dar la vuelta a una esquina, me encontré con la figura de alguien parado bajo el farol. Una silueta familiar. Mi corazón dio un vuelco, y aunque mi mente me decía que debía seguir caminando, mis pies se detuvieron.
Itachi.
Él estaba allí, mirándome desde la distancia, como si hubiera estado esperándome todo el tiempo. Su expresión era difícil de leer, pero no podía evitar notar la tensión que se había acumulado en su rostro. En su mirada, podía ver una mezcla de frustración y algo más que no lograba descifrar. Algo que me hizo sentir pequeño, vulnerable.
Me acerqué lentamente, como si el simple hecho de estar cerca de él pudiera responder todas las preguntas que tenía en la cabeza. La lluvia había dejado de caer tan fuerte, pero el ambiente aún estaba cargado de esa energía eléctrica que siempre existía entre nosotros. La distancia entre nosotros parecía infinita, pero a la vez, tan corta. Cuando estuve lo suficientemente cerca, Itachi dio un paso hacia mí, como si temiera que fuera a huir nuevamente.
—Sasuke —dijo su voz baja, casi un susurro, pero con un peso enorme.
Lo miré fijamente, sin saber qué responder. Mi pecho se apretó al escuchar su voz, esa misma voz que tantas veces me había hecho sentir tan pequeño, tan perdido en su mundo. Pero ahora, algo dentro de mí me decía que debía mantenerme firme, que no podía ceder tan fácilmente.
—¿Por qué estás aquí? —pregunté, mi tono frío, pero con un dejo de tristeza que no pude ocultar. "¿Por qué sigues buscando excusas para acercarte?" Pensaba, pero no lo dije en voz alta.
Itachi miró al suelo por un momento, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. Me observó, luego se acercó más, pero no tocó mi rostro ni me acarició el cabello como solía hacerlo. Solo se quedó allí, con su presencia, con esa extraña calma que siempre me había desconcertado.
—Porque… no puedo dejar que te alejes así —respondió finalmente. No era una confesión, ni una declaración de amor. Era simplemente una afirmación de lo que sentía en ese momento, algo que era tan complicado como todo lo que había pasado entre nosotros.
"¿Qué se supone que debo hacer con esto?" pensé, sintiendo cómo mi cabeza comenzaba a doler por el caos de mis pensamientos. "¿Por qué me sigue buscando si nunca va a ser capaz de darme lo que quiero?"
Respiré hondo, tratando de mantener la calma.
—No sé si estoy listo para seguir esto, Itachi —le dije, mis palabras saliendo con más franqueza de lo que había querido. — He estado dándote tantas oportunidades que he olvidado lo que es pensar en mí mismo. En lo que yo quiero. Y no sé si esto me hace feliz.
Itachi no respondió de inmediato. Solo me observó, sus ojos como siempre profundos, pero vacíos en cierta forma. Podía ver la frustración reflejada en su rostro, esa misma expresión que siempre me había vuelto loco. Pero ahora, esa expresión ya no me importaba. "Ya no quiero ser el que espere en silencio," pensé. "Ya no quiero estar a su merced."
—Te he estado buscando —dijo Itachi, como si eso fuera a hacer alguna diferencia. Pero yo ya no podía seguir escuchando sus excusas, no cuando ya había estado dispuesto a darme a él por completo sin recibir nada a cambio.
—¿Para qué? —le respondí, mis palabras frías, directas. — ¿Para qué me buscas? ¿Para hacerme sentir que todo está bien cuando sé que no lo está?
Mi respiración se aceleró. El nudo en mi pecho regresó con fuerza, y la rabia comenzó a burbujear dentro de mí, esa misma rabia que siempre había sentido cada vez que me hacía pensar que tal vez, solo tal vez, había algo más entre nosotros. Algo más que el juego, la mentira y el dolor. Pero ahora me daba cuenta de que solo había sido eso: un juego. Y yo ya no quería seguir jugando.
—No estoy dispuesto a seguir siendo tu sombra, Itachi —le dije, dándome la vuelta para alejarme de él. No quería verlo más, no quería escuchar más de sus excusas. Ya había tenido suficiente.
Pero antes de que pudiera dar un paso más, sentí su mano sobre mi brazo, deteniéndome. "¿Qué es lo que quiero realmente?" me pregunté, sintiendo la pulsación de mi corazón aumentar. Miré hacia atrás, y vi su rostro, esa mirada seria y cargada de algo que nunca lograría comprender.
—Sasuke… —dijo, su voz más suave esta vez. — No puedo dejarte ir.
Y aunque lo que dijo era lo que siempre había querido escuchar, algo dentro de mí ya se había roto por completo. Ya no podía confiar en esas palabras vacías. "No más," me repetí.
Me soltó, y sin decir una palabra más, me alejé de él. De la casa, de todo. Sabía que ya nada podría cambiar lo que sentía, ni las decisiones que había tomado. La lluvia volvió a caer con fuerza, pero ya no me importaba. De alguna manera, estaba en paz conmigo mismo, por fin.
"Ya no soy tu sombra."
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top