Mis manos reposaban sobre la mesa, temblando ligeramente, y la tensión en el aire era palpable. Pero no era una tensión incómoda, no. Era la tensión de algo que no podía nombrar, de algo que no quería nombrar, pero que estaba mucho más allá de nosotros dos. Algo que había comenzado una noche, hace semanas, y que no se había ido. Algo que nos consumía sin que lo entendiéramos, pero que al mismo tiempo nos mantenía atrapados, como si no hubiera nada más en el mundo, como si este fuera el único lugar que existiera.

Nos miramos en silencio, nuestras respiraciones entrecortadas. Y sin pensarlo, me acerqué a él. No tuve control sobre mis movimientos, no quería detenerme, no podía. Y, antes de que pudiera darme cuenta, nuestros labios se encontraron.

El beso fue suave al principio, como si ambos estuviéramos probando el terreno, asegurándonos de que lo que hacíamos era real, de que no era solo una ilusión. Pero pronto se volvió más urgente, más profundo, más necesario. Mis manos buscaron su cuello, sus dedos se aferraron a mis hombros, y me sentí como si me estuviera ahogando, pero en el mejor de los sentidos. El mundo entero parecía desaparecer, como si solo existiéramos él y yo.

No importaba lo que hubiera afuera, no importaba lo que pudiera estar esperando. El tiempo se detuvo cuando estábamos juntos. Solo existía su presencia, solo existía la calidez de su cuerpo contra el mío. Me sentía perdido, atrapado entre la confusión y el deseo, pero no me importaba. Lo quería, lo deseaba, y lo abrazaba con toda la intensidad que nunca me había atrevido a mostrar.

Fue entonces cuando un sonido nos interrumpió, cortando bruscamente la burbuja en la que estábamos sumidos.

La puerta.

El sonido de la puerta de entrada, la misma puerta que nunca debía haberse abierto, irrumpió en nuestra pequeña burbuja de silencio. Mi corazón dio un vuelco en mi pecho, y antes de que pudiera darme cuenta...

-¿Ita? ¿estas ahi? Llegaremos tarde a la reunion, APRESURATEEE

Esa voz....

—¿Estas solo? —se se escuchó nuevamente —Si te estas dando un baño —rió—¿Puedo meterme contigo otra vez?

Mi mirada se cruzó con la de Itachi, y por un instante, el tiempo pareció detenerse. Él también estaba tenso, y su postura, normalmente tan segura, se había vuelto rígida, incómoda. ¿Nos había descubierto?

No. No puede ser.

Itachi se levantó rápidamente, y aunque su rostro seguía siendo impasible, podía notar la incomodidad en sus ojos. Yo lo seguí, pero mis movimientos eran más lentos, más temerosos. Mi mente corría a mil por hora, tratando de entender qué hacer. ¿Debíamos actuar con normalidad? ¿Qué íbamos a hacer?

La puerta se abrió un poco más, y entonces la vi. Izumi. Su presencia era tan... tranquila. Tan ajena a todo lo que acababa de ocurrir en la cocina. Con una sonrisa inocente, parecía no notar la tensión en el aire, ni el hecho de que todo en nosotros había cambiado en ese breve intercambio de besos.

—Izumi... —dijo Itachi, con esa calma que parecía inquebrantable, aunque había algo en su tono que no podía disimular. Yo, por mi parte, no supe qué hacer. ¿Debía quedarme allí? ¿Salir? No me moví. Estaba completamente congelado, atrapado entre mi confusión y el miedo de ser descubierto.

Izumi nos miró, primero a Itachi, luego a mí, y sonrió con una expresión que me hizo sentir aún más incómodo.

—¿Qué están haciendo? —preguntó, con esa inocencia que no podía comprender. Me miró como si nada fuera extraño, como si no se diera cuenta de la tensión que había en el aire.

Itachi no respondió de inmediato. No me miró, ni a mí ni a ella. Pero luego, después de lo que me pareció una eternidad, se acercó a Izumi. Yo no entendía qué estaba pasando. ¿Qué hacía? ¿Por qué se acercaba a ella de esa manera, como si nada hubiera ocurrido entre nosotros?

Me quedé allí, viendo cómo sus manos tomaban la cara de Izumi con una suavidad que me rompió por dentro. Y antes de que pudiera reaccionar, sus labios se encontraron con los de ella en un beso suave, delicado. Un beso tan lleno de algo que me atravesó el pecho como una daga.

No.

El mundo pareció desmoronarse ante mis ojos. Todo en mi interior gritaba, pero no podía moverme. El dolor, el vacío, la confusión... todo se mezclaba en mi mente, y mis manos temblaban, pero no podía hacer nada. Lo miraba a él, veía cómo sus labios se unían a los de ella, y me sentía como si todo lo que habíamos compartido, todo lo que significaba ser hermanos y algo más, se estuviera desmoronando frente a mis ojos.

El beso no duró mucho, pero para mí fueron horas. El nudo en mi garganta era insoportable. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero las aguanté. ¿Por qué? ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué me dejaba atrás?

Cuando finalmente se separaron, Izumi sonrió, completamente ajena a todo lo que había pasado. Sus ojos brillaban con una expresión que no podía entender, como si nada estuviera mal.

—Nos vemos luego —dijo ella, y comenzaron a alejarse.Yo no la escuché. No podía. Estaba atrapado en mi dolor, en mi confusión, sin poder comprender qué acababa de suceder. ¿Cómo podía hacerme esto?

La puerta se cerró detrás de ellos con un sonido sordo. Y todo quedó en silencio. En un silencio que era más pesado que cualquier otro.

Quedé en la cocina, sintiéndome más solo que nunca. Mi pecho se sentía vacío, como si algo se hubiera roto para siempre. ¿Por qué no me elige a mí?

Era como si nunca hubiéramos compartido lo que compartimos. Como si nunca hubiera existido esa noche. El dolor me aplastaba, pero no podía hacer nada para detenerlo.

Me quedé allí, en la oscuridad, preguntándome por qué él se iba con ella. ¿Qué había pasado con nosotros? ¿Qué era esto entre él y yo?

Y, aunque no lo quería aceptar, una parte de mí sabía que tal vez nunca lo entendería. Tal vez nunca seríamos lo que había soñado que seríamos...

Holaa: tantos años después y por nostalgia volví a leer este fanfic y planeo continuarlo a pesar de que ya no este de acuerdo en lo que escribí hace años (qué vergüenza DX)

Espero alguien siga esperando esto y disculpen a mi yo del pasado, estaba re enferma

Hasta pronto y gracias por seguir aquí 🩷