Capitulo 15: Cicatrices invisibles
Los días se habían vuelto un borrón. No podía recordar cuándo fue la última vez que me sentí realmente bien. Cada instante parecía arrastrarme más hacia una oscuridad que no podía explicar. No podía dejar de pensar en todo lo que había sucedido, en lo que había visto, en lo que había sentido. Pero lo que más me atormentaba no era lo que había pasado entre Itachi y yo, ni lo que Izumi representaba para él. No. Lo que más me destruía era la sensación de que mi corazón, ese mismo corazón que latía por él, simplemente no importaba.
Era una mañana gris. La lluvia había cesado, pero el cielo seguía cubierto de nubes. Me desperté como todos los días, pero hoy algo dentro de mí había cambiado. No estaba seguro de qué era exactamente, pero sentía que estaba al borde de una decisión. Algo se estaba acumulando dentro de mí, algo que no podía ignorar por más tiempo. El vacío en mi pecho seguía ahí, pero ya no estaba tan dispuesto a dejarme arrastrar por él.
Me levanté de la cama con lentitud, casi como si mis piernas no pudieran soportar el peso de mis pensamientos. Me miré en el espejo del baño, observando la forma en que mi reflejo me devolvía una mirada vacía, como si fuera una versión distorsionada de mí mismo. Mis ojos, esos ojos que siempre habían reflejado determinación, ahora no mostraban más que agotamiento. Y en el fondo de todo, un dolor que nunca se iría.
Al bajar a la cocina, escuché la voz de mi madre hablando con mi padre. Aún no estaban al tanto de lo que había sucedido entre Itachi y yo. Ni siquiera sabían la verdad detrás de lo que había visto, de lo que había sentido. Mi madre me miró cuando entré, pero no dijo nada. Sus ojos reflejaban preocupación, pero no me preguntó si estaba bien. Sabía que no lo estaba.
—Sasuke —me dijo, rompiendo el silencio mientras me servía un vaso de jugo—, ¿quieres que te ayude con algo? No has hablado en días.
Era extraño. Parecía que las palabras ya no me salían con facilidad. Ya no podía mentirles, pero tampoco podía decirles la verdad. ¿Qué les diría? ¿Cómo podía explicar el caos que se había apoderado de mi vida? Era una tormenta dentro de mí, una que nunca había pedido.
Me senté a la mesa sin decir una palabra, simplemente mirando el jugo, como si pudiera encontrar respuestas en él.
—¿Sasuke? —insistió mi madre, colocando una mano sobre la mía—. Sabes que si algo te preocupa, puedes hablar con nosotros.
Suspiré, dejándome caer contra el respaldo de la silla. No podía soportar la idea de hablar con ellos, no cuando todo lo que sentía era un torbellino de emociones que no sabía cómo explicar. Pero no podía quedarme callado para siempre. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarme a mi dolor, a la verdad.
La puerta de la casa se abrió con suavidad, y la voz de Itachi llegó desde el pasillo. Me tensé al instante, aunque traté de disimularlo. No quería que mi madre se diera cuenta de lo que pasaba, no quería que nadie supiera lo que me estaba destruyendo por dentro.
Itachi apareció en la cocina, caminando con esa calma que siempre lo caracterizaba. Aunque él parecía tan sereno, había algo en su mirada que me dijo que no todo estaba bien para él tampoco. Pero, en ese momento, me era imposible ver más allá de mi propio dolor.
—Buenos días —dijo, con la misma voz suave que siempre tenía, como si no hubiera pasado nada entre nosotros.
Yo lo miré brevemente, notando cómo sus ojos evitaban los míos, como si temiera que los nuestros se encontraran. No me sorprendió. Sabía que había algo que él también no quería enfrentar, algo que no podía reconocer. La culpabilidad, el arrepentimiento, todo lo que no decía con palabras lo veía en su rostro.
No podía soportarlo más. El vacío en mi pecho se hizo más grande, más pesado. Lo miré a los ojos, sintiendo cómo mi ira comenzaba a crecer dentro de mí, pero también el dolor. Un dolor profundo que me invadía cada vez que pensaba en lo que había sido, lo que habíamos sido.
De repente, todo salió de golpe, como una palabra que no había sido dicha en mucho tiempo.
—¿Por qué? —pregunté, mi voz quebrada, pero llena de una emoción que no sabía cómo controlar—. ¿Por qué, Itachi?
Mi madre miró sorprendida, sin entender bien lo que sucedía. Pero lo que realmente importaba era la respuesta que nunca obtuve. Itachi me miró, pero no dijo nada al principio. Su rostro se tornó sombrío, como si las palabras le costaran más que nunca. Y eso me mató un poco más por dentro.
—Sasuke... —dijo al fin, pero su voz sonaba lejana, como si intentara alejarse de algo que no podía enfrentar.
—No, Itachi —le interrumpí, levantándome de la silla con rabia, aunque sabía que no era él el que estaba culpable de todo—. Dime por qué. ¿Por qué sigues haciéndome esto? ¿Por qué sigues estando tan lejano conmigo?
La desesperación me comenzó a consumir, pero no podía dejar de hablar. No podía detenerme. Quería respuestas, aunque sabía que nunca me las daría.
Itachi me observó, pero no pude leer sus ojos. Estaba tan vacío como yo, tan perdido en su propio mundo. Y al final, me di cuenta de que nunca tendría lo que quería. Nunca obtendría la respuesta que esperaba.
Me di la vuelta, mi pecho apretado, como si algo dentro de mí estuviera a punto de romperse por completo.
—No sé si puedo hacer esto, Itachi —murmuré, sintiendo cómo mis lágrimas comenzaban a acumularse. Estaba tan cansado de sentirme así.
Itachi no respondió. Y en ese momento su silencio fue más doloroso que cualquier palabra que pudiera haber dicho. Me sentí completamente vacío. Sin rumbo, sin esperanza.
Salí de la cocina, caminando rápido hacia mi habitación. Sabía que ya nada sería lo mismo. Sabía que, a pesar de todo el amor que sentía, no podía seguir buscando algo que no existía. Itachi ya no era la persona que había sido para mí.
Ya no era el hermano que amaba.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top