Capítulo 6


  Los días pasaron. Los discípulos sin poder volver a escuchar la hermosa risa de su shizun, aunque este ya no se veía tan decaído.

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Un día tomó a todos desprevenidos ante una extraña petición.

Que no lo llamaran más Xiao-Yin ni mucho menos Xiao-Jiu o Shen Qingqiu. A partir de ese momento respondería al nombre de Shen Jiu.

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Shen Jiu no dio explicaciones y esperaba no se las pidieran. Pudo ver la confusión en sus ojos, algunos titubeaban. Al final, accedieron a su pedido.

Sus razones detrás de aquella extraña petición podrían considerarse bobas quizá.

No quería lo llamaran Xiao-Yin porque, a pesar de las palabras de consuelo de Binghe, él olvidó a su familia por décadas y aunque – de ahora en adelante – guardaría aquellos recuerdos recuperados con cariño en su corazón, no sentía merecía llevar aquel nombre que sus padres le dieron con tanto amor y había olvidado tan fácilmente. No importaban las circunstancias que lo llevasen a ello.

No podía lidiar con la culpa que pesaba en su corazón.

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No quería le llamaran Shen Qingqiu por aquella conversación, que ignoraban había escuchado, entre su Ning-jiejie y líder se secta. Un nombre que representaba a una basura – una escoria ante los ojos de sus supuestos hermanos marciales.

Cuando supo lo que pensaban de su yo adulto, lloró sin dar explicación a Binghe que lo encontró en un desastre de lágrimas y mocos, abrazándose a sí mismo, tirado en el piso.

Binghe lo abrazó fuertemente, acariciando su cabeza. Confortándolo con una dulce voz.

La voz de Binghe calmaba su mente perturbada y una vez su corazón dejó de latir tan rápido pareciendo que en cualquier momento se le fuera a salir del pecho, fue capaz de pensar con mayor claridad.

Si en verdad fuera una escoria/un villano, su Ning-jiejie – su discípula – no se habría enfrentado con tal determinación al líder de secta. De hecho, ninguno de sus discípulos habría hecho el esfuerzo por levantarle el ánimo cuando tuvo las primeras pesadillas de la casa Qiu.

Su Bing-gege no lo estaría abrazando, tratando de darle confort, mientras le aseguraba que sin importar nada, siempre permanecería a su lado. Siempre lo protegería.

Por ello no quería que lo llamaran Shen Qingqiu, un nombre que lo vinculaba a esas personas que lo tildaban de villano.

Con excepción de su Shang-ge, a quien le confesó lo que había escuchado, preguntándole si él pensaba lo mismo que los demás señores de cumbre.

Este le confesó que no era fácil lidiar con él. Tenía un carácter que le ponía los pelos de punta, pero, aun así, jamás pensó que su yo adulto fuese una mala persona. De hecho, le respetaba y admiraba porque sin importar qué dijeran de él, jamás le dio importancia y siguió haciendo un trabajo impecable por la secta – que nadie hacía más por el bien de Cang Qiong que él.

Shen Jiu se prometió a si mismo que cuando volviera a su yo adulto, sería más considerado con su Shang-ge.

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En cuanto a llamarle Xiao-Jiu... tenía relación con sus pesadillas. La manera tan lasciva en que esos hombres pronunciaban su nombre, en especial Qiu Jianluo. Un nombre que le removía aquellos recuerdos que trataba de enterrar en lo más profundo de su mente.

Por ello detestaba al líder de secta quien tercamente insistía en llamarle de aquella manera, no importa cuantas veces se repitiera ni las miradas de desprecio que le lanzaba.

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El nombre de Shen Jiu, aunque fuera el de un esclavo, pertenecía a alguien que ante la adversidad y rechazo de todos, luchó por seguir adelante – nunca dándose por vencido.

Tenía mayor peso para él que aquel nombre dado como señor de la cumbre Qing Jing. Aunque al final permitió que los discípulos de Qing Jing le llamaran shizun.

Parece que en verdad extrañaban referirse a él de esa manera, en especial Binghe.

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El día del festival había llegado.

Por un momento consideró no ir, pero sabía que, si no iba, sus discípulos tampoco irían. Se negaban a dejarlo sólo desde aquella noche que recuperó parte de sus memorias como Shen jiu. Lo menos que podía hacer era ir al festival, permitiendo que todos ellos tuvieran un descanso y se divirtieran.

Y quién sabe, aquel evento podría ayudarle a alejar su mente de aquellos traumáticos momentos.

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Shen Jiu se ve la marca en su vientre. Cada que lo hace trata de invocar mariposas, como su Da-ge lo hacía, para borrarla. Quería tanto deshacerse de las marcas en su cuerpo, de reparar sus meridianos que sabía estaban dañados, aunque aquel doctor no se lo dijera.

Pero cada intento resultó en fracaso dejándolo preguntarse si había perdido su don por no entrenar apropiadamente cuando tenía que hacerlo o por el daño agraviado a sus meridianos – quizá ambas.

No sólo había olvidado a su familia, si no también había perdido su legado.

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Binghe le ayudo a vestirse con unas túnicas de un verde claro que Yingying y otras discípulas le habían hecho para esta ocasión.

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Shen Jiu toma un cepillo y le pide a Binghe que le ayude a peinarse a lo que este accede encantado.

Viendo en el reflejo del espejo de bronce, pudo ver los ojos del medio demonio llenos de devoción y cariño, provocando que sus mejillas se pintaran de un rosa pálido – "Espero que Binghe no lo haya notado—"

Binghe no lo hizo, demasiado ocupado en su tarea de arreglar el cabello de su pequeño y adorable shizun.

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Saliendo de la casita de bambú, tomando la mano de Binghe, se encuentra con sus discípulos y Qinghua, que le esperaban con una sonrisa. Todos estaban emocionados por bajar de la Montaña y disfrutar del festival

Binghe lo toma por las axilas y lo lleva de caballito, mientras Shen Jiu apoya la barbilla en el esponjoso cabello del medio demonio.

En verdad, ama el esponjoso cabello de su Bing-gege.

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Sentían había pasado una eternidad desde que vieron aquellos hermosos ojos fénix color jade brillar con tal intensidad que opacaba las estrellas.

Shen Jiu estaba fascinado por las lámparas que adornaban cada rincón del pueblo. El aroma delicioso de los diferentes tipos de comida que servían en los pequeños puestos invadía sus fosas nasales haciéndolo salivar.

"¡Bing-gege!" gritaba el pequeño Shen Jiu cada vez que lo arrastraba a cada pequeño puesto que llamaba su atención.

Los demás discípulos se fueron a divertir por su cuenta después de volver a ver aquella hermosa sonrisa acompañada por una melodiosa risa a sabiendas que dejaban a su mini shizun en buenas manos – Luo Binghe y Shang Qinghua.

Yingying se llevó a Ming Fan a comprar regalos para su pequeño shizun.

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Se oyó a alguien anunciar que el espectáculo de marionetas estaba por empezar. "¡Todos escuchen! ¡El show de marionetas está por empezar!" Un extraño anunció. Los ojos de Shen Jiu se iluminaron aún más – muy emocionado por verlo.

"¡Bing-gege~! ¡Shang-ge~! ¡Dense prisa!" gritaba Shen Jiu mientras corría a donde tendría lugar la presentación.

Binghe podía sentir sus mejillas adoloridas de tanto sonreír, pero no podía evitarlo al ver a su shizun tan animado. Lo mismo iba para Qinghua quien corría detrás de ellos.

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Shen Jiu corría mientras reía, con los brazos abiertos como si fuera un pequeño pájaro alzando el vuelo.

Volteó para mirar a Binghe y Qinghua que corrían detrás de él para decirles que corrieran más rápido, pero...

Bonk!

Shen Jiu se estrella contra alguien, cayendo al piso. El pequeño levanta la vista para disculparse... "Señor, en verdad lo –"

Su entusiasmo desapareció, y ni una palabra salió. Se forma instantáneamente un nudo en su garganta. Sus ojos se agrandan, pupilas dilatadas, y le está empezando faltar el aire—

Su pequeño cuerpo comienza a temblar cuando el hombre viejo con quien se estrelló le mira desde arriba, como si fuera alguien inferior a él.

Esa mirada... ¿por qué le era tan familiar?

¿Por qué su cuerpecito comienzo a temblar como si hubiera un terremoto?

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Tiene que correr ¡debe alejarse de ese hombre!

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A pesar del miedo que le invadía logró levantarse del suelo y correr, ignorando los gritos de Binghe y Qinghua, quienes lo perdieron cuando se adentró entre el mar de gente.

Volvió a sentir que estaba al pie del acantilado, corriendo por su vida después de abandonar el cuerpo de su Da-ge.

Entró a un callejón para esconderse de aquel hombre que no sabía si lo perseguía. No podía arriesgarse.

Se puso de cuclillas, apoyado contra la pared; tapando su boca con ambas manos tratando de no hacer sonido alguno. Estaba aterrado.

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Se escuchó el repiqueteo de botas. Alguien estaba cerca. Su pequeño corazón latió tan fuerte que pensó se le saldría. Cierra sus ojos mientras ruega no ser encontrado

"Oye pequeño"

Su respiración se detuvo por un momento. Él no esperaba eso. Era la voz de una mujer, llamándolo en un tono dulce, mezclado con preocupación.

Shen Jiu levanta lentamente la mirada, tomando a la mujer por sorpresa cuando inmediatamente reconoce esos hermosos ojos jade.

Shen Jiu miró hacia arriba con los ojos muy abiertos y, en un abrir y cerrar de ojos, la sorpresa estalló en el rostro de la mujer.

"¿A-jiu?" la mujer susurra incrédula.

"¿Me... conoces...?" pregunta entre sollozos, su voz apenas audible.

"¡SHIZUN!"

Binghe lo había encontrado. Inmediatamente corrió hacia él tomándolo en brazos. Una cosa era haberlo perdido una vez en la secta ¿pero en el pueblo? Llegó a temer que algo malo le fuera a pasar.

"Disculpa..." la mujer se dirige a Binghe quien no había notado su presencia. Binghe voltea a verla

"¿Qué le pasó a Shen Qingqiu? ¿Cómo—cómo pasó esto? ¿Por qué es un niño?" preguntó frenéticamente la mujer, mientras sus cejas se contorsionaban en confusión.

Binghe la miró bastante soprendido. Esta mujer ¿conoce a su Shizun? Y no solo eso, sino también estaba segura, zerp dudas de quien era ese niño en sus brazos.

Binghe no sabía qué decir...

No hubo necesidad, co cuando el niño en sus brazos miró a la mujer antes de que Binghe pudiese hablar "Me dijeron que tuve una desviación de qi lo que causó volviera a ser un niño"

Binghe levantó a Shen Jiu más alto para que pudiera mirarla a los ojos. "Yo... perdí mis recuerdos que tenía como adulto, aunque recientemente he estado recuperando partes de ellos desde hace unas semanas. He estado así por más de dos meses."

Shen Jiu no podía identificarlo, pero tenía el presentimiento de que podía confiar en la joven.

La mujer suspiró. "Muy bien. Esta se llama A-Li". Dijo, mientras instaba a Binghe a seguirla con su shizun en los brazos.

Binge quería regresar con su Shang-shishu pero la carita que le puso su pequeño shizun le hizo seguir a la mujer para luego arrepentirse cuando vio a dónde los había guiado.

Justo cuando iban a entrar, Shang Qinghua da con ellos "¡Luo Binghe! ¡Shen-shixiong!"

El trío se detuvo en seco cuando Shang Qinghua comprobó si Shen Jiu estaba herido o no. El niño se disculpó por asustarlos.

"Solo..." Shang Qinghua se masajeó las sienes con la mano derecha. "No salgas corriendo al azar de esa manera. No tenemos idea de qué peligros podrían venir después..."

El señor de la cumbre An Ding iba a preguntarle por qué corrió de esa manera, pero fue interrumpido cuando una mujer mayor salió corriendo del lugar, sus ojos parecían que se le saldrían en cualquier momento cuando se posaron en el pequeño Shen Jiu.

"...J-Jiu-er" dijo titubeante la mujer al momento que se acercaba a Shen Jiu, tomando con ambas manos su pequeño rostro.

Atrás de ella, más mujeres comenzaron a salir, todas viendo atentamente al pequeño Shen Jiu, quien no parecía querer alejarse del tacto de la mujer mayor quien resultaba ser la madam del lugar.

El pabellón Rojo.

Ni Binghe o Qinghua sabían cómo reaccionar, querían irse pues no era lugar apropiado para un niño.

Fueron incapaces de hacerlo viendo aquellos rostros llenos de preocupación de todas esas mujeres, en especial de la madam quien les ordenó entrar inmediatamente.

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En una habitación, que al parecer era una reservada especialmente para el señor de cumbre de Qing Jing, Luo Binghe y Qinghua se encuentran nerviosamente sentados, con la mirada de la madam fija en ellos, como si la mujer quisiera desentrañar todos los secretos que se encontraban enterrados en lo más profundo de sus almas.

Shen Jiu estaba sentado en unos cojines mientras varias de las mujeres, incluida A-Li, le rodeaban, ofreciéndole varios dulces que el pequeño aceptaba encantado.

Lo mimaban en exceso, a su vez que lo distraían de la conversación que tenía la madam con el discípulo y el señor de cumbre de An Ding.

La mujer parecía una madre exigiendo saber que le habían hecho a su preciado hijo, algo que no pasó inadvertido.

Al final cantaron como pájaros ante aquella insistencia de la mujer que sabía imponer su presencia ante los demás.

Cuando le dijeron que ya había recuperado parte de sus memorias, se le veía cierto miedo al querer preguntar cuáles. No quería exponer los secretos de su preciado Jiu-er, que había confiado en ella para guardárselos hasta el final de sus días.

'Qiu' fue todo lo que tuvo que decir.

Viendo la expresión en los rostros del discípulo y señor de cumbre, era más que evidente que sabían uno de los más oscuros secretos de su pequeño Jiu-er. Uno de los eventos que más le atormentaban en forma de pesadillas.

*

Varias veces la madam junto a sus chicas, ayudaron al señor de cumbre Qing Jing a mantener las pesadillas alejadas y así poder regalarle noches tranquilas de sueño.

*

Cuando Binghe habló sobre como trataba de calmar a su shizun cuando aquellas pesadillas se hacían presentes, se podía ver lo agradecida que estaba madam con el discípulo. Era claro para ella lo mucho que quería a su Jiu-er.

Le dio algunos consejos que seguramente le ayudarían en aquellas noches de insomnio, ya sea tocando un instrumento o quemar unas baritas de incienso aromático, también ofreciéndole algunos dulces de leche y un té mezclado con algo de miel.

Pudo ver en el rostro de ambos curiosidad al dar aquellos consejos. Ella dio un suspiro antes de admitir que aquellos rumores que acusaban a su Jiu-er de ser un ser lascivo no eran más que una malinterpretación de sus visitas al burdel

"Jiu-er solo iba cuando ya no puede soportar más noches de pesadillas e insomnio"

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Qinghua jamás se había sentido con tantas ganas de golpear a sus hermanos marciales como en ese momento, por sobre todo a Liu Qingge y Qi Qingqi quienes fueron los responsables de esparcir aquellos rumores.

Su shixiong tan solo buscaba sentirse a salvo, algo que debía haber conseguido en la secta, su supuesto hogar, pero los demás señores de cumbre lo exiliaron, tachándolo de villano – todo por tener una personalidad arrogante y agresiva sin molestarse en entender la razón detrás de ello, ni siquiera Yue Qingyuan quien se supone debía conocerlo mejor que cualquiera.

El líder de secta realmente es un imbécil pensó Qinghua mientras apretaba los puños.

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Decir que Binghe estaba impactado es poco.

Había descubierto tantas cosas- incluidas aquellas que desmentían los rumores sobre su shizun- que dolía, en especial tras conocer esa parte tan inocente y vulnerable.

No era de extrañar que su shizun tuviera actitudes tan ariscas siendo este un intento por alejar a las personas – su confianza no era fácil de obtener.

Luo Binghe vio a su pequeño shizun disfrutando de las atenciones de aquellas mujeres que le miraban como si fuera lo más preciado del mundo.

En verdad lo era.

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El grito de una mujer alerta a todos en la habitación. Luo Binghe inmediatamente se para de su asiento para ir por su shizun.

La Madam se levanta de su lugar para ir a investigar cuando la puerta se abre abruptamente.

"¡MADAM!" grita la chica que acaba de entrar, el terror era evidente en sus ojos "¡Hubo un asesinato!"

Las mujeres jadearon de la impresión, algunas tapando sus bocas.

¡FUEGO!

Se escucharon varios gritos, el humo comenzaba a hacerse presente.

Binghe con si shizun ya en brazos salió corriendo del lugar junto a las mujeres y Qinghua.

Todo eras un caos. La mayoría de los clientes empujaban a las mujeres haciéndolas caer al piso, pensando en salvar únicamente sus miserables vidas dejándolas a su suerte. Algunos otros no fueron tan cobardes, ayudando a aquellos que ya no podían levantarse o ya habían inhalado bastante humo.

Justo cuando estaban alcanzando la salida...

¡AAAAAAH!

Se escucha el grito de A-Li que había sido aplastada por una viga. Shen Jiu rogó que la ayudaran y Qinghua decidió regresar para sacarla de ahí.

Ya afuera, Binghe encargó su shizun a Madam para poder ayudar a las demás personas que estuvieran atrapadas. No tardaron en llegar el resto de los discípulos de Qing Jing a la escena tras el escándalo.

Yingying y Ming Fan corrieron a donde se encontraba su shizun.

"¡B-Bing-gege... Bing-gege y Shang-ge aune stan adentro! ¡Ayudando!

"¡Por favor, ayúdenlos!" pidió Shen Jiu con lágrimas en sus ojos, asustado de que se fueran a lastimar o, peor... que ya no salieran del lugar.

Los discípulos inmediatamente ayudaron, algunos a buscar agua, otros sacando a la gente y unos pocos fueron a avisar a la cumbre Qian Cao para que vinieran a auxiliar a los heridos.

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Después de lo que pareció una eternidad; Shang Qinghua junto a Luo Binghe, habían logrado sacar a A-Li quien estaba inconsciente, con heridas muy graves.

El fuego ya había sido extinguido. Con excepción de A-Lin, nadie más perecía tener heridas graves. Los discípulos de Qian Cao habían llegado junto a Mu Qingfang, inmediatamente tratando a las víctimas.

A-Li no respondía.

Shen Jiu se zafó del agarre de Madam para correr hacia ella, rogándole que abriera los ojos, que ya se encontraba a salvo...

... nada.

Uno de los discípulos la había revisado, pero ya la joven mujer se había ido.

... No es cierto

No la recordaba, pero la forma en que le hablaba, le sonreía, le miraba; sabía que era alguien importante en su vida, como las demás lindas jiejies.

Puso sus manitas sobre el cuerpo inerte, concentrándose, tratando de sentir cualquier cosa, recordando cuando sus padres o hermanos le curaban sus heridas.

Recordó una ocasión cuando una serpiente venenosa había mordido a su pequeño amigo – un conejito blanco y esponjoso.

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El pequeño animal parecía ya haber muerto cuando llevo el pequeño cuerpo en brazos a su Da-ge con lágrimas en los ojos.

"Mi pequeño Baozi, no llores" su Da-ge le limpió las lágrimas antes de tomar al conejito que no se movía "Puede parecer que está muerto, pero –" toma la mano de su pequeño Baozi posándola en el pecho del animal "si te concentras, podrás encontrar una pequeña chispa de energía ¿lo sientes?"

Shen Jiu se concentró como lo hizo aquella vez con su pequeño amigo, tratando de buscar aquella chispa en el cuerpo de A-Lin.

*

*

*

*

¡Ahí!

Le tomó un poco más de un minuto encontrarla. Aún había esperanza, comenzando a rogar que la ayudaran, aún estaba viva, pero solo le miraron con una expresión de lástima.

Binghe se le acercó con la intención de llevárselo lejos de aquella escena, pero Shen Jiu se alejó de él, acomodándose del otro lado del cuerpo, gritando en frustración que estaba viva, que podía sentirlo.

Lo veían como un niño afligido incapaz de aceptar la realidad.

Shen jiu volvió a acomodar las manos sobre A-Li. Debía hacer algo, era el único que podía hacerlo ya que nadie más lo haría.

"Por favor, salgan... por favor... sé que están ahí... ayuden a A-Li" el pequeño murmuraba, sus ojos fuertemente cerrados, pero nada pasaba.

Estaba desesperando.

"En estos casos, cuando encuentras la chispa" la voz de su Da-ge resonaba en su cabeza "Debes aclarar la mente. No es lo mismo cuando solo curamos alguna enfermedad o herida" su Da-ge cierra los ojos "Ya que está más cerca del mundo de los muertos que de los vivos. Concéntrate en esa chispa"

Shen Jiu lo hizo.

"Inahala"

Shen Jiu tomó un bocado de aire.

"Exhala"

Luego lo dejó salir, tratando de aclarar su mente en el proceso.

Sus manos comenzaron a brillar, recordando cómo su Da-ge invocaba una mariposa en su mano que luego presionó contra el pequeño cuerpo del conejo.

Todos alrededor se encontraban con los ojos bien abiertos, así como la mandíbula que parecía llegaría al suelo.

Shen Jiu al tener los ojos cerrados, no se dio cuenta que repentinamente había logrado invocar miles de mariposas blancas revoloteando a su alrededor.

Shen Jiu levantó sus manos del cuerpo, una mariposa posándose en ellas. Cuando Shen Jiu la sintió, volvió a bajas sus manitas presionando a la mariposa en el cuerpo de A-Li. Las mariposas que seguían revoloteando, se posaron en los heridos que trataron de alejarse de ellas hasta que se dieron cuenta que las quemaduras, cortes... toda herida que habían sufrido había desaparecido.

A-Li tose y Shen jiu abre los ojos siendo capaz de ver las mariposas que había logrado invocar.

¡No perdió su don!

Mu Qingfang salió de su estupefacción para revisar los signos vitales de A-Li. Era como si nada le hubiera pasado, algo medicamente imposible y su pequeño shixiong... ¡fue el responsable de ese milagro!

Shen Jiu estaba aliviado e increíblemente feliz.

"¡Bing-gege!" corrió a este abrazando sus piernas "¡Lo logré! ¡La salvé! ¡Como mi Da-ge!"

Binghe no entendía hasta que el demonio de los sueños comenzó a hablar sobre que ese era el don de la familia, siendo capaces de curar cualquier aflicción por más imposible que pareciera, invocando mariposas blancas.

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No entendían lo que estaba pasando, algunos parecían algo asustados pero aquel sentimiento desvaneció cuando notaron que incluso viejas heridas habían desaparecido.

Madam se acercó al pequeño Shen Jiu quien ya se encontraba en los brazos de Binghe, posando su delgada mano en la mejilla de su pequeño Jiu-er agradeciéndole por salvar a A-Li, demostrando ser aún más increíble de lo que ella creía.

Luo Binghe decidió que era momento de regresar a la secta al sentir todas esas miradas posándose en su pequeño shizun.

Shang Qinghua se fue con ellos mientras que el resto de los discípulos de Qing Jing se quedaron a ayudar a limpiar el desastre.

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Sólo hubo una baja aquel día. Un hombre que había sido asesinado mientras esperaba en una habitación por los servicios de alguna de las prostitutas.

Debido al intenso fuego, fue imposible hacer un reconocimiento. El cuerpo ya parecía carbón, sin rastro alguno de energía espiritual.

No había quedado nada que diera señal de quien había cometido tal acto ni de quien pudo haber empezado el fuego, lo único de lo que podrían estar seguros es que la misma persona había sido responsable de ambos hechos.

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A varios kilómetros, en lo más profundo del bosque, se encontraba uno joven de cabellos blancos tirado en el suelo, riendo frenéticamente mientras era observado por otro hombre quien suspiraba de resignación al no poder detener a su compañero de matar a aquel bastardo y prender en llamas la habitación.

Sólo esperaba que no hubiese bajas inocentes.

"Por cosas como estas, desearía siguieras en tu letargo" dijo el hombre mientras sobaba su sien con la yema de los dedos.

Su compañero no le prestó atención, seguía riendo como un desquiciado mientras lágrimas ensangrentadas comenzaron a rodar por sus pálidas mejillas.

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