Capítulo 3
Binghe acunó con ternura a ese niño que lloraba desconsoladamente por su familia a la que nunca más volvería a ver, dejando su túnica hecha un desastre de mocos y lágrimas. El niño finalmente comenzó a calmarse en el cálido abrazo del joven, una fortaleza de seguridad.
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Lo había dicho todo.
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Bebé Qingqiu se desahogó, como si ver a su familia en ese sueño -riendo y abrazándolo- hubiera roto el dique que, sin saberlo, había contenido esa tristeza durante décadas.
Su madre apuñalada y decapitada. El olor a madera quemada cuando su casa fue incendiada. La sangre de sus jiejies cubriendo el pasto. Las miradas penetrantes de los cultivadores que le hicieron sentir un miedo indescriptible. Su Dage – su héroe – llevándolo en sus brazos, protegiéndolo, como un escudo de todo daño.
La evidente angustia en los ojos de su Dage, por no poder acompañarlo y tener que pedirle que huya de todo lo que conocía. Las últimas palabras apenas pronunciadas antes de morir...
"Te amo."
De la boca de un niño, escuchar esos horrores que presenciaron sus hermosos ojos color jade... Binghe no pudo pronunciar una palabra de consuelo. El nudo de su garganta restringiendo su habilidad para hablar. Solo pudo apretar el abrazo comprensivo mientras sus lágrimas acompañaban a las de su pequeño shizun.
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Los primeros rayos de sol comenzaron a llenar gradualmente la habitación de la casa de bambú. Las lágrimas del pequeño comenzaron a cesar, dejando solo sus sollozos.
Con la manga de su bata, Binghe limpió el pequeño rostro de su shizun, cuyos ojos estaban hinchados y su pequeña nariz se había vuelto rosa. Mientras hace esto, mentalmente le pregunta al demonio del sueño si sabía algo más sobre lo que le sucedió a la familia de su mini shizun.
Hubo un breve silencio antes de que se escuchara el resoplido de Meng Mo.
"Ni siquiera sabía que los perpetradores eran cultivadores". espetó con cierto desdén. "La noticia de la muerte de su familia se extendió por todos los rincones del reino demoniaco, pero nadie sabía exactamente qué o cómo sucedió". Binghe podía imaginar al viejo demonio con la mirada en el suelo. "Algunos asumieron que la familia se topó con el demonio equivocado. El soberano de entonces mandó buscar al culpable... pero sin suerte." El anciano suspiró hoscamente.
Binghe sintió que le hervía la sangre mientras los culpables aún vagaban por la tierra libres sin castigo.
Se prometió a sí mismo que haría todo lo posible para encontrarlos y hacerles pagar 10, no... ¡20 veces el daño que le causaron a su shizun!
De repente, se dio cuenta de algo...
"Shifu-" Binghe hizo una breve pausa antes de continuar, "¿No fuiste el único demonio al que ayudaron?"
"Humanos, demonios. Ayudaron a cualquiera que lo necesitara. Quizás..." Binghe no sabe por qué visualizó al demonio acariciando su barba mientras hacía esa pausa. "Las leyes del mundo del cultivo son severas contra aquellos que se confabulan con los demonios, castigados con la muerte".
"Pero..." Binghe hace una pausa. "¿Incluso los niños?"
"Debo admitir que es extraño".
"Bing- gege ", el joven había estado mirando a la nada mientras hablaba con el demonio del sueño, hasta que el niño lo notó "¿Estás hablando con Meng- shifu?"
Binghe asintió en respuesta, dándole una tierna sonrisa que es correspondida por su pequeño shizun.
"Iré a hacer el desayuno. Dijiste que querías budín de tofu dulce, ¿verdad?" El pequeño asiente emocionado.
Binghe está a punto de dirigirse a la cocina cuando llaman a la puerta, lo que hace que su mini shizun corra para colocarse detrás de él.
"A-Luo, soy Yingying, ¿puedo pasar? Traje ropa para shi – ejem – Xiao-Yin".
Luo Binghe iba a abrirle a su shijie pero no pudo. Pequeñas manos sujetaron su túnica con fuerza.
Mirando hacia abajo, su mini shizun lo miraba con ojos llorosos, sin duda asustado, sacudiendo la cabeza, diciéndole que no la dejara entrar.
Binghe le pidió a Yingying un momento y se arrodilló para estar casi al nivel de los ojos del pequeño Qingqiu.
"Está bien. Yingying es mi amiga y no te hará daño" muestra su cálida sonrisa con ternura al niño tembloroso.
"... p-pero... ella es una... cultivadora". Respondió, con la voz temblorosa.
Binghe se quedó en silencio por un momento, pensando en cómo convencer a su mini shizun de que no había nada que temer.
"Xiao-Yin", dijo con voz tranquila, "¿Crees que todos los demonios son buenos?" El niño sacudió lentamente la cabeza mientras miraba al suelo. "Es lo mismo con los cultivadores. No todos son malos". Pudo notar que el pequeño tomó con fuerza la parte delantera de su túnica.
"¿Confías en mí, Xiao-Yin?" Qingqiu rápidamente asiente sin dudar "Entonces confía en lo que te diré; mi Shijie no te hará daño y mientras yo esté aquí, nadie lo hará".
El pequeño Qingqiu no estaba muy convencido, pero finalmente asintió para que dejara entrar a Yingying.
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Se mantuvo agarrado de las túnicas de Binghe, incluso cuando estaba preparando el desayuno para los tres.
Yingying trató de convencerlo de que se pusiera la ropa que le había traído, pero Qingqiu se negó a mirarla.
Su mini shizun era tan lindo, pero le estaba rompiendo el corazón al no mostrarle una pizca de confianza. Ella haría todo lo posible para ganárselo.
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Los tres estaban sentados a la mesa. El pequeño Qingqiu todavía estaba un poco nervioso, desconfiado de estar tan cerca de Yingying, a quien miraba por el rabillo del ojo.
Binghe lo instó a que diera el primer bocado a su tofu.
Lo hizo sin apartar los ojos de Yingying con sospecha, como si creyera que tan pronto como dejara de mirarla, ella se acercaría y lo lastimaría. Fue difícil para la discípula mantener esa sonrisa amistosa con las miradas llenas de desconfianza que le dirigió mini shizun.
Pero tan pronto como el niño probó su tofu, todas sus emociones escépticas fueron arrojadas por la ventana y una expresión de alegría y entusiasmo las reemplazó. Sus ojos de verde Jade brillaron, e hizo pequeños ruidos de satisfacción.
"¡Bing- gege! ¡Es delicioso!" chilló el niño por el delicioso desayuno, disfrutando cada bocado que tomaba, mientras balanceaba sus piernecitas con entusiasmo.
Se había olvidado por completo de Yingying, sus sentidos enfocados en disfrutar cada detalle de su desayuno.
Los dos discípulos aún no habían tocado sus platillos. Se quedaron mirando fijamente las expresiones de satisfacción y deleite de su mini shizun. Era como emborracharse de ternura.
Era una imagen que contrastaba con la de su shizun – un ser frío e inalcanzable, de una belleza incomparable – con lo de su ahora mini shizun – un ser tierno, adorable y demasiado lindo.
Sus mejillas ya se habían vuelto de color rosa pálido ante tal visión.
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Mientras tanto, en el Salón Principal, los señores de cumbre se habían reunido bajo la orden de Yue Qingyuan, pensando que estarían discutiendo sobre Shen Qingqiu y cuál sería su castigo por el ataque a Liu Qingge.
¡Por fin, la escoria obtendría su merecido! Una sonrisa de satisfacción apareció en los rostros de algunos, sobre todo Qi Qingqi.
Yue Qingyuan y Mu Qingfang fueron los últimos en llegar.
"¿Y Qingqiu?" Qingqi soltó con una clara molestia en su voz. "¿¡Ni siquiera por esto es capaz de llegar a tiempo!?"
Qingyuan y Qingfang se miraron. Ninguno sabía cómo dar la noticia de lo que estaba afectando a Qingqiu o cómo lo tomarían.
Los señores de cumbre notaron esas expresiones que mostraban cierta preocupación.
"Acaso... ¿escapó?" Wei Qingwei escupió sin más preámbulos.
Palabras despectivas hacia su hermano marcial comenzaron a llenar el salón.
"Cobarde."
"Basura."
"Escoria."
Liu Qingge estaba a punto de levantarse de su lugar para ir a buscarlo hasta que...
"¡Silencio!" el líder de la secta levantó la voz de tal manera que instantáneamente todos se callaron.
Seguía mostrando una sonrisa que no llegaba a sus ojos cansados porque no había podido dormir. Su mente giró en torno a las palabras de su pequeño Xiao-Jiu acerca de que todos los cultivadores son malos y esos ojos llenándose de terror al verlo, temiendo que lo lastimara.
Hubo un silencio sepulcral. Nadie se atrevió a decir una palabra ante el tono duro utilizado por Yue Qingyuan.
"Qingqiu-Shidi ", habla Mu Qingfang después de aclararse la garganta. "Él está en su cumbre en este momento".
"Iré a buscarlo" Liu Qingge interrumpe y se levanta para ir a buscar a Shen Qingqiu.
"¡Liu- shidi!" Yue Qingyuan volvió a levantar la voz con menos intensidad: "Qingqiu-shidi no es requerido para esta reunión. Por favor, vuelva a su asiento".
Liu Qingge lo miró con cierta confusión en los ojos antes de regresar a su lugar.
"Como estaba diciendo-", continuó Mu Qingfang, " Qingqiu-shidi está en su cumbre en este momento debido a una severa desviación de qi".
Nadie pareció sorprendido ya que era algo común para el señor de la cumbre Qing Jing.
"¿¡Y QUÉ!?" El rostro de Qi Qinggi se distorsionó por la ira y la molestia. "Vamos a hablar sobre el castigo que recibirá, ¿verdad?"
"No es por lo que los reuní hoy". Los molestos zumbidos de las voces alrededor no se hicieron esperar.
"Zhangmen-shixiong, ¿¡cuándo vas a dejar de defender a esa escoria!?" estalló Qi Qingqi . "Creo que hablo por todos cuando digo que es hora de que Shen Qingqiu reciba su castigo por todas las atrocidades que ha cometido".
Los otros señores de cumbre estuvieron de acuerdo con lo dicho al unísono y expresaron que no entienden la razón del favoritismo del líder hacia esa escoria.
Yue Qingyuan permaneció en silencio como siempre, dejando que sus shidis hablaran con el mayor desprecio posible de Qingqiu. Apoyó su codo en la mesa para descansar su frente en su mano, podía sentir que comenzaba un dolor de cabeza.
"Qingqi-shijie –" el doctor hizo una pausa hasta que todos se quedaron en silencio. "Entiendo tus frustraciones, pero incluso si Zhangmen-shixiong quisiera hacer algo, no podría. Qingqiu-shidi no está en condiciones".
"... ¿Qué tan grave fue esa desviación?" Shang Qinghua, que no había dicho nada en todo ese tiempo, ni siquiera para quejarse de Qingqiu, finalmente habló.
"Si fuera alguien débil, ahora estaría muerto". La culpa era evidente en la voz del médico: "Afortunadamente, su vida no está en peligro, pero...", le resultaba difícil explicarle a sus shidis lo que estaba pasando con Shen Qingqiu.
Respiró hondo y finalmente...
"Qingqiu ahora es un niño de unos 3 o 4 años que no recuerda a Cang Qiong".
Todos se quedaron en silencio, tratando de procesar la información recién adquirida.
"Debe ser una broma"
Qi Qingqi rompió el silencio, seguido por los demás. Cuestionando ese hecho de que Shen "supuestamente" no recordaba e incluso se atrevieron a pensar que estaba usando su condición de "niño" para manipular tanto al líder de la secta como a Mu Qingfang.
Demasiada coincidencia, los señores de cumbre pensaron, que un día después de ser acusado de asesinato ahora no recordaría nada.
Mu Qingfang solo les pidió que no fueran a la cumbre Qing Jing, para no empeorar la condición de su shixiong, sin mencionar el evidente terror del niño hacia los cultivadores.
Liu Qingge, como el mono sin cerebro que es, ignoró lo último dicho. Podía sentir su sangre hervir. Shen Qingqiu se saldría con la suya... ¡por segunda vez!
Se levantó de su lugar e inmediatamente sacó su espada para volar hacia la cumbre Qing Jing, ignorando la llamada del líder de la secta y Mu Qingfang, quienes fueron detrás de él.
Los demás regresaron cada uno a su cumbre. Shang Qinghya suspiró antes de levantarse de su lugar. Al instante, sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral.
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Ning Yingying y Luo Binghe estaban teniendo... bastantes problemas con el pequeño Qingqiu.
La discípula había cometido el "error" de posarse demasiado cerca de su mini shizun mientras él estaba distraído con su desayuno.
Al darse cuenta de esto, el pequeño Qingqiu se asustó y corrió a esconderse debajo de la cama. Yingying quería llorar por el rechazo y porque había asustado a su mini shizun. Hizo un gran puchero dirigido a Luo Binghe.
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¿Por qué su mini shizun confía en él y no en ella?
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Poco a poco lograron convencer al pequeño para que saliera, con la promesa de que Ning Yingying se mantendría alejada y nunca más se acercaría a él sin su consentimiento.
El niño ya había salido y se había puesto de pie, todo el tiempo sin apartar los ojos de Ning Yingying, no volvería a cometer ese error, cuando...
Se escucha un fuerte estruendo. La puerta había sido derribada.
Luo Binghe se paró frente a su mini shizun que estaba agarrando sus túnicas con fuerza, ocultando su rostro y cerrando los ojos con fuerza.
"Tú -!" Liu Qingge escupió con desprecio, la rabia absoluta y la furia coloreaban su tono, señalando al pobre niño que temblaba detrás de Luo Binghe. "¿¡Crees que te saldrás con la tuya otra vez!? ¡Maldito cobarde! ¡Es posible que hayas engañado a Mu Qingfang y Zhangmen-shixiong, pero no a mí!
Luo Binghe sintió que el pequeño shizun temblaba y, al bajar la mirada, vio como las lágrimas se asomaban de entre sus hermosas pestañas. Tenía que protegerlo, no importaba si era su shifu, nadie tenía derecho a asustar a su shizun.
"¡SUFICIENTE!" Una voz femenina cortó el tenso ambiente. Al final, no fue él quien defendió a su mini shizun, sino la discípula más favorecida, Ning Yingying.
Ya estaba harta del maltrato de su shifus hacia su shizun. Gracias a ellos, ya no la abrazaba cuando necesitaba consuelo, ni le daba palmaditas en la cabeza cuando hacía algo bien. Todo por esos estúpidos rumores que ella quería desmentir, pero la acusaban de ser demasiado ingenua. Echaba de menos estar en su toque calmante y amoroso; uno del cuidado de un padre, en absoluto de un hombre lujurioso como los crueles rumores lo pintaban.
Si su shizun estuviera en su estado normal, podría defenderse del dios de la guerra de Bai Zhan, pero ahora es solo un niño que temblaba como si estuviera en uno de los inviernos más crueles de ese año.
Decidida, se enfrentó al dios de la guerra mientras sus puños se apretaban y se volvían blancos por la fuerza.
Liu Qingge podría decir que estaba sorprendido por esa acción del discípulo de Qing Jing, y no evitó preguntarse –ya que era el mismo discípulo al que se acusaba a Shen Qingqiu de querer abusar – ¿por qué lo defendía con uñas y dientes?
"¿¡Es eso lo que les enseñas a tus discípulos, Shen Qingqiu!? ¿¡Faltarles el respeto a sus mayores!? ¡No estoy sorprendido de una basura como tú!"
"¡Al menos MY SHIZUN se queda en su cumbre para enseñarnos algo!" Ning Yingying escupió, dejando al Dios de la guerra sin palabras. Su corazón comenzó a acelerarse, "Mi shizun tiene toda la razón... shifu es- shifu es- ¡UN BRUTO SIN CEREBRO!"
Tanto Qingge como Luo Binghe estaban desconcertados porque no podían haber imaginado a alguien más, aparte de Shen Qingqiu, llamando así al Dios de la Guerra de Bai Zhan.
El pequeño Qingqiu, que no prestó atención al nombre por el que lo llamaba Qingge, no pudo evitar mirarla con cierta admiración cuando se enfrentaba a alguien que parecía mucho más fuerte que ella... y parecía... ¡lo estaba haciendo por él!
Antes de que el Señor de Cumbre Bai Zhan pudiera decir algo, Yue Qingyuan y Mu Qingfang entraron en la casa de bambú casi jadeando para detener al Dios de la Guerra, pero solo terminaron empeorando las cosas.
El pequeño Qingqiu se había calmado un poco, pero esa calma se fue al demonio cuando llegaron dos cultivadores más, y no pudo soportarlo.
Inconscientemente, usó su poder espiritual para salir por la ventana, llorando y gritando por su Dage como un mantra.
Ambos discípulos miraron a los tres señores de cumbre haciéndolos sentir como si los estuvieran perforando dagas, antes de correr tras su mini shizun.
Yue Qingyuan ordenó a Liu Qingge que volviera a su cumbre, mientras que él y Mu Qingfang se asegurarían de que el pequeño Qingqiu estuviera bien.
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El pequeño Qingqiu corrió como el día que dejó su Dage, sin prestar atención a su entorno.
Su tamaño facilitaba esconderse en casi cualquier rincón para evitar a los cultivadores que pudiera encontrar.
Había llegado a un edificio e inmediatamente entró cuando escuchó pasos. Su pequeño corazón latía con miedo. No podía dejar que lo encontraran.
Caminó por un largo pasillo cuando al frente vio a unos discípulos corriendo, cargando montañas de papeles. Miró desesperadamente a su alrededor, el miedo se apoderaba de él cada vez más.
Corrió hacia una puerta a su derecha que estaba entreabierta y la cerró para luego apoyar su pequeña espalda contra la puerta deslizándose poco a poco hasta quedar sentado en el suelo jadeando, su corazoncito aún latía aceleradamente.
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Estaba exhausto.
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Las lágrimas brotaron nuevamente de sus hermosos ojos de fénix, que trató de contener en vano. No se dio cuenta de que unos ojos lo miraban con frialdad desde las sombras.
Con las mangas de su túnica, comenzó a limpiarse la cara, tratando de calmarse y, cuando terminó, vio los zapatos de alguien parado justo en frente de él.
Lentamente, levantó la vista para encontrarse con los ojos que lo miraban con frialdad. Todo lo que podía pensar en ese momento era en lo hermosos que eran esos ojos, casi tan hermosos como los de su amigo Zhuzhi -Lang.
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Shang Qinghua estaba cansado. Siempre lo mismo. Haciendo todo por la secta y nadie lo apreciaba.
Papeles y papeles amontonados en su escritorio, sus discípulos corriendo como pollos sin cabeza. Para colmo, sabía que, al regresar a su habitación, el demonio de hielo lo estaría esperando.
Respiró hondo fuera de la puerta de su dormitorio, preparándose para lo inevitable.
"Mm-mi señor, disculpe la demora. Recibimos varias órdenes inesperadamente y –" se quedó en silencio en el momento en que se dio cuenta de que no solo un par de ojos fríos lo miraban, sino también unos hermosos ojos color jade.
Se quedó boquiabierto al darse cuenta de que el dueño de esos ojitos era su shixiong y, no solo eso, sino que también estaba sentado tranquilamente... ¡en el regazo de Mobei -Jun! ¡Un niño con un señor demonio! ¡Y éste lo estaba permitiendo!
El pequeño Qingqiu abrió aún más los ojos al ver a un cultivador, y terminó escondiendo su rostro en el hueco del cuello del demonio de hielo.
Shang Qinghua tuvo que pellizcarse con fuerza varias veces, no podía creer lo que veía.
"¿Le tienes miedo?" preguntó Mobei-Jun a lo que el pequeño sale de su escondite y asiente con la cabeza mientras lo mira a los ojos "¿Y a mí no?" el pequeño Qingqiu lo niega de inmediato.
No lo demostró, pero Mobei-Jun estaba intrigado por este niño humano quien no gritó ni lo vio con desprecio.
"Él no te hará daño". el demonio finalmente dijo después de un ligero silencio "Es mi subordinado"
El pequeño lo mira con curiosidad e inclina levemente la cabeza mientras mira a Mobei-Jun a los ojos.
"¿Qué es su - bor - dina - do?"
"Alguien que obedece mis órdenes". respondió con su tono siempre frío que al pequeño no parecía importarle.
Shang Qinghua observó esta interacción, con el brazo adolorido por haber sido pellizcado varias veces, mientras permanecía congelado en su lugar.
"Entonces- " El niño pensativo se cruza de brazos y con una de sus manos, agarra su barbilla "S-si le ordenas que no me haga daño, ¿tiene que obedecerte?"
"Sí."
¿Y si no te obedece?
"Lo golpeo".
Señor... me golpea sin importar qué, pensó Qingqua, mientras se cubría la cara con una mano.
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Espera... ¿Acaba de decir que, si lastima a Shen Qingqiu, lo golpearía?
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El niño pequeño bajó del regazo de Mobei, quien observó cada movimiento que hizo, para terminar frente a Shang Qinghua.
El cultivador casi esperaba ver una sonrisa traviesa que decía "Te atrapé", pero el chico solo lo miró con curiosidad, como si fuera un bicho raro.
"¿Odias a los demonios?" de la nada el niño preguntó, captando su atención.
Shang Qinghua podía sentir la mirada de Mobei atravesándolo, esperando cuál sería su respuesta.
"Y-yo erm –" apenas podía pronunciar una palabra, el nerviosismo lo invadía, su garganta estaba seca.
¿Qué clase de pregunta era esa? ¡Y más viniendo de su shixiong!
Tartamudeó durante un minuto hasta que de su boca salió el susurro de un "No", lo que provocó que el niño abriera los ojos como platos.
"Bueno... estoy trabajando para él, así que –" Shang Qinghua suspira levemente mientras comienza a rascarse la mejilla, mirando hacia otro lado, evitando sus miradas. "Supongo que no los odio".
¡Si! Me golpea y amenaza, pero al menos no me ignora ni hace como que no existo – piensa Qinghua – y sentir como esas manos frías toman mi rostro para que no tenga opción más que verlo a la cara, apretando mi barbilla si desvío la mirada. Ver esos ojos azules tan fríos como el hielo y sus delgados labios moviéndose mientras me da una orden en esa voz tan fría y cálida a la vez –
Shang Qinghua estaba tan sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando su rostro se volvió de un leve tono rosado, captando la atención tanto del niño como del demonio.
"Gege", el señor de la cumbre An Ding salió de su estupor cuando sintió que una pequeña mano tomaba la suya. Miró hacia abajo para encontrarse con los enormes ojos que lo miraban con gran interés.
Se escucharon pasos fuera de su puerta. Voces que preguntaban si no habían visto a un niño de ojos verdes.
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Lo estaban buscando. Estaban cerca.
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El pequeño Qingqiu se aferró a las túnicas de Shang Qinghua, tomándolo por sorpresa al sentir como el pequeño temblaba y le pidió que lo escondiera.
Recordó la pregunta de Mobei al niño.
Tuvo una revelación.
Este niño... este mini Qingqiu les tenía más miedo a los cultivadores que a los demonios.
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Los pasos se escuchaban cada vez más cerca, así como las voces. En cualquier momento podrían entrar en su habitación. Podía escuchar la desesperación en las voces por querer encontrarlo.
"Mi señor" mira a Mobei quien ahora estaba parado unos pasos atrás de Qingqiu "será mejor que se vaya antes de que lo descubran"
"Volveré esta noche". fue lo único que dijo el demonio antes de desaparecer y antes de que Shen Qingqiu pudiera pedirle que se lo llevara.
Las puertas se abrieron para revelar a un mortificado Yue Qingyuan, clamando por su Xiao-Jiu.
Sus ojos se posaron en Shen Qingqiu y finalmente pudo respirar aliviado al inspeccionar que estaba a salvo.
Dando unos pasos hacia adelante con la intención de acercarse a él, hizo que el pequeño se pegara más a Shang, como si intentara desaparecer entre las túnicas del mayor.
En sus ojos se podía ver el dolor que le causaba aquel rechazo.
Le tomó un tiempo darse cuenta de que algo andaba mal.
Xiao-Jiu... ¿se estaba aferrando a Shang Qinghua?
"Shang- shidi, lamento entrar así, pero..."
"¡N-no hay problema, Zhangmen-shixiong!" Shang Qinghua se rio nerviosamente, porque hace solo unos segundos Mobei-Jun estaba frente a él.
Yue Qingyuan pudo notar algo extraño en el ambiente, no solo porque su pequeño Xiao-Jiu parecía confiar en Shang Qinghua.
Sin saber exactamente qué era, decidió ignorarlo.
"... Xiao-Jiu –" el chico interrumpió gritando que ese no era su nombre "... lo siento." Fue todo lo que el líder de la secta pudo decir, mientras le sonreía al niño.
El pequeño Qingqiu no sabía por qué, pero escuchar esas palabras de la boca de ese hombre y esa sonrisa, tan falsa como la de aquellos que mataron a su familia, lo molestó.
Si no fuera tan pequeño, golpearía la cara de ese cultivador con todas sus fuerzas.
"... Xiao-Yin, déjame llevarte de regreso-"
"NO NO ¡NO!" Fue interrumpido nuevamente por el pequeño Qingqiu quien levantó la mirada – viendo a Shan Qinghua como una súplica – abriendo a un más los ojos y lagrimitas asomándose en las esquinas.
Shang Qinghua pudo sentir que su corazón se detuvo ante la vista que lo hizo querer protegerlo. Parecía un cachorrito que había sido maltratado.
"Zh-zhangmen-shixiong ... Puedo... cuidarlo." el tartamudeó, sin creer lo que acababa de salir de su boca.
*
¡Qué tipo de poder tenía este mini Qingqiu que incluso Mobei lo dejó sentarse en su regazo!
*
Decir que estaba sorprendido de que su hermano marcial se ofreciera a cuidar de su Xiao-Jiu era quedarse corto.
Quería hacerse cargo, pero ¿qué podía hacer? Xiao-Jiu ni siquiera lo dejaba acercarse.
"En ese caso, te lo confiaré a ti. Gracias, Shang- shidi." Se inclinó levemente sin perder esa estúpida sonrisa que no llegaba a sus ojos.
Yue fue a informar a los demás que el niño ya había sido encontrado, mientras que Shang Qinghua tomó al mini Qingqiu en sus brazos sin ninguna resistencia.
No hubo palabras pronunciadas en todo el camino. Shang Qinghua ya no estaba nervioso sino confundido. Sosteniendo su shixiong en sus brazos mientras el niño esconde su rostro en el hueco de su cuello... ¡ERA DEMASIADO ADORABLE!
¿¡Qué diablos le pasó para convertirse en el Qingqiu que todos conocen!?
"Xiao-Yin -" susurra al oído del niño, evitando que otros lo escuchen "¿Por qué tienes miedo de los cultivadores?"
Qingqiu aumenta su agarre sobre la túnica del anciano "... mataron a mi familia" apenas se escucha su vocecita, pero Qinghua entiende esas palabras que hicieron que detuviera sus pasos por un momento.
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Yingying, Binghe y Mu Qingfang esperaban en la casa de bambú la llegada del pequeño Qingqiu.
Binghe se estaba impacientando. Deberían haber llegado ya. Su corazón se aceleró ante la incertidumbre. Movía las piernas haciendo ruidos sobre la madera con las botas. Yingying trató de calmarlo, pero fue en vano.
Se escuchó el sonido de alguien tocando la puerta – todos dirigieron sus miradas a esta – y el que entró fue Shang Qinghua cargando a su mini shizun en brazos.
"¡Xiao-Yin!" Binghe corrió hacia el chico quien, al escucharlo, soltó la túnica del mayor para extender sus pequeños brazos hacia él.
El pequeño Qingqiu se disculpaba por preocuparlo. Que ver a esos dos cultivadores, después del que había derribado la puerta, lo había asustado muchísimo. Binghe le aseguró que no había nada por lo que disculparse, lo único que importaba era que estaba bien.
"... Jiejie ..." el chico llama a Yingying tímidamente mientras ella lo mira incrédula por cómo la llamó. El chico hizo una pausa, mirando al suelo por un momento, antes de continuar, "... gracias por... defenderme". Dijo en un susurro silencioso, pero la discípula podía escucharlo. Sus mejillas ahora estaban pintadas de rojo.
"¡Es un placer para Ying-er proteger a Xiao-Yin!" una gran sonrisa se formó en su rostro mientras vitoreaba esas palabras. ¡Ella estaba feliz! Al menos algo bueno salió del bruto de Bai Zhan irrumpiendo en la casa de bambú, reflexionó la niña.
"Xiao-Yin" el pequeño miró al doctor desde los brazos de Binghe "Lamento mucho que mi shidi - que todos te asustáramos. ¿Puedes darme tu muñeca para asegurarme de que no has sufrido ningún daño?"
El niño no responde. En cambio, mira a Binghe, quien le da una sonrisa tranquilizadora.
Estiró su bracito permitiendo que el doctor lo tomara, estremeciéndose al tacto.
Qingfang dejó escapar el aliento que no sabía que estaba conteniendo cuando vio que todo estaba normal con su pequeño shixiong. Todos parecían aliviados por esta acción.
Antes de irse, Qingfang le indicó a Binghe que, si algo sucedía, cualquier cosa, lo llamara de inmediato y le dio algunos talismanes que, al romperse, avisarían de inmediato al médico para que acudiera a Qing Jing.
"...Bueno, yo también voy" Qinghua ya estaba afuera cuando...
"Gege" lo llamó el pequeño haciendo que se detuviera en seco "¿Puedo visitarte?"
Todos quedaron atónitos por esa solicitud.
Qinghua se señaló a sí mismo, dudando de lo que acababa de escuchar, y el niño asintió con entusiasmo.
"...Oo-claro" le dedicó una sonrisa un tanto nerviosa al pequeño quien le respondió con una enorme y tierna sonrisa, haciéndolo lucir como la cosa más inocente y pura del mundo.
Shixiong, si le sonrieras así a nuestros hermanos marciales, ya no te llamarían escoria – reflexionó Qinghua antes de irse.
Ahora que los tres estaban solos, Yingying volvió a mostrarle la ropa que había traído desde la mañana para que se la probara y, esta vez, el pequeño asintió.
Tímidamente, el pequeño Qingqiu mira a Binghe, pidiendo ayuda. Parecía algo avergonzado por no saber cómo vestirse todavía. Su mama o su Dage siempre lo ayudaban.
Fueron a la otra habitación. Binghe comienza a desatar la túnica para dormir. Las manos se congelaron cuando cayó al suelo, revelando el torso del pequeño shizun, lleno de marcas apenas visibles, pero lo que llamó su atención fue el 9 (九) marcado en su vientre.
Binghe no era tonto. Sabía lo que significaba esa marca.
Qingqiu, curioso por la expresión que tenía Binghe, bajó la mirada y, al ver esa marca, preguntó qué era, ya que no recordaba haberla tenido antes.
Binghe decidió hacerse el tonto y fingió no escucharlo, procediendo a ayudarlo a ponerse la túnica nueva.
Qingqiu no era tonto, su expresión le decía que no era algo bueno, pero no insistió y dejó que el joven siguiera ayudándolo.
*
*
La túnica todavía le quedaba un poco grande, pero tal vez era algo bueno, ya que podía crecer cualquier día o, eso afirmó Qingfang.
"Xiao-Yin se ve muy guapo con su túnica nueva", dijo Yingying y Binghe estuvo de acuerdo con ella.
Su mini shizun seguía mirándose en el espejo de bronce, moviendo los brazos para hacer volar las mangas. Casi estaba bailando.
Miró a los dos discípulos que vieron como sus ojos brillaban más que el sol, que parecían iluminar aquella pequeña habitación y esa sonrisa que cada vez que la veían les parecía más hermosa.
"¡Me encanta! ¡ME ENCANTA!" saltó en su lugar antes de apresurarse a abrazar las piernas de Yingying "¡Gracias, Jiejie!"
Yingying podía llorar de felicidad... y lo hizo. Mini shizun ya no le tenía miedo y, después de tanto tiempo, volvió a sentir el tierno abrazo de su shizun.
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Tenía que ilustrar esa escena
A que caray me río por cualquier tontería xD
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