Capítulo 10

Lo miro más de cerca y no hay signos de brote, creo que ha muerto. Comienza a llover finito y el viento también se levanta golpeando contra mi rostro las finas gotas que se sienten como azotes.

Probablemente ya esté muerto y es mi culpa por no haberle protegido de la helada que cayó, es mi culpa por no vencer mis miedos. Así que, es hora de ponerle fin a todo esto. Me pongo de pie, voy al cobertizo y tomo una respiración detrás de mi bufanda antes de tomar la pala de punta. 

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