4. Momento vertiginoso
—No puedo esperar más, Kit.
Lo bajé, dejándolo sobre sus pies, mi boca viajó hacia su mejilla y bajó por su cuello, chupé su cuello, haciendo una suave succión —que quizá dejaría una marca— sus labios estaban separados, su cabeza tirada hacia atrás, apoyada en la fría pared. Era tan excitante verlo así, de esa manera, a mi merced, jadeando, necesitando de mis besos, mis caricias. Mis manos fueron desabotonando su camisa, podía ver su piel blanca. Continué besando su cuello y él se retorcía, bajo mi tacto, así era como lo quería, como siempre lo había deseado...
Con un rápido movimiento giré su cuerpo, dejando su espalda pegada a mi pecho, su rostro presionado en la pared, jadeando y gimiendo para mí. Retiré su camisa, la dejé caer en el piso. A cada lado de su cuerpo, mis manos acariciaron sus brazos desde los hombros y hasta llegar a sus suaves manos, las subí con las palmas abiertas contra la pared, mientras besaba sus hombros, su espalda y volvía a su cuello. Mis caderas se movían, empujando hacia el frente contra su trasero. Gracias a Dios la pared era de concreto porque sentía que podía venirse abajo con semejante movimiento.
Embestía contra su cuerpo y él gemía. Al parecer estaba tan desesperado como yo, porque como pudo se dio la vuelta y me empujó hacia la pared del frente. Mi espalda quedó contra la pared y el seguía besándome desesperadamente. Su boca se abalanzó hacia mi cuello y le devolvió el trato que yo le había dado al suyo, lamió y succionó tan fuerte tan rico, sí, se sentía tan delicioso... tan excitante.
—Oh Sing, cuanto te deseo. —susurró contra mi oreja. Demonios, esas palabras retumbaron en mi cabeza y las sentí en mi entrepierna. Sus manos, se apoderaron de mis caderas, me miró a los ojos y sus ojos estaban inyectados por la lujuria— Ahora Sing.
Comenzó a desabotonar mi pantalón, e inmediatamente yo hice lo mismo con el suyo. Su mirada, provocaba tantas sensaciones en mí, sus ojos le gritaban a mi alma y a mi corazón que me deseaba, tanto como yo a él o quizá más...
Su mano se deslizó dentro de mi pantalón y tocó mi erección. Un gemido se escapó de mi boca y en respuesta volví a invertir nuestras posiciones, él contra la pared y yo tratando de bajar su pantalón. No llegaría hasta el dormitorio, lo haría mío, ahí mismo, en pleno pasillo.
Empezamos un tira y afloja, rodando por la pared, hasta llegar a la puerta de la habitación, ambos despeinados, con los labios hinchados, las mejillas rojas, los ojos inyectados de pasión, sin camisa, con moretones en el cuello y Kit, con el pantalón hasta la rodilla y mi erección en su mano.
Soltó mi erección y tomó el pomo de la puerta, sin apartar la mirada de mí, me empujó adentro. Cerró la puerta, se quitó los zapatos y terminó de retirar su pantalón. Apenas lo hizo, se acercó a mí y me empujó sobre la cama. Se subió a horcajadas sobre mí, me besó el rostro, por todos lados —muchos besos salpicados— besó mis labios y continuó bajando, lamió mis pezones, siguió bajando, llegó a mi ombligo y delineó el contorno con su lengua, me elevé sobre mis codos y él levantó la mirada, para encontrarse con la mía. Levantó un poco mis caderas y fue bajando mi pantalón, lo retiró por completo y besó mis piernas.
Tomó mi erección, encima de mi bóxer y luego acercó su boca, hasta la pretina, seguía mirándome, su mirada felina, me excitaba.
Con sus dientes, fue bajando mi bóxer y Que Dios me ayudara, cuando rozó la punta, sentí que podía correrme en ese momento, aun sin haber hecho nada.
A partir de ese momento, todo empezó a suceder muy rápido.
Sentí su lengua sobre mi pene, estaba chupando, lamiendo y succionando de vez en cuando, arrancando desde lo más profundo de mi garganta sonidos que jamás había sido capaz de emitir.
El momento era vertiginoso, todo pasaba muy rápido, todo era pasión, pura. Estaba sucediendo, estábamos ahí, iba a suceder, Kit y yo consumaríamos nuestro amor, un amor tan real, tan puro, un amor oculto durante tantos años.
—Espera —dijo de pronto. Sorprendiéndome.
¿Está arrepentido?
No. No estaba arrepentido.
Me miró con fuego en la mirada y tras morderse el labio inferior, se acomodó en la cama de manera que su erección quedó frente a mi boca y la mía directamente en la suya, comenzó a chupar nuevamente y cuando yo tomé, por fin su pene en mi boca, fue un momento celestial.
Lamí y chupé despacio, sus fluidos se mezclaban con mi saliva y no estaba dispuesto a perderme nada, me encantaba. Cuanto más profundo entraba su miembro en mi boca, más él, gemía y abandonaba el mío. Cuando lo dejó por completo, claramente embargado por la pasión y dejándose arrastrar por el deseo de sentirse amado, cambié nuestras posiciones, lo acomodé en la cama y le sonreí.
—Te quiero Singto —dijo sorprendiéndome— No te imaginas cuantas veces he querido decírtelo, pero no me animaba a hacerlo.
—Kit...
—Siempre te he amado. Aunque estuvieras prohibido para mí. Lo sabes bien... pero justo ahora quiero olvidar todo lo que me mantuvo alejado de ti, quiero amarte y que me ames, hoy es el momento para nosotros. Hoy te necesito, quiero ser tuyo y que tú seas solo para mí.
Hazme el amor, con pasión extrema, con amor, un amor único que se quede grabado en mi piel, porque te necesito para estar bien, para poder seguir... porque nada me importa, sino tú, solo tú. Mi pequeño amor prohibido.
—Oh Kit, te amo más que a nadie, jamás podré amar a otro hombre. Solo tú, solo a ti. Déjame amarte y entregarte mi corazón, acéptalo. Siempre ha latido solo por ti.
No hicieron falta más palabras, nuestros cuerpos se buscaron, se encontraron y todo fluyó de manera muy natural, lo que pareció un encuentro desenfrenado, se estaba convirtiendo en puro sentimiento pasional.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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