2. Embobado y confuso
Mientras entraba en su casa, sentía que estaba pisando sobre nubes de algodón, era irreal, yo, ahí, en la sala de aquella casa, la misma que después de tantos años, no había cambiado. Me invitó a sentarme y él tomó su lugar junto a mí. Tras unos minutos de silencio, me animé a hablar.
—¿Vas a contarme que te sucede?
—La verdad es que no me sucede nada, creo... no sé, quizá es algo que no puedo evitar. —Divagó y me dejó descolocado. Krist no era así.
Se quedó en completo silencio por unos minutos, en su rostro podía notar la inquietante necesidad de decir algo, pero no se animaba, estaba preocupado.
Tentando a mi suerte, me acerqué a él, tomé su mano —que descansaba sobre sus rodillas. Él levantó la mirada, me vio fijamente y yo le sonreí.
—Sabes que puedes contar conmigo. Sea lo que sea que te esté preocupando, será más llevadero si lo compartes con alguien. Puedes confiar en mí, no se lo contaré a nadie. Te lo prometo.
Sus labios esbozaron, lo que parecía una delicada sonrisa de medio lado. Yo estaba asustado, no sabía lo que debía esperar. Me estaba preocupando, pero no podía dejárselo saber. Tenía que mostrar madurez. Estaba preparado, necesitaba estarlo, para poder serle de ayuda.
—Me Gustas —¿¡Queeeee!? ¿Esto es real? ¿Acaba de decir lo que creo que dijo?— pero estoy confundido —No lo dejes pensarlo demasiado. ¡Reacciona idiota!— es-estoy...
No lo dejé terminar, cuando me di cuenta, su rostro descansaba acunado entre mis manos y mis labios estaban besando los suyos. Como siempre quise que fuera, como me lo imaginé, miles de veces. Nuestras respiraciones estaban mezclándose y por fin nuestros labios estaban unidos. Solté su rostro y arreglé su cabello, mientras mis ojos no dejaban de admirarlo y gritaban que continuáramos haciendo todo aquello que no me atrevía a mencionar con palabras que pudieran asustarlo.
—No debemos Singto, no podemos, sabes lo que va a suceder. No puedo —dijo con lágrimas acumulándose en sus ojos.
Tenía su rostro, sus ojos, su boca, a escasos centímetros de los míos, ¿cómo podía estar diciéndome eso? Muchas veces me frené, porque pensaba en él, en su situación, en su felicidad, pero justo en ese momento no podía hacer caso a mi conciencia, cuando mi cuerpo clamaba por él, cuando lo tenía tan cerca que sentía que iba a enloquecer si no volvía a besarlo. ¡Maldita sea! Sabía lo que debía hacer, pero no podía... No quería... y él tampoco.
Nos miramos fijamente, mi mano sujetando la suya, —claramente no quería dejarlo— nuestros corazones latiendo a un ritmo descontrolado y dejándonos llevar...
Acaricié su rostro e intenté alejarme un poco de él, pero cuando lo hice, sus ojos me miraron con necesidad. Él quería lo mismo que yo. Que me quedara. Pero... ¿acaso era lo correcto? Aun así, seguía ahí.
¿Qué el tiempo vuela? Jodidamente NO, quien diga lo contrario, nunca vivió un momento como el que estábamos viviendo Krist y yo. Apenas habían pasado minutos desde que pronunció su declaración y me dejó embobado y confuso, pero la tensión, la angustia de no saber cómo proceder a continuación, hacían parecer que habían pasado horas.
La carga que sentía era demasiada y ¡no! Ya no quería sentirme así.
Solté su mano y con un último llamado a la razón, intenté separarme una vez más de él, pero esta vez, fue él quien sujetó mi mano y la apretó con fuerza, pidiéndome —sin mencionar palabras— que no me fuera, que me quedara junto a él. Y eso fue suficiente para mí, era la señal que estaba esperando.
Cualquier duda desapareció.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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