10. El placer de jugar
Singto se agacha y saca de debajo de la cama una caja, es nueva, no la había visto antes, tiene algunos accesorios en ella, pero lo primero que saca es una venda. No me deja tiempo para indagar, cuando ya siento la venda cubriendo mis ojos.
—¿Qué haces? —Le digo, pero no estoy peleando, me dejo hacer...
—Solo relájate, prometo que lo vas a disfrutar —me responde a cambio.
Hace que me recueste, en el lugar donde antes se encontraba él, justo en el centro de la cama, escucho que toma algo más de la caja y luego, algo frío recorrer el centro de mi pecho y viajar hasta mi parte sur. Su boca captura mi pene, que no ha dejado de estar erecto y luego siento algo húmedo y frío, rozando mi entrada, no es su lengua, porque está ocupada, lamiendo y chupando mi erección.
Juguetea haciendo círculos en el contorno de mi ano, causando sensaciones extrañas que se alojan en mi pelvis, que combinadas con la sensación de su boca. Me hacen sentir preso de un calor descomunal.
Abandona mi pene y todo es muy silencioso, por un momento, luego se sube a horcajadas sobre mí, me besa con pasión, dejando mordidas en mis labios. Toma mis manos y las levanta, llevándolas hasta la cabecera de la cama. Me sorprende, pero sonrío de medio lado cuando noto que me está atando. Nunca antes lo ha hecho, pero estoy seguro de que será interesante. Hace lo mismo con mis pies, asegurándose de abrir bien mis piernas. Unos minutos después, cuando está seguro de que todo va como él quería, levanta un poco mi cuerpo y pone un cojín, o quizá es una almohada, bajo mis caderas. Me siento ansioso, cuando nuevamente se aleja, pero no es por mucho tiempo, ya que en seguida siento su lengua recorrer mi cuerpo. No hay parte de él, que Singto no esté recorriendo y cada vez me hace estremecer, quiero soltarme de los amarres y tocarlo, pero es imposible. Me va matando con cada caricia. Está subido sobre mí, pero poco a poco va bajando hasta que llega mi pene, empieza su tarea ahí, pero sus manos no me están tocando. Escucho la tapa del pote del lubricante caer al piso y luego de eso, sus dedos empezando a preparar mi entrada. Sus dedos se deslizan, uno tras otro sin mayor dificultad, mi esfínter se abre para ellos.
Cuando ya estoy completamente dilatado, le pido que meta su polla en mi orificio de una vez, pero él tiene otras intenciones.
Un pene entra por mi orificio, pero no es el suyo, es duro, es-
—Vibrará solo un poco —me dice— es un consolador.
Un poco... ¡y una mierda! Sentía que podía morir, ahí amarrado, sin poder tocarlo, sin poder hacer nada más que sentir las intensas vibraciones de ese aparato, que se hicieron incontrolables y causaron una espectacular corrida por todo mi abdomen. Singto lamió cada gota, haciendo que su lengua hiciera estremecer todo mi cuerpo.
—¡Maldición, suéltame ya, Sing! necesito tocarte... Por favor.
Bajó de la cama y empezó a sacarme de mi esclavitud, primero fue la venda de los ojos, y lo primero que pude ver fueron gotas de semen, junto a su boca. Pasó a desatar mis brazos y terminó por las piernas. No puedo moverme, aunque lo intento, siento el cuerpo adormecido. Mi orgasmo provocado por ese aparato, me agotó, ¡es increíble!
Sus manos se mueven sobre mi cuerpo, cuando nuevamente está sobre la cama, junto a mí. Me siento cansado, pero feliz, cuando lo veo sonreírme tan dulcemente.
—Eso ha sido increíble, Sing —le digo mientras lo miro.
—Pensé que te ibas a desmayar. —me responde.
—Imposible, no es tan grande como el tuyo.
—Lo dice quien acaba de rogar que pare, porque ya no lo aguantaba.
—Lo hice porque prefiero sentirte a ti rompiéndome el culo, como si de eso dependiera tu vida.
Él sonríe, pero a decir verdad, siento mi culo arder todavía, la sensación de las vibraciones aún permanece viva, pero yo no estoy ni un poco tentado a terminar esa sesión de sexo incontrolable con Singto.
Me acerco a él. Lo beso y me arrastro en dirección contraria, buscando su pene.
Paso las piernas sobre sus costados y levanto un poco el culo.
—Disfrútalo —Le digo justo antes de engullirme su enorme polla en la boca. Muevo mis labios a lo largo de ella y pruebo su líquido pre seminal.
Continúo muy despacito con los movimientos de los dientes y la lengua. Viajo arriba y abajo. Arreglo mi cabello detrás de la oreja, para que no me estorbe y siento cuando él captura mi polla en su boca, haciendo exactamente lo mismo. En tan solo segundos vuelve a estar empalada y ambos continuamos dándonos placer oral. Su polla está completamente erecta en mi boca, casi no puedo contenerla y la mía en la suya, está completamente controlada.
Mis movimientos se vuelven más rápidos, mi cabello vuelve a caer, pero con mi mano ayudo a que no estorbe. Singto mueve su mano a mi trasero y me acaricia. De repente, siento que me está estrujando las nalgas, pero yo continúo con mi trabajo, dándole placer. De pronto lo oigo gemir fuertemente y entonces decido detenerme. No quiero que se corra, aun, debe hacerlo pero dentro de mí. Separo mi cabeza de su pene y me levanto, para volver a sentarme a horcajadas sobre él, pero esta vez, mi pecho cae a la altura de sus labios y él se aprovecha al máximo, capturando mis pezones. Lame, chupa y muerde. Gimo con cada movimiento, pero aun en ese momento, soy capaz de tomar su polla con mi mano y lentamente me voy penetrando.
Su punta prueba mi orificio, primero, mi pene gotea con anticipación. Finalmente, su erección encuentra su objetivo y entra codiciosa y suave deslizándose por la húmeda entrada. Bajo las caderas del todo y me deleito con la sensación de cuán profunda llega la polla dentro de mí. Subo y bajo, lentamente, controlando mi ritmo. Mi culo acepta con gusto su polla, enterita y hasta el fondo.
Deja de juguetear con mis pezones y pongo las manos en su pecho, para mayor estabilidad y para poder impulsarme más alto y caer más profundo. Él ha dejado de ser el que domina, ahora me toca a mí darme placer. Me apresuro. Arquea sus caderas hacia arriba para forzar la entrada de su pene hacia adentro, más profundo al mismo tiempo que yo lo hago. Creando una conexión incomparable. Me levanta y me baja. Y siento que deseo más. Justo en ese momento, reduzco la velocidad hasta que me detengo por completo. Él parece confundido y un poco frustrado, pero a mí se me ha ocurrido algo. Está a punto de hablar, pero lo detengo poniendo uno de mis dedos en sus labios.
—Tengo una idea —digo seductoramente.
Me levanto de su enorme polla y de la cama y camino hacia la cómoda. Él acaricia su polla, mientras mira con curiosidad lo que estoy haciendo. Saco un consolador de uno de mis cajones, y sonrío.
—Al parecer, hemos tenido la misma idea —le digo y él se sorprende— pero no voy a dejar que este aparato te folle Sing.
Quiero que ambos me follen a mí.
Sus ojos se abrieron grandes en ese momento y casi se salen de sus orbitas, cuando me acerqué para entregárselo y le dije:
—Quiero que tomes esto y me folles el culo, sin piedad.
Él asintió
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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