Capítulo 1
De camino al instituto, nos topamos con Dylan y este comienza a caminar detrás de nosotras en silencio.
—¿Qué haces? —le pregunto al cabo de un rato porque me está incomodando.
—Tengo muy buenas vistas desde aquí, tu trasero es precioso. —Suelta una carcajada.
—¡Eres un cerdo!
No dice nada al respecto y continúa observando mi culo todo el camino.
Llego a clases y veo a Ana y Bianca observándome con una sonrisa mientras me acerco.
—Parecen felices, ¿estar dentro del equipo de voleibol tiene algo que ver? —pregunto con ironía.
—Puede que también tenga que ver con la tuya. ¡Mira qué sonrisa! —Ana agarra mis cachetes para obligarme a sonreír.
—¡Estamos dentro! —grita Bianca, provocando que varias personas nos miren.
Nos abrazamos y casi lloramos de la emoción.
A la hora del recreo, nos sentamos en el mismo lugar de siempre. Le doy un bocado a mi desayuno, y segundos después una pelota estampa en mi cabeza. Me giro y veo a Dylan con una sonrisa irritante.
—Niño, ¿vas a ser muy pesado? —pregunto enfadada.
—No lo soy. —Sigue sonriendo.
—¡Déjame en paz! —le exijo.
Este niño me está sacando de quicio. Quiero devolverle el balonazo, pero el doble de fuerte.
—Adiós, fea. —Me saca la lengua y se da la vuelta.
Vuelvo a girarme y me encuentro con la mirada curiosa de mis amigas.
—¿Quién es? —cuestiona Bianca.
—Se llama Dylan, está en la clase de mi hermana —contesto con naturalidad—. Últimamente no para de molestarme.
Mi hermana es dos años menor que yo, pero creo que Dylan repitió un curso y, por tanto, es un año mayor que mi hermana y un año menor que yo. Es decir, mi hermana tiene catorce, Dylan quince y yo dieciséis.
—Tía, pobrecito, acabará locamente enamorado de ti y no entenderá que es un mocoso —comenta Ana.
No puedo evitar reírme ante su comentario, no sé de dónde saca semejante tontería.
Las clases terminan y me reúno con Lina para volver a casa. Hago una mueca al ver a Dylan a su lado.
—Lina, ¿qué hace esta cosa contigo? —Apunto al niñato con el dedo.
—¡Este niño es tonto! Le he dicho que se largue, pero insiste en venir con nosotras. —Lo mira con cara de asesina.
—Dejad de insultarme, estoy aquí. —Se lleva la mano al pecho y pone cara de ofendido—. Y no me mires así, me das miedo —le dice a Lina.
—Deberías tenérmelo —gruñe mi hermana.
—Madre mía —murmuro por lo bajo.
Emprendemos el camino a casa los tres juntos. Le estoy contando a mi hermana que dentro de tres días tendremos el primer entrenamiento con el equipo cuando tropiezo. Consigo no caer y miro a Dylan siendo consciente de que acaba de ponerme el pie a propósito. Me acerco a él dispuesta a golpearlo y sale corriendo.
«Maldito niñato adorable. Espera, ¿he dicho adorable? Quería decir insoportable, sí, maldito niño insoportable».
Mis nervios están a flor de piel mientras preparo la mochila para mi primer día de entrenamiento. Todavía me cuesta creer que estoy dentro.
Termino de preparar todo y bajo las escaleras. Me encuentro con mi hermana en el salón, la cual me desea mucha suerte. Sabe lo nerviosa que estoy y lo importante que es esto para mí.
—Estoy segura de que lo harás genial. —Sonrío, ojalá tenga razón.
Amo a mi hermana, aunque a veces sea difícil no acabar agarradas de los pelos —en sentido metafórico—, por cualquier tontería.
Salgo y camino hasta llegar a la plaza en la que he quedado con Ana y Bianca. Ellas ya están allí cuando llego, así que nos saludamos y ponemos rumbo al pabellón en el que tenemos el entrenamiento.
—¿Estáis nerviosas? —pregunta Ana con la voz temblorosa.
—La verdad es que sí —digo sintiendo mi boca seca—, pero chicas, somos buenas, nos va a ir genial. Lo sé —digo intentando animarlas.
—Y yo veré a Derek —dice Bianca con los ojos brillosos y mordiéndose el labio.
Ana y yo nos reímos.
Derek es el entrenador del equipo y Bianca está loca por él desde que le guiñó un ojo en las pruebas.
Llegamos al pabellón y nos sorprendemos al ver allí a Julen. Está buenísimo, sus facciones son perfectas y tiene unos ojos oscuros impresionantes. Joder, creo que es perfecto. Y, además, sé que juega genial, lo he visto mil veces golpear el balón.
—Hola —nos habla sonriente—. Las nuevas, ¿cierto?
—Sí —dice Ana con emoción—, yo soy Ana y ellas son Bianca y Amy.
—Me han dicho que sois muy buenas, espero que sea verdad. Es el primer año que entreno a las chicas, por lo que yo también soy nuevo —nos informa.
Pues me parece una noticia estupenda.
—Las pruebas nos las hicieron Derek y José, pensé que Derek sería nuestro entrenador —habla Bianca claramente desilusionada.
—Derek este año entrenará a los chicos —agrega Julen mientras se acerca a las demás chicas.
Nos unimos a estas y nos presentamos, aunque conozco a la mayoría porque muchas van a mi instituto, además, las he visto jugar mil veces. Eso sí, nunca había hablado con ellas, excepto con Eva. En general, siempre me ha costado relacionarme, y no quiero cagarla, quiero caer bien a mis compañeras.
El primer entrenamiento me deja agotada, así que nada más llegar a casa, me doy una ducha y me tiro en la cama. Solo me levanto para cenar.
Antes de dormir, miro mi teléfono y me encuentro con un mensaje de Dylan.
Dylan [22:34]: ¿Qué tal el entrenamiento?
No me apetece responder, estoy enfadada con él porque hoy se puso más pesado de lo normal. Se colocó delante de mí impidiéndome el paso y me costó más de cinco minutos librarme de él.
Sin embargo, acabo respondiendo.
Amy [23:11]: Ha ido genial, ¿acaso te importa?
Dylan [23:13]: La verdad es que no.
¿En serio? Dios, me saca de mis casillas.
Amy [23:14]: Buenas noches, estoy cansada.
Dylan [23:15]: Mañana no te librarás tan fácil de mí.
Amy [23:17]: Déjame en paz.
Bloqueo mi teléfono y poco después me quedo dormida.
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