34. Especial
Gina y Raúl se quedaron en el pasillo, mientras yo seguí al doctor hacía su despacho. Tomé asiento y esperé mientras buscaba los archivos de mi madre en el ordenador. Giró la pantalla y me mostró varias radiografías.
- Tu madre es la persona con más suerte que he conocido. Ha recibido varias puñaladas en el pecho y abdomen, y no ha tocado casi ningún órgano vital a excepción de su sistema respiratorio. Hemos tenido que realizar una lobectomía, es decir extirpar una parte del pulmón, claramente dañado. – Me asusté, pero el doctor me lo aclaró. – No te preocupes, tu madre podrá tener una vida completamente normal y únicamente debe evitar hacer ejercicio fuerte. Actualmente, los sedantes y el estado de shock la mantienen en un estado de coma, pero no hay que alarmarse.
Suspiré bastante aliviada, el doctor me aclaró unas cuantas dudas más y por fin me dirigí hacía su habitación para poder verla. Entré con mucho sigilo, como si tuviera miedo de despertarla, aunque eso era lo que más deseaba. Y allí estaba, tumbada en la camilla, tapada hasta arriba y con una mascarilla puesta. Se la veía débil y muy delgada, casi esquelética.
Me senté a su lado, con uno de los taburetes que estaban por allí, le agarré una de sus manos y lloré, de nuevo pero esta vez dejé salir todo lo que tenía dentro .Me olvidé de las peleas, de las veces que no me hacía caso, únicamente recordé los buenos momentos, las veces que me llevaba al colegio y todos y cada uno de los abrazos que me daba.
- Mamá... lo siento... Todos dicen que no es mi culpa, pero no puedo evitarme sentirme así... - Sollocé. – Tendría que haber luchado... no tendría que haberte dejado sola... ¿Sabes? el doctor dice que estás mejorando, así que despierta pronto. Tengo muchas cosas que explicarte... y presentarte a gente increíble... quiero contarte que estoy enamorada... - Sentí un pequeño pinchazo al recordarle.
No se cuánto tiempo estuve en esa habitación, hablándole a mi madre, pero de algún modo me sentí a gusto. Llamaron a la puerta para avisarme que la hora de las visitas estaba por terminar, asentí, le di un último beso en la frente y me marché. Gina y Raúl aún seguían en el pasillo.
- ¿Cómo estás? – Me preguntó mi amiga.
- Mejor... el médico dice que despertará pronto y que mejora favorablemente.
- Me alegro muchísimo Lena. – Y me abrazó. - ¿Nos vamos? – Antes de responderle, miré a Raúl.
- Me gustaría hablar con él, adelántate.
- ¿Estás segura? – Asentí.
Gina se despidió y caminé hacía la entrada junto con él.
- Te agradezco de nuevo que hayas estado aquí. No tenías porque...
- Tal vez... pero de algún modo... quería estar a su lado. Puede que no haya tenido una relación suegra-yerno con tu madre, pero las pocas veces que hablé con ella fueron muy agradables. Además, no quería dejarte sola en estos momentos, sabía que estabas fuera del país y alguien tendría que encargarse de todo. Sé que tienes a Gina, pero... a pesar de que han pasado años, tu y yo... somos lo suficientemente cercanos, y desde la última vez que nos vimos... - Le sonreí, recordé que cada vez que se ponía nervioso, hablaba sin parar, y pasaba de un tema de conversación a otro sin pensarlo.
- Raúl.
- ¿Otra vez?
- Parece que no has cambiado nada. – Me reí y él se unió.
- ¿Quieres venir a comer? Es casi la hora.
No lo pensé dos veces, no había comido nada desde que llegué a España y después de calmarme, tenía bastante hambre. Tal vez en estos momento había alguien en la otra parte del mundo, que no le haría mucha gracia que me fuera a comer con el que fue mi novio una vez, pero yo no pensaba en eso. Raúl había estado desde primer momento con mi madre y se lo debía pagar de alguna forma, así que, aunque se negó al principio, insistí en invitar yo.
Durante la comida me estuvo contando todo lo que había hecho en Londres, desde sus principios hasta hoy. Su talento para la cocina era extraordinario y llegó hasta tal punto que en la actualidad, se había convertido en el jefe de cocina del restaurante donde estaba y ahora estaba ahorrando lo suficiente para abrir su propio local. Mientras me lo contaba, noté el mismo brillo que cuando me dijo por primera vez que su sueño era ser cocinero profesional.
Caminamos hacía mi casa, y ahora fui yo la que le conté mi historia, incluyendo a Hak Yeon.
- Vaya... siempre has sido una romántica empedernida, y ahora estás viviendo tu propio dorama.
- Algo así...– Le sonreí.
- Y ahora él te estará echando de menos. – No pude evitar agachar la mirada, de alguna manera deseaba que fuera así.
- Seguro... - Dije algo triste.
- ¿Estás bien? – preguntó extrañado.
- Sí, no te preocupes. Ya hemos llegado a mi casa, es aquí. – Le señalé el portal. – Gracias por todo Raúl. – Me despedí y entré por la puerta.
- ¡Lena! – Me giré. – Hay algo que no te he dicho. – Le dejé hablar. – Cuando volví de Londres... Me encontré con David. – Fruncí el ceño hasta que caí de quien me hablaba. – Tu vecino... del que se supone que te enamoraste. – Me faltaba el aire, no podía responderle. – Le pregunté por ti y me... contó todo. Lena... -Se acercó y me cogió de las manos. – Se lo que hiciste... por mí.
- Raúl...
- Me mentiste para que me fuera, ¿Verdad? – Asentí, ¿De que servía ocultarlo?
- Estabas tan ilusionado... e ibas a tirarlo todo por quedarte a mi lado, por culpa de mi desastrosa vida no ibas a cumplir tu sueño, no lo podía permitir.
- Pero no sabías que estaba dispuesto a todo ¿no? Tú eras más importante. Me fui porque me convencieron mis amigos y familiares, pero en realidad no quería irme si no era contigo. Mis primeros meses allí fueron un desastre... estaba deseando volver a España y pedirte explicaciones de nuevo, pero... conocí un maestro cocinero que me devolvió la ilusión que creía perdida, y finalmente decidí continuar.
- Hiciste bien.
- Lena... desde que me encontré con David, te he estado buscando. – No quería que dijera lo que me esperaba, pero lo hizo. – Lo que siento por ti no ha cambiado, sobre todo desde que te vi la última vez el día de tu cumpleaños, aquella noche descubrí que nunca he dejado de quererte.
- Raúl, yo...
- Déjame terminar, por favor. Sé que ahora estás con alguien y que estás viviendo la vida que siempre has querido, y yo no quiero alejarte de ella. Solo quería que supieras que sigues siendo importante para mí, que me dejes estar a tu lado estos días, y ayudarte con lo de tu madre. Solo como amigo, te prometo que no intentaré nada más.
- No esperaba menos de ti... - Le sonreí. – Fuiste mi gran apoyo... el único que me sacaba una sonrisa en el infierno que estaba viviendo. Aunque ahora no sienta lo mismo... siempre serás muy especial para mí.
Nos abrazamos como hacía años que no lo hacíamos, fue algo reconfortante e hizo que mi corazón latiera a toda prisa. Era cierto que Hak Yeon era ahora mismo el único que me hacía perder la razón, al que amaba con toda mi alma, pero a Raúl le tenía un cariño muy distinto.
Al llegar a casa, descubrí que Gina no había llegado, seguramente estaba con Héctor. Me relajé en el sofá, de nuevo estaba en casa, aunque mi mente seguía en Corea. Necesitaba hablar con él, aunque estuviera algo enfadada, no podía dejar las cosas así. Saqué mi portátil y después de mucho tiempo, abrí mi e-mail para ver si tenía algún mensaje, por desgracia no encontré ninguno. Quise escribirle, pero aún no tenía valor así que lo dejé para más adelante.
No abrí mis redes sociales desde que estuve en Corea, y ojalá nunca lo hubiera hecho, pues la primera noticia que leí fue que el líder de VIXX se encontraba muy enfermo. Antes de seguir leyendo intenté contactar con los chicos, puse el prefijo de Corea y para más seguridad llamé a Shin Hwa, pero no contestó. Seguí con Hak Yeon y el resto de los miembros, pero no había manera.
Miles de cosas pasaron por mi cabeza, no entendía porque la gente que quería sufría por mi culpa, primero mi madre y ahora mi Hak Yeon. No sabía qué hacer, me ponía muy nerviosa no poder ponerme en contacto con nadie que me dijera su estado, o al menos que le pasaba o que le hacía falta. Di vueltas a la habitación esperando alguna llamada, pero nunca llegó.
Finalmente me quedé dormida en el sofá, con el portátil en un lado y el teléfono en el otro, el sonido de éste último me despertó.
- ¿Lena? Soy el doctor Sánchez, sé que es temprano. – En realidad no había ni mirado la hora. – Pero debes saber que tu madre ha despertado.
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Hasta aquí el maratón!! Como siga llego al final jajaja
He de reconocer que estas han sido las partes más complicadas de escribir! No me gusta hacer que las parejas se peleen, pero bueno no iba a ser todo bonito y precioso...
Bueno personitas, esto ya está listo... a partir de ahora capitulo diario wiii
Ahora solo me faltara hacer un repaso de faltas o de cosas que no concuerden, yo soy muy despistada así que si veis algo, no dudéis en decírmelo!! ;)
Estrellitas y comentarios son freee
Gracias por leer ^^
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