32.Culpable

- Me alegro de que todo haya salido bien.

- ¿Sabes? Me siento como la primera vez que debutamos. – Me dijo Ravi, con un brillo especial en sus ojos. – Estaba feliz por haber llegado a cumplir mi sueño, había trabajado muy duro y pisar ese escenario, con tantas personas mirándonos... sin saber si les gustaría o que opinarían... era una mezcla entre miedo y alegría... justo como ahora.

- Es normal que te sientas así y lo que tienes que hacer ahora, igual que en aquel escenario, es disfrutar.

- Eso haré. – Sus ojos volvieron a posarse en Leo, el cual intentaba escapar de sus compañeros. - ¿Cómo voy a ocultar al mundo lo que siento por ese chico? – Sonrió. – No me importa lo que digan de nosotros, voy a luchar por ser feliz, por verle sonreír todos los días. - Me miró de nuevo. – Lena... Realmente quería pedirte disculpas otra vez. He sido un estúpido, eres alguien en quien confiar y yo...

- No te preocupes, te entiendo perfectamente. Vamos a olvidarnos de todo ¿De acuerdo?

Asintió con la cabeza y seguidamente recibí la calidez de un abrazo fraternal, estar de esta manera con los chicos me hacía sentirme como en casa, para mí eran como una nueva familia.

- ¿Qué está pasando aquí? - Escuché la voz de Hak Yeon a mis espaldas. – Me distraigo un momento y te lanzas en brazos de otro hombre.

Reí ante su comentario y quise jugar un poco, me acurruqué más en el pecho de Ravi y éste me siguió la corriente apretándome el hombro.

- Vamos Yeonie... Déjame disfrutar un poco del mejor cuerpo de VIXX. – Mi mano recorrió su abdomen. – Se nota que ha estado haciendo ejercicio últimamente.

- ¡Lena! – Ken me sorprendió y se puso delante de mí. – Yo también he ido al gimnasio, ¡Mira! – Se levantó las mangas de la camiseta mostrándome sus músculos.

- ¡No más que yo! – Ahora fue Hong Bin el que se colocó a mi lado mostrándome su abdomen.

- Basta ya. – Hak Yeon me soltó de mi agarre con Ravi y me cogió por los hombros. – Del único cuerpo que va a disfrutar es del mío. – Me dedicó una mirada pícara. – Cuando quieras nena. – Sentí mi cara arder.

Y de esta manera pasé el día, no podía ser más perfecto. Los chicos no pararon de bromear entre ellos, y adoré ver a Leo y Ravi muy acaramelados. Al poco tiempo Chin Hwa apareció en el apartamento con bolsas de comida. Entre todos pusimos la mesa y rápidamente nos sentamos a comer. Hyuk fue el primero en sacar el tema.

- Bueno, ahora te toca a ti Hyung. – Dijo dirigiéndose a Hak Yeon. - ¿Por qué no haces público que tienes novia? – Ambos nos atragantamos. - ¿Qué pasa? No veo nada de malo...

- Hyuk...Deberíamos dejar algo de tiempo. Sabes como hemos estado estos últimos días, no creo que esté bien decirlo tan rápido.

- Hak Yeon tiene razón. – Respondió el mánayer. – Dejemos, al menos hasta que volváis después de las navidades. Lo de ellos – Señaló a Leo y Ravi. – aún es muy reciente y muchas personas, por desgracia, no lo aceptan.

- Yo soy el primero que quiero decirle a todo el mundo que quiero a esta mujer con todo mi corazón. – Pasó uno de sus brazos por mi cintura y me acercó a él, volví a enrojecer pero no pude evitar mi sonrisa al escuchar esas palabras. – Pero entiendo que aún no es el momento.

Sinceramente nunca me lo había planteado, siempre miré los pros y los contras de estar con Hak Yeon, el hecho de ser famoso o el que yo fuera de otro país era lo primero que me preocupaba, pero hacer pública nuestra relación ya era dar un paso más grande, incluso más que el hecho de vivir juntos. Sería un gran cambio en nuestras vidas, sobre todo en la mía, además Hak Yeon ni siquiera se lo había dicho a su familia, a excepción de su sobrina Dae, y no sería correcto que el país entero lo supiera antes que ellos.

No volvimos a sacar el tema, el resto de la tarde lo pasamos jugando a esos juegos coreanos de palabras que yo nunca llegué a entender. Más tarde, Hyuk sacó la videoconsola con varios juegos de baile y cante, y yo me negué rotundamente a jugar, debía dejar a los expertos para no hacer el ridículo. Pero, tras varias súplicas por parte de Hak Yeon, decidimos cantar una de las baladas que venían en el juego. La cosa se puso tan extremadamente azucarada, que nos dejaron solos en el comedor.

- ¿Dónde están todos? – dije mirando a mi alrededor.

- Nos habrán dejado algo de intimidad... - se acercó peligrosamente a mí. - Hablando de eso... - Buscó algo en su bolsillo y sonrió. Después me cogió de la mano y me arrastró, literalmente fuera del apartamento para seguidamente taparme los ojos con sus dedos. - ¿Ves algo?

- Lo tengo algo difícil... ¿Dónde vamos?

No respondió, solo se dedicó a guiarme por el pasillo. Noté como nos subíamos al ascensor y bajamos, imaginé, un par de plantas. Andamos un poco más y finalmente nos paramos, escuché un pitido y una puerta abrirse.

- Abre los ojos. – Me susurró después de quitarme las manos y yo obedecí. – Bienvenida a nuestra casa.

Era el lugar más bonito que había visto nunca. Estaba completamente amueblada y no era mucho más grande que su otro apartamento, la única diferencia era que ésta tenía una escalera que subía a un segundo piso. Los tonos del sitio combinaban el blanco y el negro con toques rojos y todo se veía muy nuevo.

- Ven. - Me agarró de la mano y me llevó a una ventana. – Si caminas una calle, hay un parque muy grande y... - Señaló al suelo mostrándome algo de lo que no me había percatado, una casita para perro con el nombre de Leo escrito en ella. – él es importante para ti, así que, aunque le tenga algo de envidia, también tiene su zona.

- Esto es más que perfecto. – No me refería sólo el hecho de acordarse de mi pequeño, sino de todo en general y ya estaba contando las horas para irme a vivir allí. Le abracé con todas mis fuerzas. – Te quiero.

- Ahora viene lo mejor. – Sonrió y me cogió en volandas. – Vamos a ver el dormitorio.

Subió las escaleras y con el pie abrió una de las puertas. Una gran cama de matrimonio con unas sábanas moradas nos recibía mientras Hak Yeon me colocaba sobre ella. Sin soltarle del cuello, le arrastré y quedó encima de mí, no tardé nada en besarlo y me aceptó gustosamente.

Su mano me acariciaba la pierna, provocándome escalofríos al sentir su tacto, nunca me acostumbraba a esto y cada vez que lo hacía, sentía como si fuera la primera vez. Hak Yeon cada día me hacía sentir más segura, tenía claro que lo quería y estaba dispuesta a pasar mi vida con él, con todo lo que conlleve, decidida a superar cualquier obstáculo. Intensificamos nuestro beso y no tardamos nada en comenzar a desnudarnos, aquel mismo día estrenamos la cama por todo lo alto.

El sonido de mi teléfono me despertó, sin darnos cuenta nos habíamos quedado dormidos. El reloj me marcaba que eran las doce y media de la noche, era extraño que alguien me llamara a esa hora, imaginé que sería alguno de los chicos preguntando por su líder, pero me equivoqué al no reconocer el número que aparecía. Volví a leerlo por segunda vez y me sorprendió ver claramente el prefijo de España.

Recuerdo que le apunté a Gina mi teléfono, y si pasaba algo urgente me tenía que llamar directamente a ese número, costase lo que le costase yo se lo pagaría después. Pedí en mi interior que no le hubiera pasado nada mientras cogía mi móvil, tapándolo para no despertar a Hak Yeon, y me dirigí al salón, respondí antes de que colgaran.

- ¡Lena! ¿Eres tu verdad? – No me equivocaba, era la voz de mi amiga.

- Gina, ¿ha pasado algo?

- Al fin logro hablar contigo, no sabía cómo hacer para llamarte, menos mal que lo he conseguido. – Parecía nerviosa.

- ¿Estás bien?

- Yo sí... - Suspiré aliviada. – Pero... tu madre. – Me quedé paralizada al escuchar esa última palabra. La dejé continuar. – Lena, llevan días intentando contactar contigo y finalmente vinieron al hotel preguntando por ti. Yo les dije que ya no trabajabas aquí. Les conté también que yo podía ponerme en contacto contigo, pero me tenían que decir de que se trataba ya que tú estabas en el extranjero y no era fácil hablar contigo.

- Gina... que le ha pasado a mi madre. – Las manos me temblaban, me temía lo peor.

- Está en el hospital...muy grave. Parece ser que su marido...

Me sentí mareada, todas las imágenes de mi pasado en mi antigua casa volvieron a mi mente, las peleas, los insultos y el primer golpe, todo lo que creí haber olvidado se me clavó como un puñal en el pecho. Todos me decían lo contrario, pero nunca me perdonare el haber dejado a mi madre con ese hombre y ahora ella está en el hospital por su culpa, y yo era la culpable.

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Seguimosss --->

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