V
Una historia de Linka Loud.
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Mi Pasado en Plata
5ta. Parte
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-¿Es verdad, Stella, que la pijamada esa fue en casa de un chico?-
-NO...bueno, sí, pero no es lo que tú crees, mamá, me invitó Linka, tú la viste.-
-Me dijiste que te ibas a quedar con esa niña de pelo blanco, no que se iban a meter en casa de un muchacho.-
-Es su amigo de toda la vida, mamá, y es muy buena persona, sus papás estuvieron pendientes de nosotros, de verdad.-
-Stella, no vaya a pasar lo mismo de la última vez por que de verdad que no sé qué voy a hacer, de verdad que no sé. -
-No, mamá, esto es muy diferente de verdad, créeme. Son gente que vive muy bien y me trataron muy bien.-
-Eso no lo sé, Stella, y no me importa. Te dejé quedarte con la niña, no con un muchacho. Si ya vas a empezar con mentiras dime de una vez para sacarte de la escuela y mandarte con tus tíos. No podemos darnos el lujo de andar de aquí para allá y lo sabes.-
-Créeme, no es nada de lo que tú crees.-
-Eso espero, Stella. Eso espero, de verdad.-
Dr. Johansen Ramos Centeno
Médico Ginecobstetra
-No podemos atender menores si no vienen en compañía de su tutor.- Dijo aquella morena mujer desde su asiento. A los ojos de Linka, aún se veía joven.
-Si, mire, en realidad no vengo a una consulta como tal, solo quiero hacerle unas preguntas.-
-Entonces es una consulta, cariño, necesitas a uno de tus padres.- Dijo sonriendo levemente.
-No, mire, es que es...para la escuela, nos dejaron entrevistar a un profesional y yo quise elegir a alguien que tratara las enfermedades de la mujer.-
-¿De qué escuela vienes?-
-De la Secundaria de Royal Wood.-
La recepcionista suspiró.
- Déjame le pregunto al doctor. A veces está de buen humor.- Dijo mientras descolgaba el teléfono y presionaba un botón. -Si estás mintiendo y preguntas cosas médicas, te sacará de allí de inmediato.-
-No, para nada.- Contestó rápidamente la joven.
-Tu cabello es hermoso, por cierto.-
-Gracias, y brilla con la luz del foco.- A lo cual Linka movió la cabeza de un lado a otro haciendo su cabello en vaivén, provocando una enorme sonrisa en aquella mujer.
-Ja, ja, eres un encanto.-
-Ooh, que me sonroja.- Respondió la chica devolviendo la sonrisa.
-Y también eres una cínica. Escuché lo que dijiste para engañar a los pacientes. Casi me engañas igual a mí. -
-¿Es decir que no me creyó?-
-No, corazón; en más de 15 años, nunca una joven de tu edad ha venido aquí con una sonrisa, sabiendo que está embarazada.-
Por fin, del otro lado del teléfono contestaron.
-Disculpe la tardanza, enfermera, pase al siguiente, por favor.-
-Si, doctor, mire, es que es una jovencita que viene de la Secundaria de Royal Wood, desea hacerle una entrevista para la escuela.-
-No tengo tiempo. Dígale que no.-
-Si, es que viene por que le dejaron de tarea entrevistar a doctores reconocidos de la zona, y que por eso vino con usted.- La enfermera le guiñó el ojo a Linka.
-La niña te cayó bien y quieres que la reciba.-
Se escuchó un fuerte suspiro.- No cambias, Mary... bien, dile que pase, tiene 10 minutos.-
La enfermera colgó y dio indicaciones a Linka de que pasará, no sin antes advertirle que fuera rápida en sus preguntas.
Dentro, el doctor Johansen, de cabello cenizo y prominente bigote, buscaba en su laptop algún buen destino para vacacionar ese verano. Aprovecharía la entrevista de la joven para tomarse 10 minutos y comenzar a buscar un buen lugar para descansar unos días.
Linka entró tímidamente y cerró la puerta, le comenzó a latir fuerte el corazón y sintió que le sudaban las manos.
-Toma asiento, no te quedes en la parada.- Dijo el médico sin voltear a verle.
Linka no se movió, en cambio respiró profundo y se aclaró la garganta.
-Si mire, doctor...lo que sucede es que...realmente no vengo de parte de la escuela.-
-Entonces la entrevista se acabó. No recibo menores embarazadas sin tutor.- Respondió sin perder la calma. Iba a tocar el interruptor del teléfono para decirle a su enfermera que se llevara a la chica; pero no lo hizo.
Había levantado la vista y se detuvo al ver a Linka.
Observó a detalle a aquella menuda chiquilla de pecas y nariz redonda. Con su largo cabello blanco detenido por una diadema roja.
-Piebaldismo...- Dijo.
-Solo poliosis...- Respondió la niña.
El doctor la miró un momento, luego quitó la mano del teléfono. Había algo en la niña que le provocaba una sensación extraña. Un viejo recuerdo, una vieja impresión.
-¿Cómo te llamas, niña?-
Ella levantó la mirada por fin.
-Me llamo Linka Loud, y creo que usted atendió a mi madre cuando estaba embarazada de mí. –
El doctor seguía mirándola. En cualquier circunstancia ya la habría despedido, pero había algo que lo incitó a seguir.
-Ajá, ¿y vienes a que te atienda a ti sin que ella se entere de tu estado?-
-Yo no estoy embarazada.-
-¿Entonces, en que te puedo ayudar? Hay pacientes esperando.-
-No...yo...encontré en un viejo pantalón de mi madre, su tarjeta. Yo...quería ver si podía darme algún dato de ella, ya que...mi madre murió cuando yo nací.- Dijo bastante apenada. Se dio cuenta que sonaba todo bastante ingenuo.
El hombre se talló un poco el bigote. Lo obvio era correrla de inmediato, pero su cerebro basculaba un recuerdo, y para darse tiempo, continuó.
-¿Cómo se llamaba tu madre?-
-Rita Loud.- Respondió.
-Joven... vamos a suponer que yo, en efecto, la atendí, ¿hace cuánto? ¿11 años?-
-Que tengo casi 14...-
-Peor aún. Supongamos que yo atendí a tu madre hace 14 años, ¿Cuánta gente crees que pasa por aquí en un mes?-
Linka no dijo nada.
-A lo que voy es que, con ese tiempo, no creo recordarla, cariño. Lo siento de verdad.-
-¿A atendido a algún bebé con poliosis total de cabello? Quizá si recuerda uno, esa pueda ser yo.-
Johansen contuvo la respiración.
Si.
El doctor si había atendido a un pequeño de cabello abundante y completamente blanco, hacía ya mucho tiempo. ¿Era niña? Apenas recordaba.
-¿Doctor?-
-Si, mira, pues... fíjate, que, si recuerdo a un pequeño de cabello blanco. Si, hace ya tiempo...-
Linka sonrió ampliamente.
-Entonces si atendió a mi madre.- Dijo llevando las manos a la boca tratando de no hacer una escena. Aun así, pegó de saltitos.
-Bueno, es una probabilidad, no es algo seguro.-
Para Linka no había dudas, su madre tenía la tarjeta de ese médico y el médico había atendido a un niño de pelo blanco hacía muchos años.
-Ahora- Continuó el doctor.- Suponiendo que sí la atendí, ¿Qué es lo que deseas de mí?-
Linka respiró profundo buscando relajarse.
-Disculpe, es que estoy emocionada.- Respiró un par de veces.- Yo quisiera saber si podría darme cualquier información que fuese de mi madre. Verá, yo no la conocí y cualquier cosa que me diga de ella, me servirá bastante.-
-¿Cuál es tu fecha de nacimiento?-
El Doctor Johansen sabía obviamente que la información médica es privada. Pero obtener su fecha de nacimiento le podría ayudar a saber si realmente él había atendido ese caso y quitarse esa sensación incómoda.
-¿La va a buscar?
-Voy a ver que encuentro.-
-Nací el 22 de Junio de 20XX-
El médico comenzó a escribir en su laptop buscando los viejos historiales. Tomaba el mouse, daba click y cada gesto y movimiento de él era un aumento en la presión en el pecho de la niña.
El doctor se puso sus lentes.
-Rita Loud.-
Linka se tensó totalmente. Sintió le temblaban las piernas.
-Mujer caucásica, de complexión endomorfa, cabello rubio.-
-Rubia...- Pensó Linka.- Es rubia...-
El doctor continúo leyendo sin decir más.
-¿No dirá...por allí su...segundo apellido?- Preguntó Linka.
-No, ambos se registraron solo como Rita y Lynn Loud.-
-Entonces, ¿tendrá una foto? Sé que en los registros siempre hay una foto, mi pediatra siempre tenía una foto. ¿Tendrá una foto? Por favor...-
-No, Loud, en ese tiempo no guardábamos fotografías. -
-Me esta mintiendo...siempre tienen foto...-
-Niña, yo no...-
-Solo déjeme verla...no la conozco...por favor...- Suplicó.
-Niña, lo siento. Es verdad que en algún lado debo tener una fotografía ya que fue mi paciente, pero la única manera de darte acceso a todo, es que vengas con tu padre.-
-No.- Exclamó la niña.
-Lo siento de verdad.-
-Por favor.- No pudo reprimir más los sollozos. -Por favor...- Dijo en voz aguda.
-Lo siento, niña, pero es una cuestión legal. De verdad, lo siento.- Y aquel médico, tocó el botón del intercomunicador, pidiéndole a la enfermera que entrara.
-Por favor, acompañe a la joven a la salida. Ya terminamos aquí.- Dijo mientras cerraba un archivo en su laptop, donde se veía claramente un texto resaltado en rojo, y el rostro de una mujer rubia, sonriente y feliz.
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Disparos y Corpiños
Las seis de la tarde.
Los chicos de la Secundaria Royal Wood comenzaban a llegar aquel salón de deportes adornado improvisadamente, como salón de baile.
Lazos morados de un lado y de otro disimulaban los aros de canasta, algunos globos blancos y plateados en las esquinas rodeaban aquella enorme manta que decía: "Baile Anual RW".
Los maestros, vigilantes al fin, sonreían al ver los atavíos de los jovencitos, así como su emoción al entrar; remembrando en sí sus propios tiempos y sus pasadas vivencias.
No faltaba aquel maestro malhumorado que se creía policía o guardia de bar.
El evento del baile anual lo era todo para los chicos. Solo el evento deportivo lo igualaba, pero a diferencia de aquel, en este caso, era momento de pasar un tiempo sintiéndose casi como un adulto.
Entonces era emoción y griterío, correr, convivir y bailar, y para muchos también, era momento de mirar de lejos a los intereses amorosos correspondidos y vivir un momento inolvidable; o no correspondidos, e irse a la esquina de los corazones rotos.
Clyde esperaba en la entrada vistiendo su prometido pantalón café oscuro y una camisa negra (Howard le había dicho que la camisa color arena le restaba fuerza a su conjunto).
Tecleaba su celular mandando insistentes mensajes de texto a su grupo de telegram.
"Silver: Chicas, apúrense, me pone de nervios estar aquí solo."
Escribió sin obtener respuesta. Clyde, desde siempre, había odiado los tumultos.
De pronto, una voz lo sacó de sus pensamientos.
-Me dijeron que muchas niñas van a venir a este baile.-
Clyde no volteó al reconocer la voz; tomó su celular y fingió estar en una llamada telefónica.
Sabía quiénes eran y no deseaba echar a perder ese día especial, tan pronto.
-Niñitas morenas.-
Se escucharon algunas risas. Clyde apretó los dientes.
-Le comió la lengua el gato.-
-Ya vámonos, no vayan a venir las lesbianas a defender a su niña.-
Se escucharon nuevamente risas que desaparecieron con aquel tropel al entrar al salón.
Se sintió frustrado y enojado de pronto. -Búrlense de mí, malditos, déjenlas a ellas fuera.- Pensó con rabia mientras imaginaba que se desquitaba haciéndoles daño. Demasiado daño.
-¡Clyde! ¡Acá estoy!- Gritó Stella quien venía llegando. Clyde se sacudió el malestar lo mejor que pudo para evitar que su amiga lo descubriera en tal mal momento.
-Stella, ¿Cómo estás? ¿Qué pasó con tu vestido coctél?- Le preguntó al verla llegar con un vestido de mezclilla negro a la rodilla, botas negras de punta redonda, camiseta blanca y chaqueta de mezclilla.
-Resulta que ya no me quedaba, no paro de crecer ¿sabes?. Me lo puse y parecía bailarina exótica.-
-No te puedo imaginar en él, no tienes una foto para darme una idea.-
-Ja ¡JA!, esa fue buena, pícaro.- Dijo y le dio un golpe en el hombro.
-Ja, ja seee lo vi en un programa.- Dijo aliviado de que ella no hubiere notado su malestar.
-¿Qué viste en un programa?- Preguntó Linka de pronto que acababa de llegar. Su padre aun la veía desde el carro con algunas lágrimas en los ojos de ver a su niña ya tan crecida.
Stella y Clyde por su parte, observaban a la chica.
Ella si había cumplido su vestimenta, falda naranja debajo de las rodillas, unos zapatitos negros con calcetas leves. Su blusa blanca y encima, un saco (media espalda) color blanco brillante.
-Te ves muy linda, Linka.- Dijo Clyde sonriendo.
-Gracias, ustedes igual se ven bien. Lástima lo de tu vestido, Stella. ¿Creerás que no le quedo, Clyde?-
-Si, me decía que le quedo chico.-
Linka, veloz como era, sacó su celular y lo mostró a Clyde.
-Si, mira.- Y le reveló una foto de quien no era otra si no Stella, en un vestido que le quedaba bastante encima de la rodilla y que no le cubría bien su torso.
-¡Pero que le enseñas, mensa!- Gritó Stella quitándole el celular a su amiga.
-¡Ay!, si no ve nada que no haya visto en un traje de baño.-
-Pero lo que se ve no es un traje de baño, es mi corpiño, loca.- Dijo bastante apenada.
-No es que tengamos muuuucho que mostrar, Stella, pero bueno, ya la borro.-
-Por favor...- Le contestó la morena con rubor en las mejillas.
-Chicas, este...podemos entrar de una vez al baile.- Dijo el chico, tallándose la nariz.
Así, después de que Clyde jurara que no había visto nada del corpiño color blanco de holanes rosas de Stella. Comenzó su tarde de fiesta anual en la escuela de Royal Wood.
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-Doctor, ¿Por qué la niña lloraba?-
-Ella quería datos de su madre fallecida, Mary, y tú sabes que no se los puedo dar. -
-Pero es una niña que solo quiere conocer a su madre, ¿Qué daño puede hacer que le muestre la foto?-
-¿No te acuerdas? Ya estabas aquí cuando ella nació.-
-La verdad es que no me acuerdo, doctor, es tanta la gente que ha venido.-
-Mejor así, Mary, es mejor así...-
El médico, como protección, ese día borró todos los archivos que correspondían a los Louds, de la computadora de su consultorio.
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Con esto cerramos esta semana. Viene el baile y las sorpresas en él. Molestia, odios, celos, amor y mas datos sobre los papás de la chica albina dientes de castor.
Saludos a todos, bonito fin de semana. Nos leemos después.
Gendou Uribe
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