8_El Trato


Después de haber salido del bosque, ambos caminamos en silencio a casa.
 
—Esto, pues. Ya hemos llegado. —Susurro. 
 
—Si ya lo veo, deberías descansar; hablaremos después. —Terminando sus palabras, empieza a avanzar hacia su casa. 
 
—Espera… —lo detengo y veo como se gira para quedar enfrente de mí. —Tengo que agradecerte por interrumpir, si tú no hubieras llegado yo… —rompo en llanto; esta culpa que tengo me corroe y siento un vacío inmenso dentro de mi pecho solo en pensar que le arrebataría la vida a una joven tan buena; yo no soy así. 
 
—Tranquila, no tienes que agradecerme por nada, yo sé bien por lo que estás pasando y sé que no es nada fácil. Hace una mueca el pelinegro y ahora que lo pienso es la primera vez que hablamos sin pelear. No parece el mismo idiota con el que he estado tratando todo este tiempo. 
 
Hay algo diferente en él y en sus ojos; hoy los tiene azules, ¿usará lentes? La última vez que lo vi, tenía los ojos grises. 
 
—Tengo una pregunta, ¿cómo supiste donde estaba? —Esta pregunta me estaba atormentando desde que lo vi llegar. 
 
—Bueno, te seguí. —Habla sin más, como si seguir a una persona no fuera acoso. 
 
—Pero ahora sí sé que estás loco, quién te crees que eres para seguirme, como se te ocurre hacer semejante cosa —grito enfurecida. 
 
—Ya sabía yo que habías tardado mucho en gritarme y pelearme como siempre. Buenas noches —me da la espalda y se va. 
 
—¡Oye, no me dejes hablando sola! —grito, pero ya es demasiado tarde porque acaba de cerrar la puerta en mi cara. —Maldito imbécil —ahora entiendo por qué dijo que era mi novio; él escuchó la conversación que tuve con Carol y se ajustó a la historia. 
 
 
 
(…)
 
Anoche me fui a mi casa después de quedarme hablando sola como una tonta en medio de la calle. Al llegar me dedique a escribir en mi diario y luego quedé muerta, pero del sueño.
 
Oigo voces en la sala, así que me decido a bajar las escaleras, ya que seguro es Stefany; nosotras no tenemos muchas visitas. Hoy llevo puesto un vestido blanco hasta la rodilla y un par de tenis del mismo color. El pelo lo tengo suelto y algo desordenado. No me he peinado, ni pienso hacerlo. En fin, al llegar me encuentro con una gran sorpresa.
 
—Helen debe estar al despertar; no quieres esperarla. —dice mi madre al chico de ojos tormentosos que tiene parado en frente, si es él.
 
—Mira si ya se ha despertado. —dice éste algo emocionado. 
 
—Buenas —me limitó a decir. 
 
—Cariño. Tu profesor vino a visitarnos; me ha contado muchas cosas sobre ti; dice que eres la mejor alumna que tiene de tu año. —Me habla mi madre muy feliz; se ve por la manera de mirarme que está orgullosa. 
 
 
 
—Bueno, yo no exageraría tanto. 
 
—No seas modesta. Helen, sabes que eres mi favorita —diciendo esto me guiña un ojo cuando mi madre no lo está mirando. 
 
Tengo que confesar que me sentí algo nerviosa cuando hizo eso; no pude evitar sonrojarme. 
 
—Si usted lo dice —hago un gesto con las manos. 
 
—No me llames de usted, no soy tan viejo —ríe. 
 
—Eso es cierto—dice mi madre—Debes ser un genio para ser profesor a tan corta edad. 
 
—Bueno, le diría que no, pero sí. En estos casos no puedo ser modesto porque sino le estaría mintiendo. 
 
Mi madre ríe, se ve muy feliz, y parece que le agrada mucho mi "queridísimo" profesor.
 
—Me cae muy bien este chico, espera, te haré café. 
 
—Sería un placer, pero lamentablemente tengo que irme. Solo vine a conocer a la madre de mi mejor estudiante; tenía curiosidad y más siendo vecinos. 
 
—Qué lástima —dice mi madre mientras lo invita a venir cuando a él le de la gana, maravilloso ya lo que me faltaba. 
 
Veo que viene a despedirse de mí con un abrazo, pero esa confianza, ¿verdad que no tiene límites?
 
—Ven a mi casa hoy por la tarde, te voy a esperar; tengo cosas para decirte. —susurra todo esto en mi oído mientras me da un abrazo. 
 
Después de esto pase todo el día acompañando a mi madre; me gusta pasar tiempo con ella y mucho más ahora y puedo perderla en cualquier minuto. Nada más de pensar en eso me duele. Alex también estuvo haciéndome la mañana imposible. Como de costumbre volví a caer en una de sus pequeñas trampas. 
 
Creo que debería ir a devolver la visita a mi profesor. 
 
Estoy parada en la puerta de su gran casa; es la más grande de todo el vecindario. Esta casa siempre estaba vacía porque sus antiguos dueños se fueron de la ciudad y nunca más volvieron. 
 
Toco el timbre de la puerta. Vuelvo a tocar, ya que nadie abre. 
 
Cuando estoy dispuesta a irme a mi casa.
 
—Llevo esperándote toda la tarde —pronuncia desde mi espalda. 
 
—Y yo llevo cinco minutos esperando a que me abrieras la puerta. 
 
—Lo sé, pero te lo merecías por dejarme esperándote ayer —dice con algo de sarcasmo. 
 
—Espera, que… ¿Sabías que estaba aquí parada y no me abriste la puerta porque no te dio la gana? —preguntó algo molesta. 
 
—¡Exactamente! —exclama con una sonrisa en su linda y estúpida cara. 
 
—Idiota—emito un gruñido de rabia. 
 
 
 
—¿Te vas a quedar ahí o vas a entrar?
 
Entro y la casa es incluso más grande de lo que parece. Con lo primero que me encuentro es con la sala de estar; esta tiene unos muebles muy antiguos y todo está muy bonito.
 
—¡ ¿Y bien que quieres? 
 
—Siempre directa, me gusta eso de ti. —dice mirándome con fascinación; de hecho me asustó; su mirada es tan penetrante y profunda que te confunde. 
 
—No te oigo hablando. 
 
—Está bien, ya comienzo. Te dije que vinieras porque tienes que saber algunas cosas importantes. Te lo iba a explicar ayer, pero como no apareciste tuve que seguirte; no me dejaste opción. —Me indica que tome asiento y él hace lo mismo. —Yo sabía perfectamente lo que estaba por venir, y sé que te ibas a arrepentir porque sé bastante sobre ti. 
 
—Bueno, esa es una buena razón para verme seguido, pero te pido que no lo hagas más, me gusta mi espacio y desde que te conozco siempre lo estás invadiendo —hago una mueca—. Es cierto que me iba a arrepentir, era una buena chica y te juro que no quería hacerle daño, pero no podía controlarme
 
—Bueno, pero lo importante es que no asesinaste y eso es un gran avance; pasaste tu primera luna llena sin víctimas, y yo no puedo decir lo mismo de mí cuando pasé por eso. —dice haciendo una mueca de tristeza fingida. 
 
—¿Espera qué? ¿Tú también pasaste por lo mismo que yo? —preguntó algo confundida. 
 
—Exacto, yo también soy igual que tú; por eso quería ayudarte, porque tengo mucha más experiencia. 
 
—¿Y cómo es igual que yo? ¿Qué es lo que nos pasa? ¿Por qué somos así? —hago un montón de preguntas sin parar. 
 
—Sé que tienes muchas preguntas y yo tengo todas las respuestas. ¿Pero en serio crees que te las voy a dar así de fáciles? Ayer estaba dispuesto, pero como no me obedecistes, hoy no quiero darte la información en bandeja de plata. Vas a tener que ganartela. 
 
—Ya sabía yo que esta fase de buena gente no iba a durar mucho, en fin, ¿qué es lo que quieres que haga? 
 
—¡Un trato! —exclama. 
 
—¿Un trato? —pregunté.
 
—Tienes que hacer todo lo que yo te diga a partir de ahora y así obtendrás un poco de todo lo que quieres saber. —Me dice sus condiciones…
 
—Ja ja, ¿en serio creíste que yo voy a aceptar un trato así? —preguntó con una ceja elevada. 
 
—La verdad es que no, pero no tienes opción, ¿lo tomas o lo dejas? 
 
No tengo otra opción si quiero algún día saber porque soy así.
 
—OK, pero yo también tengo mis condiciones: no puedes pedirme que sea tu novia, ni que te bese, ni ninguna de las asquerosidades que se te ocurran. ¿Entendido? 
 
—Chica lista —ríe descaradamente en mi cara. —Acepto. 
 
—Trato hecho. 
 

Pregunta:

¿Qué les parece el trato que acaban de cerrar Helen y nuestro sexy y muy idiota profesor?

Adelanto:

¡¡Pronto se sabrá el nombre del profe!!
Así que atentos

Un besooo👋😁

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