38_ Reunión de traidores


Dejo que mi mano impacte su rostro de forma brusca; estaba deseando hacerlo.

-Eso es por hablar de mi madre con tu boca sucia.

Saco mi cuchillo, el que tenía el alacrán en el cabo.

¿Irónico, cierto?

Y dejo pequeñas cortadas en sus brazos. Sus ojos se encontraban sobresaltados mirando a cada rincón de la habitación y de pronto ríe.

Masoquista de mierda.

De la mochila sacó otro cuchillo más ancho, de esos que se utilizan para cortar carne y exactamente para eso lo iba a utilizar.

Dejo caer el cuchillo sobre su mano derecha, haciendo que al suelo cayeran sus cinco dedos. De su boca sale un fuerte sonido de dolor y sus ojos se cierran a su vez.

-Eso es por tocar sin piedad y concentimiento a mi madre y sabrá Dios a cuántas mujeres más. Por todas las veces que tus asquerosas manos rodaron su piel -siento como el buche de champán está haciendo efecto en mí; me siento eufórica; quería dejar que mi personalidad asesina tomara el control.

No sé si sería capaz de volver a mí misma después de esto, pero me dejé llevar.

Sonrió al ver la sangre gotear al suelo, manchando los dedos que habían acabado de ser rebanados.

-Creo que bajo tierra tampoco necesitarás un pene -me acerco a él apoyando mis manos sobre sus piernas-. Ese que utilizaste para "engendrarme" utiliza sus mismas palabras.

Me coloco mis guantes y él comienza a moverse sin sentido. Está recuperando los movimientos.

Safó su pantalón, dejando a fuera su miembro, para cortarlo en trozos sobre un plato.

Imaginen el proceso: fue inmensamente satisfactorio ver sus expresiones de dolor, ver cómo se retorcía sobre la silla sin poder huir de la misma, y como lo obligué a ver su propio pene convertirse en nada. Tuve que ser muy doloroso; los gritos cada vez eran más fuertes.

La puerta se abre de par en par y entra uno de sus guardaespaldas, quien enseguida saca su arma y me apunta, pero antes de disparar su garganta fue cortada, haciendo que dejara caer el arma al suelo y llevará sus manos a la herida; aún así comenzará a desangrarse rápidamente...

Era mi hombre; Aron Tamson estaba haciendo entrada.

-Al menos pudiste comentarme sobre este pequeño plan divertido-se acerca para colocarse de frente a Darío y lo observa de arriba a abajo-¿Puedo participar en la fiesta?

La expresión de mi padre era lo mejor de todo; estaba siendo traicionado por su más fiel lacayo, a ese que crío como un hijo.

-Solo puedes mirar-respondió a su pregunta y agarró el plato en la mano. -¿Crees que sería muy buena gente si le doy de comer antes de pasar al otro mundo?

Aron ríe y asiente.

-A veces hay que ser buenos samaritanos.

Bajo la gasa que le cubría su boca y éste me escupe. Debido a eso lo obligó a abrir la boca y a tragar pequeños trozos de su miembro. Sí, lo estaba obligando a comerse su propio pene.

Por cerdo, se lo merecía; esto y mucho más. Todo lo que pudiera hacerle se quedaba corto con todo el daño que él ha causado en la vida de muchos, empezando por mí. Este trastorno, esta vida y esta necesidad de sangre se la debo a él y a Reik, aunque este último ya había pagado.

Cuando terminó de tragar, empezó a gritar en busca de ayuda. Así que agarró mi cuchillo y rasgó su boca, de lado a lado.

-No debiste hacer eso -comento tranquila, viendo de sus ojos salir pequeñas lágrimas y la sangre correr hacia abajo.

-Pequeña, me pone tanto verte en modo asesino -me giro hacia él con el cuchillo en la mano y le doy una mala mirada.

-No te confundas, aún no te he perdonado. Estás aquí para que veas que eres un cobarde, tanto miedo que le tenías a este señor, al mismo que una mujer tiene medio muerto en una silla -se pone serio, pero antes de que me respondiera se escucharon disparos.

Si disparos, Aron me mira de reojo y se va rápidamente a investigar de dónde provenían.

-Creo que alguien se quiere unir a la fiesta-rió.

Estaba eufórica. La sustancia también había hecho algo de efecto en mí y lo estaba notando. Me estaba disfrutando el momento más que mis asesinatos anteriores. Ninguno me daba tanto placer como ver a Darío morir de forma lenta y dolorosa.

-Debemos irnos -comenta Aron entrando nuevamente en el salón y agarrando mi brazo. Me saco de su agarre. -La policía está aquí, pequeña, corre.

-No iré a ningún lado hasta que Darío deje de respirar.

-¿No me estás oyendo? Tenemos que irnos. ¡Ahora! -Los disparos no han dejado de sonar y cada vez se escuchan más cerca.

Mi vista se centra en el castaño de uniforme. Enzo acababa de hacer entrada, portando su uniforme de policía.

-Listo, reunión de traidores-comento; siento un pequeño mareo como si estuviera borracha. Maldita sustancia.

-Sabía que algo ocultaba-Aron mira con rabia a Enzo y saca su arma, la cual dirige hasta el castaño-La cosa es así, nos dejarás ir y te dejaré vivir un día más.

-Tú tampoco eres el más adecuado para hablar de ocultar cosas -tuerso los ojos al pelinegro. -¡Déjenme disfrutar en paz la muerte de mi padre! -grito y ambos me miran como si no fuera capaz de entender la situación en la que me encontraba, pero ahora nada me importaba más que ver a Darío morir.

-No puedo dejar que huyan -comenta el impostor mayor dirigiendo su arma al pelinegro.

Dejo a este par en su lucha y me centro en Darío, que estaba dando sus últimos alientos y me estaba perdiendo el final.

Me acerco y dejo una bofetada en su rostro, haciendo que sus ojos se entreabrieran. Estaba débil, había perdido mucha sangre ya.

-Aún no termino contigo -susurró en su oído y dejó caer una última estocada en su pecho, directo al corazón.

O donde se supone que debía estar, ya que Darío Wislin tenía de todo menos corazón.

-Y esto es por querer intentar alejarme de mi hermano -susurro nuevamente para luego darme la vuelta sonriendo- ¿Ahora sí, en qué estábamos?

Estos dos aún se encontraban apuntando sus armas como idiotas, pero Aron tomó la delantera al yo captar la atención del castaño y dejó un tiro en su brazo haciendo que su arma cayera al suelo. Me moví rápidamente y la agarré.

-Te dije que si te volvías a cruzar en mi camino acabaría contigo -dirigí el arma a Enzo y este dejó salir un suspiro mientras comprimía con su mano sobre la herida de bala.

-Vamos pequeña, no vale la pena.

-Solo necesito unos segundos.

Lamentablemente, no los tenía. La sala comienza a llenarse de oficiales.

-Lo siento pequeña, debo irme. Volveré por ti.

Aron sale de la sala mientras tiros se dirigían en su dirección. Aunque fue bastante arriesgado de su parte, logró salir del punto de mira. Varios oficiales salieron detrás de él.

Mientras yo me encontraba con el cadáver de mi padre en la silla a mi derecha, Enzo a unos centímetros de mi y cinco oficiales apuntando sus pistolas hacia mi cabeza.

-¡Suelte el arma o dispareremos! -exclama uno de ellos.

-Vamos, Helen, no seas estúpida, no tienes otra opción.

Observo toda la situación y sonrió.

-Morir es una opción -llevo el arma hacia mi cabeza y...

Maratonn 3/3 📖❤️

Correee a leer el epílogo y descubre como termina la historia de nuestra chica de rojo ❤️

Besos sangrientos 😘

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