35_ Traicionada

—Gira lentamente y dime quién eres —esa voz; yo conocía esa voz. 
 
Me doy la vuelta según sus indicaciones, queriendo creer que solo había sido una coincidencia. Pero no, era él. 
 
—Enzo —su nombre sale de mis labios con un poco de rabia. 
 
—Helen—su rostro demuestra sorpresa; no esperaba que estuviera aquí y menos que descubriera su fachada. 
 
—Eres un hipócrita—murmuró—Todo este tiempo estuviste fingiendo—siento como mi vena se empieza a hinchar. 
 
Odiaba la mentira un tanto más que a mí padre. Y odio con mi vida a Darío Wislin. 
 
—Ese día en la comisaría —intenta explicar, pero lo detengo. 
 
—No quiero tus disculpas, ni escusas baratas. Me has traicionado.
 
A través de sus ojos veo tristeza. No quería creer que realmente me tenía aprecio. 
 
Yo era una asesina y él un policía. No podíamos ser amigos. 
 
Lo que realmente demostraba con eso era debilidad. 
 
Retiro fácilmente su arma en unos movimientos rápidos, y ahora la pistola que antes tenía apuntándome estaba amenazándolo a él. 
 
—Camina—le hago una señal y él sonríe. 
 
—No iba a dispararte —comenta alzando las manos—. Era mi seguro de vida. 
 
—¿Qué te hace pensar que tienes oportunidad de sobrevivir? 
 
Él camina lentamente hasta su habitación mientras la pistola le hace presión en su espalda. Ahora mismo estaba confundida, me sentía traicionada, me había engañado todo este tiempo. 
 
Él se sienta en la cama y yo jalo su silla de la computadora y me siento frente a él, dejando que la pistola se mantenga en su dirección. 
 
—¿Perteneces a los de sol naciente, cierto?—este asiente. 
 
Es que era algo lógico; él y el alguacil han estado detrás de mí desde un principio. 
 
—No sabía de tu existencia hasta esa noche en que fuiste arrestada —y vuelve a responder con solo verme el rostro. —Ese día supe que algo no estaba bien contigo; tenía que conocerte —trata de levantarse y deja salir un disparo al techo. 
 
—El próximo será en tu corazón si intentas cualquier cosa —niega con la cabeza y vuelve a sentarse sobre el colchón. 
 
—Solo quiero que entiendas que todo se salió de control; yo solo quería acercarme y saber que escondías detrás de esa aura misteriosa.
 
—Bueno, ya me conoces, demasiado para mí gusto. Te metiste en mi vida como un gusano; pensé que te importaba, que eras mi amigo—sentía ese nudo en la garganta, pero no iba a llorar, no valía la pena. Y resulta que eres Judas, un traicionero de mierda. 
 
—Solo fue lo que necesitabas en ese momento, soy especialista en perfilación. Helen, leo las expresiones; sé cuándo alguien está falto de afecto —sus palabras son dadas.
 
—Prefiero morir sola, sin el afecto de nadie, a vivir mil años con compañías falsas como tú —escupó el piso. 
 
—¿Realmente vas a matarme?
 
Río maliciosamente, aunque él podía darse cuenta que estaba en una lucha conmigo misma. Sé que él lo sabía. 
 
—Te dejaré vivir por hoy, porque para mí, el cariño sí era real —me levanto de la silla y le doy una última mirada. — No te vuelvas a cruzar en mi camino, Enzo o Karim March; como realmente te llames. No pienso dudar otra vez. 
 
Me alejo de él con la pistola aún en la mano. 
 
—Esta me la llevo—la muevo y él asiente. 
 
Me alejo rápidamente de su hogar. 
 
Una traición por parte de una pareja duele, pero la han sentido de alguien considerado amigo. 
 
No sé cuál es peor. 
 
Guardo el arma en la mochila y también los guantes. 
 
Siento como mi pecho entra en llamas; era una sensación de opresión. Me dolía, me costaba respirar. Eran los síntomas de un infarto, aunque yo sé que lo mío era la enfermedad de la traición. 
 
A nadie le gusta ser engañado, que jugarán con nuestras mentes y nuestros sentimientos. 
 
Aún así odiaba más el hecho de que dudé; soy una asesina, no puedo dudar. Me dejó caer en el primer banco que me crucé, dejando salir un suspiro. 
 
Miro al cielo y la noche estaba muy oscura, no había rastro de estrellas. Estaba a punto de llover, pero ya en mi interior estaba lloviendo, desde que descubrí que Enzo Pugh, ese chico que llegó a mi vida de la forma más random, ese que llegó a hacerme sentir, al menos le tenía aprecio y eso era un logro en mí. No era realmente lo que yo pensaba; había sido engañada. 
 
Me decido a ir a la casa; debía pensar que le diré a Darío.
 
Al llegar, Aron ya estaba ahí. Al verme llegar empapada, enseguida se acerca. 
 
—¿Qué te ha pasado?
 
—Me cogió el agua de camino a casa. 
 
—No estoy hablando de tu ropa, sino de tu rostro. Estás triste, pequeña. — Se acerca y deja un beso en mi frente. — ¿A quién tengo que matar? 
 
Río ante sus palabras. 
 
—No tienes que matar a nadie, solo abrazar a tu novia —no me percaté de lo que había dicho. 
 
—¿Novia? —me mira risueño—. No, que no querías títulos para esto. 
 
—Yo… solo… —mierda la había vuelto a cagar por habladora. 
 
—Me gusta la palabra novia —comienza a quitar mi jersey—. Así no quedarían dudas de que eres mía.
 
Le sonrió y lo ayudó a bajar mis jeans para luego besarlo y tocar su parte baja.
 
—Tranquila, pequeña—sonríe maliciosamente—Te estaba quitando la ropa mojada para que no te enfermes, solo eso. 
 
Lo miro mal. Capullo.
 
—Ya sé que te hice adicta —deja pequeños besos en mi cuello y agarra mi mojado cabello en sus manos, obligándome a mirarlo luego.
 
—Entonces acaba de follarme Aron —siento que mi mirada es más sensual de lo normal; es increíble que tan perras nos volvemos cuando se trata de sexo. 
 
Su mano se desliza por mi abdomen, llegando a mi vagina. Sabía lo que venía, así que decidí dejar de lado todos mis probelmas y pensamientos. Me iba a disfrutar el momento. 

Holaa amoress
¿Cómo se quedaron? ¿Se esperaban lo de Enzo?

Pensé hacer la historia de 35 capítulos pero se me hizo algo extenso el capítulo 34 así que lo dividí en dos ...

Solo nos quedaría el último capítulo y él epílogo.

¿Qué creen que pasará en el final? 👉

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