33_ Ceremonia de iniciación

Luego de admirar el lugar nos dirigimos a una sala que se encontraba al final; al atravesar la puerta me encontré con varias personas y unas bancas, y más adelante una pequeña plataforma con una silla con detalles en oro. Todos me miraban; sentía como sus vistas escaneaban cada parte de mí, mientras murmuraban.
 
Luego un gran silencio. 
 
Un hombre de tez blanca, alto con traje negro, se veía costoso. Una barba exuberante y su postura eréctil. Su cabellera roja, como la mía. 
 
Cómo la mía. 
 
Era él, Darío Wislin. 
 
Todos toman asiento y solo quedamos de pies, Aron, el hombre que supongo que es mi padre y yo. 
 
—Me digiste que no estaría aquí —susurró a Aron mirándolo mal. 
 
—Estaba de viaje; te juro que no sabía que había regresado. —Murmura y maldigo para mis adentros. 
 
Aún no estaba lista para conocerlo. 
 
Este saluda a los presentes y luego se sienta en la silla que se encontraba en la pequeña plataforma.
 
—Como todos ya saben, mi hija ha llegado a casa —comenta mirando a todos los presentes. —Acercate. 
 
Me indica y yo de mala gana camino hacia él. Me parecía alguien falso, más bien lo miraba y recordaba todo lo que pudo hacerle a mi madre y me provocaba repugnancia. 
 
—Hija mía —sonríe y se levanta para darme un abrazo. El cual esquivo rápidamente. 
 
—Señor Wislin —me mira serio y se vuelve a sentar. 
 
—Ya tendremos tiempo de conversar. Su mirada es fría; juraría que en él, si no existe gota de bondad, de remordimiento, no es capaz de amar a nadie. 
 
Todos en la sala se han percatado del gesto que he tenido. No he querido tener contacto. Tenía mis motivos; el solo tenerlo en frente me causaba estrés. 
 
—No sé si Aron te ha contado —lo mira y niega. —Al ser parte de esta hermandad debes realizar la ceremonia de iniciación. 
 
¿A qué se refería? 
 
—Para formar parte de la hermandad debes comprobar que eres digna o al menos capaz —se acomoda en su asiento y continúa. — Debes completar un encargo por nosotros. 
 
Lo miro confuso y éste sonríe. 
 
—No es la primera vez que matarás a alguien —todos en la sala ríen. 
 
Que chiste de mal gusto. 
 
—Si logras eliminar al objetivo, habrás demostrado que eres digna de pertenecer a la hermandad Luna llena —miro a Aron y este cambia la vista. — Luego te tatuarás y oficialmente serás una de nosotros. 
 
—Y si digo que no —lo encaro y todos hacen silencio; ya nadie murmura ni habla. 
 
—Pues serás una decepción para mí y todos los presentes. Luego me veré en la necesidad de matarte. Cumples el reto o mueres; no hay otras opciones.
 
Su voz es fuerte. La reconozco del hombre misterioso que estaba hablando con Aron. Así que era él; siempre estuvo tan cerca, tan al pendiente. 
 
—No creo que sea necesario llegar a los extremos. Aron interviene y se coloca a mi lado. 
 
No tenía dudas de que sería capaz de matar a su propia hija; después de todo yo sería capaz de matarlo a él. Sus palabras confirmaban más mi observación. No era capaz de sentir afecto por nadie.
 
Estaba segura de que esta historia terminaría con la muerte de uno de los dos, o caía él o moría yo. 
 
—No me dirás cómo dirigir mi hermandad, ¿cierto? Su mirada es de dagas dirigidas a Aron. 
 
—Por supuesto que no mi señor, solo que…
 
—¿Me vas a decir que te has enamorado? —mi corazón se acelera ante su pregunta; sí quería oír la respuesta, pero sé que eso traería consecuencias, así que me dispongo a intervenir.
 
—Acepto. —Afirmo antes de que Aron mencione palabra alguna. 
 
El pelinegro me mira y yo le sonrío.
 
—Perfecto, —comenta el que se supone es mi padre. —Se da por terminada la reunión, mis queridos hermanos —se dirige a los idiotas que están sentados en las bancas. — Mi hija demostrará que es digna de ocupar mi puesto y honrar mi legado. 
 
Todos aplauden y mi cara de asco no puede ser más notable. 
 
¿Legado? Un legado de muertes injustas.
 
No quería eso para mí, yo elegiría mi propio camino y él no sería parte, de eso estaba segura. 
 
Todos comienzan a salir de la sala mientras Aron me indica que lo siga. 
 
El de traje negro iba delante y nosotros detrás por un pasillo de color blanco. Las paredes están tan bien cuidadas como si quisieran ocultar la gran suciedad que se esconde en los corazones de todos los que hemos pasado por este lugar. 
 
Entramos a una nueva habitación, con las paredes igual de blancas que las del pasillo. Diferentes cuadros, varios butacones, una mini nevera; la verdad era un buen lugar. 
 
—Tomen asiento. —indica y nos sentamos juntos. 
 
Él por su parte se sirve un trago de ron y se acomoda frente a nosotros. 
 
—Iremos directo al grano —se reclamó los labios. —Hice un trato con tu madre; te dejaría vivir tu vida lejos de aquí, siempre y cuando al ser revelado tu lado psicópata volvieras a mí.
 
Siento rabia al oírlo hablar. 
 
—Para ir directos al grano, no quiero ser parte de esto; no me agradas y no tengo intenciones de ocupar tu lugar frente a la hermandad —dejo clara mis intenciones. 
 
—Es normal que tengas esa actitud ahora, por eso lo dejaré pasar —se da un trago del baso. — Si algo es cierto es que terminas haciendo lo que yo quiero. 
 
Le encaro una ceja e iba a reclamar, pero Aron ponía su mano en mi muslo, haciendo que callara de inmediato. 
 
—Creo que es mejor dejar que las cosas fluyan entre ambos —el pelinegro interviene. —No seguir diciendo cosas de las que se puedan arrepentir después —esto último se dirige a mí.
 
Aron dijo que no le temía a nada ni nadie, pero su comportamiento frente a Darío demuestra todo lo contrario. Tanto daño tuvo que hacerle para que le temiera. 
 
Darío clava su vista en mí y yo en él. No me dejaría intimidar por él, ni por nadie. 
 
—Es muy notable el parecido entre nosotros, hija mía.— Sonríe. — Siempre supe que serías una mujer muy explosiva, de carácter fuerte y no me equivoqué. 
 
—Gracias por los cumplidos, pero debemos irnos —me pongo de pie y este niega. 
 
—Aun no te he dicho quien es tu próxima víctima.
 
—Di un nombre. Lo miraba aún estando de pies. 
 
—Karim March —menciona y yo asiento. 
 
No iba a preguntar quién era, o qué había hecho. Tenía que cumplir con el objetivo y lo iba a hacer. 
 
—Quiero su cabeza, —masculla antes de yo darle la espalda y salir de la habitación. 
 
No sé quién seas, Karim March, pero te queda poco tiempo de vida. 

Mi amores
¿Qué opinan de la aparición del famoso Darío Wislin?

📌Adjunto foto:

Recuerdan a nuestro doctor de perfiles criminales: Karim March. Es el nuevo objetivo de nuestra asesina.

Ya quedan pocos capítulos para acabar la historia, y todavía queda algún que otro secreto por revelar.

Teorías de sus posibles finales aquí👉

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