28_ Le debo la vida
Abro despacio la puerta de la casa y pienso en todo el reguero de adornos que aún tengo que recoger. Para mí sorpresa, todo estaba perfectamente en su sitio.
—¿¡Dónde estabas!? —Aron aparece delante de mí, con el ceño fruncido.
—En comisaría. Comento sin mucha importancia, apartándolo de mi camino.
—¿Comisaría? —repite; hay un leve silencio y vuelve a entrometerse en mi camino. — ¿Cómo llegaste a eso, Helen?
Niego.
—Es una larga historia. Te la cuento luego. — Realmente estaba cansada y lo único que quería era llegar a mi cama. — Y gracias por recoger por mí.
—No tienes ni idea de lo negativo que pudo ser esa pequeña excursión tuya por comisaría. Siento que es la primera vez que realmente lo noto molesto. - Eres una asesina, Helen, no es un juego, nada de esto lo es.
—¿En serio?—sonrío de medio lado. ¿Acaso no eres tú el que llegó fingiendo que no me conocía? O ¿él que tiene una pared llena de imágenes mías? ¿Cómo olvidar tu extraña forma de preocuparte por mí? —respiro profundo. —Todo esto es un juego, nada de esto es normal, yo soy un juego para ti.
Siento mi respiración agitada, y lo miro deseosa de saber su respuesta.
—Pues sí, no me importas realmente; solo me interesas porque eres la hija del jefe y es mi trabajo protegerte, y ya que tengo que aguantarte, mejor me divierto un poco contigo. —Sus palabras frías y sin tacto hirieron las pequeñas expectativas que había creado.
Sabía que era así, sabía que esto pasaría. No sé ni por qué dejo que me afecte.
—No me sorprendes. Mi tomo de voz es mucho más bajo que antes. —Ya lo había sobrepensado, solo me diste la razón.
Doy la espalda y vuelvo a salir de aquella grande y hermosa casa. Aquella dónde creí ver sentido algo más que solo placer. No iba a admitirlo en voz alta nunca, pero me sentía diferente con respecto a Aron.
Tan diferente que quería ocultar que sus palabras me estaban matando.
A veces me pregunto que hice para merecer esto, que hice para sentirme como me siento. Quiero ser feliz pero nunca llego. Siempre todo a medias, y odio las cosas por momentos.
No es del todo mío, pero siempre que lo necesito está.
Caminaba a pasos apresurados mientras mi cuerpo solo lo hacía por instinto. No sabía hacia dónde ir; solo quería que fuera lo sumamente lejos de él.
—Idiota, —susurro dándole una patada a una piedra en la calle y luego sentándome en un banco.
—¿Yo?—levanto mi vista rápidamente y ahí me percato de que hay un chico en el otro extremo del banco.
—No. —Niego mientras mis ojos viajaban por su cuerpo tratando de captar cada detalle.
A pesar de que la noche estaba oscura, se podía distinguir su pelo castaño, una leve barba no muy exuberante y sus labios bien marcados. El color de sus ojos no pude definirlo, pero siento que tendrían algo de especial.
—Si te molesta mi presencia me voy. —comenta y niego.
—Yo debería irme. Me pongo de pies y él hace lo mismo.
—Sé que no me conoces de nada, pero a veces conversar con extraños suele ser de ayuda. Me lo pienso por unos segundos y niego.
—Estoy bien. —afirmé y me alejé de él.
Atajo por un callejón para llegar lo antes posible a casa de Laura. Estaré haciendo guardia. Alex es él único por el que vale la pena tener la cabeza agobiada.
No sé en qué momento exacto pasó, pero dejo salir un pequeño quejido por el dolor que provocó el choque de mi cuerpo contra una de las paredes. Siento como mi corazón se acelera, pongo mi sexto sentido a funcionar y me doy cuenta de que estoy desarmada.
Mierda
Clavo mi vista en la de aquel chico. Era mucho más alto y corpulento que yo. Su fuerte agarre me impide moverme.
Piensa, Helen piensa.
—Hasta que te llega la hora. —una voz femenina hace entrada en el callejón mientras jugaba con unas navajas.
La chica se acercaba lentamente mientras yo no encontraba forma de salir ilesa de esta encrucijada.
No mencioné palabra porque era más que obvio que pertenecían a la hermandad Sol Naciente. Después de tanto se atrevían a estar frente a frente.
Todo lo que tenía en mente que pasaría se ha ido al carajo.
Estaba desprotegida; me habían atacado por sorpresa; me encontraba aún mis armas. Solo escaparía de esta situación si dios me concede un milagro.
Cómo si mis súplicas hicieran que papá Dios tomara piedad de mí…
Era él.
El chico de hace unos minutos atrás. El desconocido.
Veo cómo con una agilidad sorprendente le quita las navajas a la chica y encaja una en su pecho, mientras que cuando el que me tenía inmóvil se percata de lo sucedido afloja su agarre haciendo que yo tomara algo de ventaja y lo hago caer al suelo, el desconocido lanza la navaja haciendo que caiga en mis manos y se la clavo directamente en el corazón al que se encontraba en el suelo…
—Hacemos buen equipo —comenta el de pelo castaño mientras yo miro la situación.
La chica aún respiraba o se esforzaba para hacerlo, así que este desconocido se acerca a ella y descarga su cuello.
—Ahora sí. —me sonrie y se acerca a mí estirando su mano derecha, dejando ver las salpicadas de sangre. —Mi nombre es Enzo, un gusto salvarte la vida.
—Me llamo Helen. Soy agradecida y termino el gesto. Acaba de salvarme; debía ser lo menos odiosa posible.
¿Cómo había sido posible todo esto?
Este es un nuevo chico, llegando a mi desordenada y maquiavélica vida.
Ya yo no creía en las casualidades, ni en las palabras, solo en hechos, así que visto lo visto le debía mi vida.
—Hay que desacernos de los cuerpos, —comenta muy tranquilo. Así que no es la primera vez que se encuentra en un altercado como este. Su agilidad a la hora de la pelea cuerpo a cuerpo fue grandiosa.
¿Por qué todos los chicos que llegan a mi vida tienen que ser raros?
Tal vez no puede llegarme uno normal, por el simple hecho de que yo no soy normal.
Respiro profundo y asiento.
—Sí —señaló a los cuerpos sin vida que se encontraban en el suelo. - Hay que borrarlos de la faz de la tierra.
Buenas buenas
Primera y última pregunta hsjjs
¿Qué opinan de este nuevo personaje?
Recuerden comentar y dejar su estrellita ✨📚 gracias por el apoyo que le han dado a esta historia, los quiero ❤️
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