27_ I love You Brother

Sentía como mi vena se iba hinchando de apoco nuevamente. Esos idiotas policías no sabían el error que estaban cometiendo. Por primera vez en mucho tiempo sentía miedo, no miedo a las autoridades; no tenían nada en contra de mí.
 
Miedo por Alex. 
 
El corazón se me hace pequeño al pensar en perderlo también a él. No podía permitirlo. El dolor que ese pensamiento provocaba era tan grande que sentí que quemaba; mi corazón estaba ardiendo en llamas. 
 
—Esto es un error —mascullo mientras entramos a la comisaría—. Debo protegerlo, no está a salvo. —Los policías ignoran mis palabras y continúan arrastrándome hasta llegar a una puerta, la abren y me empujan dentro. 
 
Miro a mi alrededor y solo se pueden observar un buró y dos sillas, ambas en cada lado de la mesa. Las paredes color gris hacen del cuarto algo solitario, oscuridad que se veía alumbrada por una pequeña lámpara en el techo, que si te dedicabas a fijarte con profundidad daba escalofríos. Un enorme cristal en una de las paredes. Me acerco y me miró en él, pero sabía que no era un simple espejo. Del otro lado me estaban observando. Sé que lo hacían…
 
Me siento más calmada en una de las sillas; debía comportarme. 
 
No mucho tiempo después entró una mujer. Su traje negro hacía resaltar su postura. 
 
—Buenas noches.—comenta la señora.
 
—Buenas para quien las tenga, yo estoy en comisaría así que muy buenas no son. 
 
—Señorita Helen Pitherson —menciona mi nombre y saca una carpeta. —Los oficiales que la han traído han mencionado un comportamiento agresivo de su parte contra la señora Laura Pitherson, —abre la carpeta. — Y también afirman que ha ofendido varias veces a las autoridades y a la ley. Cosa que es un delito en este país. 
 
—Cierto. 
 
La voz me sale garraposa; tengo la garganta seca. 
 
—Está admitiendo que ha tenido una mala conducta. ¿Puede justificarse? 
 
—Mi hermano no se encuentra seguro en ese hogar. —Quisiera poder explicar más pero no podía. — Laura lo deja solo; un niño pequeño como Alex no se encuentra seguro. 
 
—Ella es la que tiene la custodia del menor. —Repite lo que ya todos sabemos y eso me enfurece. 
 
—Sé que ella ante la ley es la tutora legal de Alex, pero yo le estoy diciendo que no está haciendo bien su trabajo. —repito nuevamente subiendo un poco el tono de voz. Miro mis manos que aún se encuentran atadas por las esposas. —¿Estoy detenida? —la oficial al frente niega. 
 
—Al ser tu primera amonestación te dejaremos ir. 
 
—Bien —siento una sensación de alivio enorme. —¿Podría retirarlas?—levanto mis manos para dejar a la vista las esposas. — Me sentiría más cómoda hablando sin ellas. 
 
La oficial se levanta y comienza a retirarlas. Siento un gran alivio en mis manos y las muevo. 
 
—Como te decía, este será tu primer mal comportamiento ante la sociedad. —comenta volviendo a su asiento. —Solo se te impondrá una multa. —Mueve la carpeta hacia mí y me enseña una hoja donde debo poner mi firma. —Al firmar esta advertencia podrás irte y la multa se debe pagar en un lapso de una semana luego de ser impuesta. 
 
Mi primer mal comportamiento, dice. Ay, señora, no se deje guiar por las apariencias. Una pequeña sonrisa se dibuja en mi rostro mientras firmo el papel. 
 
—Respecto a mi hermano… ¿No piensan hacer nada? —pregunto antes de levantarme y ésta niega. 
 
—No tenemos nada que hacer; usted no puede hacerse cargo de él, así que las opiniones son. —comenta seriamente. —O lo cuida su tía o irá a un centro de acogida. 
 
Niego. La segunda opción no le daría mucha gracia a mi pequeño. Me resigno ante la idea y me levanto. 
 
—¿Me acompaña a la puerta o puedo ir sola?—le pregunto con sarcasmo. 
 
—El oficial la acompañará a la puerta. —Asiento mientras uno de los policías se acerca y comenzamos a caminar hasta la salida.
 
Al poner un pie fuera de la estación de policía logré respirar nuevamente. Todo este tiempo estaba como en pausa, en una burbuja. No les voy a mentir, esa sensación de encerramos no es muy sana. Te pone la cabeza a mil, los pensamientos vuelan y el corazón se te detiene por un rato. 
 
Quizás a una persona normal no le pasaría esto. Pero si tienes varios crímenes a tu nombre y las manos manchadas de sangre y un oscuro pasado, no es para nada gracioso estar en esta situación. 
 
Alex. 
 
Mi pequeño Alex vuelve a mi mente y a pasos apresurados me dirijo hacia el lado sur de la ciudad. Ni siquiera podía pedir un taxi; había dejado mis pertenecias en el suelo junto a los regalos de mi hermano. La distancia era larga, demasiada que podía sentir como mis pies se empezaban a cansar. Lo único a mi favor era la fría y oscura noche que hacía el trayecto algo ameno. 
 
Al visualizar la casa sonreí. Estaba cerca. Caminé con el mismo paso apresurado que traía todo el camino y solo me detuve cuando estuve a centímetros de ella. Miro detenidamente el lugar y al parecer todos dormían; a Laura no le hará gracia dejarme entrar a esta hora y menos después de todo lo que pasó…
 
Miro detenidamente el árbol que se encuentra a un costado del hogar. Miro sus ramas que llegan hasta el techo y a la ventana de la habitación de Alex. 
 
No era muy buena idea andar escalando árboles, pero debía intentarlo. Él tenía que saber que estaba bien. Sé que está preocupado, y yo, bueno, yo necesitaba confirmar que aún nadie le ha puesto un dedo encima. 
 
Trepó el árbol con algo de trabajo y me deslizó por una de las ramas hasta tocar el techo. Sobre el tejado trato de no hacer mucho ruido y me acerco a la ventana. Apenas asomarme lo vi; estaba abrazando uno de sus peluches. 
 
Abrí la ventana y en un pequeño salto estaba dentro. 
 
—Alex.—susurro. —Diablillo —vuelvo a susurrar y este abre los ojos y sonríe al verme. Se me lanza al cuello y me da un abrazo. 
 
—¿Estás bien?—me pregunta aún en el abrazo. 
 
—Sí, peque —asiento y me separo de él. —Estoy bien; no te preocupes por mí. 
 
—No quiero verte pelear con la tía Laura, hermana —comenta triste. 
 
—Lo sé, diablillo, haré un esfuerzo para no pelear —este deja salir una risita.
 
—Calla, bobo, que nos va a oír la bruja —coloco mi dedo en mis labios haciendo señal de silencio. — Miro la java de los regalos en una esquina de la habitación y me acerco para coger mis pertenencias. Miro el celular; tenía muchas llamadas perdidas de Aron. 
 
—¿Te irás?—pregunta al verme agarrar mis cosas. 
 
—Prometo que te estaré cuidando siempre —dejo un beso en su frente. —Ahora me tengo que ir, pero debes colocar el seguro todas las noches a la ventana, ¿vale? 
 
Él asiente y dejo otro beso en su mejilla antes de irme. 
 
—Tu hermana te ama, diablillo.
 
—Yo también te amo. —susurra, colocando el seguro de la ventana al yo salir. 
 
Le doy un último vistazo y vuelvo a hacer el mismo recorrido para bajar. 

Holis mis amores un capítulo más mostrando la relación de nuestros queridos hermanos.

Quiero dejar muy claro lo importante que es este niño para nuestra protagonista. Ella está muy asustada por el hecho de perder a la única persona que realmente ama en este mundo. No soportaría otra perdida más.

La hermandad de Sol naciente la ha amenazado. ¿Creen que realmente Alex corre peligro?

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