21_ Lo besas, te lo comes y ya.
Tal vez mi mirada demostraba más lástima que dolor por la herida. Había pasado por mucho.
—Al menos ahí en ese hogar había una hermosa mujer, muy buena. —Me mira y continúa. —Era tu madre, y lo llegó a hacer también para mí. —La sorpresa se hace visible en mi rostro, pero decido seguir en silencio para escuchar toda la historia. —Tu madre cuidó de mí todo lo que pudo —baja la vista y se mira el vendaje. —Aunque no había nada que pudiera salvarme de mí mismo.
—¿Te refieres a esto? ¿A lo que somos? —Asiente. —¿Entonces me conociste apenas yo era un bebé? —vuelve a asentir y termina por dejar una curita en el corte.
—Cuando tu padre me adoptó y llegué a la gran mansión, tu madre había acabado de dar a luz. Eras una recién nacida. —Sonríe como si hubiera tenido un deja vú. —Muy chillona, por cierto. Sonrio ante su comentario.
—Estuvimos viviendo juntos en la misma casa hasta que yo cumplí mis cinco años. —Mencionó en voz alta, pero era más para mí, para entrelazar los hechos. — Por eso me precías conocido.
—Puedes decir que te cambié los pañales —bromea y yo reviro los ojos ante la idea. —Na, no es cierto, a tu padre no le gustaba que estuviera tan cerca de tí. No quería que le hiciera daño a su tesorito.
Caigo en cuenta y realmente me preguntó como si tenía esos pensamientos psicóticos, esos trastornos desde tan pequeño nunca me dañó a mí o a mi madre.
—Lo que no sabía es que jamás podría hacerte daño. —Su voz sale calmada, pero siento una pequeña sensación de nerviosismo en él. — Ustedes eran mi verdadera familia; tú y tu madre me hacían creer que podría tener una parte buena.
Me siento impactada por todo lo dicho. No pensé jamás que podría ser tan sincero y espontáneo al contarme algo tan importante y personal.
—Luego tu madre se fué. —Su vista, quien estaba aún en las vendas, vuelve hacia arriba, encarando a mis ojos. — Me dejó con él, con el peor ejemplo de todos. Me convirtió en lo que soy y el fin de la historia.
—Debió ser duro. —Murmuró.
—Tampoco lo fue para tí, solo que no lo recuerdas. —trago mis palabras. — Por eso no la culpé por verme abandonado; tenía que protegerte a tí. Ella hizo lo correcto.
Nuevamente un silencio se hizo presente y una extraña sensación de tristeza me invadió al recordar a mi madre. Hacía tiempo no lloraba por su muerte, y pues ahora el nudo en la garganta se está haciendo más grande.
—Sabes que le juré a tu madre que me casaría contigo para que nunca nadie pudiera hacerte daño —dice sonriendo al notar mis ojos llorosos. No sé si lo hizo para hacerme reír o porque haya sido verdad. — Tenía diez años y tú solo tres, pero sabía que debía protegerte.
—Jamás hubiera aceptado casarme con un idiota como tú —le dejo un pequeño golpe en el hombro. —Imbécil —sonrío para luego dejar un pequeño beso en sus labios.
Sí, me estaba contradiciendo total.
Pero me dejé llevar. Llevaba todo el día con las ganas de volver a probar sus labios, para comprender si realmente lo deseaba o más bien era solo la obsesión de que él sintiera lo mismo que yo.
Me respondió inmediatamente el beso; su lengua se hizo paso entre mi boca. Buscando la humedad de esta, este no era un beso como el anterior. Este era más intenso. Nuestros labios bailaban a buen compas; encajaban perfectamente.
Agarra a mí, nunca haciendo que me pegue más a él. Inclino mi cuerpo hacia él y, como lo torpe que soy, me apoyo sobre el brazo herido.
—Lo siento—murmullo mirando embobada sus ojos, esos ojos grises que no demostraban más que intensidad, picardía y satisfacción.
—Calla —coloca su dedo en mis labios para luego volver a besarme con más intensidad.
Me coloco a horcajadas sobre él mientras continuamos besándonos. Esto se me estaba yendo de las manos, estaba perdiendo el control y no me gustaba. Estaba haciendo justamente lo que él ha querido desde el inicio.
Siento la dureza de su pene bajo de mí.
Muevo mis glúteos sobre el bulto suavemente, haciendo que este se haga más erecto.
Me detengo y me mira confuso.
Iba a desistir de todo, pero él no me deja tan siquiera hablar. Se levantó del sofá conmigo en brazos; pude notar el vendaje llenarse de sangre, pero parecía no molestarle. Me coloca a mí en el sofá y luego quita mi ropa, dejando a la vista mis bravas rojas. Sabía que sí seguía, llegaría a arrepentirme o tal vez me arrepentiría de no verlo hecho. Solo debo seguir tres reglas.
Lo besas, te lo comes y ya. Nada de enamoramiento. Solo sexo.
Mis piernas están abiertas y su cabeza entre ellas. Sí, Aron estaba besando mi vagina.
Sus besos húmedos sobre mi clítoris hacían que tuviera que retorcer mi cuerpo de placer. Su lengua se hacía paso, dejando todo bien lubricado. Su cabello entre mis dedos y unos jadeos entrecortados salían de mis labios.
Estaba bien excitada, quería tenerlo adentro ya. Siguió concentrado con su lengua en mi clítoris mientras introdujo uno de sus dedos en mí. La sensación fue extraordinaria. Seguro que se pueden dar a la idea. Luego introdujo otro, e intensificó el movimiento de ambos. Su lengua parecía no cansarse y yo estaba a punto de acabar.
Dejó caer mi cabeza hacia atrás en el sofá y agarró fuertemente su cabello. Estaba teniendo un orgasmo; siento como me mojo más de lo normal mientras una de mis piernas temblaba un poco y de mi boca salió un gemido.
Nunca antes me había venido; esta sensación era totalmente nueva para mí. No era una dante y, si bien había tenido relaciones sexuales, podía decir que no me había topado con la persona correcta para hacerme sentir de esta manera.
Él levanta su rostro, dejando ver alrededor de su boca el brillo que provocaba el líquido de mi parte íntima.
—No me gusta, Aron —chilló imitando mi voz. Mientras, se acercaba para dejar un beso en mis labios. Sentí el sabor de mis fluidos, me estaba besando con restos de mis fluidos y lo estaba disfrutando.
—No seas imbécil —digo apenas se aparta de mí. —No me gustas, Aron. —Vuelvo a repetir, pero dado lo visto, ya esa frase no será convincente.
—Tu totico no dice lo mismo. —pasa su mano por dónde antes tenía su boca y la saca mojada, llevándola a mis labios y haciendo que lamiera sus dedos. — Te toca pequeña.
Se bajó el pantalón y el boxer, dejando a la vista su pene, quien estaba bien erecto. Saboreó mis labios sin darme cuenta mientras mi vista estaba en el nuevo amiguito que acaba de conocer.
Él agarra mi cabello y me hace una leve presión sobre mi cabeza para que me acercara e introdujera su pija en mi boca. Al tenerla aquí, se sentía el verdadero grosor y el tamaño.
Hice un buen trabajo, ya que logré hacerlo enloquecer. Deseaba tanto estar dentro de mí, como yo deseaba que lo estuviera.
—¡Pídelo! —me indicó. —Te dije que me pedirías que te follara. —Recuerdo esa conversación y tuerzo los ojos. Realmente era tan gilipollas; no me dejo ganar por el orgullo y abro mi boca para pedirle que me hiciera suya. Las ganas eran mayores.
—Hazlo —pedí dejando un pequeño beso en la punta de su pene. —Fóllame, Aron Tamson—sus ojos grises que desprendían fuego se deslizan por todo mi cuerpo.
Termina por colocarme en cuatro en el sofá. La pequeña herida de mi cuello molestaba, pero él tenía razón: se aprende a controlar el dolor, eran más las ganas de tenerlo adentro.
Un gemido se me escapó apenas introdujo su pene dentro de mí. El contacto era agradable; podía sentir como quedaba justo en mi vagina, comienza a moverse y la sensación de placer estaba más que presente.
Sé que quieren saber cotillas. Sí, la tenía grande. Me dolía, pero me gustaba el dolor; tampoco era algo tan exagerado como para hacerme daño; más bien era perfecta para mí.
¿Cómo que hace calor aquí?
🔥🤭
¿Qué opinan de este capítulo? Algo intenso, tal vez demasiado explícito para el gusto de algunos pero desde un comienzo saben que la historia es +18 y que se encontrarían escenas así. Los psicópatas disfrutan mucho del sexo y son bien retorcidos jaja.
¿Qué opinan de estos dos? ¿Creen que harán buena pareja? O son del team amigos con derechos.
No olviden dejar sus opiniones y cometarios 📚✨Si la historia es de tu agrado deja tu voto, no cuesta nada y me apoyaras mucho.
PD: ver el moodboard que les dejé al inicio del capitulo✨ espero les guste...
Besos 💋
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