18_ Hermandades
Volvimos a retomar la conversación. A lo que era realmente importante. Está vez estamos sentados en la sala, según él debía prestar atención.
Lo miro ansiosa desde el otro sofá y él se toma su tiempo en comenzar.
—¿Puedes acabar de hablar? —le doy una mala mirada y él sonríe.
Adora hacerme perder los papeles.
—Durante siglos la gente creía que la Luna afectaba el comportamiento humano —centro toda mi atención en él. —De hecho, la palabra "lunático", persona que padece locura por intervalos, proviene del latín "lunaticus", que significa "lunar". —Comienza a darme una charla sobre la luna y la loquera. —Lo mismo ocurre con la evidencia de que el ciclo lunar aumenta la violencia entre los pacientes psiquiátricos —continúa y lo interrumpo.
De ahí a la sensación que sentí la primera luna llena luego de ocurrido lo de Reik.
—Todo eso me parece muy interesante. —Soy sincera. Realmente me pareció cautivador, pero quería saber qué significa. — ¿Qué tienen que ver con nosotros?
—A ahí iba —se acuesta en el sofá y mira al techo. —Existen dos hermandades. Luna llena y sol naciente. Cuyas hermandades han sido enemigas durante mucho tiempo. —Tomo su ejemplo y hago su misma acción, mi vista puesta en el techo y los oídos en su voz. —Nosotros pertenecemos a la hermandad Luna llena, de ahí el museo.
Cambio mi vista a él y permanezco de lado. No quiero interrumpirlo.
—El museo no es más que una simple y muy hermosa fachada, para el local de reuniones de los asociados a la hermandad. —Mi boca se entreabre, esto es mucho más profundo de lo que yo creía. — Todos los miembros tenemos tatuada una luna llena; es nuestra marca. Tú también tendrás que recibir la tuya
—¿Tengo que tatuarme? —asiente.
—Eres parte de nosotros —dice con firmeza.
Vuelvo a darle un repaso mental a todo lo que hemos hablado. Y nuevas dudas surgen.
—Entiendo lo de las hermandades y su finalidad con Sol naciente, pero… ¿por qué a mí? ¿Por qué quieren matarme si siquiera aún formo parte de la hermandad?
Mis preguntas hacen que se incomode y vuelva a su postura inicial. Al ver su comportamiento hago lo mismo.
—¿Qué pasa?—lo miro confusa al ver su expresión pensativa. —¿Qué aún no me estás contando, Aron?
—Tu padre… —piensa unos segundos antes de continuar hablando, con miedo a hablar de más. —Como sabes, es parte de la luna llena, pero no solo eso, sino qué es el líder.
Sus palabras me toman por sorpresa; cada vez me quedo más atontada con tanta información.
—Y como debes imaginar, es culpable de miles de asesinatos, incluídos muchos de la hermandad Sol naciente. —me mira fijamente con un pequeño brillo en sus ojos. — Quieren venganza, quieren hacer sufrir a tu padre por todos los cadáveres de los integrantes de Sol naciente que ha dejado por el resto de los años.
—Perfecto —el sarcasmo se me sale por los poros. — Tengo que pagar por los delitos de un hombre que ni siquiera conozco.
—Es tu padre y no hay mayor venganza que arrebatarle a su hermosa pequeña futura líder de los Luna llena.
Lo miro estupefacta. ¿Qué ha dicho qué? Yo ¿Líder?
—¿De qué carajos estás hablando ahora, Aron? —sonó algo brusco, pero realmente me había tomado por sorpresa.
—No puedo decir nada más. Ya conoces todo lo necesario para abrir bien los ojos, mantenerte atenta y para cuidar bien de tí misma. —Ahí estaba de nuevo con qué no puede contarme más.
—No hagas eso, —le ordenó, pero sonó más como una súplica. —Necesito saberlo todo.
Niega.
—Es todo por hoy. —Se levanta y coloca esa sonrisa tan estúpida que tanto odiaba en su cara. —Termina la cena; ya me está entrando hambre.
Estaba furiosa y confusa.
Más confusa que furiosa, así que decidí no hacer un drama de esto y guardar calma.
La paciencia hizo al rey.
Vuelvo a la cocina a terminar de preparar la cena. No quería cenar, había perdido el apetito. Lo único que me apetecía era dejar un nuevo cadáver.
No pensará que me detendré solo porque hay personas que quieren acabar conmigo. Quiero que sepan que no les tengo miedo y se los haré saber.
Al terminar la cena le indiqué a Aron para que bajara a comer. Me estuvo dando la charla y al final cenamos juntos.
"Debo estar bien alimentada y fuerte"
Mañana es sábado y comenzaremos a entrenar. Según él, necesito estar lista para cualquier situación.
No sé por qué presentía que me iba a estar dando el coñazo todo el día. Su plan número uno no era entrenarme, sino hacerme perder la paciencia y la poca paz que queda dentro de mí.
Dejé la cocina organizada y me dispuse a ir a mi habitación. Tenía planes para esta noche.
Me coloco unos jeans oscuros y un abrigo con capucha de color rojo. Ya debía comenzar a darle mérito a mi nombre de asesina.
Coloco los cuchillos en mi cuerpo en sus fundas correspondientes, uno en la espalda, otro en uno de los costados de mi cintura y una pequeña navaja en mi pierna derecha.
Coloco mis guantes. Y agarró mi mochila, guardando en ella una pequeña brocha. Se preguntarán para qué necesito una brocha. Digamos que es una herramienta misteriosa que nos servirá más tarde.
Salgo por la puerta trasera, evitando ser descubierta por el imbécil.
Las calles tan desoladas ya me dan náuseas. Necesitaba ver movimiento. Sería divertido ver a las personas caminar mientras miran hacia todos lados con miedo a que los puedan asesinar.
Recuerdo el nombre de mi próxima víctima y me dirijo a su hogar. Sí, seguía haciendo correctamente mis tareas. Tenía mucho tiempo libre.
Al llegar a la dirección veo las luces apagadas. Me acerco después de observar toda la cuadra; al parecer todos duermen. Me quitó uno de los ganchos de mi pelo y comenzó a abrir la cerradura.
Al sentir que el seguro de la puerta había sido sedido, la sensación de victoria se hacía presente y, luego, todo se desmoronó. La víctima no estaba en su casa. No estaba preparada para esto.
¿Dónde carajos estaba?
Sí, estaba furiosa. Odiaba que las cosas no salieran como esperaba.
Salgo del lugar y comienzo a caminar a pasos apresurados.
Hasta que una nueva víctima se cruzó en mi camino.
—¿Qué hace una jovencita solitaria a estás horas de la noche? —comenta un hombre mientras se acerca bruscamente a mí. El olor a alcohol se le sentía a distancia.
No respondo; solo espero calmada que venga hacia mí. Doy uno que otro vistazo a la calle y no había nadie más…
Perfecto.
—¿Tus papis saben que estás fuera de casa? —se tambalea. —Hay una asesina suelta —ríe a carcajadas.
—Si lo sé —mi voz tranquila hace que él se detenga. —Y la tienes justo al frente.
Saco el cuchillo que tenía al costado de mi cintura y avanzo hacia él de tal manera que no tiene escapatoria. Dejo que el cuchillo se haga paso entre su abdomen y al caer al suelo, dejando salir un profundo grito de dolor, repito nuevamente la puñalada, pero esta vez en su garganta; no quería que llamara la atención con sus quejidos.
Rápidamente comienza a desangrarse y para acelerar el procedimiento dejo una nueva estocada en su abdomen. Ya que lo que necesitaba de él era tinta roja.
Saco la brocha de la mochila y la mojo con su sangre. Quería dejarle un mensaje a la hermandad Sol Naciente. Comienzo a pintar en la pared un sol y una luna, para luego grabar una frase.
"No le temo a la muerte, soy la muerte".
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