11._ De mal en peor

No dejaba de pensar en lo que había sucedido la noche anterior. Arrebatarle la vida a ese hombre fue como revivir el asesinato de mi padre: me lo recordaba tanto. El verlo maltratando a su mujer me causó tanta repugnancia que no pude ver escogida una víctima mejor. 
 
Ahora estoy aquí, disfrutando de la compañía de mi hermano. Es domingo y le prometí venir a verlo. Lo extrañaba tanto: sus bromas y chillidos. Tenía ganas de poder llevarlo conmigo, pero las autoridades no lo permitían. Aunque pensándolo bien no estoy en mi mejor momento, necesito poder dominar mi mente para poder hacerme cargo de él. Necesito mejorar para poder cuidarlo como se debe. 
 
Salgo de mis pensamientos al ver las noticias en la televisión: ahí estaba la calle donde cometí el crimen. El charco de sangre y un cuerpo tapado con una gran lona negra. 
 
Una pizca de emoción se apoderó de mí. Me alegraba ver el panorama. 
 
Luego, el miedo a que pudiera ser descubierta encendió mis sentidos. 
 
"Lo haz hecho bien" 
 
Recuerdo las palabras de Aron y me tranquilizo: lo hice bien, todo estará bien. 
 
—Hermana ¿Te pasa algo? Alex agarra mi mano y llama mi atención. 
 
Supongo que mi cara en este momento daba mucho que pensar.
 
—No, cariño, estoy perfectamente. —sonrío. —¿Cuéntame cómo te va aquí con la tía? 
 
—Estoy bien —baja la mirada. —Pero te extraño. 
 
—Yo también te extraño mucho.—trago saliva. —Pronto te llevaré a vivir conmigo, esto solo será por un tiempo. 
 
—¿Pasas a recogerme para ir juntos al cole?—asiento. 
 
—Por supuesto y cuando salgamos iremos a por un helado. —Este sonríe y chilla de la emoción. 
 
—Yupiii. 
 
Miro mi teléfono, el cual acaba de sonar. Un mensaje de Aron. 
 
—La policía está en tu casa; deberías venir.
 
¿La policía?
 
Diablos, cómo han dado conmigo. 
 
El miedo recorría cada parte de mi cuerpo y en lo que menos pensaba era en ir hacia ellos. Debía huir. 
 
—No te alarmes, no tiene nada que ver con el asesinato. 
 
Volví a respirar. El alma me volvió al cuerpo. 
 
Lo hizo adrés, el muy imbécil. Sabía que me pondría de los nervios y aún así envío los mensajes por separado para acusar esta sensación en mí.
 
—Debo irme, peque —veo sus ojitos tristes. — Pero mañana nos vemos temprano para ir al cole, lo prometo. 
 
—Vale —dice para nada feliz. 
 
Le doy un beso y busco a mi tía quien estaba en su habitación para avisarle que ya me iba. Al menos me queda un familiar vivo. Suspiro al notar la fatalidad de eso: solo éramos nosotros tres. 
 
Salgo camino a mi casa apresurada. ¿Qué será lo que quiere la policía conmigo? 
 
Tardé menos de lo de costumbre al ir a pasos apresurados. Y al llegar veo la patrulla frente a la casa. 
 
—¿Helen Pitherson? —el oficial sale del auto al verme acercarme a la casa. 
 
—Sí. —Trato de hablar lo menos posible para no sonar nerviosa. 
 
—Estabamos esperándola para comunicarle que tiene que desalojar la casa —sus palabras hacen eco en mi mente. No entendía nada. 
 
—¿Perdona? No comprendo. 
 
—La casa aún no ha sido pagada del todo y al morir sus padres la propiedad pasa a ser del banco —dice el de traje. 
 
—¿Cuánto hay que pagar? Yo me encargo. — No podía perder también mi hogar; es cierto que viví muchos momentos malos por culpa de mi padre, pero era mi hogar, donde viví toda mi vida con mi madre, sus recuerdos. 
 
—Lo siento, señorita, al parecer sus padres hacían varios meses que no pagaban la hipoteca y al acumularse tantos pagos, luego ellos fallecieron. Se tomó la decisión de que la casa pase a ser del banco, como ya le había mencionado antes. 
 
—No pueden hacerme eso —les imploro. —No tengo a donde ir. —Una lágrima corre por mi mejilla. —Esto es lo único que me queda. 
 
—Lo sentimos mucho, señorita, —dice el oficial volviendo a su auto. —Tiene hasta mañana para desalojar la vivienda o tendremos que tomar represarias. 
 
No respondí. Estaba demasiado agotada mentalmente en este momento como para pensar en discutir. Pero algo tenía claro, ya tenía mi próxima víctima. 
 
Miro como la patrulla se aleja con los ojos hundidos. Luego la vista se me empaña por las lágrimas, a las cuales tengo que pasar mi mano por mi rostro para retirarlas.
 
—Estaré bien —niego. —Ven acá. —dice terminando de acercarse. 
 
Aron agarra mi cuerpo y lo pega a él. Hundo mi rostro en su pecho y dejo que las lágrimas corran. 
 
—Para ser una asesina eres muy llorona —dice en forma de broma. Sé que quiere que me sienta mejor. 
 
—Y tú, para ser un asesino, te preocupas bastante por mí. —digo sin medir lo impactante que eran esas palabras. 
 
El silencio reinó por un rato hasta que me separé de él. 
 
Terminé de limpiar mis lágrimas y miré detenidamente la casa frente a mí.
 
¿Qué iba hacer ahora? 
 
Las esperanzas de poder llevarme a mi hermano a vivir conmigo ahora disminuyeron; todo se está haciendo en picada. 
 
—Puedes venir a vivir conmigo. —Siento que siempre me está leyendo el pensamiento. 
 
—No podría yo…
 
—Recuerdas que tenemos un trato cierto —asiento. —Entonces no voy a aceptar un no por respuesta, te vienes a vivir conmigo y punto. 
 
—No sé por qué siempre te terminas saliendo con la tuya. —Le golpeó el hombro. 
 
—Eso dolió —menciona sarcásticamente a lo que le devuelvo el golpe mucho más fuerte. —Tal vez debería entrenarte un poco más sobre combate cuerpo a cuerpo, —comienza a hablar mientras avanzamos hacia el interior de la casa. —No creas que todos los asesinatos que harás van a ser por la espalda, ni siempre todo saldrá como esperas. Algunas veces las cosas se salen de control y tienes que estar preparada. 
 
—En serio —lo miro mal. — Acabo de perder a mi madre, la custodia de mi hermano, ahora mi casa y aún así vas a aprovechar este momento para darme clases. 
 
—Me cae mejor tu otra personalidad, la que asesina y le importa todo una mierda —a lo que le saco el dedo de enmedio y sonríe. 
—Siempre es un buen momento para aprender. —Levanta los hombros. —Pero tienes razón, deberías empezar a empacar o no terminarás en un mes. 
 
—Deberíamos, —niega.
 
—De eso nada, pequeña. —Se ríe. — Odio las mudanzas y salí de una hace poco. Así que si sabes contar, conmigo no cuentes. 
 
Se sienta en uno de los sofás y nos quedamos mirando desafiantes. 
 
—Pues si no vas a ayudar, lárgate. —le señaló la puerta. 
 
—Te espero en casa —comenta coqueto. —Te iré eligiendo habitación. 
 
No reclamé, si no, seguiríamos en una constante pelea y nunca se terminaría por ir. 
Miro a mi alrededor y el nudo en la garganta vuelve. 
 
Me ha caído todo de golpe; por suerte soy más fuerte de lo que parezco. 
 
Dejo de lado el dolor que tenía presente y comienzo a empacar todo. Tenía un largo trabajo por hacer. 

Mis amores, estamos de vuelta con un nuevo capítulo ❤️

¿Qué opinan de que nuestra pareja de asesinos se van a vivir juntos?

Déjenme muchos comentarios me alegran y motivan para seguir escribiendo. ✨

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