୨୧ 10

Jeongin aprovechó el tiempo para llamar al padre de Hyunjin, un grandioso joyero, para que lo ayudara con el brazalete de Christopher. Quería que fuera algo muy especial.

—Hola, señor Hwang—dijo en tono de broma.

—Jeongin, cachorro, te he dicho que no me llames así.

—Lo sé, papá Minhyun, pero me gusta molestarte con eso.

—Sí, lo haces siempre.

—Cómo sea, te llamo porque ocupo algo.

—Soy todo oídos.

—Bueno... Necesito un brazaletedecortejoporfavor.

—Muchacho, no tengo idea de que dijiste.

—Es que... ugh... necesito un brazalete de cortejo.

—¿Un brazalete de cortejo?

—Sí, quiero uno que sea realmente especial.

—¿Por fin estás con Christopher?

—Ayer me dio un broche de cortejo y me hizo un nido, por lo de mi omega.

—Estoy tan feliz por ti, lo mereces, cachorro.

—Gracias, papá Minhyun, la verdad aún no me lo creo.

—Espero que me cuentes todo, puedes venir mañana y vemos lo del brazalete.

—Entonces mañana iré temprano, además, debo contarle a Hyunjin también.

—Entonces aquí nos vemos.

Jeongin ya sabía cómo quería que fuera el brazalete, sabía que iba a salir muy caro, pero a su parecer, Christopher merecía eso y más. Estaba muy emocionado, quería ayudar a crearlo, quería darle algo que tuviera más que solo un significado, que su alfa lo viera y pensara en que él lo diseñó, que ayudó a crearlo.

Buscó en su armario y vio un traje negro que sólo había usado una vez, le quedaba muy bien y pensó que iba a hacer su broche resaltar, así que eligió ese sin dudarlo. Lo dejó en su cama y se dedicó a ponerse sus cremas por su cuerpo.

Se volvió a poner la ropa que tenía anteriormente y bajó a almorzar un poco antes de lavarse los dientes y cambiar su ropa por el traje. Se puso una camisa blanca, medias, su pantalón, los zapatos y por último su saco. Dejó que su cabello se viera un poco despeinado. Dejó su aroma sin ningún perfume y se puso un poco de brillo en los labios.

Estaba a punto de ponerse su broche cuando el timbre sonó, vio su celular y ya era hora de irse, así que agarró su billetera, el regalo, sus llaves, su celular y el broche antes de salir de su habitación y bajar a la sala. Iba en los últimos escalones intentando ponerse el broche, cuando resbaló y terminó con su cara frente a la de Christopher, que al verlo resbalar se movió rápidamente a atraparlo.

—Oops.

—Hola, bonito.

—Lo siento.

—¿Qué venías haciendo que resbalaste?

—Intentaba ponerme el broche, no veía las escaleras —sus mejillas tenían un bonito sonrojo.

—Déjame hacerlo a mí.

Christopher agarró el broche de sus manos y cuidadosamente lo puso en una solapa de su traje. Volvió a verlo fijamente y dejó un suave beso en su mejilla. Su omega ronroneó al ver a su alfa ser tan cuidadoso con él. El alfa infló su pecho orgulloso de él mismo, al sentir el aroma de felicidad que comenzó a soltar su omega con sus cuidadosos actos.

—¿Nos vamos?

—Sí, alfa, por favor.

Ambos salieron de la casa, se dirigieron al auto donde Christopher abrió la puerta al omega y después entró él. Su auto estaba inundado con el delicioso aroma de su omega, haciendo a su alfa sentirse feliz y tranquilo.

—Lo siento —el omega estaba muy sonrojado en su lugar.

—¿Qué sientes? —lo vio confundido antes de encender el auto.

—Llené tu auto con mi aroma, es que no puedo evitarlo, eres muy atento conmigo y amo que abras la puerta para mí. Haces sentir bien a mi omega, me haces sentir tan bien a mí, que no puedo solo reprimir el sentimiento.

—No debes disculparte, tu olor hace sentir bien a mi alfa y a mí me encanta. Además, me hace feliz saber que hago sentir bien a mi omega y ahora mi auto huele delicioso.

Christopher puso, respetuosamente, su mano libre sobre la rodilla del omega, que lo volvió a ver y puso su suave mano sobre la del alfa, quién volvió la mano y entrelazó sus dedos.

El viaje pasó en un silencio cómodo y en 35 minutos ya estaban frente a la puerta de la casa de los padres del alfa, tenían una de sus manos pegada a la del otro y Jeongin soltaba un ligero olor que denotaba nervios. Christopher lo volvió a ver y beso rápidamente su mejilla antes de que la puerta delante de ellos se abriera, mostrando a los padres de Christopher al otro lado.

—Jeongin, cariño, no pensé que vinieras con Christopher —habló la madre del alfa, feliz por verlos juntos.

—Bueno, no podía perderme su fiesta de aniversario. Por cierto, felicidades —les tendió la bolsa mediana donde venía su regalo—. Es algo pequeño, pero creo que ambos entenderán el significado.

—Cariño, pero déjalos entrar —habló Jack, haciendo a un lado a su esposa para que ambos muchachos entraran a la casa.

—Gracias, padre, ¿y Hannah?

—Aquí estoy. Hola, Innie.

—Hola, Hannah, el vestido te queda genial.

—Eres un encanto. Si fuera alfa, definitivamente intentaría cortejarte.

Las mejillas de Jeongin se colorearon de rojo y Christopher soltó un gruñido involuntario.

—Lo siento —dijo luego de aclarar su garganta—. ¿Podemos ir a la sala?

Todos se dirigieron a la sala, Christopher iba a hablar, pero Jeongin se le adelantó.

—Me gustaría que vieran mi regalo antes de que Christopher hable —Jeongin se sentía muy nervioso, pero intentaba disimularlo.

Jessica sacó de la bolsa, unas manos entrelazadas talladas en madera. Una mano era más grande que la otra, y ambas tenían anillos de boda. Siguió viendo detalladamente, notando que, efectivamente, eran su mano y la de su esposo. Aunque nada de eso le llamó la atención tanto como el grabado que tenía debajo de las manos: "Si hay amor, ¿qué tan importante puede ser lo demás?".

Volvió a ver hacia su hijo y el omega, notando por primera vez que estaban más cerca de lo normal, sus manos se seguían tocando, y además...

—¡Tienes un broche de cortejo, Christopher te está cotejando!

—Por fin te animaste, hermanito.

—Yo... bueno, el cortejo aún no es oficial, falta el brazalete, estoy trabajando en eso.

—Si quieres, puedo llevarte donde pedí yo el de Jack, es un buen lugar.

—No, uhm... gracias, pero ya sé dónde hacerlo y esas cosas, sí, gracias —Jeongin estaba muy rojo y nervioso.

—Felicidades a ambos, se ven bien juntos.

—Gracias, papá —Christopher se acercó un poco más a Jeongin y juntó sus manos, intentando transmitirle seguridad.

Jeongin vio sus manos juntas y volvió a ver a su alfa, dándole una pequeña sonrisa antes de dejar un corto beso en su mejilla y separarse.

—Son tan lindos, necesito una foto de este momento. Hannah, la cámara.

—En eso estoy.

Hannah se acercó a ellos y les tomó varias fotos, hasta que Jeongin se sintió el doble de avergonzado y se escondió en el pecho de su alfa con sus pequeñas manos agarrando el traje del alfa. La familia frente a ellos no evitó soltar un "aww", mientras el alfa sonreía enamorado y le daba pequeños besos al cabello del omega para relajarlo.

Todo en ellos se veía tan natural, parecía que llevaban años juntos, se veía como cada movimiento y mirada era captada y entendida por el otro, y se veían realmente bien juntos, daban ternura.

Pasaron el resto del tiempo hablando, hasta que comenzaron a llegar invitados y ambas parejas se separaron para saludarlos. Jeongin se sonrojada con cada halago que recibía y cada felicitación que les daban.

Hubo un punto en el que Jeongin se comenzó a sentir mareado entre tantas personas, así que ahora se encontraba con Christopher en la antigua habitación del alfa acostados en la cama viéndose fijamente. Christopher acariciaba la cintura de Jeongin, y el omega tenía su mano apoyada en el pecho del alfa, sintiendo los latidos de su corazón.

—Quiero besarte —el alfa rompió el silencio—. Sé que no hemos iniciado el cortejo oficialmente y no deberíamos besarnos, pero...

No pudo terminar su oración, Jeongin se había movido hasta poner sus labios juntos, iniciando un suave beso que hizo al lobo interior de ambos aullar. Se sentían en las nubes, completos, felices. Ambos se sentían amados, Christopher se sentía el rey del mundo, Jeongin se sentía como el ser viviente con más suerte que ha pisado el planeta Tierra.

Se separaron, y antes de que Christopher pudiera hablar, Jeongin volvió a besarlo. Sabían que esa sensación, lo que estaban sintiendo en ese momento, era algo que se les haría imposible olvidar. Nunca habían encontrado algo que los hiciera sentir tan bien, y no iban a volver a encontrar algo que los hiciera sentir igual, ambos tuvieron claro que la única manera de sentir eso, era uniendo sus labios, y en el fondo desearon nunca tener que separarse.

Jeongin fue el primero en separarse y hablar, no dejando al alfa ni abrir la boca.

—¿No les has dado su regalo a tus padres?

—No, lo olvidé en el auto cuando bajamos.

—Entonces deberíamos ir por el, de todas formas, ya me siento mejor.

—Sí, ya esto debe estar finalizando y un omega bonito no debe llegar muy tarde a casa.

—No me importa llegar tarde si tengo un alfa tan guapo para protegerme —lo miró de manera coqueta y le guiñó un ojo antes de levantarse de la cama.

—No me molesta tener que proteger a un omega tan coqueto —se levantó de la cama y se le acercó, mordiendo juguetón la barbilla del omega, antes de tomar su mano y salir de la habitación.

Se dirigieron al auto por el regalo, Jeongin llevando la bolsa y Christopher las dos cajas con el vino. El omega iba detrás del alfa, agarrando su saco, ya que no podía tomar su mano, el alfa nunca pensó ver algo tan dulce. Llegaron donde estaban los Bang mayores sentados, que fruncieron sus ceños al ver las cajas.

—Es su regalo —dejó cuidadosamente las cajas sobre la mesa frente a él.

—Esto también —Jeongin les extendió la bolsa de regalo.

Abrieron primero la bolsa, encontrando unas pequeñas pulseras de oro, que tenían una pequeña plaquita con un "30 años llenos de amor" y unas suaves pijamas de algodón y un par de batas de baño, que tenían sus nombres bordados.

—Me encanta, cariño.

—La verdad, Jeongin consiguió todo —dijo un poco avergonzado.

El alfa mayor abrió una de las cajas, sacando cuidadosamente una de las botellas que habían dentro. Leyó la descripción y no pudo evitar soltar una lágrima mientras se lo enseñaba a su esposa, que definitivamente soltó a llorar.

—¿Dónde conseguiste esto? Llevamos años buscándolo.

—De nuevo, Jeongin lo consiguió.

—Conozco a alguien, me ayudó a conseguirlo. Cuando quieran o necesiten más, solo avísenme y haré un pedido.

—Esto es increíble, muchas gracias a ambos, nunca voy a olvidar esto. Prometo pagar parte de su boda.

—Es un poco pronto para eso, pero gracias –dijo un muy sonrojado Jeongin, apretándose contra el costado de su alfa.

—Bueno, a mí me parece buena idea que nos casemos –Christopher quería molestar un poco al omega.

—¡Christopher! —Jeongin soltó una exclamación que sonó como un chillido, estaba más rojo que un tomate maduro, así que como venganza pellizcó al alfa.

Aunque, a decir verdad, cuando escuchó eso, su omega ronroneó feliz porque su alfa quería pasar toda su vida con él, tenía una sensación cálida en el pecho luego de eso.

—¡Auch! Eres un concho, omega.

—Pero si yo no hice nada –hizo un puchero y volvió a verlo con ojitos inocentes.

—Deja de inculpar a Jeongin por algo que no hizo, Christopher.

—Sí, mamá. Cómo sea, debemos irnos.

—Quédense un poco más.

—Lo siento, Jessica, pero mañana estaré ocupado desde temprano, así que debería ir a mi casa a dormir. Si le parece bien, puedo venir el otro fin de semana a visitarla.

—Me parece perfecto, cariño.

—¿Qué tienes que hacer mañana? —Christopher no aguantó sus ganas de preguntar.

—No te voy a decir aún, vamos, por favor.

Ambos se despidieron y se montaron al auto, yendo directo a la casa del omega. Al llegar, Christopher apagó el auto y volvió a ver a ese omega que lo traía loco.

—Quédate, por favor.

—¿Estás seguro? Mañana saldrás.

—Me voy como a las 10:30, ya estarás despierto. Por favor, alfa, quiero dormir contigo.

—No puedo decirte que no, vamos.

Ambos salieron del auto y caminaron hasta la puerta de la casa, al entrar y asegurarse de cerrar bien, Jeongin agarró su mano y comenzó a correr hacia la segunda planta, soltando pequeñas risitas, como un niño. Christopher se sintió feliz, quería esto el resto de su vida.

Llegaron a la habitación y Jeongin se dirigió a su armario a buscar algo de ropa para Christopher y una pijama para él mismo, cuando tuvo ambos, se volvió y le entregó a Christopher la ropa de él, haciendo que se dirigiera al baño para cambiarse. Antes de caminar hacia el baño, Christopher se acercó y quitó el broche del traje de Jeongin, haciendo que el más bajo sonriera y le diera un pico en los labios.

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