55°

Todo había acabado de forma trágica. Allí estaba Kagome siendo llevada por su hermano al hospital más cercano. Mientras Inuyasha se encargaba de Kagura y su medio hermano. 

Se acercó a Kagura quien sonreía como una loca y sin más lo hizo. Le dio una cachetada deteniendo sus risas.

—Hija de puta —dijo enojado —Haré que te pudras en la cárcel. No saldrás nunca.

—¡Me importa un carajo! ¡acabe con esa puta! ¡ahora no habrá nadie que se interponga entre nosotros!

—Estas loca, estás completamente loca.

—InuYasha, nosotros iremos al hospital. —dijo el padre de Kagome acompañado de sus amigos.

—Por favor, estaré allí en un momento. Si algo sucede... llamenme ¿si?

—De acuerdo —aceptó el padre dándose la vuelta.

Ethan fue arrestado aún sin saber cómo sentirse al respecto. ¿Podria confiar en su hermano? Tarde o temprano Inuyasha le demostraría si eran ciertas sus palabras o no.

—Me iré al hospital.

—Una vez la chica esté estable necesitados que testifique. Lo siento Inuyasha, tu hermano ira preso.

—Lo se, hablaré con el también una vez tenga tiempo. Gracias, Naraku tiene un padre fantástico.

—Oh vamos, vete de una vez.

—Si —corrió hasta su coche para ir a gran velocidad al hospital.

Cuando llegó vio su la cantidad de prensa que había allí buscando las primeras declaraciones. Maldijo por lo bajo no tener guardaespaldas.

Bajó del auto y toda la prensa corrió hasta él como si de un espectáculo se tratara. Fue acorralado por ellos sin mucha posibilidad de escapar. Preguntas y más preguntas que no quería contestar.

—¡InuYasha! —apareció Bankotsu con su pandilla empujando a la prensa y llegaste hasta el —ven —lo llevaron prácticamente escoltado hasta dentro del hospital.

—Gracias, ¿donde está Kagome?

—La están operando para removerle la bala.

—Quiero entrar

—No puedes, es imposible.

—Yo voy a entrar ahí —dijo seguro de sus palabras.

El médico escuchó a la enfermera y abrió sus ojos ante lo que ese chico pedía. Nada más fueron minutos cuando Inuyasha entró a la sala de operaciones y se colocó al lado de Kagome para tomar su mano.

—Vas a estar bien cariño —dijo con aquella molesta mascarilla cubriendo su boca y nariz.

La operación tomó su tiempo y luego de un rato la llevaron a un cuarto donde luego de varios sueros e inyecciones ella al fin podía descanse y comenzar a recuperarse de su herida.

—¿Por que lo hiciste Kagome? Esa bala tenía mi nombre... ahora... ahora tienes una cicatriz para siempre. ¿Que le vas a contestar a tu marido cuando te pregunte por ella? —dijo dulcemente mientras le movía un mechón de cabello. —Kagome... ¿me escuchas?

Todos los días hasta que ella despertara le haría esa pregunta. Algún día tendría su respuesta. En algún momento ella podría decirle que sí.

—¿Y esa cara? —pregunto Miroku sentándose al lado de Sango.

—Soy una idiota, ¿sabes? Mis sentimientos por Inuyasha me cegaron que no supe lo que hacia hasta hace unos días.

—¿Estas arrepentida?

—Si

—Cuando Kagome se despierte... vamos a disculparnos como es debido. Y regresemos a ser los que siempre fuimos. Cuidemos de ella y de Inuyasha.

—Si —sonrió y el hizo lo mismo.

Todos los días fue a verla. Y todos los días le hizo la misma pregunta sin recibir respuesta. Pronto pasaron dos semanas donde ella no abría los ojos y eso lo preocupaba. Sin embargo tenía fe en que ella abriría los ojos.

—Buenos días Kagome —dejó las rosas de siempre en el jarrón —¿eh? —noto las mejillas algo rojas y sintió su corazón latir con fuerza —sus mejillas... —se sentó a su lado y tomó su mano —Kagome... cariño... ¿me escuchas?

Esperó y esperó pero como era costumbre nada sucedió. Ella dormía plenamente y probablemente sus mejillas estaban rojas porque su cuerpo comenzaba a recuperarse y a tomar fuerza.

—Solo espero que despiertes pronto. Hay muchas cosas que hablar y muchas disculpas por escuchar de todos.

Bankotsu entró a la habitación para ver a su hermana como todos los días. Inuyasha decidió dejarlos solos como siempre y Ban se sentó a su lado.

—Kagome, ya es hora de volver. Es hora de que abras tus ojitos y veas a tu alrededor... todo por lo que has sufrido a comenzado a componerse. Tal vez cuando abras los ojos... encuentres lo que tanto has anhelado. Ya es hora de que le digas a Inuyasha que lo amas.

Sabía que ella lo escuchaba, estaba seguro. Y su hermana abriría sus hermosos ojos color chocolate de nuevo. Para verlo a él, a Inuyasha a su lado.

A Inuyasha le tocó correr con todo lo de la graduación y el consejo. Todo era tan calmado, se sentía una paz increíble. Parecía algo sacado de un libro de cuentos.

—Inuyasha —observó a un grupo venir a el —toma —le entregaron un sobre —es para Kagome-chan... son cartas de todos pidiéndole disculpas.

—¿Eh? Kagome... ¿chan? —dijo cuestionado el hecho de que la habían llamado así.

—Si —miro al suelo —fuimos injustos con ella. La tratamos mal y... nosotros también queríamos pedirte otra cosa. ¡Por favor!

Movió su cabeza en dirección a su hombro derecho confundido pero dispuesto a escuchar.

«Kagome, ¿me escuchas?»

«Es momento de volver Kagome»

«Despierta... y dale una oportunidad»

«Kagome... »

«¿ME ESCUCHAS?»

Lo escuchaba, fuerte y claro pero tenía miedo. Temía regresar y ver que todo seguía igual. No quería ver a Inuyasha sufrir más por su culpa.

Pero...

Abrió sus ojos lentamente viendo los ojos azules de su hermano. Bankotsu no pudo evitar sentir como algunas lágrimas corrían por su moreno rostro y ella hizo lo mismo.

—¡Kagome! —la abrazó con suavidad por el cuello y ella hizo lo mismo.

—Ban...

—Al fin despertaste. Has regresado con nosotros. No tienes idea de cuanto tiempo hemos esperado. —removió sus pequeñas lágrimas.

—¿Cuanto tiempo a pasado?

—¡Un mes! Tonta Kagome ¿cuanto más pensabas hacernos esperar?

—Lo siento, un mes —pensó algo sorprendida —han de pasar muchas cosas.

—Si, ¡ah! Hay gente esperando a que despertaras.

—¿Eh? —su hermano de levanto —espera Ban... —vio a su hermano gritar desde la puerta como si aquello fuese su casa.

Aunque luego de un mes, más que su casa se habían mudado a vivir en el hospital. Vió entrar a su familia primero para luego ver a la de Inuyasha y pronto a todos los demás. Sango, el grupo de los cinco, Hojo, Kikyo, Evangeline y los del consejo.

—Ustedes...

Bankotsu salió de la habitación para minutos luego entrar de nuevo.

—Tenemos muchas que hablar contigo. Pero esperaremos a que salgas de aquí. —le dijo Miroku.

Si, las cosas habían cambiado. No sentía tensión en el aire, más bien... todo era... dulce.

Satoshi se acercó a su hija para depositarle un beso en su frente. Al fin su pequeña estaba con el. Y prometió cuidarla, aunque ahora con Bankotsu y su pandilla he Inuyasha estaba más que protegida, esa protección de un padre era diferente a todas ella.

—Mi niña —le acarició el rostro —no sabes lo mucho que suplique a Dios para que abrieras tus ojitos. Toma —le entregó un sobre —es de tu madre. Ha enviado muchas cartas a casa desde que se enteró de lo que te sucedió. Es tu decisión leerla o no.

Tomó el sobre en sus manos pensando en si leerla o no. Ya tomaría la decisión luego.

—Eva... me alegra que estés bien —sonrió mirando a la chica.

—Si, me alegra verte a ti también bien. —agarró con más fuerza el brazo de Naraku —Ah, ¿crees que hacemos buena pareja? —le guiño un ojo.

—Ustedes dos...

—¡Kya! (*>∇<)ノ—se sonrojo haciendo que Naraku también se sonrojara.

—Están todos aquí —susurro mirando desde su padre hasta la última persona en la habitación.

—¿De verdad crees que estamos todos aquí? —le preguntó su hermano mayor —¿no crees que hace falta una pieza del rompecabezas?

—No... —negó con su cabeza sonriendo —no están todos —dijo queriendo verlo —falta él...

—¿Quieres verlo?

¿Sería correcto ser un poco egoísta? Allí estaban los que alguna vez por defenderlo a el hicieron horrores. Ahora ellos parecían tan tranquilos, tan alegres con ella.

—Si... si quiero... —habló bajito y avergonzada.

Bankotsu salió del cuarto dejando a Kagome con todos los demás.

Corría directamente al hospital con las flores que le traía siempre cuando vio a Bankotsu esperarlo.

—¡¿Le pasó algo?! —decía con poco aire —¡dime!

—Nada malo hombre, por el contrario. Kagome despertó y quiere verte.

No supo si había sido el o que verdaderamente el mundo se había detenido por segundos. Ella había despertado, había regresado.

—¿De verdad?

—¿Crees que te mentiría con algo así? Anda entra al cuarto, te estaremos esperando —le dio una palmadita en la espalda y regreso al cuarto.

Estaba nervioso y su corazón latía con muchísima fuerza y velocidad. Su felicidad era una obvia, estaba muriendo por verla pero...

—Kagome —susurró frente a la puerta sin saber que hacer —quiero verte —dijo y Kagome miro hacia la puerta.

Era él, estaba allí.

La puerta se abrió y el la observó con ese infinito amor que sentía por ella. Ella también lo observó de la misma manera mientras las lágrimas se acumulaban ens su ojos y una sonrisa aparecía en sus labios.

—Bienvenida de nuevo... Kagome —sonrió.

La historia esta llegando a su recta final y ya estoy pensando que haré luego de que la termine. Sin duda amo esta historia y todos los comentarios son valiosos para mi.

Gracias por continuar leyendo la historia y por apoyarla como lo hacen. De verdad lo amo ❤

Los estare leyendo ❤📖

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