11°

Se lo había dicho de forma clara. Tanto que se sorprendía que hubieran salido así como nada.


-¿Eh? ¿que crees que soy? ¿Un juguete o que?

La aparto para cruzarse de brazos.

-¿Como? ¿de que hablas?

-Eres lenta presidenta. ¿Porque crees que me fijé en ti primeramente? Por que habías sido la única mujer que me había rechazado. Ya conseguí lo que quería que era que te me confesaras.

-Así que eso era -se cruzó de brazos -sin embargo estuviste detrás de mi día y noche ¿no?

-Todo era por la causa. Además me rechasaste muchas veces.

-Pero ahora estoy aquí -lo miro fijamente -por que siento algo por ti.

-Lo lamento presidenta. Pero yo no quiero nada contigo. Incluso si me ruegas... no seremos nada.

-De acuerdo, pero recuerda InuYasha todas las veces que me acosaste te las devolveré. Voy a enloquecerte al punto que no serás capaz de estar con otra mujer que no sea yo.

-Tendré en cuenta tus palabras presidenta. Ah, gracias por el chocolate -salió de allí para cerrar la puerta y dejar caer su cabeza en ella.

Sus mejillas estaban calientes y su corazón latía con fuerza.

-Ya se que dije que la olvidaría... pero... que se me declaré así... me pone nervioso.

Kagome sintió ganas de parar todo y de tirarlo todo.

-¡Mierda! ¡me lo a hecho! Ese imbécil, ¡ah! pero esto no va quedarse así. Voy a domar a ese perro de una vez.

Se escuchó como una niña pequeña peleando por su juguete. Ella tenían una misión y era el poner a los cinco de su lado.

InuYasha llegó al pasillo donde vio a Kikyo sonreírle con dulzura y supo que no quería destruirla. No quería hacerla llorar o sufrir.

-¿Y esos chocolates?

-Me los ha dado una fan -dijo mientras comía uno. -tranquila, no tienes que preocuparte.

-¿Seguro?

-Claro, oye ¿has visto a Sango?

-Si hace un rato.

-Ayer mientras iba para mi casa un hombre la estaba siguiendo y me preocupe que le pasará algo así que la lleva a su casa.

-¿De verdad? Ella no debería irse a casa sola.

-No, podemos irnos los tres. Su casa queda cerca de la tuya.

-Me parece bien. ¿Quieres que se lo comente yo?

-Por favor, bueno -le besó la frente -tengo clase ahora. Nos vemos luego.

-Bien, ¡no olvides tu almuerzo!

-¡No!

InuYasha agarró su mochila y camino hacia la cancha saludando a sus amigos para dirigirse al baño y cambiarse de ropa.

Se colocó su uniforme salió para comenzar con lo de siempre.

-Chicos hoy tendremos a otro grupo usando la cancha. Sob las chicas del equipo de volleyball. Van a estar jugando aquí así que quiero que las respeten ¿de acuerdo? -dijo el maestro.

Las chicas comenzaron a entrar con su uniforme el cual dejaba demasiado a la imaginación de los chicos.

-¿Que demonios hace ella aquí? -vio a la presidenta mostrar sus largas piernas con aquel diminuto short negro.

No pudo evitar la mirarla por completo. Sus ojos se iban directamente a ella.

-¡Atentos acá! -exclamó el maestro llamado la atención de los muchachos.

Kagome miro a InuYasha y le sonrió con coquetería para luego darse la vuelta y sujetar su cabello.

No pudo concentrarse en nada más. Ella estaba en esa posición tan jodidamente sexual.

-Joder -intentó prestar atención al maestro.

Este les ordenó a jugar baloncesto y a practicar sus tiros. InuYasha se ofreció de primero para perderse de vista.

-Piensa en Kikyo, piensa en Kikyo -se dijo y agarró el balón.

«No se si estoy haciendo esto bien. Ni siquiera se como ser sensual.»

Pensó mientras miraba como la pelota iba de un lado a otro. Necesitaba poner a InuYasha de su lado ya.

La clase paso bastante difícil para ambos hasta que InuYasha se fue al baño para ducharse. Tenía que enfriarse como fuese.

-Lo hizo para molestarme.

El agua caía por su flequillo y pronto sus mejillas se calentaron.

-He estado con muchas chicas... pero ninguna... ninguna me hace sentirme tan nervioso... es un fastidio sentirse así...

Lo era. Era malo sentirse de esa forma ante una mujer que no era ni una cuarta parte de lo que era Kikyo. Una mujer que lo hacía dudar sobre como sentirse.

Escuchó algunos ruidos pero no le importó. Debía ser alguno de sus compañeros.

Caminó y se quitó los zapatos. Tragó grueso y terminó de quitarse la ropa. Lo que haría sería algo vergonzoso. Pero tenía que intentarlo.

-Miroku ¿eres tú? -preguntó pero nadie le respondió.

Abrió la puerta de la ducha y entró en ella. Por primera vez vió a un hombre desnudo y era algo "traumático".

InuYasha sacó el jabón de su rostro y abrió los ojos.

-¡¿Que denonios haces tú aquí?!

Estaba desnuda ¡completamente desnuda frente a el! Su mente le marcó la palabra peligro en todo el sentido. Era peligroso.

-¿Por que te pones nervioso? ¿no has estado con muchas chicas antes?

-Joder pero esto es demasiado.

-¿Tu crees? -estaba demasiado.

Un poco más y podría sentir los pechos de ella contra su pecho.

-Alejate de una puta vez.

-Uh estas siendo agresivo. Me gusta.

-¿Que es lo que quieres? ¿Porqué me haces esto?

-Por que tu empezaste. Me acosaste en el baño, me seguías a todas partes. ¿Ahora te pones en plan tímido?

-¿Quieres sexo? ¿es eso?

-Te quiero a ti -le pasó los brazos por el cuello sintiendo los pechos de ella.

Si decía que no le gustaba mentía. El calor de su cuerpo estaba acabadolo. El estaba llegando al límite.

Ella estaba allí toda mojada y desnuda. Sus labios rosados y que se le antojaba besarla hasta herirlos.

«Es preciosa... realmente es mucho más hermosa que Kikyo»

Se sonrojo y sin más la agarró de la cintura para contemplarla. Kagome se sorprendió y se sintió algo nerviosa.

-Realmente eres hermosa... y lo más que deseo en el mundo es que seas mía... pero tengo a Kikyo... y si tú quieres estar conmigo... yo tendría que dejar a Kikyo.

-¿Y eso te duele?

-Si

-¿No quieres nada conmigo?

-No se trata de eso. Tu me rechasaste durante meses. Es injusto que ahora yo te guste y acepte estar contigo tan fácil.

-Olvidemos eso. Yo... no sabía que iba a sentir esto por ti tan fuerte. Estas ganas de querer estar contigo. Mira hasta donde he llegado... estoy aquí desnuda frente tuyo... buscando que me des una oportunidad. ¿Crees que hubiera hecho esto en el pasado?

Tenía que utilizar todas sus cartas. Alguna cosa tenía que funcionar.

Su cuerpo iba a reaccionar de cualquier roce. Quería calmarse pero minetras más lo pensaba, más eran los nervios.

-Ahora puedes tenerme Inuyasha... ahora puedo ser solo tuya...

Kikyo guardó sus cosas y volvió a mirar su teléfono sin haber tenido respuesta de Inuyasha.

-Ya debió haber terminado...

Miroku entro al salón mirando a Kikyo y sonrió. Ella siempre llevaba esa cara de preocupación.

-Hola -saludo -¿que tienes?

-¿Has visto a Inuyasha?

-La última vez estaba en la ducha. ¿No a salido?

-No, le envió mensajes pero no me contesta...

-Ven -la ayudó a recoger sus cosas -vamos a buscarlo juntos. -La verdad es que Miroku detestaba esa cara.

-¿No vas a decirme nada?

-Joder me lo pones difícil.

-Entonces -se apartó de el -tu te lo pierdes.

La agarró del brazo y sin más la beso. Se olvido de todo. De Kikyo, de su rechazo, olvido todo.

La agarró del cabello con fuerza mientras la acorralaba contra la pared. Ella se aferró a los brazos de este dándose cuenta de que el seducirlo era peligroso.

No fue dulce. Fue salvaje. Estaba haciendo sus labios suyos. Sus manos la acariciaron haciéndola sonrojarse.

-Inuyasha ¿estas bien? Cariño, soy yo... Kikyo... Voy a entrar.

Ninguno escuchó nada y pronto Kikyo abrió la puerta del baño para encontrarse con la puerta de la ducha.

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