Capítulo 6: Orfanato

Sai 

Acabé hoy mi turno a las cuatro de la mañana pero no podía dormirme. De Gray aún no sabía nada, seguramente estaría acabando con algún cliente y es que el director tenía demasiado aprecio a Gray, supongo que era porque los clientes le pedían más a él, no sabía el motivo pero siempre acababa demasiado tarde, demasiado herido, demasiado lastimado.

Giré en la cama viendo el resto de camas del resto de compañeros, todos dormían ya, los únicos que faltaban, eran Jellal y Gray. Cerré los ojos y traté de dormir, no podía, estaba preocupado por ellos. Miré de nuevo hacia las camas y pensé en las historias que aquí dentro de oían, cada niño tenía su propia historia, yo no tenía ninguna, simplemente fui abandonado. Nunca conocí a mis padres, me crié en este orfanato y me obligaron a "hacer estos trabajos" desde que era un niño, casi como a Gray, porque él vino aquí demasiado joven también, apenas era un niño y lloraba porque había perdido a su hermano, porque habían muerto sus padres. Gray fue mi primer amigo y venía acompañado de Naruto, ese chico rubio de ojos azules tan guapo.

Este orfanato era lo peor que nos podía haber pasado a todos, no había niño que viviese aquí que no quisiera salir corriendo, que no quisiera llegar a los dieciocho años y marcharse. Todos lo deseábamos. Me volví a girar hacia el otro lado y volví a intentar dormirme... nada... sólo me venían los recuerdos de mi primera vez cuando el director me metió en aquella habitación con un hombre que me doblaba la edad.

Yo apenas era un niño cuando me obligaron a mantener sexo con aquella gente, ni siquiera sabía lo que era el sexo, ni lo que era una mamada, yo no sabía nada de la vida pero lo aprendí rápido, aquella noche supe... que era el fin de mi inocencia. Quizá era ese recuerdo el que me permitía seguir haciendo lo que hacía por Gaara, seguir protegiéndole, hacer yo su turno para evitar que a él le robasen también su pureza e inocencia innata, ya bastante había pasado ese chico con el trauma del asesinato de sus padres y la desaparición de su hermana como para tener que vivir este infierno. Me acurruqué como pude en la cama y miré hacia la puerta esperando a que Gray y Jellal entrasen y es que ellos eran mis únicos amigos aquí dentro, eran mi apoyo como nosotros éramos el apoyo de Naruto y Gaara, porque no había nadie más para ayudarnos, estábamos solos.

Recordar todo lo que pasó... siempre era doloroso, pero la noche traía una y otra vez esos recuerdos a mi cabeza.

Flashback

Tenía apenas ocho años cuando el director vino a buscarme aquella noche tormentosa. Yo siempre había tenido mucho miedo de las tormentas, odiaba los rayos, tenía pánico al ruido que hacían, a la luz que se reflejaba entre los cristales. No soportaba las tormentas, ni más ni menos.

Todo el mundo dormía, pero yo no podía, no con el diluvio que estaba cayendo fuera. Me sorprendió cuando la puerta se abrió dejando entrar al director y acercándose hasta mi cama, me pidió que le acompañase y lo hice... ¿Qué podía hacer? Yo sólo era un chiquillo de ocho años que no entendía nada, ni siquiera tenía padres, para mí el orfanato era todo mi mundo y creí que aquí nos cuidarían, no pude imaginarme cuán equivocado estaba con esa conclusión.

Le acompañé por el pasillo hasta la gran puerta que siempre estaba cerrada. Todos los niños teníamos mucha curiosidad sobre lo que había al otro lado de esa gran puerta... pero cuando lo descubrí aquella noche, quise que esa puerta jamás se hubiera abierto. Tras esa puerta, había un largo y estrecho pasillo lleno de puertas y caminé tras el director del orfanato hasta una de las puertas del fondo. Abrió la puerta y me empujó dentro diciéndome con una sonrisa macabra en su rostro que me comportase.

La puerta se cerró tras de mí y me quedé absorto mirando la habitación, allí frente a mí había un hombre de bastante más edad que yo pero tampoco era muy mayor... tendría entre unos veinte o treinta años, no podía tener más de eso. Yo me había quedado helado en la puerta ¿Qué tenía que hacer aquí? ¿Por qué tenía que comportarme? El hombre sonrió y se acercó hacia mí mientras yo le miraba con duda.

- Por fin – dijo – ya tardaban mucho en traer lo que había pedido – comentó sonriendo y me dio una vuelta mirándome fijamente e inspeccionándome – no está nada mal. Quítate la camiseta chico – ordenó.

Yo no lo hice, tenía miedo y estaba asustado pero el hombre con muy poca paciencia me quitó la camiseta a la fuerza mientras yo trataba de resistirme y me volvió a mirar con esos ojos que no me gustaban... casi me trataba como si fuera simplemente una mercancía que acababa de comprar y empecé a pensar, que quizá era simplemente eso. Se creía con derecho a disponer de mí y yo quería irme. Caminé hacia la puerta y moví el pomo descubriendo que estaba cerrado y empujé con fuerza golpeando la puerta con el puño para que me abrieran, quería irme, pero aquel hombre me agarró de la cintura y metió su mano bajo mi pantalón del pijama tocando mi miembro y lloré, no pude evitarlo, sólo pude llorar mientras gritaba que me abrieran la puerta.

- Grita cuánto quieras chico – me dijo lamiendo mi cuello – eso me excita más, grita para mí.

Sentía una gran impotencia y no sabía por qué me estaban haciendo esto, yo no quería estar aquí, sólo quería que abrieran la puerta y me dejasen volver a mi habitación, pero aunque sabía que Iván, el director estaba tras la puerta, pasaba de mis gritos, de mis lloros y de mis súplicas. Mientras yo lloraba y gritaba tratando de que me dejasen irme, aquel hombre disfrutaba tocando mi cuerpo y diciéndome cosas obscenas, la mitad de ellas me daban vergüenza la otra mitad repulsión.

Su mano cogió mi pantalón bajándolo o al menos... intentándolo porque yo lo sostenía con fuerza, no quería que lo bajase, no quería que me lo quitase, pero me dio un mordisco en el cuello y acabé soltando la mano por el dolor. Supliqué a aquel hombre que parase, pero no lo hizo, me tiró al suelo tocando mi trasero y apretándolo con fuerza entre sus manos mientras hacía ruidos de que le gustaba lo que veía.

Me dio la vuelta mirando mi pequeño miembro y bajó su cabeza hasta él metiéndoselo en la boca. Me sonrojé al momento y coloqué mis manos en su cabeza empujándolo y tratando de alejarle, pero él cogió mis muñecas con tan solo una mano suya y me inmovilizó mientras seguía lamiendo a su antojo. Grité ante la impotencia, pero sabía que nadie vendría.

Grité aún más cuando sentí uno de sus dedos deslizándose por mi entrada y no quería pensar en esto... pero empecé a temerme lo peor, no quería esto pero a ese hombre le daba igual, metió un dedo en mí y no le importó mi dolor. Notaba su dedos deslizarse de dentro hacia fuera, sentía como se llevaba el dedo a la boca diciéndome lo delicioso que estaba y lo bien que nos lo íbamos a pasar, pero mentía, él se lo pasaría bien porque yo sólo quería marcharme. ¿Cómo había podido acabar en esta situación? Entró en mi sin apenas cuidado y se movió como quiso haciéndome daño, creo que estaba sangrando un poco pero daba igual, por mucho que llorase, por mucho que pidiese que parase, por mucho que tratase de alejarle de mí, él seguía moviéndose en mi interior gimiendo mientras se hundía en mí disfrutando de mi cuerpo.

- Me encanta tu culo – me dijo en tono morboso – creo que tú y yo repetiremos esto más veces ¿Qué te parece? – preguntaba.

- Déj... déjeme – susurraba ya apenas sin voz centrado en mi dolor.

- Claro que lo dejo... ya casi estoy – dijo con la voz entrecortada gimiendo como un loco y aumentando aún más su velocidad – vas a ser mío chico.

Yo no entendía nada de lo que me estaba diciendo, sólo era un crío y cuando sentí algo cálido invadirme, no podía hacerme una idea de lo que estaba pasando. El hombre salió de mí dándome un lametón en la mejilla y llevándose una de mis lágrimas. Mientras él se vestía, yo me quedé allí tratando de incorporarme para ver como un líquido blanco salía de mi entrada mezclado con el rojo de la sangre y lo toqué entre mis dedos... no sabía lo que era esto y el hombre divertido por mi expresión de miedo se acercó a mí.

- Tu primera vez ha sido mía – me dijo sonriendo – ha merecido la pena todo lo que he pagado por ser el primero y mírate bien... ese líquido blanco saliendo de ti es la prueba de que has sido completamente mío chico. Ha sido un auténtico placer, otro día vendré y jugaremos más rato – dijo sonriendo y marchándose.

El director entró en aquel momento cogiéndome del brazo con fuerza para obligarme a levantarme y me metió en el cuarto de baño encendiendo el agua fría, ni siquiera me dejó el agua caliente y grité tratando de salir de debajo del chorro, pero Iván volvió a empujarme hacia el agua.

- Lávate bien – me dijo – luego podrás volver a la cama.

Me lavé frente a él con el agua fría mientras me miraba y pasaba su lengua por sus labios disfrutando de cómo me tocaba para poder asearme ese asqueroso líquido. La sangre empezó a desaparecer pero no podía decir lo mismo del dolor, me costaba moverme y es que creo que ese hombre me había destrozado, ahora sentía que se había llevado algo importante de mí. Cuando salí de la ducha temblando del frío, me sequé y me obligó el director a ponerme de nuevo el pijama para ir hacia el cuarto de nuevo.

Al pasar por el pasillo, un hombre abrió una de las puertas y yo me asusté de que quisieran meterme en otra habitación, pero no... no era a mí, miré dentro para ver a Gray encima de una mesa con dos hombres, uno lo penetraba por detrás mientras el otro mantenía su cabeza sujeta y le obligaba a chupársela. Le veía llorar... me quedé con aquella lágrima que resbalaba por su mejilla aunque tenía los ojos cerrados. No vi mucho más, la puerta se cerró y a mí me devolvieron a mi cuarto.

Me metí en la cama y no pude dormir, lloré en silencio, me sentí sucio y asqueado, me sentí ultrajado y sabía que lo que esta noche había perdido jamás lo recuperaría, ahora viviría con miedo de que volvieran a sacarme por la noche para esos trabajos, mi vida había cambiado y cuando vi entrar a Gray hacia su cama, me levanté para ir con él a su cama y abrazarle. Se echó a llorar en cuanto sintió mis brazos y se acurrucó. Yo no pude evitar llorar también y entendió lo que me había pasado, lo supe cuando se giró hacia mí y me abrazó con fuerza tratando de consolarme.

- ¿Cuánto tiempo llevan haciendo esto contigo? – le pregunté en voz baja llorando.

- Mucho tiempo – me dijo besando mi frente – un hombre pagó mucho dinero por mi primera vez – me explicó – eso fue hace ya casi un año, se llamaba Kabuto. Muchas veces aún viene por aquí y pide que sea yo quien le atienda. Iván nunca se niega y... bueno ya sabes lo que ocurre – me dijo sin apenas voz y es que sentía que él también tenía miedo.

- Tengo miedo.

- Lo siento Sai, lo siento de verdad, no quería que tú pasaras por lo mismo.

- ¿Qué es ese líquido blanco? – pregunté y él se sorprendió.

- Dios mío – me dijo preocupado – ¿Se han corrido dentro de ti? – preguntó - ¿Te han dado algo después?

- No – le dije - ¿Te lo dan a ti?

- Sí, me dan siempre una pastilla, me obligan a tomármela, se quedan mirando hasta que se aseguran de que la tome.

- ¿Qué es esa pastilla? – pregunté.

- No lo sé – me dijo pero claro... ¿Qué íbamos a saber nosotros? sólo éramos unos niños.

Fin Flashback

Ahora tenía los diecisiete años y sabiendo lo que sabía de este lugar... no iba a dejar que a Gaara le hicieran lo mismo que nos hicieron a Jellal, a Gray o a mí, nosotros ya no teníamos salvación posible, pero Gaara y Naruto sí la tenían. Gray entró por la puerta en aquel momento tambaleándose y llegó a duras penas a la cama tratando de callar sus muecas de dolor. Se tumbó y yo no quise preguntar... sabía lo que había ocurrido, Iván metía demasiados clientes en la lista de Gray, muchos le pedían a él expresamente y no sé cuánto más aguantaría ese chico, había empezado demasiado joven con esta mala vida, su cuerpo no aguantaría, todos aquí lo sabíamos excepto Naruto... Gray nos hizo jurar que no le contaríamos nada al rubio, no quería preocuparle.

Aún recordaba lo de aquella pastilla que Gray una vez me contó que le obligaban a tomarse y todo porque lo investigué, supongo que de niños no nos preguntábamos estas dudas, pero ahora de mayor todo tenía sentido, se la daban porque Gray era diferente a nosotros, Gray era doncel, dijeron que podía quedarse embarazado, supongo que por eso ni a mí ni a Jellal nos la daban, nosotros no podíamos quedarnos, pero a él le obligaban a tomarse la píldora para evitar embarazos no deseados.

Gaara se apresuró a venir a mi cama en aquel momento y se abrazó a mí. Sé que él sabía todo lo que ocurría, aunque no hablase, por dentro lo pasaba mal por nosotros, sabía que cada vez que se nos llevaban era para obligarnos a prostituirnos y se abrazó a mí tratando de darme ánimos, tratando de apoyarme. Me sentía a gusto con Gaara, sentía que él me entendía y que siempre estaba aquí tratando de apoyarnos, tratando de suavizar mi situación. Amaba a este chico pero sinceramente... aquí no podíamos pensar en el amor, ni siquiera Gray que tanto amaba a Jellal había sido capaz de tener sexo con él. No le culpaba... yo tampoco podía pensar en sexo en este lugar y Gray tenía pánico a las relaciones sexuales, las veía como lo peor que podía pasar en la vida, Jellal le entendía a la perfección ¿Pero quien no le entendería con lo que vivía? Estaba harto y cansado del sexo, todas las noches le obligaban a acostarse con tantos clientes que ya no podía ni quería más sexo con nadie el resto del día. Yo no quería que Gaara viera el sexo como algo malo y me imaginaba... que por ese mismo motivo Gray ocultaba todo esto a Naruto, quería que tuviera la mejor vida posible y no tuviera miedo a nada... que no le tuviera miedo al sexo así como Gray sí se lo tenía. Al final... me dormí con Gaara en mi cama abrazándome y esas noches lo agradecía, porque aún podía ver en sus ojos la inocencia, podía sentir la calidez de sus abrazos y en esos momentos... me daba cuenta de que amaba a Gaara, pero no me atrevía a decírselo, ya había sufrido demasiado ese chico, yo no sé si podía darle lo que él necesitaba, a mí ya me habían hundido la vida.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top