Capítulo 57: Noticias

Fugaku Uchiha 

Entendía la posición de Naruto de no contar lo que le estaba ocurriendo, de no decir lo de su embarazo pero... en parte yo quería contarlo, era mi nieto y creo que mi hijo tenía que saberlo pero también quería respetar la decisión de Naruto, él intentaba ayudarme y eso se lo agradecía, aunque seguía pensando que era yo quien debía protegerles a ellos. Yo era el adulto, el mayor, eran mi responsabilidad pero a veces, eran ellos quienes se preocupaban por mí.

La campaña iba bien, tenía muchas esperanzas en que la gente me votaría, en que podía ganar estas elecciones pero no quería hacerlo a costa de mi familia, por eso mi lema siempre había dado tanta importancia a la familia. Descubrir que Sasuke tenía un hermano mellizo había tocado una fibra sensible en mí y es que yo había adoptado a Sasuke junto a mi mujer, me sentía un poco culpable de no haberme dado cuenta de que tenía un hermano, no investigué. Creí en las palabras de aquellos hombres, en los directores del establecimiento, pensaba que ellos querrían sacar a los niños de esa mala vida y darles una buena familia, pero me equivoqué y lo sabía ahora.

Había rescatado a Sasuke pero... tantos niños se habían quedado allí esclavizados, pude haberles ayudado pero no me di cuenta de lo que ocurría en el orfanato y cuando Sasuke vino a vivir a casa, ya no investigué, tenía a mi hijo, éramos una familia y nos centramos en darle atención, cariño y una familia, ya no volví a mirar hacia el orfanato. Eso aún conseguía hacerme sentir culpable.

Estos días no me quedaba a desayunar con la familia por una sencilla razón, no me apetecía ver a Sasuke sabiendo lo que le estaba ocultando, cargaba con un gran secreto a mi espalda, un secreto que casi prefería no tener que llevar pero sabía que Naruto estaría peor que yo, él se moriría de ganas de decírselo a Sasuke, estaría aterrado con todo esto pero ahí estaba, aguantando como podía sin decirlo para no fastidiarme las elecciones. Menos mal que ya estaba a punto de finalizar mi gran campaña.

Miré el reloj. Eran las seis de la tarde y lo único que tenía que hacer ahora mismo era estar aquí tranquilo en el sofá abrazando a mi esposa. Ella leía un libro mientras yo miraba la televisión en voz baja para no molestarla. Sonreí al verla descansar sobre mi pecho sin apartar la mirada del libro. Desde que le habían dicho hace años que no podía tener más hijos, nuestra vida había cambiado. Mi mujer se hundió al enterarse de la noticia, era algo comprensible, toda mujer deseaba en algún momento de su vida poder tener la posibilidad de traer una nueva vida al mundo, pero ella no podría darme a ningún otro hijo, tan sólo Itachi sería nuestro hijo biológico, al menos había conseguido tener a uno, pese a ello, sentía la tristeza de Mikoto.

- ¿Qué lees cielo? – le pregunté.

- Literatura clásica – me dijo sonriendo – no es de tu agrado.

- A mí me gusta lo clásico – le dije.

- No es cierto, te gusta la música clásica pero no la literatura – me sonrió y yo sonreí sabiendo que era cierto.

- Te quiero – le dije.

- Y yo a ti. Estás preocupado por algo, puedo sentirlo.

- Tengo cosas en la cabeza.

- ¿De la campaña?

- De todo – le comenté – la campaña, Sasuke, Naruto, Sakura y ese problema. Tengo muchas ganas de que todo esto acabe ya y poder empezar a arreglar cosas.

- ¿Cómo lo del orfanato?

- Me llamarán a declarar, yo tenía los documentos que los inculpaban.

- Ya te avisarán y sé que harás lo correcto.

- Sí. Voy a testificar aunque me da un poco de pena tener a esos chicos aquí encerrados en esta casa, esos periodistas no les dejarán en paz ni unos segundos, tratarán de llegar a ellos, acercarse y preguntarles sobre todo ese infierno.

- ¿Crees que esa chica espera un hijo de Sasuke? – me preguntó cerrando el libro y mirándome.

- No. Creo que miente.

- ¿Cómo puedes estar tan seguro?

- Porque nosotros educamos a Sasuke y si él dice que es imposible que él sea el padre de esa criatura yo le creo. No enseñé a mi hijo a mentir, sino a ser responsable de sus actos. Confío en que no sea una mentira, confío en que me haya dicho la verdad, porque si es así, podré ayudarle en cuanto gane las elecciones.

- Pues esa familia nos ha invitado a almorzar mañana en su casa.

- No me apetece nada tener que ir a ver a esa familia, pero supongo que nos tocará fingir durante un tiempo y considerarlos como de nuestra familia haciéndoles creer que llegará su hija a algo serio con el nuestro.

Tras nuestra conversación preferimos irnos a dormir. Sasuke, Jellal y Sai estaban en alguna de las habitaciones jugando o hablando, últimamente se llevaban cada vez mejor y me alegraba, porque yo sabía lo complicada que era la vida de mi hijo, siempre siendo y aparentando ser perfecto, evitando a la prensa, las malas influencias... evitando los errores para que no me acusasen a mí y no perder mi candidatura. No era fácil ser hijo de un político, exigía mucha responsabilidad, perdida de libertad, estar siempre vigilado por los guardaespaldas, le había puesto complicadas las cosas y lo sabía, pero esto acabaría pronto aunque yo sabía, que para Sasuke jamás pasaría, él siempre fue un chico atento, cariñoso y responsable.

Esa noche no dormí muy bien y es que no me apetecía en absoluto tener que ir a almorzar con esa familia, sé que mentían, que querían atrapar a mi hijo en sus engaños y en esas tretas, seguramente para obtener beneficios cuando yo llegase al poder, todos lo intentarían. Creo que tenía que ser por eso porque no habían tratado de hundir mi carrera, de hecho la favorecían y empezaba a pensar que querían que llegase por algo en concreto.

Por la mañana me levanté y desayuné junto a mi familia y los chicos del orfanato. En la mesa últimamente solían haber sonrisas y eso me alegraba a mí también, hacía mucho tiempo que estaba preocupado por mi hijo, por no tener amigos en condiciones y creo que había encontrado a buenos amigos en el lugar más insospechado.

Mikoto fue a cambiarse, para mí ella siempre era preciosa pero decidió buscar algo elegante para ir a ese dichoso almuerzo. Cuando llegamos nos sentamos en la mesa y esperamos a que nos sirvieran mientras escuchábamos la tonta conversación de la mesa. Los hombres hablaban de golf, a mí no me gustaba, siempre fue un deporte que consideré aburrido y quizá demasiado para ricos o pijos, yo no era de esos aunque tampoco había probado el deporte, puede que si lo probase me gustase, pero por el momento no estaba en mi lista de deportes.

Mi mujer fue al aseo disculpándose frente a la mesa con su gran sonrisa, aunque por la forma en que había estado cogiéndome la mano en la mesa, yo sabía que se sentía incómoda y no tardaríamos en irnos, yo no quería que ella estuviera mal por un absurdo almuerzo con gente a la que no nos apetecía ver, sólo habíamos venido por educación y para fingir que mi hijo estaría con Sakura, pero todos en la familia sabíamos que Sasuke jamás estaría con ella. Él amaba a Naruto, eso era lo más importante para mí.

Me quedé allí escuchando conversaciones aburridas sobre el golf cuando vi volver a mi mujer algo preocupada o más bien enfadada y ella no era de las que solían enfadarse. Le pregunté que ocurría y ella me dijo que prefería irse a casa ahora, así que disculpándome me levanté para irme cuando al llegar a la puerta principal, Mikoto me contó lo que había ocurrido en el baño, había encontrado a Sakura explicando a otra amiga cómo se había acostado con no se qué otro chico y se había quedado embarazada, desde luego no era de Sasuke en absoluto y eso rompía ya todas nuestras relaciones, aunque debíamos fingir por mis elecciones, sólo un par de días y esta familia estaría bien lejos de nosotros.

El padre de Sakura llegó enfadado con nosotros por nuestra forma de marcharnos de su celebración o su almuerzo, pero yo le comenté que no podíamos quedarnos más tiempo, mi esposa se sentía mal y era mejor marcharnos, que lo sentía pero era lo mejor en este momento, otro día le debía un almuerzo, idea que no pensaba llevar a cabo nunca, pero no pasaba nada, él no lo sabía y así ganaba tiempo. Sonreí mientras le ponía las excusas para que no sospechase nada y nos marchamos a casa. Dos días y mi hijo estaría libre por fin.


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