Capítulo 46: Prometido
Gray Fullbuster
Era lo que me faltaba, yo había tratado siempre de proteger a Naruto, quizá lo protegí demasiado y no le enseñé que la gente a veces te decepciona, supongo que yo quise confiar en la inocencia y pureza de mi hermanito cuando dijo ver algo bueno en Sasuke... realmente sé que había algo bueno en Sasuke, era mi hermano biológico y algo dentro de mí decía que era un buen chico que estaba atrapado en esa carrera política de su padre, pero no podía permitir ni consentía que eso... hiciera daño a Naruto. Cuando Sasuke se aclarase las ideas podía tratar de que él le perdonase, pero hasta entonces, era mejor para nosotros apartarnos del camino de los demás. ¿Por qué la gente en quién solía confiar me fallaba?
Ahí estaban mis amigos, esos que ni una vez me habían preguntado si estaba bien desde que se marcharon, ahora sólo hablaban de su vida. No podía culparles, al fin y al cabo ellos habían conseguido salir de este infierno pero yo había perdido a tres amigos de la noche a la mañana y ninguno de ellos se había girado atrás para tratar de ver si tenía algún problema, que seguía teniéndolos. A veces me preguntaba si yo sería como ellos, es decir... ¿Yo también sería capaz de dejar todo esto atrás y no preocuparme de niños que habían sufrido como yo? no estaba seguro, quizá ellos estaban menos marcados que yo, quizá es sólo que preferían no pensar en todo lo que habían vivido y querían seguir adelante, yo me había quedado atrapado en mi sufrimiento, en mi desconfianza por la gente, me había quedado atrapado en mi trauma y no sabía cómo salir de él.
Ahora empezaba a ver una ligera luz al final del túnel, se llamaba Natsu y había depositado mis esperanzas y mi último esfuerzo por confiar en el amor en él. Del odio al amor había tan solo un paso... tan mal habíamos empezado él y yo, un profesor novato que me insultó y me calumnió hasta que no supo que más inventarse y ahora aquí estábamos, besándonos como colegiales en su despacho cuando tenía horas libres, pero el día de la enfermería... cuando noté sus manos en mi cintura no le vi a él, vi a los miles de clientes con lascivas sonrisas que sólo deseaban mi cuerpo, que sólo deseaban metérmela o dejarme embarazado, veía sobre todo a Kabuto y su empeño por tenerme.
Kabuto había sido el primer chico con el que estuve, pagó mucho por mí, por tener mi primera vez. Apenas tenía siete años y no se dedicó como me contó Sai que fue su primera vez a metérmela y ya está, no... pasó toda la noche conmigo, me contrató para follarme una y otra vez, para correrse dentro de mí tantas veces como quiso intentando dejarme embarazado, yo sólo tenía 7 años y ahora cuando por fin descubría que era un doncel, es cuando empecé a entender por qué lo hizo aquella noche tantas veces. No dejé de llorar en toda la noche y cuando volví por la mañana, me daba asco de mi mismo, ni siquiera dejé que Naruto me tocase. Él era un ser inocente y yo... yo ya no era nada, Kabuto se lo llevó todo de mí, mi inocencia, mi virginidad, mis esperanzas, sólo me dejó lo que ahora quedaba de Gray, este chico que le daba igual lo que hicieran con él con tal de que no tocasen a Naruto, a mí ya no podían hacerme nada más, me habían hecho de todo, ya no podía caer más bajo.
Para conseguir los permisos de salida de Naruto hacía lo que fuera necesario, eso implicaba complacer a los directores en todo y sus juegos a veces... daban miedo, pero por lo menos... conseguía sacar a Naruto un tiempo de este infierno y eso merecía la pena o eso quería creer yo.
Aquella noche tenía libre y sólo esperaba que no me llamasen a última hora para estar con algún cliente, nadie podía imaginarse las ganas que tenía de tener los dieciocho años y marcharme de aquí. Miré el techo desde mi cama, Naruto ya hacía rato que dormía igual que el resto de niños, yo era el único que seguía despierto pensando en Sasuke. Naruto había estado llorando hasta hacía unos minutos, ahora por lo menos... ya había conseguido dormirse. Supongo que las personas nos decepcionaban en algún momento y yo estaba acostumbrado a que lo hicieran, ya nadie podía sorprenderme para bien y eso me había vuelto desconfiado, pero Naruto... él era un chico dulce e inocente que no conocía la maldad de la gente, ahora empezaba a darse cuenta de que la gente... a veces te fallaba.
Por la mañana tenía demasiado sueño, no había dormido nada bien pero me levanté vistiéndome para ir a clase. Acompañé como todas las mañanas a Naruto al parque y aunque vi la sonrisa lasciva que me ofreció Orochimaru, yo salí del edificio marchándome y alejándome de allí. Estaba claro que planeaba algo y seguramente sería para esta noche. Ya estaba asustado pero intenté disimularlo, sobre todo por Naruto, así que le sonreí y cuando le dejé en el parque, seguí hacia el instituto.
Cuando llegué al instituto, vi el coche de Sasuke y a éste salir corriendo en mi dirección llamándome intentando que me detuviera a esperarle mientras sus guardaespaldas venían tras él, pero yo me giré malhumorado y seguí hacia el interior. Una vez dentro, Jellal y Sai me bloquearon el pasillo que iba a coger y no quise retroceder porque venía Sasuke detrás ¿Qué pasaba hoy? ¿Ahora les importaba yo después de estas semanas donde habían pasado de mí?
- Genial – dejé exclamar.
- ¿Qué narices te pasa con nosotros? – me preguntó Jellal acercándose.
- ¿A mí? Venga ya Jellal, vosotros sois los que habéis cambiado, sigo siendo el mismo.
- Siento mucho no haberme dado cuenta de que no te estábamos teniendo en cuenta, pero eso no significa que no nos preocupemos por ti.
- Que bonitas palabras, vosotros me habéis dejado solo y él – señalé a Sasuke que entraba corriendo en ese momento – él le ha hecho daño a la persona que más me importa. No sabéis nada de nosotros, no te haces una idea de lo que es el orfanato ahora Jellal. ¿Creías que antes era malo? Pues imagínate ahora que tres chicos se han marchado, el trabajo se multiplica para los que nos hemos quedado, pero ninguno se molestó en intentar pensar en las consecuencias, porque claro... ya estabais fuera. Dejadme en paz – les dije claramente marchándome por otro de los pasillos.
Iba hacia clase por el pasillo que daba a la sala de profesores y aunque nunca antes lo había tomado para ir a mi clase, hoy no me habían dado más opción cuando me bloquearon el resto de pasillos. No me apetecía ver a nadie ahora mismo, ni a mis antiguos compañeros y mucho menos a Sasuke. Cuando iba a cruzar la sala de profesores, escuché a Natsu hablando con Laxus sobre mí y me detuve un segundo sonriendo cuando comentó su preocupación por mí, por cómo había reaccionado ayer con lo del sexo, dándome cuenta de que no era su intención asustarme pero qué equivocado estaba si se creía que era virgen, porque eso le contaba a Laxus, él pensaba que yo tenía miedo al sexo por ser virgen y no era cierto, tenía miedo por las cosas que me habían hecho hacer, por el dolor que había sentido, porque estaba harto del sexo, para mí ya no había ninguna clase de disfrute en el acto sexual, nada me llamaba la atención, lo había probado todo y cuando tenía sexo con los clientes, sólo una idea me venía a la cabeza... la imagen de toda esa gente disfrutando de mi cuerpo, no había sentimientos, sólo disfrute personal.
Iba a marcharme y crucé por el pasillo viendo que tenían la puerta abierta pero cuando Laxus le preguntó por Lucy me quede estático allí mirándoles desde el pasillo ¿Quién diablos era Lucy? ¿Su hermana quizá? Pues no... su prometida y me enteré de la peor de las formas. Natsu iba a casarse y me había besado, me había hecho creer que podía sentir algo por mí cuando estaba prometido y yo muy imbécil... me había metido en medio de su relación. Abrí los ojos de par en par cuando ambos se callaron de golpe sintiendo mi presencia tras ellos. Natsu había abierto mucho los ojos y me miraba sorprendido. Me llamó pero yo di dos pasos hacia atrás antes de salir corriendo. ¡La gente... siempre te decepciona! Es lo único que pude pensar.
Me marché del pasillo y cogí las escaleras hasta la azotea, ya no me apetecía ni siquiera entrar en clase y cerrando la puerta tras de mí me senté en el suelo permitiéndome llorar, porque confié en alguien, confié en Natsu haciendo un gran esfuerzo y me había traicionado, tenía novia y se iba a casar ¿Qué era yo entonces para él? ¿Un juego? ¿Un juguete como lo era también para los clientes que traía el orfanato? Ya no aguantaba más. El resto de la mañana no fui a ninguna clase y cuando llegué al parque a recoger a Naruto, Sasuke estaba tratando de hablar con él, pero Naruto al verme salió corriendo hacia mí sin hacer caso a mi hermano biológico.
Ambos nos marchamos de allí hacia el orfanato y en cuanto entré, viendo al director que se acercaba empujé suavemente a Naruto y le indiqué que se marchase al cuarto. Intentó quejarse, pero al verme tan serio empezó a subir peldaño a peldaño sin perderme de vista hasta que llegó arriba.
- ¿Estás listo Gray? Porque hoy te toca hacer algo muy especial – dijo de forma lasciva cogiéndome del brazo y llevándome hacia su despacho.
Entré en el despacho siendo prácticamente empujado por el director y me lanzó contra la mesa donde había una cadena. Sin previo aviso, cogió el collar colocándolo en mi cuello y tiró de la cadena para que le siguiera. Sé que esto me dejaría marca y que seguramente mañana volvería a tener problemas con Natsu, volvería a pensar que me había metido en alguna pelea pero ya... me daba igual, permanecería en completo silencio porque él me había mentido, me había ocultado que se iba a casar.
Me llevó hasta el edificio contiguo y lo único que me obligó a quitarme fue los pantalones tirando de mi correa hasta meterme en aquella habitación. Había cristales y me sentía como un animal enjaulado viendo a la multitud de la gente agolparse en los cristales mirando con lascividad. No quería estar aquí y sinceramente... acababa de descubrir algo que no había hecho, espectáculos públicos, siempre hacía servicios privados pero al desaparecer de aquel Sai y Jellal... ahora me habían mandado a mí a suplir funciones y huecos que habían dejado libres.
- Empieza la función Gray, pórtate bien y si tienes que llorar, hazlo de la forma que mejor te vea, eso les excita el doble – me dijo susurrando en mi oído lamiéndolo y aunque puse cara de asco no hubo forma de evitarlo.
Me tiró al suelo Orochimaru mientras apartaba un poco mi ropa interior y lamía mi entrada con lujuria mientras los espectadores gritaban y algunos... sacaban sus miembros masajeándose con el espectáculo. Podía verlos a través de los cristales, esos que tenían agujeros y que no supe para qué era, hasta que uno sacó su miembro por allí corriéndose en mi jaula encima de mí mientras Orochimaru metía sus dedos en mí haciéndome gemir. Traté de aguantar los gemidos, me mordí el labio y no quería que las lágrimas salieran, pero no podía evitarlo, estaba asustado de esto y sólo quería que todo terminase de una vez.
Y Natsu pensaba que yo era virgen. Qué ingenuo podía ser. Si hubiera visto como la gente sacaba sus miembros por los agujeros del cristal, cómo me obligaba Orochimaru a lamerlos y como otros aprovechaban para entrar en mí... creo que habría salido corriendo en dirección contraria y no habría vuelto a saber nada de él. Le habría dado asco estar con alguien como yo.
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