Capítulo 41: Competición

Jellal Fernández

La convivencia con Laxus se había vuelto muy complicada desde que dijo que no podía volver a pasar nada entre nosotros. Sé que le quería y me costaba mucho permanecer a su lado sin querer besarle, sin querer tocarle, sin querer estar con él, creo que a él también le costaba pero yo intentaba mentalizarme que no podía meter a Laxus en problemas así que era mejor de esta forma. Estos dos últimos meses había estado esquivándole constantemente. No quería estar mucho tiempo a su lado y cuando me lo encontraba, agachaba la mirada, no quería verle, no podía soportarlo, el corazón se me rompía cada vez que me cruzaba con él y me daba cuenta de que jamás podría estar a su lado, de que yo no era lo que él buscaba o quizá sí... pero no podríamos estar juntos por su ética como profesor.

Mañana tenía una competición de atletismo y sé que tenía que ir, me gustaba hacer deporte, creo que distraía mi mente y eso se lo debía a Laxus, porque gracias a él es como había descubierto una forma de evadir de mi cruda realidad cuando estaba allí en aquel orfanato, ahora supongo que lo utilizaba el deporte como una medida para alejarme de Laxus, un sistema que me mantenía ocupado sin pensar en todo esto, sin ponerme triste por lo que era mi vida, era un momento en el que mi cabeza podía desconectar perfectamente. No tenía que pensar en nada, sólo correr. Supongo que se me daba bien correr.

Llegué por la noche después de haber dado un largo paseo. Les había dicho que me había olvidado algo en la tienda pero era mentira, sólo quería salir de allí un rato más para no tener que ver a Laxus y suponiendo que Sai y Gaara querrían estar un rato a solas, preferí marcharme a pasear. Me senté en el columpio viejo de un parque y me balanceé en él levemente mirando el cielo. Pensé en Gray y en Naruto ¿Qué estarían haciendo allí? Supongo que lo de siempre y me sentí culpable, yo estaba aquí fuera y él... estaba allí encerrado aún, seguían chantajeándole y controlándole por Naruto. Quería ganar dinero, quería marcharme de la casa de Laxus, alquilar un pequeño apartamento o algo y conseguir sacar a Gray de allí, pero sabía que a mí no me darían la custodia de nadie, sólo era un crío sin nada que ofrecer.

Esperé allí hasta que anocheció, tampoco tenía ningún lugar mejor al que ir y es que me dolía haber visto la reacción de Laxus cuando se cruzó conmigo en la puerta, por no tocarme había preferido rodearme en vez de apartarme y pasar, supongo que ahora nuestra relación sería así, basada en el mínimo contacto y con aquel pensamiento, lloré en silencio. Dejé que las lágrimas salieran y es que no quería llorar en su casa, no frente a él, yo era fuerte y debía seguir aparentándolo aunque en el fondo me estuviera rompiendo en pedazos. No dejaría que nadie me viera llorar nunca más.

Cuando volví a casa, Laxus estaba de pie frente a la mesa sorprendido porque Sai y Gaara habían preparado la cena. La verdad es que tenía todo muy buena pinta y no sé dónde habían aprendido a cocinar, puede que alguna noche Sai se escapase por las cocinas para comer algo porque sino... no lo entendía.

Laxus se giró a mirarme intrigado pero yo me tensé y agaché la cabeza para que no pudiera ver el rastro de alguna lágrima. No sé si ya se me habrían pasado los ojos hinchados o no, pero por si acaso quedaba alguna evidencia de que había estado llorando prefería no mirarle. Sai estaba contento y comentó feliz que fuéramos todos a la mesa a cenar, pero yo hoy no estaba de humor y cogí mi plato caminando hacia mi habitación.

- Jellal... siéntate con nosotros por favor, estamos celebrando.

- ¿Celebrando qué? ¿Qué Gray y Naruto siguen en ese orfanato? Creo que se os ha olvidado muy pronto las cosas. Disculpadme...Yo no tengo nada que celebrar – les dije enfadado encerrándome en mi habitación.

Quizá me había pasado un poco, ellos no tenían la culpa de que Gray y Naruto siguieran allí, pero entre lo de Laxus y pensar en el infierno que Gray estaría viviendo aún, no estaba de humor para sentarme a la mesa y fingir o jugar a las familias felices, no lo era y punto. Cené solo en mi habitación y me fui rápido a dormir, quería descansar para la competición de mañana aunque tenía una decisión tomada ya... mañana me marcharía de aquí.

Al despertarme lo primero que hice fue recoger la poca ropa que tenía y meterlas en mi mochila, no volvería a ésta casa. Había cobrado mi primer sueldo y aunque sea me iría a un hostal hasta que encontrase algo que pudiera permitirme para vivir. Esperaba que hubiera por ahí algún alquiler a bajo coste que me permitiera sobrevivir de momento.

Me vestí y salí de puntillas con las zapatillas en la mano para no hacer ruido. Abrí la puerta con cuidado de que no chirriase y dejando las llaves que Laxus me había hecho entrega de su casa, cerré la puerta. Ya no necesitaría esas llaves, ya no iba a regresar. Caminé hasta el ascensor y al subir en él, nada más cerrarse las puertas me calcé las zapatillas.

Salí corriendo del edificio con la mochila a mi espalda y no me detuve hasta llegar al metro. Sabía perfectamente donde sería la competición así que no tenía problemas para llegar allí. Sé que a Laxus le sentaría mal mi comportamiento pero es que no quería verle, necesitaba evitarle a como fuera, ya no soportaba más esta tensión entre él y yo, me hacía daño una y otra vez y sabía que no nos iba a llevar a nada, todo era un gran problema. No podía seguir viviendo con él y bastante tenía con verlo en clase encima.

Cuando llegué al polideportivo donde iba a celebrarse el campeonato me escondí durante toda la mañana y es que no quería ver a Laxus. Le vi llegar y empecé a moverme por todo lados escondiéndome tras la gente, tras los edificios evitándole, creo que estaba buscándome como un desesperado, quizá pensase que se me había olvidado o que me habría marchado y dejaría al equipo abandonado, pero estaba aquí, sólo que no quería tener que hablar con él. Al ir acercándose la hora de la competición es cuando entré por el vestuario a cambiarme y salí al campo. Laxus en las gradas se sorprendió de verme pero yo intenté no mirarle, sólo quería acabar pronto y largarme antes de que pudiera interceptarme.

Miré al hombre con la pistola de salida y cuando dio la señal, empecé a correr por la pista. Corrí todo lo que pude dejando atrás todo, mis pensamientos, el sufrimiento, el dolor, las mínimas alegrías... mi mente en blanco, aquella era la mejor sensación de todas, no tener que pensar en absolutamente nada, sólo en ganar, en correr, en ser el más rápido.

La competición la gané pero sinceramente... no me había enterado de nada de lo que había pasado, yo sólo había corrido y cuando vi que Laxus se acercaba intentando apartar a la gente, intenté marcharme empujando también a la gente para irme en dirección contraria. En cuanto llegué al otro extremo de la pista donde ya no había gente salí corriendo hacia los vestuarios, quería coger mi mochila y largarme, así lo hice.

Salí de allí con rapidez pero cuando ya estaba en la puerta de salida, Laxus apareció cogiéndome del brazo y dándome la vuelta para que le mirase fijamente y yo al verlo tan cabreado o preocupado, le aparté la vista, no quería ver la bronca que iba a echarme.

- ¿Dónde vas Jellal? ¿Por qué has recogido tus cosas y has devuelto las llaves de la casa? – preugntó.

- Me voy – le dije – gracias por haberme acogido pero creo que es hora de que me marche.

- ¿Así sin más? Lo decides de un día para otro y ya está.

- Sí – le dije.

- Las cosas se hacen bien chico – me comentó – cuando vives con alguien tienes que hablar las cosas.

- Nunca he vivido con nadie – le dije – te recuerdo que no tengo familia.

- Ahora me tienes a mí y creo que me he portado bastante bien contigo como para merecerme una explicación. ¿Por qué te marchas así?

- Porque no lo soporto más – le dije a punto de llorar – no soporto tus desplantes, no soporto estar a tu lado y no poder tocarte, no soporto que mi corazón se rompa cada vez que te veo y tú me ignoras en esa casa, lo mejor para los dos es que me vaya. Admítelo... sólo soy un estorbo para ti, siempre he sido eso... un estorbo, por eso ni mi familia me quería, por eso me abandonaron, nadie me quiere – le grité y entonces sentí sus labios sobre los míos.

Sus labios sobre los míos eran una sensación única, los había extrañado tanto y pensar que ahora estaba aquí a cielo despejado donde cualquiera podía vernos besándome, esto sí era un peligro y no lo que ocurría en casa entre las cuatro paredes. Laxus pareció darse cuenta cuando soltó mis labios de golpe dejándome allí paralizado y sorprendido.

- ¿P-Por qué? – le pregunté derramando una lágrima por mi mejilla.

- Porque te amo, porque fueron idiotas los que te abandonaron Jellal, eres increíble y es mi culpa que estés sufriendo así, es la culpa de mi indecisión, pero no volveré a dudar. Da igual lo que ocurra, quiero estar contigo Jellal, por favor... No te vayas de mi casa, no me dejes solo, no puedo estar sin ti, ya no puedo ver mi vida si no te veo todos los días en mi casa, te necesito, te has vuelto lo más importante en mi vida y haré lo que sea por mantenerte en ella. Por favor, perdona todo el daño que te he podido hacer en estos días, perdóname.

- Te perdono – le dije – te perdono pero no vuelvas a besarme en público. Podrían pillarnos y no quiero que te ocurra nada.

- Si estás conmigo me da igual Jellal.

- No quiero que pierdas tu trabajo. Mantengámoslo en secreto hasta que ya no seas mi profesor ¿Vale?

- Vale – me dijo sonriendo – vuelve a casa conmigo

Los dos volvimos juntos a casa y aprovechamos que Gaara se había ido al cine con Sai para montar el escándalo a los vecinos de abajo. Quería tener sexo con Laxus y me daba igual ahora mismo todo lo demás, sólo quería sentirle de nuevo conmigo. Me acerqué a él besándole, por fin estábamos en un lugar a salvo donde nadie nos podría ver juntos.

Laxus me cogió de la cintura tirándome con él en la cama. Le besé con pasión, llevaba dos meses enteros queriendo besarle y por fin podía hacerlo sin esconderme. Laxus me quitó la camiseta con prisas, creo que los dos teníamos muchas ganas de estar el uno con el otro, de fundirnos en uno solo. Le ayudé a él también a quitarse la camiseta con rapidez y besé su pecho, sus pezones escuchándole gemir, me encantaba oírle disfrutar conmigo, era lo mejor que podían escuchar mis oídos.

Mi pantalón corto de deporte estuvo bastante poco en su lugar, a Laxus le molestaba tanto que casi lo arrancó y lo tiró por el suelo sin remordimiento alguno. Sus caricias aunque tiernas y dulces, también eran rápidas, deseosas de tocar todo mi cuerpo y es que dos meses separados era demasiado tiempo. Lo había pasado muy mal sin él y empezaba a entender que le necesitaba.

Laxus se puso encima de mí y metiendo sus dedos en mi boca me pidió que los lamiera para lubricarlos. Con Laxus yo siempre me sentía a salvo, protegido y cuidado, me sentía deseado, por primera vez en mi vida me sentía querido de verdad y sabía que yo le importaba tanto como él me importaba a mí.

Abrí las piernas envolviendo a Laxus con ella y dejándole en medio para que se colocase mejor. Sentí sus dedos en mi entrada tratando de dilatarme y aunque me dolió un poco, no había ni comparación con lo que había sufrido en el pasado, con él todo era tranquilo y agradable. Se colocó mejor y entró en mí muy despacio una vez estuve bien dilatado. Había deseado desde hacía tanto tiempo volver a estar con él que me centré en disfrutar el momento.

Lo único que pude hacer fue gemir y jadear mientras veía como Laxus respiraba con dificultad cogiendo cada vez más velocidad hasta que se corrió en mí. Aquella noche, dormí en su habitación con él y no volví a pensar en irme de esta casa. Todo lo que necesitaba era estar al lado de Laxus, con eso era suficiente para mí, era suficiente para ser feliz. Sólo tenía que sacar a Gray de ese infierno de orfanato para tener la felicidad absoluta.

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