Capítulo 39: Mi alumno
Jellal Fernández
Estaba en casa de Laxus y no me lo podía creer. El orfanato me había echado de allí ahora que tenía los dieciocho años y no quería irme o no sin mis amigos. Sabía lo que les sucedía allí y sabía que tenía que contarlo, que necesitarían ayuda ahora que yo no estaba pero... tenía miedo de que hubieran repercusiones, si yo hablaba es posible que ellos lo pasaran peor, que gente importante que gastaba su dinero con chicos como Gray tapasen aquello de alguna forma y no descubrieran nada, que amenazasen a mis amigos ¿Qué podía hacer para ayudar? No tenía ni idea, tan sólo tenía dieciocho años y cuatro amigos atrapados en un orfanato que nos prostituía por las noches.
Era de noche y tras haber cenado con Laxus me había venido a dormir a la habitación que me había dejado. Era la primera vez que comía tanto, que comía hasta que ya no podía más, en el orfanato no nos daban tanto de comer pero Laxus me había dejado comer lo que quisiera, había aprovechado aquel momento, pero seguía pensando en mis compañeros. Yo estaba a salvo ahora mismo en esta mullida cama, tapado con calentitas mantas, comiendo bien y teniendo al lado al profesor del que me había enamorado, sabía que nadie vendría por la noche a pedirme hacer algo que no quería hacer, pero ellos... ellos no tenían mi suerte y eso me entristecía.
Lloré en silencio enterrando mi cabeza en la almohada. No podía creerme nada de esto, yo estaba aquí... a salvo por el mero hecho de tener dieciocho años mientras ellos seguían allí atrapados. ¿Qué iba a hacer? No podía hablar de esto para que no les hicieran más daño pero quería sacarlos de allí ¿Cómo iba a sacarlos de allí?
Oí como tocaban a mi puerta pero con el sollozo no podía hablar, no podía decirle a Laxus que entrase, aún así él lo hizo abriendo con delicadeza la puerta y asegurándose de que no estaba desnudo y le daba paso. Al verme en la cama tapado hasta arriba y llorando vino corriendo y se sentó a mi lado abrazándome, cogiéndome por los hombros para incorporarme y cogiendo mi cabeza para que la apoyase contra su pecho. No podía dejar de llorar y agarré su camiseta con fuerza.
- Ey vamos Jellal ¿Qué ocurre?
- Yo... ¿Por qué yo? – le pregunté – ¿Por qué soy el único que está bien? Mis amigos están allí. Ellos siguen allí.
- Ven aquí, vamos... ellos estarán bien.
- No, no lo estarán – le dije – es mi culpa, yo tendría que estar allí. Debí mentirles con mi edad o hacer algo.
- Jellal... no puedes culparte por cumplir años antes que ellos ¿Vale? Siguen siendo tus amigos y van a seguir siéndolo vivan donde vivan. ¿Me cuentas ahora qué es lo que te preocupa?
- No puedo – le dije
- ¿Por qué no?
- Porque lo pagarán con ellos – le dije
- Jellal ¿Te han amenazado? ¿Te ha dicho o hecho algo el orfanato?
Quería decirle que sí, quería decirle que los sacase de allí pero no podía, no podía permitir que les hicieran daño a ellos. Le miré y no sabía qué hacer para distraer su atención, encima era psicólogo, sabía cuando mentía, sabía lo que sentía, si Gray estuviera aquí seguramente le habría dicho una de esas mentiras suyas que todo el mundo acababa creyéndose, pero yo no era tan gran mentiroso como él, no tenía más remedio que pensar en algo para escaparme de su interrogatorio, así que mirándole fijamente y sonrojado como estaba, me acerqué a él cogiendo su rostro entre mis manos y besándole.
Laxus al principio se sorprendió, creo que sabía muy bien que trataba de cambiar el tema y aunque se echó un poco hacia atrás, yo le seguí para no separar mis labios de los suyos. Paseé mi lengua por sus labios intentando que abriera y me dejase meter la lengua pero no me dejó, fue el momento en que consiguió separarse.
- Jellal... enserio ¿Qué ocurre?
- Quiero estar contigo – le dije evitando contestarle – por favor, no me rechaces, tú no por favor.
Puede que mi especialidad fuera exactamente esto... ponerle los ojillos tristes para que sintiera que necesitaba que hicieran lo que pedía y funcionaba la mayoría de las veces. Laxus me miró y entonces fue él quien se lanzó a besarme metiendo su lengua. Yo le dejé, Laxus era muy diferente a todo lo que había vivido en el orfanato y yo tenía una cosa muy clara, el orfanato era un pasado que quería olvidar y podía hacerlo, con Laxus a mi lado podía conseguirlo aunque el que me preocupaba era Gray, había pasado por tanto que creo... que no superaría aquello. ¿Cómo dos personas que habíamos pasado por lo mismo podíamos afrontar las situaciones de forma tan diferente? Creo que cada persona era un mundo diferente, algunos lo superábamos, otros no, algunos lo hacíamos antes y otros más tarde, algunos con ayuda y otros sin ella... éramos humanos y todos éramos completamente diferentes, no podíamos estar seguros de cómo reaccionaríamos ante estas situaciones, no todos lo hacíamos del mismo modo.
Laxus se inclinó sobre mí tumbándome en la cama y colocándose encima mientras con una mano cogía la parte de la nuca de su camiseta y tiraba de ella quitándosela. Su cuerpo era increíble, muy musculoso, estaba convencido de que hacía mucho deporte y su cabello rubio me volvía loco, me encantaba. Quizá no tuviera los ojos azules tan intensos como los tenía Gray, pero aunque fueran marrones, a mí me cautivaban, tenía esa mirada dulce y tierna, esa de todo un caballero protector y sensible, Laxus era todo lo que necesitaba, estaba seguro de ello.
Dudó unos segundos cuando estuvo sin la camiseta, podía sentir sus dudas mientras acariciaba mi cabello y no podía permitir que dudase de si hacerme el amor o no, quería que lo hiciera, me sentía a salvo con él, me sentía bien a su lado. Con mis temblorosas manos empecé a desabrocharme los botones de aquel pijama que Laxus me había dejado y abrí uno a uno muy lentamente intentando seducirle, mostrándole mi piel mientras él intentaba tragar por lo que veía. Aparté mi camiseta y él me ayudó a quitármela hundiendo su cabeza en mi pecho, lamiendo mis pezones y haciéndome gemir como nunca mientras yo me agarraba a su cabello.
Sus caricias eran tan delicadas que me hacían sentir bien, me gustaba cuando sus manos pasaban por mi cuerpo con esa ternura que sólo él sabía transmitir, jamás había estado con nadie tan cuidadoso como este chico. Sé que en el orfanato les dábamos igual, sólo querían el dinero que podíamos sacar, no se preocupaban por nosotros ni un poco, quizá algo por Gray porque llevaba más dinero, el resto éramos prescindibles, por eso a mí me habían echado y cuanto antes mejor, sólo les causaba problemas.
Creo que me estaba enamorando de este chico. Cuanto más lo conocía, cuanto más le besaba, cuanto más me dejaba seducir por él... más me daba cuenta de que él sería mi perdición, no había vuelta atrás, enamorarme de él estaba mal, estaba muy mal, pero ya no podía evitarlo, estaba cayendo en sus encantos, estaba cayendo en mis propios juegos de seducción. Lo que había empezado como una salida de mi desastrosa vida había terminado por ser mi nueva vida, mi nueva conquista, mi nueva razón por la que vivir y luchar. Le amaba, me daba cuenta ahora de que todos estos sentimientos que tenía retenidos eran amor... amor por Laxus, por ese psicólogo que había conseguido llegar hasta mi herido corazón.
Besó mi cuello con pasión a la vez que aprovechaba para agarrar su cuello. Bajó la bragueta de mi pantalón con cierto temblor como si no estuviera del todo seguro de hacer esto aunque ya lo habíamos hecho un par de veces. Creo que pensaba demasiado en que esto estaba mal y no se dejaba llevar del todo por los sentimientos que teníamos. Coloqué mi pierna por su cintura y con fuerza me coloqué encima de él quitándome el pantalón del todo y empezando a bajar su bragueta.
Laxus se sorprendió de que tomase el control pero yo era así, me gustaba controlar aunque pocas veces me habían dejado. Por fin ahora podía ser libre, podía tomar mis decisiones y sabía que Laxus no me haría ningún daño, que él no dejaría que me ocurriera nada. Bajé su bragueta y me agaché para lamer su miembro. Me excitaba con todo esto y lamí seductoramente desde la base hasta la punta centrándome en aquellas leves gotas saladas preseminales que salían por su excitación. Me gustaba oírle gemir, eso me hacía disfrutar a mí y cuando vi que estaba preparado, me subí encima de él preparando yo mismo mi entrada mientras Laxus masajeaba mi miembro.
Me coloqué encima de él y empecé a introducir su miembro en mí con lentitud hasta que entró completamente. Me moví encima de él y entre el placer y los jadeos, me corrí en su mano. Apenas pocos minutos después, sentí ese líquido cálido invadirme por completo y supe que Laxus había terminado también.
Me bajé de él y dormimos juntos toda la noche tras limpiarnos el semen. Al levantarme a la mañana siguiente para ir a clase, Laxus estaba raro, desayunamos en silencio y creo que era por mi culpa, por lo que había ocurrido anoche, seguía pensando que esto estaba mal, que no podía ser esta extraña relación y lo supe con certeza cuando lo dijo claramente.
- Lo siento Jellal... lo de anoche...
- Lo sé, sé que sigues pensando que está mal pero yo creo que no es cierto ¿Por qué me pones tantos impedimentos? Si está ocurriendo es por algo Laxus... nos sentimos atraídos el uno por el otro.
- Puede ser Jellal – me dijo – pero no puede ser, soy tu profesor. No volverá a repetirse nada como esto ¿Vale?
- Vale – le dije cogiendo mi mochila y marchándome, ahora mismo no quería verle, estaba harto de que me rechazase una y otra vez, quería que por una vez... alguien luchase por mí.
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