Capítulo 38: Papeles
Laxus Dreyar
Me había acostado con Jellal y no podía creérmelo. Sé que era mayor de edad y que podía hacerlo con su consentimiento pero era su profesor, por ética no podía acostarme con mis alumnos, era así de simple pero no había podido evitarlo, me gustaba ese chico y estaba cayendo en sus redes, no podía negar que ese chico sabía como jugar y como conseguir lo que deseaba. No había parado hasta que me tuvo en sus redes.
Supongo que era débil para poder retener estos sentimientos que empezaba a tener por ese chico. Sé que él decía que nadie lo descubriría, que nadie se daría cuenta de esto pero... yo no sabía ahora mismo cómo mirar a los otros profesores, yo sabía lo que estaba haciendo y me estaba acostando con mi alumno ¿Qué clase de mente enferma tenía? Se supone que yo era el psicólogo, el encargado de intentar averiguar qué les ocurría a esos chicos y había conseguido ganarme su confianza... creo que de Jellal demasiado. Me había involucrado con ellos más de lo que debería y ahora estaba enamorado de mi alumno.
Al finalizar con el papeleo del trabajo me fui a tomarme algo con Natsu a un bar. Él también estaba rarísimo hoy y yo llevaba un par de días raro de por sí, pensando en que me había acostado con Jellal y es que ahora era más rutinario, aprovechábamos cuando nadie miraba para darnos cualquier beso, para meternos mano o lo que fuera ¡Dios... esto estaba fatal! Se me iba de las manos y cuando más se me iba, más me gustaba ese chico.
Acompañé a Natsu hasta un bar no muy lejos de su casa y nos sentamos en la barra pidiendo un par de cervezas. Sí que estaba raro Natsu pero no podía culparme, para mí también había sido una semana bastante rara.
- ¿Qué te ha ocurrido? – le pregunté dando un sorbo al botellín de mi cerveza.
- Estoy comprometido con Lucy – me dijo.
- Enhorabuena entonces – le dije sonriendo pero él seguía serio – deberías estar más feliz, vas a casarte.
- Sí, pero he besado a Gray – me dijo de golpe – estoy muy confundido, debería estar saltando de alegría de que fuera a casarme con Lucy pero... en cambio estoy aquí, bebiendo cerveza contigo y pensando en Gray. No sé que me ocurre últimamente pero ese chico tiene algo que hace que sienta lo que jamás he sentido por nadie.
- Bienvenido al club entonces – le dije bebiendo de nuevo de la botella – yo me he acostado con Jellal.
- ¿Qué? ¿No era el novio de Gray? – me preguntó.
- Y han roto al parecer.
- ¿Enserio te has acostado con un alumno?
- Sí – le dije – menudo profesor estoy hecho.
- Yo lo he besado, así que menudos dos.
- ¿Qué tienen esos chicos? – le pregunté.
- No lo sé, pero míranos... no sé qué voy a hacer con Lucy ni con Gray.
- ¿Hablaste con Gray del beso?
- Lo intenté cuando él me besó y acabé besándole yo a él. Ni siquiera le he dicho que estoy prometido. Madre mía... que él pensará que estoy soltero y ahora no sé qué voy a hacer.
- ¿Amas a Lucy?
- No lo sé – me dijo – antes creía que sí pero cuando me crucé con Gray y más después de esos besos... ya no estoy tan seguro.
- No puedes casarte con esas dudas Natsu – le comenté – arregla primero tus dudas antes de involucrarte más con ambos.
- Sí, lo sé. ¿Cómo lo llevas tú con Jellal? – me preguntó.
- Es un chico... tremendo – le dije sonriendo y él sonrió – está acostumbrado a salirse con la suya y lucha por lo que quiere. Supongo que lo mío es más simple que tu problema, al menos yo tengo claro que le quiero y no tengo dudas pero... eso de que sea mi alumno... no es para nada ético ni aconsejable.
- Lo sé, es un gran problema.
- Salud Natsu – le dije brindando mi botellín de cerveza con el suyo – por los locos profesores que acaban babeando por sus estudiantes.
- Salud – me dijo golpeando mi botellín con el suyo y bebiendo los dos.
Nos tomamos la cerveza y hablamos un poco de esta situación tan inusual a la que nos enfrentábamos. Era irónico... unos chiquillos de orfanato nos habían robado el corazón sin darnos cuenta de ello. Cuando volví a casa me tumbé en el sofá pensando en Jellal ¿Cuántas veces habíamos estado besándonos y tocándonos a escondidas? Demasiadas en estos últimos días, siempre que teníamos una mínima oportunidad. Por otro lado pensaba también en Gaara y Sai, esos chicos que me habían pedido ayuda por el trauma de Gaara y es que el chico avanzaba muy lentamente, se pasaba las horas en mi casa dibujándose a él mismo con Sai en cualquier lugar que no fuera el orfanato.
Muchas veces pensaba que algo no cuadraba, pensaba que quizá había algo realmente extraño en el orfanato para que ni siquiera Gaara quisiera estar allí, para que se dibujase siempre con Sai o con sus amigos lejos de ese lugar. ¿Qué escondía el orfanato? Yo empezaba a preocuparme con ese tema.
Pensaba hoy en muchas cosas... Jellal ya tenía los dieciocho años y seguramente buscaría un nuevo lugar para irse a vivir, ya no podría quedarse en el orfanato y sabiendo que no tenía familia ni a nadie que le ayudase, había pensado en decirle que se viniera a mi casa. En cuanto al tema de Gaara creo que el orfanato no le ayudaba nada en lo de su trauma y estaba pensando en acogerlo, en sacarle de allí y tenerlo en casa, quizá en un ambiente más familiar le fuera favorable para volver a hablar, porque yo estaba convencido que no hablaba porque no quería, porque el trauma no le dejaba pero no tenía ningún problema en su voz, estaba convencido de que en un mejor ambiente empezaría a querer hablar de nuevo.
Aquella mañana cuando me levanté fui a hacer los trámites legales para la adopción o al menos... a informarme de lo que necesitaba. Estuve casi tres horas en la administración haciendo papeleo y recorriendo ventanilla a ventanilla hasta que me solucionaron todo el papeleo. Según ellos eran "rápidos" pero para esto no creo que hubieran necesitado tres horas, sólo eran impresos y firmas.
Al final por fin pude irme hacia el orfanato para presentar las cosas, sé que no me darían a Gaara en un tiempo, tenía que pasar aún el caso por más manos y deberían hacerme una revisión para saber si era apto o no y mucho más tratándose de un chico con ese trauma. En el orfanato no me pusieron muchos problemas, el director que seguía sin darme buena espina me atendió con gusto y al ver que al que buscaba era a Gaara casi era como si le quitara un peso de encima y no entendía por qué, no me parecía un mal chico.
Salí del orfanato con un buen sabor de boca porque trataba de sacar a esos dos chicos tanto a Sai como a Gaara y esperaba que me dieran a mí su custodia. Me extrañó ver a pocos chicos por el edificio, generalmente deberían estar por el patio jugando o en las zonas comunes, pero no vi a ninguno. O el orfanato tenía un gran régimen y no les dejaba deambular por las instalaciones o pasaba algo raro. Miré hacia las escaleras por si en un casual veía a Jellal, pero no lo vi y me fui de allí cogiendo el coche de nuevo.
Aún no había terminado de salir de este barrio cuando mis ojos se cruzaron con Jellal que llevaba una mochila al hombro. Aquello si que me extrañó y detuve el vehículo a su lado bajando la ventanilla.
- Jellal ¿Dónde vas? – le pregunté y él sonrió al verme.
- Pues... no lo sé – me dijo.
- El orfanato está en la otra dirección.
- Ya pero no puedo volver allí.
- ¿Por qué no?
- Porque... tengo los dieciocho años.
- Ya, pero el orfanato siempre da un margen para que os podáis colocar en algún lado.
- Pues este no – me dijo con una triste sonrisa.
- ¿Tienes dinero para alquilar alguna habitación o lo que sea?
- Algo de dinero, pero no mucho – me comentó.
- Sube al coche – le dije.
- ¿Por qué?
- Porque te vienes a dormir a mi casa.
- Pero... te podría meter en un problema si se enteran en el instituto.
- Les diremos la verdad entonces, que el orfanato te ha tirado a la calle y hasta que encuentres un trabajo y puedas valerte por ti mismo estás viviendo en mi casa ¿Te parece bien? – le pregunté.
- Sí – me dijo sonrojado y sin poder creérselo.
- Venga sube – le dije abriéndole la puerta del copiloto desde dentro y él se apresuró a subir al coche.
- Gracias, Laxus – me agradeció con una sonrisa.
Lo llevé a mi casa y aparqué el coche en el garaje de mi apartamento. Yo mismo cogí su mochila aunque él insistía en que podía llevarla, pero yo era todo un caballero y prefería llevarla yo, al final no se opuso. Subimos en el ascensor hasta el décimo piso y entramos en mi casa. Jellal se sorprendió mucho al ver la gran cristalera del salón que daba al río de la ciudad y es que vivía en pleno centro de Londres, un lujo que pocos podían permitirse pero mi padre antes de fallecer me había dejado esta casa.
- Menudas vistas – me dijo.
- Lo sé, son increíbles ¿Verdad? Ven, te enseñaré tu cuarto.
- Creí... que dormiría contigo.
- Yo me sorprendí de aquello y ciertamente no me importaba dormir con él, sé que le quería, pero aún así prefería que él tuviera su propio cuarto por si acaso.
- Jellal... puedes dormir conmigo siempre que quieras, te enseñaré cual es mi cuarto, pero prefiero que tengas un lugar para ti ¿Vale?
- Nunca he tenido un lugar sólo para mí – me dijo – en el orfanato dormíamos todos juntos.
- Lo sé, por eso creo que sería bueno, pero puedes venir a mi habitación siempre que quieras. Voy a estar al lado.
- Vale – me dijo con una sonrisa.
Le llevé a su cuarto y entre los dos sacamos las sábanas limpias, las mantas y preparamos el cuarto. Nunca había utilizado esta habitación de la casa, tenía dos habitaciones más pero tampoco las utilizaba, siempre había vivido solo y mi padre antes de fallecer también era bastante solitario así que... era demasiada casa para mí solo.
Jellal se alegró cuando le expliqué que quería adoptar a Sai y a Gaara pero aún así... vi su cara de tristeza cuando lo comenté y no sé exactamente por qué fue, así que le pregunté.
- Jellal ¿No te parece bien que los adopte? – le pregunté.
- Si – me dijo con rapidez – claro que si, es sólo que...
- ¿Qué?
- Que quizá no son los que más ayuda necesiten allí dentro – me dijo.
- ¿Qué quieres decir?
- Gray... él es el que peor está allí dentro, hacen lo que les da la gana con él, le obligan a trabajar por las noches hasta la extenuación, Sai y yo no hacemos ni la mitad de lo que le obligan a él pero supongo que Gray no se marchará sin su hermano Naruto. Me alegro porque Gaara necesita ayuda igual que Sai pero... no quiero que se queden allí solos Gray y Naruto – me comentó.
- Jellal... ¿Qué ocurre allí dentro?
- No puedo hablar de eso – me dijo.
- ¿Por qué?
- Porque lo pagarán con Gray – fue su única respuesta y no conseguí sacarle nada más, pero sabía... que ese orfanato ocultaba algo y era algo grande.
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