Capítulo 33: Consulta

Laxus Dreyar

¿Cuánto hacía que yo no hacía una consulta? Mucho tiempo, en prácticas de la carrera supongo que fue la última. No recordaba ya apenas ni cómo debía llevarla, llevaba muchos años como profesor de gimnasia y esa era otra de las cosas que me preocupaba y no me dejaba dormir estos días... Jellal, mi trabajo y mi edad. ¿Cuántos años le sacaba a ese chico? Muchos, él acababa de cumplir los dieciocho años... yo estaba cerca de los treinta, podría ser casi su padre y a eso tenía que sumarle... que era su profesor. Todo estaba esta fatal, pero no podía olvidar sus labios, no podía quitar de mi mente sus caricias, era un chico muy decidido a conseguir lo que quería y supongo que yo me dejé llevar por el momento.

No me di cuenta cuando caí en sus garras, pero estaba completamente en su mano, se me caía la baba al verle, era tan guapo, tan bueno en el deporte, tan agradable cuando hablabas con él, parecía tener ese carácter fuerte pero a la vez cuando estaba a su lado sentía como si necesitase ser protegido... me volvía loco ese chico.

Fui a clase con pocos ánimos y es que sólo de pensar que tenía que darle clase a Jellal, me tensaba. ¿Cómo iba a mantener las distancias con ese chico? No lo sabía, pero tenía que hacerlo, estaba muy mal esto que hacíamos. Les mandé dar un par de vueltas al patio corriendo para calentar antes de empezar a jugar a baloncesto y cada vez que Jellal pasaba a mi lado, me miraba fijamente y me sonreía levemente. No pude hacer nada más que sonrojarme intentando disimular que todo estaba en orden.

Les enseñé algunos trucos para el baloncesto. Se supone que esto era mi trabajo, enseñarles siempre un poco de cada deporte con la mínima esperanza de que alguno les llamase la atención y lo practicasen en un futuro, era sólo eso... mantenerles medio en forma y activos.

Al final acabé formándoles en equipos y dándoles un balón de baloncesto les dejé que echasen un partido entre ellos para finalizar la clase. Quedaban veinte minutos y creo que era bueno para ellos dejarles hacer ese partido. Me dediqué a observar y a controlar que nadie hiciera trampas pero la verdad era... que no podía apartar mi vista de Jellal, era un gran deportista y cuando le vi caerse quejándose del tobillo, me asusté y preocupado corrí hacia él.

- Estoy bien – me dijo intentando ponerse en pie pero cuando vi que caería lo cogí pasando su brazo tras mi cuello y ayudarle a ir al vestuario.

- Seguid jugando – les dije a los demás y metí a Jellal hacia dentro del vestuario.

Una vez allí dentro, lo senté en un banco y le quité la zapatilla para ver su tobillo. Lo toqué levemente pero no parecía quejarse y aquello me sorprendió. Cuando levanté la mirada y vi su sonrisa supe que estaba fingiendo pero ya era tarde, se había abalanzado sobre mí besándome.

Estaba mal todo esto, lo sabía, pero sentir sus labios sobre los míos era mi perdición, no podía negar que sentía algo por este chico, había algo que se movía en mí cada vez que me besaba, cada vez que me miraba, cada vez que me sonreía. Tuve que sacar fuerzas de donde no las tenía para poder apartarme de él y me costó mucho, deseaba sus labios como nunca.

- Jellal – le dije – no podemos hacer esto.

- Porque eres profesor, ya lo sé, pero te dije que no se lo diré a nadie. Quiero estar contigo Laxus ¿Qué tengo que hacer para que te fijes en mí?

- Ya me he fijado en ti Jellal, pero tienes novio y... ¡Dios! Se supone que yo tengo que ser un educador para ti – le dije.

- He roto con Gray – me dijo – le confesé que me gustabas, pero no te lo creas mucho... sólo me gustas algo... supongo – me dijo sonrojándose – y sé que eres mi profesor, que no debería suponer tanto problema... enséñame entonces, pero no me dejes así, por favor.

- No me hagas esto Jellal – le dije cuando sentí como cogía mi mano con la suya y la subía por su rodilla, metiéndola por una pernera de su pantalón corto de deporte hacia su miembro – Jellal – le dije al sentir su miembro rozando mi mano y él gemía.

- Tócame, por favor – me suplicó – por favor... no me rechaces, tú no.

Aquello no supe como tomármelo, sus ojos habían puesto esa mirada triste que odiaba ver en la gente, no me gustaba cuando ponían esos ojos y supe que este chico tenía algo en su interior que le hacía sentirse mal, que le hacía sentirse rechazado ¿Qué le había pasado para que se sintiera rechazado? Era un chico guapo, listo, buen deportista, con buena conducta ¿Quién podría rechazar a alguien como él? ¡Yo! yo lo rechazaba pero no porque no me gustase, sino porque era mi alumno, nos íbamos a meter en un lío pero no podía dejar de pensar que se sentiría destrozado si le volvía a rechazar, así que cogí su miembro en mi mano y con mi mano libre le empujé de la nuca besándole.

Jellal fue el primero en meter su lengua en mi boca explorándola. Su lengua era tan juguetona, tan poco tímida. Al principio cuando le vi, creí que era un chico tímido y reservado, pero para nada, era un chico valiente, uno de los que luchaban por lo que creían, por sus intereses, era un chico interesante que no dejaba asustar con facilidad. Quizá por eso todos los demás de su grupo confiaban en él y le seguían.

- Gracias – me dijo al separarse unos segundos abriendo los ojos – gracias por darme la oportunidad, gracias por no rechazarme de nuevo.

- Aún no sé cómo me he dejado convencer de esto – le dije y él sonrió.

- Te excito tanto como tú me excitas a mí. Quiero tenerte Laxus – me dijo susurrando al oído.

- Aquí no – le dije por miedo a que nos pillasen.

- Quedan quince minutos, vayamos a las duchas, allí no nos verán – me dijo sonriendo sacando mi mano de su miembro y caminando hacia las duchas con una sonrisa pícara.

Me levanté siguiéndole a la ducha y cuando entré corrí la cortina tras nosotros mientras le empotraba contra la pared y nos besábamos con pasión. Jellal gemía en mi boca al sentir mis manos recorrer su abdomen bajo su camiseta y sonreía con dulzura pero sin perder ese toque seductor que él siempre tenía.

- ¿No te preocupa lo mayor que soy para ti? – le pregunté besándole el cuello pero él tiró la cabeza hacia atrás dejando que siguiera, dándome más alcance a su cuello.

- No, me excitas mucho, seguro que tienes experiencia. Me gustan con experiencia – me dijo sonriendo.

- No seas tan modesto – le sonreí – debo ser un viejo para ti.

- Me excitas mucho Laxus – me dijo cogiéndome el rostro entre sus manos y besándome con fuerza - ¿Crees que estaría así por cualquiera? – me preguntó cogiendo una de mis manos y metiéndola bajo su pantalón lanzando algún gemido por el roce.

Estaba sonrojado, sus mejillas estaban sonrojadas pero aún así, él no quería echarse atrás de esta idea, de esta locura que íbamos a hacer. Me sentía mal en parte por hacer esto con un chico de apenas dieciocho años, pero a él no parecía importarle en absoluto, me lo pedía. Sus manos desabrocharon con maestría mi pantalón y eso me dio la leve impresión como si fuera demasiado ágil, quizá porque no era virgen, porque lo había hecho más veces, pero sólo fue una hipótesis mía. Seguramente lo habría hecho con Gray, eran novios al fin y al cabo.

Le bajé los pantalones de deporte y lubricando mis dedos los metí en su entrada con el máximo cuidado posible mientras le sostenía de la cintura y le besaba. Fue Jellal quien con una de sus manos empezó a darse placer él mismo y disfruté con aquella escena. Aún recordaba el día que le pillé masturbándose en el campamento.

- Me gusta que hagas eso – le dije sonriendo.

- ¿Puedo confesarte algo? – me preguntó sonrojado – la última vez en el campamento... pensaba en ti, quería saber como era estar contigo, hoy lo sabré ¿Verdad?

- Sí Jellal, lo sabrás – le dije escuchándole jadear.

Me posicioné y entré en él con lentitud. No me habría gustado hacerle daño, sé que era imposible, sé que él intentaba disimularlo como podía, pero también sabía que le dolía, era algo normal que entendía perfectamente y aquí no tenía lubricante ni nada para ayudarle a que entrase con mayor suavidad. No fue precisamente en poco tiempo cuando empezó a acostumbrarse, pero cuando conseguí escucharle gemir de nuevo, me tranquilicé y es cuando yo empecé a disfrutar también sabiendo que él lo hacía por fin.

Entré en él tantas veces que perdí la cuenta, me daba exactamente igual todo excepto hacerle disfrutar, quería que tuviera una experiencia inolvidable a mi lado, quería que sintiera que merecía la pena por lo que tanto había estado insistiendo y cuando se corrió susurrando mi nombre con los ojos cerrados, me sentí satisfecho corriéndome yo en él. Me sentía un poco confuso, pero cuando me besó con dulzura agarrándose a mi cuello, supe que ese chico era especial.

- Gracias – me dijo – Eres todo lo que esperaba. Creo que he encontrado lo que tanto he estado buscando.

- ¿Puedes saber eso por el sexo? – le pregunté sonriendo.

- No, por la forma en que te comportas conmigo – me dijo – eres dulce y atento, intentabas cuidarme, eres un gran hombre Laxus, aunque a veces ni tu mismo pareces darte cuenta de las virtudes que tienes – iba a decir algo cuando él se adelantó de nuevo – salgamos antes de que vengan los demás.

Salió delante de mí y yo me fui a parar el partido y decirles a todos que fueran a cambiarse. Cuando volví a ver a Jellal salir, fingía que le dolía un poco el tobillo pero me sonrió al pasar por mi lado mientras se iba con Gray y Sai de nuevo a clase. Aquella tarde, Sai vino a mi casa con Gaara para la primera sesión.

Estaba preocupado de cómo la llevaría, no iba a mentir, hacía años que no trataba nada de psicología y me preocupaba. Cuando llegaron me presenté a ese chico, él no dijo nada y no soltaba la mano de Sai. Sé que le tenía mucha confianza a ese chico, pero yo necesitaba estar a solas con él. Al final fue Sai quien lo convenció y me lo llevé hacia el despacho dejando a Sai que cogiera algo de la nevera y se pusiera la televisión hasta que terminase.

Me senté un una silla del escritorio y le invité a sentarse en el sofá. Lo hizo con cierta cautela y temor pero yo no comenté nada, sólo le miré y él me miraba a mí. Le observé mirar atentamente todo lo que había en esta habitación, todo lo que le rodeaba, era un chico muy observador o a mí me lo parecía.

- Así que te llamas Gaara, es un buen nombre – le dije - ¿No quieres hablar de nada? – le pregunté – bueno a mí tampoco me gusta mucho hablar ¿Sabes?

Él me miró curioso y me levanté para ir a buscar unos folios dejándole en la mesa unos lápices y colores junto a los folios.

- ¿Te gusta dibujar? – él asintió - ¿Te apetece dibujarme algo? Lo que quieras.

Al principio dudó un poco si cogerlo o no, al final acabó cogiendo el folio con un lápiz y empezó a dibujar algo. Sinceramente... ese chico tenía mano para el dibujo, estaba dibujando a Sai, lo veía claramente, es como si ese chico hubiera estudiado algo sobre dibujo, quizá iba a clases de dibujo en su familia porque el retrato era perfecto. Yo sonreí.

- Dibujas muy bien – le elogié pero él no se inmutó, siguió dibujando serio sin mirarme - ¿Es Sai, verdad? Se nota que le aprecias mucho, es un gran chico – le comenté y me miró.

Cambió de folio en cuanto acabó con el retrato de Sai y dibujo una playa, eran Sai y él en una playa. Puede que no pudiera entender bien sus dibujos, pero al menos si no quería hablar, encontraría una forma de llegar hasta sus pensamiento, encontraría la forma de llegar a su historia, a lo que vio aquel día y que el psicólogo de la policía no pudo sacarle nada debido al trauma reciente y a su negación por hablar o dibujar, al menos ahora dibujaba, eso ya era un avance con él.


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