Capítulo 27: Psicólogo

Laxus Dreyar 

Cuando llegué de la excursión me marché a casa a descansar. Abrí la puerta encontrándome con que estaba vacía, oscura y solitaria. Mi casa siempre fue así y es que desde que me independicé de mi padre vivía más tranquilo y es que mi padre no era la mejor persona del mundo, de hecho me crié con mi abuelo porque mi padre fue encarcelado tras sus crímenes. Por eso quise estudiar psicología, quería ayudar a la gente pero al final... había terminado trabajando como profesor de gimnasia y al ver a Jellal... mi vocación por ayudar había vuelto a salir de golpe.

Cerré la puerta tras de mí pasando la llave y empecé a quitarme la ropa para ir a la ducha. Abrí el grifo del agua caliente y terminé de desvestirme metiéndome dentro. Se estaba tan bien por fin en casa, en la ducha relajándome cuando a mi mente vino Jellal ¡Madre mía! Le pillé en plena masturbación o más bien... acabando su masturbación. No podía evitar ver de nuevo en mi mente a ese chico desnudo, con ese erecto miembro entre sus manos y todo su abdomen cubierto de su líquido blanquecino. ¿En quién pensaría Jellal cuando se masturbaba? No lo sabía pero me daba mucha curiosidad.

Bajo el agua caliente se estaba tan bien... que al final acabé pensando en lo mismo que hacía aquel chiquillo de dieciocho años recién cumplidos. Bajé mis manos a mi miembro y aunque sabía que entre él y yo jamás pasaría nada, en mi imaginación sí que podría haberlo, era la única forma en que podría estar con él. Moví mi mano dándome placer yo mismo pero pensando en ese chico que últimamente se negaba a salir de mis pensamientos ¿Cómo podía estar enamorándome de ese chiquillo?

Lancé el primer gemido soñando como entraba en ese chico. Todo me lo imaginaba, quería creer que sería estrecho y me haría disfrutar como nunca, por eso apreté más mi mano en mi miembro intentando crear en la realidad lo que imaginaba. ¿Sería posible que estuviera haciendo estas cosas con un chiquillo de instituto? Pues aquí estaba, soñando y escuchando como gemía ese chico de ojos claros cuando entraba en él una y otra vez.

Gemí como nunca pensando en el sexo con ese chico, cada gemido que soñaba que él soltaba me excitaba más y más hasta que me corrí en mi mano llenándome con mi semen, ese que con el agua empezaba a espesarse y se iba por el desagüe de la ducha.

Terminé de ducharme y me lavé bien después de esto aunque seguía sin entender cómo me había podido pasar a mí algo así. Sé que Jellal ya era mayor de edad, el mismo día de su cumpleaños me besó, pero sabía que ese chico estaba confuso, tenía que estarlo porque yo le había visto besando a Gray, aquella vez que le pillé en el vestuario del instituto. Esos dos tenían algo muy fuerte y no podía ser que Jellal me hubiera besado sin más, algo le había pasado para confundirle, quizá que yo había estado muy pendiente de él intentando ayudarle.

Había pasado casi dos meses desde que todo este lío había empezado y la verdad... el roce de todas las semanas tener una hora a la semana de reunión con ellos... hacía efecto. Seguían sin terminar de confiar en nosotros, pero se estaban abriendo poco a poco, ahora hasta hablaban de algo, ya no se quedaban callados mirándose los unos a los otros y eso era bueno, yo esperaba que pronto empezasen a confiar y a contarnos algo, quería creer que confiarían para que pudiéramos ayudarles en lo que se supone que les ocurría.

Aquella noche no dormí nada bien pensando en ese chico. Creo que podía ser un grandísimo atleta, era un buen deportista, uno de los mejores que había tenido. Sé que podía lanzar su carrera, que podía ayudarle a salir del orfanato, de hecho... ahora con dieciocho años seguramente empezarían a decirle que debería buscarse otro sitio, los orfanatos no estaban para sostener a gente mayores de dieciocho años, todos se buscaban la vida y yo quería intentar ayudar a Jellal ahora que había cumplido la edad máxima para estar allí.

Me levanté más cansado de lo que me había acostado y es que no había dormido prácticamente nada al final. Ese chico me estaba volviendo loco. Desayuné, me vestí y bajé al parking a coger el coche para irme al instituto. Cuando llegué entré directamente por la sala de profesores y todos me miraron sorprendidos al ver mis ojeras. Me serví una taza de café y traté de despejarme un poco antes de tener que ir a dar clases.

- ¿No has dormido bien? - me preguntó Natsu.

- No... no he pegado ojo en toda la noche. ¿Cómo está Gray? – pregunté.

- Sigue en el hospital, hoy le dan el alta – me dijo aunque seguía algo triste.

Terminé de tomarme el café y me marché hacia clase mientras escuchaba como sonaba el timbre que iniciaba la jornada. Abrí la puerta de la sala del material y pensé en jugar a un poco de voleyball hoy. Estaba poniendo la red cuando mis alumnos empezaron a hacer su aparición dirigiéndose al vestuario para cambiarse a la ropa deportiva.

- ¿Te ayudo? – escuché que preguntaban tras de mí y me encontré a Jella cuando me giré.

- Claro, coge ese extremo – le dije.

Jellal me ayudó a colocar la red y luego se fue a cambiarse junto a los demás. Me pasé la clase prácticamente viendo a Jellal moverse y jugar con sus compañeros, era un gran chico con un carácter de arma tomar, pero aún así... yo suponía que tenía que tener su parte dulce y sensible escondida en el fondo, esa actitud fría y despreocupada sólo podía ser su coraza de protección.

Todos se marcharon a las duchas cuando acabamos la clase y aunque entré a revisar que todo estaba en orden, ver a Jellal salir con la toalla envuelta a su cintura me excitó muchísimo, me hacía recordar al primer beso que me regaló, me hacía recordar a todo lo que había hecho anoche pensando en él y en su cuerpo.

Intenté pensar en otra cosa aunque me excitaba con tan solo verlo, así que decidí salir fuera y cuando empezaron a salir todos ya cambiados, entré yo para revisar que nadie se quedaba encerrado. Estaba comprobando que no quedaba nadie cuando sentí como agarraban mi mano y me metían dentro de una cabina cerrando la puerta mientras me besaban con pasión. Jellal me estaba besando.

Sé que esto estaba mal, que si me pillaban aquí besando a un alumno sería mi expulsión, pero no podía evitarlo, le deseaba, este chico me enloquecía. Cogí su cintura con mis manos metiéndolas bajo su camiseta y tocando su abdomen mientras él sonreía y me besaba con más pasión metiendo sus manos dentro de mi pantalón. Gemí al sentir sus manos acariciar mi miembro por fuera de la ropa interior.

- ¿Tanto te excito Laxus? – me preguntó burlón.

- Esto está mal Jellal – le dije – eres mi alumno... soy tu profesor.

- Quiero sentirte Laxus – me dijo de golpe y entonces entendí lo que ocurría.

- Para Jellal – le dije – ya entiendo por qué estás haciendo esto... es por Gray, está en el hospital y de alguna forma te sientes culpable porque esté allí, tú te sientes responsable de cuidar de esos chicos y ahora buscas una forma de evadir la culpa que tienes.

- ¿Cómo...? – preguntó extrañado – yo sólo quiero sexo.

- No es cierto Jellal... quieres no sentirte culpable y no tienes por qué hacerlo, eres un buen chico Jellal, pero el sexo no es algo que debas tomarlo a la ligera. Gray es tu novio y yo tu profesor, esto no puede repetirse – le dije.

- Creo que me gustas – me dijo Jellal

- No me haga esto Jellal – le dije – conoces las normas.

- Tú también, pero aún así estás aquí besándome – me dijo susurrando frente a mis labios – no diré nada de esto Laxus.

- ¿Jellal? – escuchamos a Sai preguntar

- Shh – me mandó callar Jellal antes de que me diera otro beso y abriera la puerta para irse dejándome allí dentro – estoy aquí Sai, estaba en el baño, ya estoy listo, vayamos a clase – comentó Jellal llevándose a Sai fuera.

Una vez escuché la puerta cerrarse salí de allí. Ya no pude volver a concentrarme en todo el día después de esto y es que no podía dejar de pensar en todo lo que Jellal me había declarado. Yo también estaba empezando a sentir cosas por ese chico pero era una maldita locura entrar en esta clase de juegos. Por la tarde fui a clase con los chicos de orfanato, me tocaba la sesión de un día por semana y Natsu también vino.

Me senté al lado de Natsu y ambos nos miramos en silencio. Todos se sentaron allí y pude ver que Sasuke Uchiha también venía, supongo que porque quería encajar en este grupo. Miré a Jellal sabiendo lo que había estado haciendo con él. Natsu me miró como si quisiera preguntarme si estaba bien, pero teniendo a todos los alumnos aquí reunidos, pasó del tema y mantuvimos el silencio hasta que Sai rompió el silencio.

- Quiero pedirte ayuda, Laxus – dijo de golpe y todos nos sorprendimos, sus amigos se giraron sin creerselo.

- Dime Sai – le pedí.

- ¿Podemos hablar en privado? – me preguntó y al final accedí.

Salimos de allí y fuimos a mi despacho cerrando la puerta y asegurándome de que no nos interrumpirían. Le ofrecí a Sai sentarse y accedió. Me sorprendió cuando no me pidió ayuda precisamente para él, sino para su amigo o en su caso... su novio, otro chico huérfano del orfanato que no asistía a clases.

- ¿En qué puedo ayudarle, Sai? – le pregunté.

- Gaara es... reservado, perdió el habla hace unos años cuando presenció el terrible asesinato de unos ladrones en su casa. Mataron a su familia y desde entonces... no le he vuelto escuchar hablar excepto alguna palabra suelta. Hace unos días vino muy aterrado de su trabajo en el parque y yo no sé que es lo que le ocurre. Sé que estudiaste psicología y me gustaría si pudieras ayudarle.

- Nunca he tenido un caso así Sai, no sé si podré ayudarle, pero puedo intentarlo – le comenté.

- Entonces te lo agradecería mucho.

- Tráelo mañana por mi casa y veré si puedo hacer algo por él ¿De acuerdo?

- Gracias Laxus. Te pagaré en cuanto pueda reunir el dinero.

- No te preocupes por eso Sai, lo atenderé sin cobrarte. Lo hago por ayudaros, no porque quiera sacaros algo.


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