Capítulo 18: Vete

Gray Fullbuster

¡Sai y Gaara huidos! Eso era un gran problema. Estaba preocupado por ellos, ¿Cómo se les había ocurrido una locura semejante? Esto iba a traer graves consecuencias para todos, lo sabíamos, porque yo estaba convencido de que los encontrarían, nadie podía huir de ellos, tenían medios, muchas personas bajo su influencia, demasiados contactos, nosotros no teníamos escapatoria alguna, estaba muy preocupado por ellos y más si conseguían encontrarles, recé para que no lo hicieran aunque suponía que acabarían encontrándoles.

Aquella noche dormí con Naruto y sé que él se durmió enseguida, pero yo no podía hacerlo, pensaba en todo lo que había ocurrido hoy, en la huida de Sai y Gaara, en Kabuto y sus celos, en cómo sería capaz de hacer cualquier cosa con tal de tenerme, en Jellal y su loca proposición de matrimonio con tal de quitarme el problema de Kabuto... aunque yo sé que nos causaría más problemas a la larga y en Natsu... pensé en Natsu y en su ayuda. Jamás imaginé que el profesor al que más odiaba llegase a infringir las normas por mí, por ayudarme y yo... yo había estado buscándole constantemente con la mirada y es que me relajaba verle, era como si él tuviera el don de calmarme, como si supiera que estaba a salvo a su lado, que él no dejaría que nada malo me ocurriera y era una tontería, porque aquí dentro de este orfanato nadie podía ayudarnos.

Me sentía un poco confuso y no quise decirle nada a Jellal, pero por unos instantes... Natsu me había atraído, supongo que estar tan débil me había hecho confundir las cosas, porque era Jellal el que siempre trataba de protegerme, era con él con quien yo deseaba estar pero Natsu... ese chico, ese profesor tenía algo especial que había hecho que dudase de mis sentimientos por un leve momento. Me quité todo esto de la cabeza, yo amaba a Jellal, no sentía nada en absoluto por Natsu, además... aunque lo hubiera sentido ¿Qué le habría dado yo? habría sido un amor imposible y aunque él hubiera sentido algo por mí, cosa que dudaba por su ética profesional... yo ya no podía tener sexo con nadie, él no me habría aceptado, nadie lo haría tal y como estaba, sólo Jellal me entendía, sólo él me comprendía a la perfección por el miedo que pasaba, yo no quería condenar a nadie a esta miserable vida donde no podían tener sexo con su pareja, yo ya no podía darles nada a nadie excepto a los clientes y aún así... tenía pánico, sabía que el sexo sólo era dolor y dar gusto a los demás, para mí no existía nada más.

Esa noche los directores nos sacaron a todos de la cama pero aunque dijeron que iban a encontrar a los dos fugados y me miraron como si yo supiera algo, me dejaron en paz. Todos volvimos a la cama pero a las tres de la mañana cuando ya había conseguido dormirme, me sacaron de la cama a la fuerza y preferí acompañarles por no despertar a Naruto. Seguí a Ivan hasta su despacho y me arrodilló en el suelo bajándose el pantalón, supongo que cómo él no podía dormir yo era quien debía sufrir su insomnio. Metió su miembro en mi boca y recé para que sólo fuera esto lo que quería de mí, porque ya no podía soportarlo más.

Iván metía cada vez más hondo su miembro y yo no podía evitar las arcadas mientras él gemía y disfrutaba. ¿Era porque era un doncel por lo que siempre me cogían a mí? No estaba seguro, pero estaba harto de esta situación y sabiendo que Naruto también lo era, tenía que sacarle de aquí, por primera vez... empecé a cuestionarme si sería una buena idea huir como habían hecho Sai y Gaara... pero pronto sabría esa respuesta, en pocos días sabría si era posible escapar, yo creía que no había ningún lugar seguro para nosotros, ellos siempre nos encontrarían.

Se corrió en mí pero yo escupí todo lo que pude, no quería nada de ese hombre en mí y él me miró con una sonrisa maliciosa. ¿Cuánto me quedaba para poder irme? Ya ni siquiera podía dormir por las noches tranquilo, las noches me daban miedo, me aterraba la idea de que vinieran a buscarme para hacer algún trabajillo y casi siempre venían.

- No llores Gray – me dijo Iván agachándose y limpiándome las lágrimas que me habían salido cuando estaba teniendo las arcadas – recuerda que si tu cumples bien, Naruto estará a salvo de esto ¿Es lo que querías no? Ya sabes lo que tienes que hacer, gana el dinero que obtendríamos si utilizáramos a tu hermanito, paganos por dos y le dejaremos en paz.

- Ya lo hago – le dije aún escupiendo.

- Lo haces muy bien Gray, pero ayer no cumpliste del todo, faltó una parte.

- No puedo con más clientes – le dije y él me cogió del brazo obligándome a levantarme.

- Entonces para pagar lo que nos debes de tu hermano tendrás que venir todas las noches aquí a hacernos algún trabajillo extra ¿Qué te parece? Vete a dormir – dijo lanzándome hacia la puerta y me quejé por el dolor de la herida.

Salí de allí y lloré. ¿Qué más querían de mí? Ya les pagaba demasiado, yo no podía estar con más clientes y encima ahora esto... sabía que era por Naruto, que él estaría bien, me lo habían prometido y de momento lo habían cumplido, pero... no sabía cuánto más podía ocultarle esto a Naruto. ¿Me odiaría cuando se enterase de que era el mayor prostituto de este sitio? ¿Le daría asco volver a mirarme cuando se enterase de todo lo que había hecho con los clientes? ¿De todas las guarradas que me habían pedido hacer? Sabía que en algún momento le iba a perder, que no querría volver a acercarse a mí ¿Quién iba a querer? Ni siquiera entendía como Jellal aún podía estar conmigo sabiendo todo lo que sabía de mí. Yo había llegado a sonrojarme con Natsu pero sabía perfectamente que nadie me entendería como Jellal lo hacía, Jellal era el único chico para mí, yo no podía sentir nada por nadie, ya no tenía nada, no sentía nada y nadie podría sentir nada por mí, era simplemente... un deshecho, un trozo de carne que utilizaban a su antojo, un buen negocio para el orfanato, nada más, sólo era eso... un negocio al que tirarían a la calle cuando dejase de ser rentable.

Fui al baño a cambiarme y me encontré con Jellal que me pasó una toalla para que me secase la cara tras habérmela limpiado. Sé que no me diría nada pero estaba molesto, no conmigo... sino con lo que me hacían, de cómo me chantajeaban pero no podía hacer nada si quería que dejasen a Naruto.

Dormí esa noche con Jellal por miedo de que volvieran y cuando me desperté, me cambié para irme a clase. Quería al menos devolverle la camiseta a Natsu ya que me la había prestado. Quizá debería haberla lavado antes... pero no me fiaba de perderla en las lavadoras del orfanato, allí siempre desaparecían las cosas, si no las cogían otros niños, era probable que los directores lo robasen por diversión, así que no tuve más remedio que llevársela tal y como estaba.

Fuimos al instituto y por primera vez... llegué a tiempo a la primera hora. Natsu me cogió del brazo apartándome de los demás alumnos y dejó que pasasen todos, una vez lo habían hecho, me preguntó si estaba mejor y le sonreí levemente comentándole que sí. Me dejó entrar en clase y fue el primer día que presté atención a lo que tenía que decir, hacía mucho tiempo que no escuchaba ninguna lección. Al finalizar las clases fui a su despacho un segundo y le devolví la camiseta agradeciéndole todo lo que hizo por mí el otro día. No pude evitar sonrojarme cuando cogió la camiseta y mi mano rozó la suya ¿Qué me estaba ocurriendo? Yo amaba a Jellal y me lo repetí mentalmente varias veces tratando de asimilarlo.

Salí del despacho y me fui a la clase de gimnasia. No sé si podría hacer ejercicio con esta herida, pero en cuanto empecé y vio Laxus mi cara de dolor, me detuvo y me dijo que me sentase, aquello no pasó desapercibido para el Uchiha y yo me miré el abdomen, la camiseta tenía un poco de sangre y supuse que la herida se habría abierto un poco, pero aún estaba bien, esto se me pasaría enseguida, pero oculté con el brazo la mancha de sangre para evitar que los demás alumnos la vieran.

Al finalizar la clase, todos fueron a las duchas y Sasuke me cogió del brazo apartándome de los demás alumnos y metiéndome en una de las duchas cerrando la cortina. Me puse nervioso, venía con la toalla y es que sé que estaba desnudo, iba a ducharse y yo quería largarme de aquí.

- Enséñame eso – me dijo.

- Dios Sasuke... estás desnudo – le dije sonrojándome – me largo – le comenté tratando de salir de allí, pero Sasuke me miró con mayor seriedad, colocó su mano en mi pecho y me empujó de nuevo contra la pared.

- Enséñamelo – me pidió de nuevo y trató de levantarme la camiseta.

Quise impedirlo pero al final se salió con la suya y la levantó viendo el vendaje ahora con algo de sangre.

- Por eso no apareciste ayer por clase ¿Verdad? – me preguntó – joder, eres un caso.

- Estoy bien – le dije.

- No estás bien y empiezo a pensar que tienes un problema que no eres capaz de manejar tú solo.

- Puedo manejarlo.

- Jellal no estará siempre contigo – me dijo – no puede protegerte siempre ¿Crees que no sé que es tu chico? ¿Qué te está cubriendo?

- Jellal estará siempre conmigo.

- ¿Vas a ir al campamento? – me preguntó.

- ¿Qué campamento? – le pregunté.

- El de atletismo, Jellal estaba hablando antes con Laxus y ha entregado su justificante para ir.

- No es cierto, él no puede ir, el orfanato no le ha dado permiso, no se lo daría, tiene cosas que hacer.

- Ha dado el justificante, yo lo he visto.

- Joder – exclamé.

Sabía perfectamente lo que ocurriría si él se marchaba... si no hacía su trabajo lo pagarían con los demás y ahora mismo ni estaba Sai y Gaara, sería a Naruto y a mí a quienes nos interrogarían sobre dónde se había largado Jellal, no podía dejar que cogieran a Naruto para interrogarle, era capaces de hacer cualquier cosa. Tuve que pensar algo para sacarlo de este lío y al final... la respuesta estaba frente a mí... Sasuke.

- Llévate a Naruto esta noche a tu casa.

- ¿Qué?

- Llévatelo, por favor, dile a tus padres que es un compañero de clase o lo que sea, llévatelo esta noche.

- ¿Qué ocurre?

- Hazme ese favor, por favor, no volveré a pedirte nada, te lo prometo, pero tienes que llevártelo esta noche.

- Vale, iré a recogerlo hoy al parque.

- Gracias Sasuke, me voy, tengo que hablar con Jellal.

Salí enfadado de allí y cogí a Jellal que salía ahora de la ducha. Lo aparté del resto de alumnos.

- ¿Te marchas el fin de semana? – le pregunté enfadado.

- Gray cálmate... sólo es un fin de semana.

- Dios mío... ¿En qué narices piensas? Ni Sai ni Gaara ¿A quién crees que le preguntarán si tú desapareces?

- A ti no te harán nada, te necesitan – me dijo.

- Eres idiota si crees que les importamos, ni siquiera yo les importo, me sustituirían con otro cualquiera que causara menos problemas.

- No te harán nada Gray, ya lo verás y yo necesito este fin de semana fuera, es una oportunidad que tengo de salir.

- Vale – le dije – disfruta el fin de semana – le comenté soltándole – ya me apañaré como pueda sin ti.

- Puedo quedarme Gray – me dijo – iré a decirles que me quedo.

Por un momento aunque estaba asustado, comprendí que él tenía una salida, no podía ser egoísta y pedir que se quedase en mi infierno cuando podía irse.

- No – le dije – ve y disfruta, siento haberme portado así, sólo estaba asustado nada más. Cuéntame todo a la vuelta, querré todos los detalles – le dije sonriendo y él me besó.

- Volveré por ti Gray y lo sabes, yo no te dejaré nunca.

- Lo sé.


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