Capítulo 14: Fugarse

Sai

Hoy tenía la noche libre por lo menos... eso era una gran alegría para mí y es que odiaba este trabajo, lo único que conseguía hacerme sentir mejor con todo lo que había llegado a hacer, era saber que Gaara estaba a salvo de momento. Cómo me habría gustado poder mandar todo al infierno, poder irme de aquí ¿Cuántas veces había pensado en huir? Muchas, habría mentido si hubiera dicho que no pensaba en hacerlo, todas las noches soñaba e ideaba miles de planes, pero al final se quedaban en simples utopías, no podía hacerlo y lo sabía, si me pillaban sería mucho peor y no podía engañarme... eran gente influyente los directores del orfanato, habría incluso puesto alguna denuncia de desaparición en la comisaría y me devolverían a este horrible lugar, la única forma de escapar de aquí era cumplir la edad... que alguna familia te adoptase y que alguien se diera cuenta de lo que ocurría, pero... ¿Quién denunciaría?

Los clientes que venían no lo harían, estaban satisfechos con nuestros servicios por eso venían, querían seguir viniendo, los niños tampoco lo harían, tenían miedo y era normal, los castigos eran mucho peor que obedecer y Jellal podía dar fe de ello, de aquí no había escapatoria posible.

Gray hoy tenía turno y yo me había ocupado al ser mi día libre de acompañar a Naruto y a Gaara a la cama. De Gaara siempre había algo que me preocupaba... su miedo a la oscuridad y es que el trauma y las secuelas que le había dejado aquel suceso con el asesinato de su familia era demasiado fuerte, yo no sabía cómo ayudarle.

No hablaba más que alguna palabra de vez en cuando pero aún así, sé que entendía todo perfectamente, aquella vez cuando me vio en mi trabajo le había afectado, odiaba que se nos llevasen a la fuerza como generalmente hacían los directores del orfanato pero siempre tratábamos de alejarle, porque ellos no eran para nada comprensivos, les daba igual si Gaara tenía un trauma o no, le habrían golpeado sin miramiento por tratar de impedir que se nos llevaran, si yo no me hubiera ofrecido voluntario ahora mismo... Gaara estaría trabajando con nosotros allí abajo, en ese club.

Naruto empezaba a preocuparme tambien... no sabía cuánto tiempo podría ocultarle la verdad, Gray lo intentaba, pero Naruto estaba cada vez más pesado con lo de su trabajo, quería averiguarlo y no pararía hasta conseguirlo, no sé si podríamos ocultárselo mucho más tiempo y sé que Naruto por ayudar a su hermano era capaz de hacer cualquier cosa, pero Gray lo hacía por él, era Gray quien se sacrificaba haciendo la multitud de burradas que llegaba a hacer para mantener a Naruto a salvo, era sin duda el que más dinero les daba a los directores, casi todos le pedían a él, yo nunca había estado en la misma sala... no sé lo que le hacían a ciencia cierta, pero no creo que fuera nada bueno.

Muchos clientes pedían cosas extrañas y a Gray le obligaban a hacer tantas horas... tantas cosas que ya no estaba seguro de lo que hacía realmente, supongo que satisfacer en todo a los clientes y a los directores. Lo estaban explotando, era como una mina de oro que habían encontrado, daba demasiado dinero y yo sabía que cuando cumpliera la edad... no le dejarían marcharse así sin más, algo se inventarían para retener a ese chico porque daba demasiado dinero, no podían permitirse perderle. Jellal también lo sabía... hasta Gaara lo sabía. ¿Cuánto tiempo se lo ocultaríamos a Naruto? Gray llegó a confesarme el miedo que tenía de decírselo, porque sabía que Naruto no le vería con los mismos ojos cuando se enterase de su trabajo, sólo era un objeto a disposición del orfanato, se sentía tan humillado, tan asqueado que ni él se sentía a gusto consigo mismo. La nuestra... era una vida demasiado dura, demasiado aterradora.

Mandé a aquellos dos adolescentes a la cama y me fui a la mía para ver si podía dormir algo, aunque sólo fuera un poco. Todos aquí teníamos miedos... supongo que cada uno llevaba el suyo, Gaara su miedo a la oscuridad, a quedarse solo, a que ocurriera lo mismo que aquella vez, a que no encontrasen a su hermana desaparecida... Naruto tenía miedo de perder a Gray, de que le pasase algo, de Jellal... no lo sabía, él siempre era un misterio para todos, pero era el más fuerte de nosotros, el que siempre nos protegía y nos cuidaba o al menos lo intentaba en la medida de lo posible, porque en este sitio... nadie estaba a salvo. Yo... yo tenía miedo a que esa puerta se abriera y me dijeran que tenía que volver abajo para complacer a algún cliente y eso solía pasar a menudo.

Me acosté en la cama y me tapé con las mantas hasta arriba como si eso pudiera hacer desaparecer mi dolor, como si pudiera desaparecer yo. Nunca se lo había dicho a nadie... pero el dolor por la pérdida de mi hermano era demasiado grande, nadie conoció a mi hermano, los del orfanato se lo llevaron cuando era un crío y sé que le obligaron igual que a Gray y a mí a prostituirse a temprana edad... él no pudo aguantarlo y se suicidó, yo no volví a hablar del tema, cuando me preguntaban... siempre decía que era hijo único y no era porque me avergonzase o cosas peores... simplemente, me dolía recordarlo, me dolía hablar del tema, era más fácil olvidar y hacer que eso nunca ocurrió, como si sólo fuera un mal sueño de mi mente.

Sentí como alguien entraba en la cama y abrí los ojos encontrándome a Gaara mirándome con tristeza. ¿Qué iba a hacer para ayudar a este chico? Me daba mucho miedo creer que por su trauma podía acabar como mi hermano, no podía soportar esa idea... desde le primer día que vi a este chico, me enamoré de él, de su color de cabello extrañamente rojizo, de sus ojos claros y con marcadas ojeras, de su seriedad, de su forma de ser, de su tristeza y melancolía, me enamoré perdidamente de él pero no tuve el valor a decírselo nunca, así que simplemente me dedicaba a ayudarle en todo lo que podía.

- ¿Qué ocurre Gaara? – le pregunté y él me miró sin hablar. - ¿Otra vez la oscuridad? – pregunté y él asintió – vale, puedes dormir conmigo, aquí estarás a salvo Gaara, yo no dejaré que te hagan nada ¿Vale?

Gaara se abrazó a mí escondiendo su cabeza en mi pecho y al cabo de cinco minutos en los que nos mantuvimos abrazados, le escuché sollozar. Sé que dentro de esa mente, dentro de ese chico incapaz de comunicarse, había mucho dolor. Había perdido a su familia, a su hermana, había visto a sus padres muertos en el suelo... había perdido su vida, a sus amigos y estaba aquí, encerrado en un orfanato viendo día tras día como se nos llevaban a la fuerza para prostituirnos, no era el mejor sitio para este chico y lo sabía, su trauma necesitaba un lugar mejor para poder recuperarse y eso me hacía pensar en la posibilidad de huir y llevármelo lejos, pero... ¿Y si nos encontraban? ¿Qué haría entonces? No quería que la pagasen con él.

- Ey Gaara... ¿Querrías irte de aquí? – le pregunté y él se sorprendió y me miró asintiendo – si nos pillan... no sé lo que ocurrirá – le dije preocupado pero él tocó con sus yemas mi mejilla.

Ahora un chico de quince años tenía que darme ánimos a mí, a uno de diecisiete, era irónico. Le acaricié el cabello, como me gustaría poder entrar en su mente y saber lo que por ella pasaba, daría lo que fuera por haber conocido al chico que una vez seguro que fue... a un chico capaz de hablar y expresar lo que sentía o quería. Sentía que no podía ayudar a este chico, pero tenía que sacarle de este infierno, es lo único que tenía claro, él no podía sufrir más estando en este lugar sin saber si algún día lo cogerían para lo mismo que nos hacían a nosotros. Me sorprendió cuando Gaara colocó su palma en mi mejilla, era cálida pero yo me perdí en sus ojos claros, él tenía ese don... me sacaba de este oscuro lugar para ser feliz por unos instantes, para perderme en sus ojos, era capaz de llevarme lejos de este lugar y entonces sentí sus labios en los míos y me sorprendí.

Quería besarle, de verdad que quería pero... yo no le convenía para nada ¿Cuánta gente me había besado? ¿Cuántos desconocidos me habían hecho suyo? Yo era el chico adecuado para él y me alejé.

- No hagas esto Gaara – le dije a punto de llorar – yo... yo no soy bueno para ti Gaara, he sido de demasiada gente.

Creo que a Gaara le dio igual mi explicación o el intento de explicación, porque volvió a unir sus labios a los míos besándome. No podía creerme que a alguien le diera igual cuánta gente hubiera probado ya mis labios, que me hubiera probado a mí por entero, pero si a él no le importaba, a mí menos. Pasé mi mano a su mejilla y le besé con suavidad cerrando los ojos para disfrutar del momento. Había soñado tantas veces con besarle y ahora estaba aquí en mi cama haciéndolo, estaba besando a Gaara. No quise forzar el beso ni meterle la lengua, simplemente con ese roce de labios era suficiente para ambos y sonreí acariciándole el cabello cuando nos separamos, él trató de medio sonreír aunque no lo consiguió, él jamás sonreía. Le acerqué a mí y le besé la frente.

Decidí en aquel momento que era hora de sacar a este chico del orfanato, no podía quedarse aquí y hacer que su trauma continuara aumentando a medida que veía como nos trataban los directores del centro.

- Nos iremos mañana – le susurré – pero no se lo diremos a nadie ¿Vale? Ni siquiera a Jellal, ni a Naruto ni a Gray, los meteríamos en problemas si les dijéramos dónde vamos.

Gaara asintió y al final... acabé abrazándole para poder dormir, mañana sería un día difícil, lo sabíamos los dos. Gaara agarró mi brazo y no quiso soltarlo en ningún momento, se sentía a gusto conmigo supongo y yo le amaba demasiado.

Por la mañana me extrañó porque Gray no podía levantarse, ese chico acabaría mal, no sé si podría aguantar el año que le quedaba, cada vez estaba peor, cada vez le pedían cosas más raras. Gaara miró hacia Naruto entristecido por la forma en que Gray lo estaba tratando, pero yo sabía que tenía demasiado dolor y por eso lo estaba alejando, pero Naruto no entendía nada de lo que ocurría.

- Naruto, vamos a desayunar, déjale descansar un poco más – le dije para ayudar a Gray a ocultarle sus heridas y moratones a Naruto.

- Vale – me dijo Naruto entristecido.

Desayunamos y escondí algunos panes en mis bolsillos antes de salir del comedor. Busqué en la habitación el dinero que había conseguido esconder y salí junto a Jellal, Naruto y Gaara para ir al parque a dejarles vender los periódicos. Cuando nos tocó separarnos, le dije a Jellal que nos veíamos en clase en cuanto dejase a Gaara y cuando les perdimos de vista, cruzamos el parque en dirección contraria y nos marchamos bien lejos de este lugar, había que empezar a caminar cuanto antes para alejarnos lo más posible, porque cuando se dieran cuenta de que nos habíamos marchado, empezarían a buscarnos. Esperaba al menos llegar a la estación de autobuses y comprar un billete a algún pueblo remoto de esta maldita isla.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top