Capítulo 19:las almas de pasado están aquí
Población: 66 952 000 hab. Densidad:98,8 hab/km² Establecimiento: 12 de abril de 1945 Moneda: Reichsmark PIB PPA: 2 289 150 mill. PIB Nominal: 1.916.288 mill.
nueva york 1 de agosto de 1955
En las calles de un mundo distópico, el líder secreto del Ku Klux Klan se encontró con Heinrich Himmler, en un inusual encuentro bajo la discreta escolta de guardias de las SS y soldados vestidos con un uniforme que llevaba un emblema simbólico. Las calles estaban Impolutas, sin rastro de graffitis ni disturbios, ya que los disidentes habían sido erradicados y los infractores encarcelados. Himmler, en tono sombrío, preguntó acerca del destino de los afroamericanos, y el líder le informó que ya no quedaba rastro de ellos, habían sido privados de su capacidad de reproducirse. El líder agradeció a Himmler por la pureza racial que ahora prevalecía, mientras el pueblo, mayoritariamente blanco, expresaba su gratitud por la limpieza reinante.
El encuentro entre Himmler y el jefe de comercio japonés estaba programado para tener lugar en un lujoso rascacielos de la Nueva Nueva York, la capital del Gran Reich de Norteamérica. El edificio se alzaba imponente, una mezcla de arquitectura nazi y japonesa que simbolizaba la nueva alianza entre dos poderosos imperios.
Himmler, con su uniforme negro de las SS, entró en la sala de reuniones con paso firme. A su derecha, el hombre de las SS que lo acompañaba se llamaba Wolfgang Müller, un oficial de confianza conocido por su lealtad inquebrantable y su astucia política. Müller tenía una reputación de ser implacable cuando se trataba de tratar con disidentes o cualquier forma de resistencia.
El jefe de comercio japonés, Takeshi Nakamura, era un hombre de aspecto distinguido con una larga historia en las intrigas políticas y comerciales de Japón. Su rostro sereno ocultaba una mente aguda y calculadora. Se levantó para saludar a Himmler con una reverencia Cortés, y luego se sentó frente a él.
La conversación comenzó en voz baja y diplomática. Nakamura habló de los recursos que Japón proporcionaba al Gran Reich de Norteamérica y de las demandas de su pueblo para una mayor autonomía. Himmler, por su parte, expresó su agradecimiento por la colaboración japonesa y habló de la importancia de mantener la estabilidad en el imperio compartido.
Sin embargo, ambos hombres sabían que detrás de las palabras amigables se ocultaban tensiones latentes. La resistencia en las sombras seguía siendo una amenaza constante, y ambas partes estaban decididas a erradicarla por completo.
Mientras avanzaba la reunión, Himmler y Nakamura compartieron información sobre sus respectivas operaciones de inteligencia y estrategias para mantener el control en un mundo dividido y peligroso. La alianza entre el Gran Reich de Norteamérica y el Imperio Japonés seguía siendo una alianza frágil,
Takeshi Nakamura: "Herr Himmler, he oído informes perturbadores de la zona neutral entre nuestras dos regiones. Dicen que han ocurrido sucesos inexplicables, apariciones y visiones de otros mundos".
Heinrich Himmler: "¿Apariciones? ¿Visiones? ¿Qué tipo de fenómenos estás mencionando, Nakamura-san?"
Takeshi Nakamura: "Se habla de seres que parecen viajeros de otras realidades, de espíritus que caminan entre los vivos. Como sabe, somos un pueblo profundamente arraigado en nuestras creencias espirituales, y estos informes han causado inquietud entre nuestro pueblo".
Himmler avanzó con solemnidad, reconociendo las creencias espirituales japonesas y la importancia de mantener la estabilidad.
Heinrich Himmler: "Entiendo tus preocupaciones, Nakamura-san. Investigaré estos informes y te proporcionaré toda la información que podamos recopilar".
Takeshi Nakamura: "Aprecio su cooperación, Herr Himmler. Nuestra alianza es fuerte, pero la estabilidad de nuestras regiones es crucial. No podemos permitir que la incertidumbre y los temores se propaguen".
Mientras Nakamura continuaba expresando sus preocupaciones, Himmler empezó a trazar un plan para enviar a sus agentes a las regiones montañosas del Gran Reich de Norteamérica en busca de respuestas. Era consciente de que la información que obtendrían de estos eventos inexplicables podría ser invaluable para sus planos a largo plazo. Con una sonrisa diplomática, Himmler se despidió de Nakamura, prometiendo mantenerlo informado sobre cualquier desarrollo relacionado con esta misteriosa situación.
https://youtu.be/aSaWb7dn6V0
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nota del autor :este será una pequeña historia en 1941
mientras tanto en ecuador Quito
Ecuador compartía la ideología nacionalista, la Alemania nazi ofreció ayuda a Ecuador en la invasión peruana del 41, sin embargo se rechazó la oferta, tras la guerra del 41 dos aviones JU-52 llegaron desde Alemania a Ecuador y fueron confiscados por los Estados Unidos en el 45, pero algo hubo cambiando la historia drásticamente ,Himmler tenía tanto poder e influencia que hubo un golpe de estado liderado por Acción Revolucionaria Nacionalista Ecuatoriana. Tomaron el poder, el presidente fue destituido y el corrupto parlamento fue ejecutado por las SS argentinas. Mientras tanto, en toda Europa reinaba el caos. Sin embargo, los ecuatorianos no se quedaron de brazos cruzados y agradecieron la ayuda de los alemanes, ya que se avecinaba una batalla sangrienta entre Ecuador y Perú
con la ayuda de los alemanes, habían formado un batallón compuesto por ecuatorianos altamente entrenados por generales italianos y alemanes. Estaban listos para enfrentarse a las fuerzas peruanas, conocidas por sus actos viles y crueles hacia las víctimas, en su mayoría mujeres y niñas, durante la guerra de 1941.
Los soldados ecuatorianos estaban exhaustos pero decididos. Sabían que debían detener el avance de los infames soldados peruanos a toda costa. Armados con granadas de fabricación alemana y llenos de coraje, se prepararon para el enfrentamiento.
El líder del batallón ecuatoriano, el Capitán González, reunió a sus hombres en un círculo tenso. "Escuchen, camaradas", dijo en voz baja pero firme. "Hoy luchamos no solo por nuestra tierra, sino por la justicia y la humanidad. No permitiremos que los horrores peruanos continúen. ¡Por Ecuador y por todas las víctimas inocentes, avanzaremos y los detendremos!"
Los soldados ecuatorianos asintieron con determinación. Sabían que enfrentarían una lucha feroz, pero estaban dispuestos a darlo todo.
La batalla comenzó con estruendo. Los ecuatorianos avanzaron valientemente, lanzando granadas y disparando sus armas con precisión. El sonido de las explosiones y los gritos de los soldados llenaron el aire. Era una lucha desesperada, pero la determinación de los ecuatorianos no flaqueó.
Finalmente, después de horas de combate sangriento, los ecuatorianos lograron detener el avance de las fuerzas peruanas. La moral de los peruanos se derrumbó frente a la tenacidad y la valentía de sus oponentes. Los ecuatorianos comenzaron su ofensiva, decididos a anexionar a Perú y llevar a sus responsables ante un juicio por crímenes de guerra.
Los paracaidistas ecuatorianos habían logrado una hazaña impresionante al infiltrarse en Lima, la capital de Perú. Mientras ondeaban con orgullo la bandera ecuatoriana desde un edificio estratégico, celebraban su victoria silenciosa en medio de las calles desiertas. El silencio que rodeaba la ciudad era inquietante, como si la misma Lima sostuviera la respiración ante la inesperada invasión ecuatoriana.
El Capitán González, líder del equipo de paracaidistas, se acercó al mástil de la bandera, mirando hacia el horizonte en busca de señales de los enemigos peruanos. "Mantengan la guardia alta, muchachos", ordenó en un susurro tenso. "Esto no ha terminado aún."
Mientras los soldados ecuatorianos mantenían su posición, una patrulla de exploración hizo un descubrimiento alarmante. Más allá de la ciudad, en las afueras de Lima, encontraron una unidad de soldados japoneses que parecían estar asegurando el acceso a los pozos petrolíferos peruanos.
El Sargento Rodríguez, un veterano con experiencia en diplomacia militar, se acercó a uno de los soldados japoneses. "¡Alto! ¿Qué están haciendo aquí?" preguntó en inglés, esperando que los japoneses pudieran entenderlo.
El oficial japonés respondió en un inglés fluido. "Estamos aquí para proteger los intereses de Japón en la región. Los pozos petrolíferos son vitales para nuestra economía y seguridad nacional".
La tensión en el aire era palpable mientras ambos grupos se enfrentaban. El Capitán González sabía que esta situación podía complicar aún más las cosas. "Debemos informar de esto a nuestros superiores en Ecuador", dijo a su equipo. "Pero antes, tratemos de resolver esto de manera pacífica".
Mientras tanto, en Europa, las noticias de la presencia japonesa en Perú llegaron a oídos de las autoridades alemanas. El Ministro de Relaciones Exteriores alemán, Herr Schmidt, se reunió con el Embajador japonés en Berlín. "Esta situación es inaceptable", dijo Schmidt con firmeza. "Deben retirarse de Perú de inmediato".
El Embajador japonés respondió con calma, pero con una determinación igualmente firme. "Los intereses de Japón en la región son innegociables. No nos retiraremos sin garantías de seguridad para nuestros activos".
Ecuador se encontraba atrapado en el centro de una creciente tensión internacional. La lucha por la supremacía y el control de los recursos se avecinaba, y los valientes ecuatorianos se encontraban en el epicentro de un conflicto que trascendía sus fronteras. La pregunta ahora era si la diplomacia y la razón podrían prevalecer en medio de las crecientes tensiones internacionales, o si la guerra inevitablemente estallaría en múltiples frentes.
("Con este relato, Alemania pudo ganar y tomar el Canal de Panamá gracias a Ecuador. Se pudo lograr, y otro dato curioso que nadie habla en el '41 y otras décadas de guerra entre Perú y Ecuador, es que hubo intentos de invasión por parte de los peruanos. Dirán, ¿cómo lo sé? Mi lejano abuelo participó en la guerra y pudo contarnos todo lo sucedido. Los ecuatorianos fueron las víctimas de esa guerra sangrienta, pero Ecuador ganó un alto al fuego. Lástima del gobierno débil que entregó los territorios perdidos y los dio a Perú. En fin, el sueño ecuatoriano se fue y murió mientras que Perú se burla de los ecuatorianos . Pero este capítulo no trata de política, solo es historia de entretenimiento.)
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Moscú 1955
El año era 1955, y Erik Himmler se encontraba en Moscú, una ciudad controlada por la Alemania nazi pero llena de tensiones y desafíos. Como Obersturmführer de las SS, se había convertido en uno de los oficiales más jóvenes y prometedores del mundo, y nadie cuestionaba sus órdenes, especialmente en esta ciudad donde se desempeñaba como administrador en nombre de su padre, Heinrich Himmler.
Sin embargo, la situación en Moscú se estaba volviendo cada vez más complicada. Erik recibió una llamada urgente en su oficina, y al entrar, se encontró con el Subteniente de las SS, quien había traído consigo a un profesor ruso. Ambos hombres parecían preocupados y serios.
Subteniente: —Obersturmführer Himmler, debemos hablar de un asunto delicado que se está gestando entre las nuevas juventudes. Hay señales de que algunos de ellos están comenzando a cuestionar la ideología nazi y están promoviendo ideas que van en contra de nuestras enseñanzas.
Erik frunció el ceño, preocupado por esta revelación. La pureza ideológica del nazismo había sido un pilar fundamental del régimen de su padre.
Erik: —¿Qué tipo de ideas están promoviendo?
El profesor ruso tomó la palabra, con una mezcla de temor y determinación en sus ojos.
Profesor: —Están hablando de igualdad de género y rechazando el concepto de esclavismo. Quieren que las personas sean libres para amar a quien deseen, sin importar su género o raza. Esto podría socavar la base misma de nuestra ideología.
Erik sabía que debía actuar con cautela. La situación era delicada, y no quería derramar sangre sin necesidad. Además, tenía una inquietante sensación de que estas nuevas ideas podrían ser un punto de quiebre en la rigidez del régimen.
Erik: —Subteniente, organice una reunión con estos jóvenes. No queremos un derramamiento de sangre innecesario. Escuchemos sus argumentos y veamos si podemos convencerlos de que están equivocados. Pero, si se niegan a escuchar, no duden en tomar medidas.
El Subteniente y el profesor asintieron, y Erik supo que se avecinaba un desafío importante. El mundo estaba cambiando, y la nueva generación estaba comenzando a cuestionar las bases del nazismo. Erik comprendía que debía encontrar una manera de manejar esta situación sin que sucediera un conflicto violento.
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La experiencia en la cueva había sido desconcertante para Jacob, quien en realidad era una versión futura de sí mismo. Había caído en ese pozo que actuaba como un portal a través del espacio y el tiempo, fusionándose con Heinrich Himmler en el pasado. Mengele, con sus noticias sobre el proyecto que invertía recursos masivos para financiar la investigación de tecnologías relacionadas con la cueva, confirmaba sus peores temores.
Jacob/Himmler: —El proyecto avanza más rápido de lo que imaginaba. No puedo permitir que mi antiguo yo, Heinrich Himmler, tenga acceso a la tecnología que puede romper realidades.
En ese momento, Jacob y Himmler compartían un estado mental fusionado. La voz de Himmler se mezclaba con los pensamientos de Jacob, y ambos luchaban por el control.
Jacob/Himmler: —Me gusta. Ahora es el momento de explorar otros mundos, para que sientan el mismo dolor que yo he sentido. Dominaremos o destruiremos todos los mundos que encontremos, y eliminaremos a todas las reencarnaciones que puedan existir en ellos.
Mengele, notando el cambio en la personalidad de Himmler y la presencia de Jacob dentro de su mente, miró a Jacob con preocupación.
Mengele: —Herr Himmler, ¿está usted bien? Parece haber tenido una perturbación.
Jacob, aún fusionado con Himmler, asintió con frialdad mientras tomaba las imágenes que Mengele le ofrecía. Eran imágenes de una máquina con una serie de números y diales que permitían seleccionar entre diversas realidades alternativas para la expansión a través del espacio y el tiempo.
Jacob, compartiendo la mente con Himmler, escuchó atentamente los preparativos del proyecto de conquista futura que Mengele estaba describiendo. La idea de explorar otros mundos lo intrigaba profundamente, y aunque sabía que debía detener la locura de Himmler, también ansiaba conocer las realidades alternativas disponibles.
Jacob/Himmler: —Este proyecto es monumental, Mengele. ¿Cuántos mundos alternativos existen? ¿Qué más puedes contarme sobre ellos?
Mientras Mengele explicaba los detalles de la tecnología y las múltiples realidades que estaban listas para ser exploradas, Jacob sentía una intriga creciente. Pero en el fondo de su mente, la presencia de Baphomet lo recordaba de su misión oscura.
Baphomet: —Jacob, recuerda nuestra trato. Te ofrezco una segunda oportunidad, pero a cambio debes destruir a los reencarnados en otros mundos. Debes aniquilar a los dioses que los enviaron, tal como ocurre en los manhwas de isekai de los cómics japoneses.
Jacob, consciente de la sombría misión que se le había encomendado, asintió interiormente. Había aceptado el plan de Himmler como una fachada para llevar a cabo su tarea secreta: eliminar a los reencarnados y a los dioses que interferían en otros mundos.
Jacob/Himmler: —Mengele, necesitaremos más información sobre los mundos a los que planeamos acceder. Cuanto más sepamos, mejor preparados estaremos para lo que nos espera.
Jacob estaba atrapado en una encrucijada de destinos entrelazados, persiguiendo dos objetivos opuestos: cumplir con el plan de conquista de Himmler mientras llevaba a cabo la siniestra tarea encomendada por Baphomet.
Baphomet.: estos mundos pronto serán nuestros............
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