Capítulo 14:"la locura es un arma "
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En 1943, la narrativa de triunfos ininterrumpidos empezó a tambalearse. Estados Unidos se perfilaba como un líder en el escenario bélico, aunque no todo eran victorias rotundas. En lugar de seguir el rumbo histórico donde el Desembarco de Normandía marcó un hito, en esta versión alternativa de la historia, las fuerzas estadounidenses dirigieron sus esfuerzos hacia el suelo escocés en 1943, buscando liberar al Reino Unido y apoyar a otras unidades aliadas.
Los Aliados dieron inicio a una nueva fase el 10 de julio de 1943, llevando a cabo una audaz operación de desembarco en la remota isla de Sicilia, estratégicamente ubicada en la punta de la península itálica. Con una combinación de asaltos marítimos y aéreos, las tropas aliadas se introdujeron en la zona, desplegando tanto efectivos como equipamiento en la región costera.
Sin embargo, en esta realidad alternativa, la trama se complica con la singular presencia del joven general Jacob, cuya mente encarna los pensamientos y recuerdos de Himmler. A pesar de su destreza en la oratoria y su astucia estratégica en los videojuegos, sufre de un trastorno disociativo que provoca interrupciones en la coherencia de sus pensamientos y en la conexión entre sus recuerdos, entorno, acciones e identidad. Jacob, como portador de la conciencia del tirano sin corazón y gélido que fue Himmler, lucha por controlar sus emociones mientras intenta cumplir con su misión.
Un pequeño error en el juicio de los generales, incluido Hitler, lleva a un cambio en la estrategia. Se decide otorgar un respiro a las SS, redirigiendo sus esfuerzos hacia el trabajo forzado, mientras que la Wehrmacht asume la responsabilidad de la defensa y los contraataques contra las fuerzas aliadas.
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6 de diciembre de 1943 11 de julio , Castillo de Wewelsburg, Renania del Norte-Westfalia, Alemania nazi
El 11 de julio de 1943, en el imponente Castillo de Wewelsburg, una atmósfera densa de misterio y autoridad se cernía sobre sus altos muros. El joven general Jacob, cuya mente albergaba la esencia de Himmler, se encontró en una posición singular, equilibrando una paranoica agudeza con una personalidad ocasionalmente agradable y hasta humorística, todo ello teñido por su desconexión emocional y su falta de remordimientos.
En el interior del castillo, la figura imponente de Hans Friedrich Karl Franz Kammler, ingeniero-constructor alemán y oficial de alto rango de las SS, había llegado desde Berlín para una conversación crucial con Jacob. La tarea en cuestión: verificar si las armas avanzadas desarrolladas con recursos provenientes del Reino Unido estaban listas para su uso. El Castillo de Wewelsburg, con su aire de secreto y poderío, se erigía como el escenario ideal para discutir asuntos tan delicados.
La sala donde se encontraron estaba adornada con antiguos emblemas y símbolos de la orden nazi, evocando una sensación de historia y destino entrelazados. Jacob, con su mirada penetrante y su aire enigmático, se dirigió hacia Kammler, su presencia imponiendo una mezcla intrigante de sospecha y camaradería.
"Herr Kammler, bienvenido a Wewelsburg", dijo Jacob en un tono que combinaba cortesía y un toque de ironía. "Espero que su viaje haya sido de lo más... revelador."
Kammler le devolvió la mirada con una mezcla de respeto y cautela. "General, siempre es un honor visitar este lugar. Aprecio el ambiente que emana de estas paredes".
Jacob esbozó una sonrisa sutil. "Ah, sí, el ambiente. Un recuerdo constante de nuestros objetivos y nuestras raíces. Pero no estoy aquí para hablar sobre historia, Herr Kammler. Estoy aquí por asuntos más... contemporáneos."
El general condujo la conversación hacia el meollo de la cuestión. Las armas avanzadas, producto de recursos obtenidos de manera poco convencional, estaban en su etapa final de preparación. Jacob, con su mente fusionada con la de Himmler, había planeado meticulosamente esta operación, aunque la falta de remordimientos le otorgaba una frialdad distante.
"Herr Kammler, las armas están listas para su uso", declaró Jacob con un tono de voz que reveló su inquebrantable determinación. "Es hora de que las Divisiones de infantería mecanizada se pongan en marcha hacia Italia. Recuperaremos el territorio perdido y estableceremos diálogos con la Unión Soviética o sino será la destrucción total ."
La tensión en la habitación era palpable. Kammler asintió solemnemente. "General, su confianza en estos asuntos es insuperable. Estoy seguro de que las fuerzas bajo su mando llevarán a cabo sus órdenes con la misma dedicación."
Jacob sostuvo la mirada de Kammler, sus ojos pareciendo penetrar en los pensamientos más profundos del oficial de las SS. "Herr Kammler, la confianza es un lujo que no me permito. Pero la eficiencia y la disciplina son inquebrantables. Ahora, adelante con los preparativos. Nuestro tiempo es valioso".
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Italia/Roma
La penumbra de la noche envolvía la región cercana a la capital de Roma, donde la batalla se desarrollaba en una atmósfera de tensión y sigilo. Las fuerzas especiales de las SS avanzaban con precisión, sus tanques Panzer VI Tiger Ausf. B demostrando su potencia de fuego inigualable en cada disparo penetrante. El campo de batalla estaba inmerso en una oscuridad densa, con la luna ofreciendo solo un destello de luz que iluminaba los perfiles de los blindados.
Entre los comandantes alemanes, el general Jacob observaba la acción desde la retaguardia, emitiendo órdenes con autoridad fría y sin titubear. Sin embargo, eran los soldados en el frente quienes tejían la historia de esta confrontación. En la penumbra, figuras anónimas y valientes luchaban y avanzaban, encarnando el espíritu de una nación sumida en una guerra desesperada.
El tanque Panzerkampfwagen VIII "Maus", un gigante de acero imponente, avanzaba a través del campo de batalla. Su forma trapezoidal y su superblindaje de 240 milímetros le otorgaban una apariencia temible, desafiando cualquier intento de detenerlo. Mientras avanzaba con firmeza, las voces de los aliados resonaban en la distancia, preparándose para el enfrentamiento que se avecinaba.
Los soldados de armadura negra de las SS, pertrechados con su equipo característico, se movían con agilidad y precisión. Entre ellos, el sargento Otto Müller, veterano experimentado de la guerra, lideró a su pelotón con determinación. "¡Manténganse juntos, ! ¡Apunten y disparen, pero no se dejen llevar por el pánico!"
El estruendo de la artillería y el chisporroteo de las armas llenaban el aire, mientras los tanques alemanes avanzaban con una letal coreografía. Otto descubrió a sus hombres, cada uno enfocado en su tarea, y compartió una mirada cargada de significado con su amigo de mucho tiempo, Franco Rossi, un soldado italiano que luchó junto a las fuerzas alemanas.
"¡Franco, asegúrese de que esa ametralladora siga funcionando!" gritó Otto por encima del estruendo de los disparos.
Franco asintió, sudoroso pero decidido. "¡No te preocupes, Otto! No les daremos ni un centímetro".
Mientras tanto, entre los aliados, el teniente Robert Anderson tomó su posición, organizando la defensa y dando indicaciones precisas. "¡Mantengan el fuego concentrado en la torreta del 'Maus'! ¡Nada es invulnerable si atacamos en el punto correcto!"
La confrontación se intensificó, mientras los tanques Panzer VI Tiger Ausf. B avanzaban y los proyectiles volaban en ambas direcciones. Las voces de los aliados y las fuerzas del Eje llenaban el aire, cada uno luchando por su causa y por su historia.
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El general Jacob muestra su mirada fija en la acción, consciente de la importancia de esta batalla para el destino de la región.
Dentro del tanque Panzerkampfwagen VIII "Maus", el comandante alemán, el capitán Müller, sostenía con firmeza los controles, mientras su tripulación operaba con precisión milimétrica. "¡Apunten a la torreta enemiga! ¡Fuego!", seguramente con voz grave.
Las explosiones iluminaban intermitentemente la oscuridad de la noche, revelando la ferocidad del enfrentamiento. Las voces de los soldados de las SS resonaban en las cabinas de los tanques, mezclándose con el rugido de los motores y el estruendo de las armas.
Mientras tanto, en las filas aliadas, el teniente Anderson observó con determinación el avance de los tanques enemigos. "¡Mantengan la línea, soldados! ¡No cedan terreno! Tenemos que detenerlos aquí", instó a su escuadra con fervor.
La batalla era un baile mortífero de proyectiles y explosiones. Los soldados luchaban con valentía, disparando con precisión y buscando debilidades en la armadura enemiga. El sargento Otto Müller lideró a su pelotón con una calma aparente, a pesar del caos que los rodeaba. "¡Sigan disparando! ¡No dejen que avancen más!"
Sin embargo, el campo de batalla ocultaba secretos oscuros y perturbadores. En un rincón, el doctor Méngüele, oculto en las sombras, observaba con satisfacción mientras sus experimentos vampíricos comenzaban a surtir efecto. Las figuras de los soldados de las SS, ahora dotados de una fuerza sobrenatural, avanzaban con ferocidad imparable.
De repente, la oscuridad parecía cobrar vida propia cuando las sombras de las criaturas vampíricas se deslizaron entre los soldados aliados, desatando el terror y el caos. Los soldados estadounidenses luchaban valientemente, pero las criaturas eran implacables, sus ojos ardientes y garras afiladas sembrando el pánico.
El sargento Otto Müller se dio cuenta demasiado tarde de la amenaza. Las criaturas vampíricas lo rodearon, sus rostros retorcidos por el hambre y la sed de sangre. A pesar de su valentía, no pudo luchar contra la fuerza sobrenatural de sus atacantes. La noche se llenó de gritos y sonidos grotescos mientras las criaturas se abalanzaban sobre los soldados.
El teniente Anderson luchó desesperadamente contra una de las criaturas, su mirada desafiante mientras contraía una raya al monstruo con su arma. "¡Retrocede, bestia infernal!"
En medio del caos, Franco Rossi se enfrentó a uno de los vampiros con una ferocidad inesperada. "¡No tocarás a mi amigo!", exclamó mientras luchaba contra la criatura con una determinación feroz.
La batalla se convirtió en una lucha desesperada por la supervivencia. La luz de la luna iluminaba probablemente los rostros aterrados de los soldados mientras intentaban resistir la embestida de las criaturas. Explosiones y disparos resonaban en medio de la oscuridad, creando una sinfonía caótica de guerra y horror.
En el amanecer, la oscuridad cedió ante los primeros rayos de sol, y las criaturas vampíricas se disolvieron en cenizas. pero algunos se retiraron pero con este sacrificio pudieron recuperar toda italia ........
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Reino unido /Londres 1943
https://youtu.be/hUisUVjUkRg
Después de la victoria alemana en la recuperación de Roma y toda Italia, la euforia de las fuerzas del Eje era palpable. La contienda había cambiado, y la esperanza se reavivaba en el corazón de los combatientes. Sin embargo, la situación se volvió más compleja cuando se supo que el Reino Unido, asediado durante meses por las fuerzas alemanas, finalmente había sido liberado por los estadounidenses.
La llegada de las tropas estadounidenses y los bombardeos aéreos sobre las ciudades y costas alemanas generaron una nueva realidad de incertidumbre. Los cielos estaban llenos de aviones enemigos, y los alemanes buscaban desesperadamente una forma de contrarrestar esta nueva amenaza. Fue entonces cuando los científicos aparecieron un prototipo revolucionario: un radar modificado, capaz de detectar los movimientos aéreos enemigos a una distancia sorprendente.
Con cinco especialistas a carga de manejar el radar, las ondas electromagnéticas fueron dirigidas con precisión, revelando los movimientos de la fuerza aérea estadounidense. Las voces de los operadores resonaban en la sala de control, compartiendo información vital para los pilotos alemanes.
Sin embargo, la situación dio un giro inesperado cuando los estadounidenses comenzaron a utilizar tecnologías disruptivas para desviar las señales del radar, complicando la situación para los operadores alemanes. La lucha por el control del espacio aéreo se convirtió en una batalla tecnológica y estratégica, con la eficacia de la fuerza aérea alemana puesta en entredicho.
La respuesta no se hizo esperar. El comandante de las SS, el general Friedrich Schmidt, organizó una contraofensiva para recuperar la supremacía en el aire. Las fuerzas de las SS, entrenadas y disciplinadas, enfrentaron la adversidad con determinación implacable. Los pilotos alemanes se lanzaron al combate, buscando aprovechar cada oportunidad para derribar a los aviones enemigos.
En el frente de batalla, el sargento Otto Müller y su pelotón se encontraron en medio de la tormenta. "¡Cubran el radar! ¡No podemos permitir que los enemigos lo deshabiliten!"
El sonido atronador de los motores resonaba mientras los pilotos estadounidenses maniobraban con destreza. Pero los pilotos alemanes, desafiando las probabilidades y la superioridad tecnológica enemiga, lograron derribar varios aviones enemigos.
Entre tanto caos, Franco Rossi luchó con ferocidad. "¡No podemos dejar que nos superen, ! ¡Luchemos por cada pulgada de cielo!"
La batalla aérea alcanzó su punto álgido. Los aviones de ambos lados se enfrentaron en un duelo desesperado por la supremacía. Los pilotos alemanes, motivados por el espíritu de resistencia y la creencia en su causa, lucharon con un fervor indomable.
Finalmente, después de intensas horas de combate, las fuerzas de las SS lograron recuperar el control del espacio aéreo. Los estadounidenses se retiraron, enfrentando bajas considerables. La isla había sido asegurada nuevamente por las fuerzas alemanas, aunque a un alto costo.
próximo capitulo "la bomba atómica de Walther Gerlach"
no se lo pierdan
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