Capítulo 9.-El príncipe heredero y el héroe de los duendes
—¿Ah?
Todos en la habitación de quedaron en silencio, mientras saqué yo no pude evitar darme cuenta del enorme error que acabo de cometer.
"¿No acabo de prácticamente revelar que soy una reencarnada también?"
—...Eh, oh, si ¡Es una bonita camisa, jajaja! —dice mientras intenta fingir ignorancia.
Hubo otro silencio incómodo.
"¿Quizás se dio cuenta de mi incomodidad?"
Dejemos el tema de lado por ahora, si él no quiere tratarlo, yo tampoco quiero.
—Sea como sea, la razón de nuestra invitación de hoy es solamente agradecerte, ya en otra ocasión podremos hablar más a profundidad.
Tras eso, Abélard parece pensar sus siguientes palabras con cuidado, aunque ese look le quita bastante seriedad si me lo preguntas.
—Por hoy creo que está bien dejarlo así, no te ves muy cómoda y sobre todo, creo que no hace falta decirte por qué nos veremos de nuevo —dice con una sonrisa.
El rey suelta un suspiro.
—Debemos comprobar si genuinamente eres una reencarnada, en caso de serlo, veremos si se te fue otorgada una bendición o una maldición, sea cual sea el caso, nos volveremos a ver pronto, por favor ten eso en mente, señorita Irmyl —musita el rey.
"He cavado mi propia tumba".
Ah, estoy llorando por dentro.
Ni siquiera hablamos de nada, solamente me dejaron ir por ahora porque me vieron al borde del llanto.
¿No eso que me tuvieron lástima? Maldición, que humillante.
Aunque, sigo siendo una niña ¿De verdad es tan humillante?
Lo meditaré más tarde con la almohada.
—Irmyl, creo que debemos mejorar tu capacidad social —dice padre con una expresión seria mientras toca mi hombro.
"Ah, no puedo contradecirlo".
—De acuerdo —comento algo sonrojada.
No puedo negar que si bien he mejorado mi capacidad para comunicarme con terceros, no es que sea precisamente la persona más sociable.
Es sólo que... ¿Qué esperaba? Creo que no hablé por años con nadie mientras estaba de vagabundo... Creo que tenía cerca de treinta años, aunque no es que fuera precisamente bueno contando, así que probablemente fueran menos... Quizás más, no tengo forma de comprobarlo.
—Irmyl —Me llama padre.
Volteo a verlo mientras caminamos con rumbo al carruaje.
—¿Pasa algo? —pregunto dirigiendo mi mirada hacia arriba para poder ver sus ojos.
—... Deberías de ser más cuidadosa al hablar... Actualmente están muy tensos debido a que en el reino de Myania, lograron convocar a un grupo de héroes... Tengo entendido que son cerca de cinco miembros de otro mundo... Aunque si deseas conocerlos, quiero que entiendas que será casi imposible...
—No quiero conocerlos... Ahora soy Irmyl, nadie más... —musito con una sonrisa.
Padre sonríe de vuelta, antes de regresar a casa en nuestro carruaje.
"Sin embargo, así que hay más personas de otros mundos ¿Eh?"
Están esos soldados sueltos por ahí y ahora también hay un grupo de invocados... Suena problemático.
Solamente espero no verme involucrada de ninguna manera en estos sucesos.
Después de todo, Ikronia como país es un bastante pequeño y pacifico a comparación de los otros del continente.
Ya que lo militar no es precisamente nuestro fuerte, se optó por tomar una postura más inclinada al comercio que otra cosa.
Aunque esté rey es una excepción, por lo que oí fue es un excelente guerrero que incluso fue capaz de proteger el país de las invasiones desde el otro lado.
Así es como llaman a la gente de otro continente, aunque creo que más que a la gente, así llaman a esas tierras que permanecen aisladas, salvo algunas excepciones, debido al peligro e inmenso desgaste que implica un viaje de esa magnitud.
Lo que me hace pensar que puede que incluso haya gente problemática en otros continentes.
Sea como sea, por ahora quiero relajarme, dejaré esos problemas a la Irmyl del futuro.
—Por cierto, tienes varias propuestas de matrimonio ¿Quieres leerlas? —Me pregunta padre con una expresión indescifrable.
"..."
—¿Eh? ¿Yo? —pregunta mientras me señalo, estupefacta.
Creí en todo momento que se trataba de una broma, al menos hasta que fui inundada por tal cantidad de cartas que podría ahogarme en ellas.
—Padre...
—¿Sí? —musita con tranquilidad.
—Es demasiado pronto, aunque acepto lo que soy ahora, todavía no creo estar lista para andar con un chico, lo que es más ¡Ni siquiera estoy segura de poder gustar de uno, ¿Y si me gusta una chica?! —pregunto, antes de arrepentirme.
"Ni siquiera sé si la homosexualidad está bien vista"
—Tranquila, no aceptaré entrevistas o citas hasta que tengas doce años como mínimo e incluso entonces seguiré dudando... eres una niña después de todo —declara—. Sólo quiero que seas consciente del impacto que ha tenido este incidente... y lo que implica tu debut en la sociedad.
Trago saliva, para ser honesta, ya sabía que el salvar a una princesa, así sea la tercera, no es algo que vaya a pasar desapercibido y mucho menos siendo una dragona, así sea de la clase más baja.
El hecho de tener dicho linaje y no tener que lidiar con el problema de ser la heredera de los Lomannes, seguramente eso me hará objeto de deseo de muchas familias nobles que buscan ampliar su poder e influencia.
Afortunadamente, todos son de casas más bajas que la de los Lomannes, por lo que es fácil negarse a sus proposiciones.
—Eso es un alivio, padre... —musito tras soltar un suspiro de alivio.
Por un momento creí que tendría que comprometerme con un ricachón mimado o algo así, si tengo que casarme con un hombre, al menos quiero poder elegir... por ahora creo que me siguen gustando las mujeres.
—Por ahora puedes descansar o ir a jugar con tus hermanos o madre... buen trabajo, Irmyl —dice mientras acaricia mi cabeza—. Estoy orgulloso de ti, hija.
No puedo evitar sonreír ante sus palabras.
En todo caso, esto ha sido un día ¿Largo? Más o menos, pronto tengo que volver a la escuela... me pregunto como me verán luego de mi gran hazaña.
No parece que vaya a tener paz próximamente, aunque esto es precisamente resultado de mis acciones, así que tendré que hacerme responsable por ellas.
—...
Observo a mamá durmiendo cómodamente sobre mi cama, ni siquiera se ha levantado a recibirme.
"Está bien"
De hecho, creo que yo también tomaré una siesta ahora mismo, estoy bastante cansada.
Me pregunto si en algún momento podré volar, soy una dragona después de todo ¿No? Aunque mamá puede planear, yo también puedo ¿No es así? Aunque con esta forma no estoy segura de siquiera tener alas.
—...
No puedo dormir...
Esto apesta, supongo que iré a pasear por ahí.
Ya que todavía es de día, veré si puedo encontrarme con Isaac y Tiana, trataré de pasar tiempo con uno u otro, sobre todo con Isaac, aunque se supone que es mi dueño, no hemos interactuado demasiado, sobre todo desde que tomé esta forma.
Bueno, los celos de Niania son el principal motivo de ello.
Una mujer enamorada es realmente terrible ¿No es así? En mi caso no pasará, ya que soy una dragona no una mujer... sí, eso.
Definitivamente no hay fallos en mi lógica.
O eso espero, ahora que lo pienso... ¿Los dragones tienen etapa de celo? ¿Los lagartos lo tenían? Ya que no tengo que estarme exponiendo al sol, puede que haya diferencias con los reptiles que conozco.
Sea lo que sea, ya preguntaré después.
Al abrir la puerta, justo está pasando Ernest, quién se sorprende al verme.
—Oh, ¿Qué tal? —pregunta algo incómodo.
—¿Qué tanto sabes sobre los dragoncitos? —pregunto con seriedad.
—Supongo que bastante, tomé algunos cursos de veterinaria —dice llevándose las manos al mentón.
Muy bien, objetivo localizado, ahora ¿Cómo puedo preguntarlo? Esto es más vergonzoso de lo que creí.
—¿Los dragoncitos tienen etapa de celo? —pregunto con un sonrojo por la vergüenza.
—...
Ernest se quedó en blanco.
—Todavía eres demasiado pequeña para eso —declara.
—¿Olvidas mi vida pasada? ¡Respóndeme! Aunque temo escuchar la respuesta —musito mientras trago saliva.
—Ellos están en celo todo el tiempo —dice desviando la mirada.
Me quedó en blanco.
"¿Ah?"
Mi voz no sale, ahora no puedo evitar estar deprimida.
¿Acaso me volveré una especie de demonio sexual?
—Escucha, sólo estoy diciendo que pueden procrear en cualquier momento...
No entendí lo que dijo mientras me estoy hundiendo en mi miseria.
"Todo iba demasiado bien".
***
—...¿Dónde estamos?
Se preguntó un joven de dieciséis años mientras sus ojos no logran asimilar lo que está viendo.
—Oh, valiente guerrero de otro mundo... Es un honor conocerlo.
El principado de Irdiondrel es una nación ubicada al otro lado del mundo con respecto a Ikronia, una nación repleta de Orcos y duendes, ubicado en un continente repleto de bosques y lugares inexplorados por otras razas.
Es por ello que el joven recién invocado, se encontró con la extraña visión de duendes de varios tipos enfrente suya, aquél que hasta hace poco se encontraba regresando a su casa desde su universidad y ahora está en un castillo con orcos humanoides y otros que no tanto.
—...
Y lo que es más, parecen ser perfectamente capaces de comprender su idioma.
Un duende anciano con túnicas que recuerdan a las de un antiguo mago, lo mira con cansancio. A duras penas capaz de mantenerse en pie.
Y observando bien a sus alrededores, ¿No está todo desgastado? Incluso los propios duendes y los pocos orcos se ven en malas condiciones.
—¿D-Dónde estoy? —Se pregunte mientras se lleva las manos a la cabeza.
—E-Esto es el principado de Irdiondrel, yo soy la princesa Pilm —dice con tímides una pequeña duende de cabello corto y con notable desnutrición—. ¿P-Puedo saber su nombre?
—Oh, soy Darwin —musita antes de observar como la pequeña se desploma—. O-Oye...
La conversación terminó ahí para él.
"Dada la débil constitución de la princesa, seguramente no viviría mucho", escuchó murmurar a uno de los tantos duendes que se aglutinan en los alrededores.
Darwin pudo comprender que seguramente sería el único humano en muchos kilómetros a la redonda. Y sobre todo, pudo sentir malicia de parte de los duendes al verlo, con sólo escuchar los gruñidos provenientes de sus estómagos, pudo inferir que correría peligro en cualquier momento.
Motivo por el cual esa noche no pudo dormir y en su lugar estuvo intranquilo, aun cuando le dieron una habitación aparte.
Su estómago gruñe.
—Ah... realmente ¿Esto es otro mundo? Bueno, los que me rodean son duendes y eso, pero... ¿Podré hacer algo para ayudarlos? —pregunta mientras se recuesta sobre la pared—. Ni siquiera hubo un dios o algo de por medio.
Darwin se lamentó su mala suerte, aunque por otro lado, rápidamente descartó sus pensamiento ya que sería de cierta manera, despreciar a los duendes que le han tratado bien dentro de sus posibilidades.
Aunque tampoco es que lleve mucho tiempo aquí y si por él fuera, le gustaría al menos tener otro humano con el cuál charla e interactuar, después de todo, durante mucho tiempo fantaseó con la idea de ser un héroe en otro mundo y estar rodeado de hermosas chicas.
"Supongo que nada podría ser tan conveniente ¿Verdad?"
—Es cómo si pudiera convertir esto en pan... —dijo mientras sostiene una roca.
Y contrario a sus expectativas, la piedra comenzó a brillar, drenando con ella una gran cantidad de energía que le hizo quedar al borde de la inconsciencia.
Sin embargo, ahí está, justo frente a sus ojos ocurrió algo que sólo puede ser catalogado como magia o como un milagro.
"Convertí una piedra en pan"
Aunque, dudó un momento sobre comerlo... finalmente su hambre superó su raciocinio y cautela, por lo que tomó un pequeño bocado y aunque ni el sabor ni calidad son precisamente las mejores, en esos momentos, uno de esos bocados le supo a gloria.
Y sobre todo, logró tanto calmar su hambre como recuperar sus energías.
"¡Bien, puedo trabajar con esto! Si consigo que esto funcione, puedo salir de aquí sin ser comida de duendes"
Con un optimismo impropio de él, comenzó a tomar pequeñas piedras y a imaginar diversas formas en un intento de conocer los límites de su habilidad.
A la mañana siguiente, la princesa ayudada por el duende mago, llegó a visitar al recién invocado héroe, con el fin de disculparse por no poder darle una bienvenida digna, en su lugar se topó al héroe roncando, rodeado por varias frutas que nunca antes en su corta vida había visto.
Un largo camino le espera a Darwin, el héroe de los duendes.
Y aquél que más tarde sería apodado como el santo.
Con él, ya son cuatro los héroes que están presentes en el mundo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top