Capítulo 25.-No debes rendirte

Miré hacia el techo con desánimo.

"No quiero levantarme."

No tengo las ganas ni las fuerzas para hacerlo.

—...

Me levanté forzosamente y me metí a duchar, intentando que el agua consiguiera llevarse mis preocupaciones.

A duras penas conseguí conciliar el sueño, por algún motivo, el día de ayer... simplemente no conseguía sacármelo de la cabeza.

"¿Qué es lo que se supone que hago aquí?"

Ni siquiera es que haya entrado por mi propio talento o algo. Tampoco es que haya demostrado algo con lo que pudiera aferrarme a que algún día podré ser algo más que simplemente la hija adoptiva de los Lomannes.

—¿Irmyl? ¿Dónde estás? —Me llama Karla tras entrar en mi habitación.

"¿No la escuché tocar?"

—Me estoy bañando —respondo.

—Ah, lo siento~ —dice Karla—. Es que no respondías sin importar cuanto toque la puerta, por lo que decidí entrar a ver si no había sucedido nada malo.

"..."

No le di ninguna respuesta, y en su lugar, decidí apurarme a terminar de ducharme.

Todo en un modo casi automático, debido a mis bostezos, Karla se mostró preocupada.

—...

Pero no dijo nada, no pareció encontrar las palabras indicadas para decirme, por lo que únicamente permaneció en silencio y me siguió hasta el comedor.

—I-Irmyl, ¿Estás bien? —Me pregunto Selene.

Alysanne permaneció tranquila, aunque pude notar que no dejó de mirarme.

—Um... Sí, lo estoy —digo sonriendo, aunque quizás por esto se preocuparon más.

Ya que Selene tomó mi mano.

—Si necesitas algo, aquí estoy —comenta la princesa.

—Lo tomaré en cuenta —digo desviando la mirada.

Tras eso, comenzaron las clases del día, aunque, otra vez por estar distaría, no puse atención y por lo visto, los profesores están bien con ello, por lo que simplemente me dejan estar.

Ya que el día de hoy, ninguna de mis clases choca ni con Alysanne ni con Selene, todo pasa simplemente demasiado rápido.

Aunque, para el almuerzo, en lugar de ir al comedor, me dirijo a mi cuarto.

Karla no hizo nada para detenerme, ni siquiera entró conmigo a mi habitación, me dejó estar a solas.

"¿Qué estoy haciendo?"

Sé que no es lo que debería estar haciendo, pero.... ¿Qué es lo que se supone que haga? No lo entiendo, esta clase de lugar... ¿De verdad es dónde debería de estar? Alguien como yo.

"..."

Me siento en mi cama, ocultando mi cabeza entre mis piernas.

"Quiero ir a casa."

No es que me sienta triste o algo, para ser honesta, ni siquiera sé que es lo que tengo. Solamente, no quiero hacer nada.

Si me quedara de esta forma ¿Cuánto tiempo me dejarían seguir aquí? ¿Qué clase de reacción tendrían Konath y padre? ¿Me regañarían? ¿Padre me echaría? No puedo descartarlo, si no tengo ningún tipo de valor... encima consumí esa fruta tan valiosa.

Puede que incluso me vendan.

"..."

¿Por qué sigo pensando en estas cosas?

Para cuándo debería ser la última hora, salí de mi habitación.

—Ah, señorit-

Pasé al lado de Karla sin decirle algo.

—Solamente quiero algo de tiempo a solas.

Sin pensarlo, caminé por las instalaciones, hasta llegar a una parte bastante alejada del resto de la escuela, un pequeño jardín en perfectas condiciones y que nadie parece visitar demasiado a menudo.

—....

En serio, ¿Qué es lo que se supone que estoy haciendo? Esta no soy yo... Creo... Puede que siempre haya sido así y recién ahora me doy cuenta.

Suelto un profundo suspiro y me recargo sobre la pared de este jardín.

"..."

Pero, no puedo estar así para siempre, solamente fue un mal día ¿No? Creo.

Ni siquiera sé porqué me afectó tanto, son simples palabras de desconocidos.

Antes de darme cuenta, la noche ha caído.

"..."

Ni siquiera puedo ver a otros estudiantes o a mí misma por completo.

"Ahora, ¿Cómo se supone que regrese?"

Cada paso que doy, resuena con más fuerza gracias a esta oscuridad y a que la mayoría de mis sentidos están inutilizados.

No creo que importe demasiado.

Si me expulsan de la academia, no creo poder volver a mirarlos a los ojos.

Supongo que al menos puedo darle una oportunidad más a otro día.

"¿Cómo es que he caído tan bajo para dejarme vencer por unas pocas palabras?"

Realmente, creí que esta sería mi oportunidad de redimirme, pero... aquí estoy, a punto de llorar en cuanto me encuentro un mínimo obstáculo.

¿En que se supone que he cambiado desde entonces? Se suponía que finalmente dejaría de ser un inútil, pero aquí estoy... repitiendo los mismos errores.

"¿De verdad no he sido capaz de cambiar?"

Con esas dudas en mente, mis pasos se detuvieron en seco.

—¿Qué estás haciendo aquí a estas horas? —preguntó una voz grave.

Ante la repentina interrupción, me sobresalté y al girar mi cabeza, me encontré con una luz brillante y un hombre mayor, vestido como un jardinero, se encuentran mirándome con preocupación.

En su otra mano, lleva material típico de jardinería, y por lo sucio que está, parece haber estado trabajando hasta hace poco.

—Ah... yo —No supe que decir, simplemente las palabras no consiguen salir de mi boca—. Lo siento.

El jardinero se rascó la cabeza, soltó un suspiro y me dedicó una sonrisa amable.

—Perdón por asustarte, no era mi intención, pero una jovencita no debería estar afuera a estas horas —dijo mientras dejó sus cosas a un lado—. Toma.

Me dio una botella de agua que apareció de la nada.

"¿Hasta los jardineros pueden usar magia?"

Pero, entonces ¿Por qué estaba haciéndolo a mano?

Bueno, puede ser un hobby suyo, así que no es necesariamente sospechoso.

—Eres de primer año ¿No es así? Tengo buena memoria, así que recordaría tu rostro si llevaras más de un año en este lugar... —dice con un tono bastante amable—. Debe ser difícil, para que parezcas a punto de llorar, no es solamente por las clases ¿No es así?

Sentí un nudo en la garganta al escuchar esas frases, pero no dije nada.

—He conocido a muchísimos estudiantes a lo largo de todos estos años, algunos talentosos, otros no tantos... pero ¿Sabes? Hay algo que todos tienen en común, puede que lo pasen antes o después... pero todos, sin excepción, pasan por algo parecido a lo que tú estás pasando ahora —murmura con una calidez que no esperaba.

Yo, quién había estado evitando mirarle directamente, levanto la mirada y me encuentro con esos ojos amables.

—¿Q-Qué quieres decir? —tartamudeo, con timidez. Casi susurrando, como si temiera ser escuchada.

El jardinero sonrío ante mi reacción, como si pareciera satisfecho.

—Es sencillo en realidad —Continuó—, el camino por el que estás andando ahora, por más oscuro y solitario que parezca, no es algo exclusivo tuyo. Todos los estudiantes que han pasado por esta gloriosa institución, desde los más humiles hasta los más prodigiosos, se enfrentan a este momento. Un momento de debilidad, de duda, un momento donde no se sienten suficientes ni con un lugar algo cual pertenecer.

Miré mis manos, luego mis piernas, recordando el estado en el que estaban antes de reencarnar.

—Pero, yo no soy como ellos —musito—. No tengo el talento, ni la experiencia que ellos tienen. Por más que me esfuerce ¿Qué me garantiza que ese esfuerzo tenga una recompensa? Yo... soy inútil... siempre lo he sido y no puedo hacer nada por cambiarlo.

"..."

Tuve tantos años para hacer algo, y sin embargo, no solamente no mejoré mi estilo de vida, sino que fui a peor, hasta terminar en ese estado dónde ni siquiera podía caminar por mi cuenta.

El hombre se mantuvo en silencio, meditando sus palabras. No me interrumpió ni me contradijo, simplemente me dejó sacar todo lo que tengo acumulado.

—Padre... no sé que espera de alguien como yo... ¿Por qué confían tanto en mí? No tiene sentido, no he demostrado nada... ni siquiera sé usar magia, ni tengo el talento para aprender rápido...

—Joven.... —dijo tras un rato, con una voz suave pero firme—, lo que estás sintiendo es completamente natural. El miedo a fallar, a no estar a la altura, eso es algo a lo que todos nos enfrentamos en algún momento. Está bien si tienes miedos o dudas, pero... ¿No crees que si no lo intentas ahora pasarás el resto de tu vida arrepintiéndote? Todavía eres joven, ¿Qué más da si fallas una o dos veces? Los errores no te definen ni te definirán, pero lo que diferencia a los más grandes del resto, es lo que hicieron a partir de esos fallos.

—Yo...

No supe que decir, solamente atiné a bajar la mirada.

—Pero... ¿De verdad podré hacerlo?

—No lo sé... ¿Tu sabes si no podrás hacerlo? —dijo con una sonrisa—. No hay forma, la única manera de averiguar si puedes o no con algo, es intentándolo... Recuerda lo siguiente: La gloria está reservada para aquellos que perseveran. Por supuesto, no siempre es así, pero ¿Y qué más da? Si sientes que es algo que quieres hacer, ¡Ve por ello!

De alguna manera, dejé de temblar.

—Tienes y tendrás fallos, de eso no te quepa duda —declaró—. Pero, lo que te defina es como aproveches eso. Cada caída que tengas es una oportunidad para que te levantes más fuerte. Y te puedo asegurar algo: mientras te sigas levantando, jamás serás una fracasada.

No pude evitar sonreír ante esas palabras.

—Gracias —murmuro.

—Ahora, será mejor que vuelvas a tu habitación antes de que alguien te encuentre —dice mientras me guía teniendo cuidado de encontrarnos con el personal de la academia.

Una vez que estamos cerca de mi habitación se separa de mí.

—Y, recuerda, las estrellas brillan más en la oscuridad. No te rindas, Irmyl. Tienes mucho por delante —dijo con una sonrisa.

Asentí, antes de entrar a mi habitación, notando que Karla se quedó durmiendo a un lado de la puerta.

"Ah, lo siento"

No puedo evitar sentirme culpable, así que pellizco su mejilla para despertarla.

—Ah, ¡Irmyl! Regresaste, me tenías preocupada —dijo mientras me abraza

Y mientras lo hace, una pregunta recorre mi mente.

"¿Por qué sabía mi nombre?"

***

—...

El jardinero silbó con alegría mientras recorre las instalaciones de la escuela, caminando hasta su despacho y cambiando sus ropas a unas más adecuadas para alguien de su puesto.

"Theron Caelum" El subdirector de Etheryon e íntimo amigo de Alden Meridion, el archimago.

Con la luz tenue de una vela, acompañado únicamente por un silencio profundo que cada tanto es roto por el suave raspar de su pluma sobre un pergamino. Los informes de los estudiantes de primer año se apilan frente a él.

—Irmyl Lomannes ¿Eh?

Dijo en voz alta, antes de frotarse las sienes con un suspiro. Sabe que debe ser imparcial con cualquier estudiante y por lo mismo evitar involucrarse con alguno a menos que sea estrictamente necesario. Pero, nunca esperó encontrarse a esa niña en ese lugar.

"No parece nada particularmente especial, y aún así, hay algo en ella, algo que no puedo descubrir"

Se recostó sobre su silla, mirando el techo oscuro de su despacho. La historia de esta academia fue construida sobre figuras legendarias en toda la historia de la humanidad. Personas que dejaron huella en este mundo ya sea por su poder, sabiduría o sacrificio. Sin embargo, aún con todo eso en mente... esta muchacha parece que podría ocasionar algún gran cambio.

—Quizás deba mantener un ojo sobre ella, algo que me dice que algo grande podría ocurrir —declara antes de sentir un extraño escalofrío recorrer su cuerpo.

Un escalofrío que no tiene explicación alguna, pues los sensores de maná de la academia no detectaron nada, el único lugar dónde hay un mago en las cercanía es un su despacho. Pero, sus agudos instintos le advirtieron que algo está mal.

La temperatura de la habitación pareció descender de golpe.

"¿Qué es esto?" Pensó, antes de dirigirse a la puerta y salir al pasillo.

Se encontró con un silencio abrumador, pero con una sensación de peligro persistente.

Pero, de un momento a otro, dicha sensación despareció tal y como vino.

—¿Habrá sido mi imaginación? —Se preguntó.

Aunque la duda todavía persiste en su mente.

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