Capítulo 2.-Vida cotidiana

Eructo, jamás creí poder tener acceso a comida de tan buena calidad y mucho menos así de fresca ¡Es delicioso! Es lo mejor que he probado en todas mis vidas.

—¿Tan deliciosa es la comida para perro?

El hijo menor de la noble familia de Lomannes fue quién dijo eso, por cierto, aparentemente los Lomannes son una familia que solamente se encuentra debajo de la real en cuanto a su importancia en este país cuyo nombre todavía no sé.

El nombre de este "principito" y mi dueño, es Isaac.

Tiene cerca de nueve años y por lo que he oído está comprometido con su amiga de la infancia, que viene siendo la tercera princesa.

Encima está bendecido por la propia diosa de este mundo.

"¿Cuán afortunado puede ser este mocoso?"

Bueno, mientras me siga cuidando y alimentando estará bien.

Y por cierto, sí, tienen un perro. Uno que cada que me ve trata de comerme, afortunadamente está muy viejo y puedo dejarlo atrás fácilmente sumado a que ya no tiene dientes.

¡Ja, maldito canino, soy invencible!

La familia completa está compuesta por el padre, la primera esposa que es la madre de Isaac, una segunda esposa, el propio Isaac, una niña hija de la segunda esposa y un hijo mayor que aún no he visto ya que por lo que tengo entendido está en una excursión por un bosque maldito junto al segundo príncipe, mismo con el cuál tiene una gran amistad.

—¡Esmeralda, ven, quiero mostrarte a Niania! —exclama mientras coloca su palma frente a mí.

Suelto un largo suspiro y subo a su mano, no es que tenga otra opción y sobre todo, si le hago caso luego me recompensa con trozos de alguna carne muy deliciosa.

Y eso es lo que mastico mientras monto su hombro y me lleva hasta la habitación de juegos, porque sí, tiene una habitación exclusiva para pasar el rato.

La princesa es una joven elfa de cabello castaño y ojos verdes, una niña que seguro crecerá para ser una excepcional belleza, en mi caso no me siento atraído en lo más mínimo, le faltan demasiadas curvas y es entendible, puesto que se trata todavía de una niña.

—¡Es tan linda! —Exclama antes de que Isaac me pusiera en sus manos—. Pero, ¿No es demasiado pequeña? Incluso para un dragoncito.

—Bueno... es casi una recién nacida —comenta Isaac llevándose la mano a su mentón—. Creo que el criador dijo que tenía cerca de un mes.

—Si es así, todavía podría llegar a crecer, ¡Eso da igual! ¿Qué haremos hoy? —pregunta dejándome a un lado y mirando con ojos brillantes a Isaac.

El mismo respondió su entusiasmo y se pusieron a jugar ¿A escondidas? O bueno, eso creo, no les puse atención y en su lugar me limité a dormir profundamente cerca de una de las ventanas.

Este mundo parece estar en transición hacia una revolución industrial o algo similar, ya que veo alguna que otra máquina por aquí.

Aunque no podría importarme menos mientras tengo un techo sobre mí y comida deliciosa, es mejor de lo que jamás podría siquiera haber soñado.

No quiero volver a estar en las calles, así que estoy bien. No puedo pedir más, de este modo está bien.

"Definitivamente lo está"

Por ahora, lo complicado será encontrar una manera de perder el tiempo. Ser una mascota es bastante aburrido.

Es por ello que últimamente aprovecho los descuidos de Isaac, que deja libros abiertos en su mesa para ir volando hasta ahí.

Y aunque diga volar, es más que estas alas solamente me ayudan para elevarme y planear.

En fin, lo descubrí un día que me tiraron desde un segundo piso para enseñarme a volar.

"¡Solamente tengo un mes, malditos psicópatas!"

En cualquier caso, he disfrutado durante bastante tiempo las comodidades de este palacio y cada vez soy capaz de planear mejor. Sumado a que las historias de este mundo son bastante interesantes a su manera.

Digamos que leer los libros que el mocoso deja en la mesa se ha convertido en mi pasatiempo favorito.

—...

Una vez terminé de leer el libro, suelto un suspiro y ya que Isaac debe estar en sus lecciones de esgrima, me doy la vuelta para encontrarme a una sirvienta boquiabierta.

—No, no, debo de estar alucinando —Se dice a si misma antes de darse media vuelta—. No hay forma que un dragoncito sea capaz de leer.

—...

"Si pudiera hablar te daría el susto de tu vida"

Noto que deja un plato de con uvas cerca de mí, antes de irse murmurando cosas como que no puede ser posible y ese tipo de historias.

Estoy a punto de comerlas, cuando veo que una pata peluda evita que la puerta se cierre, el perro salta sobre la mesa y me quita las uvas.

"Maldito pulgoso"

Afortunadamente logré planear hasta estar justo sobre unas vitrinas con trofeos varios de Isaac.

"Afortunadamente Isaac me alimentará al volver, pero este maldito saco de pulgas no pierde la oportunidad de atormentarme en cuanto estamos solos"

Cómo sea, creo que dormiré un rato.

***

—Papá ¿A dónde vamos?

Pero papá no respondió, hace poco mamá murió y desde entonces papá ha estado muy triste, ni siquiera ha ido a trabajar y mucho menos se ha duchado, ni siquiera sé si ha dormido. Pero, las bolsas debajo de sus ojos me indican que claramente no lo ha hecho.

—Papá...

Un día vi a papá inyectarse algo en el brazo antes de ponerse a gritar como loco y tirar todo, ¿Estará enfermo y por eso se inyecta esa medicina?

Tras eso, varias veces vino el señor casero, y hasta amenazó a papá, al día siguiente me tomó de la mano, me metió en el coche y sin dirigirme la palabra o siquiera voltear a verme, comenzó a conducir.

Papá olía realmente mal, pero, no me importaba, ese era uno de los pocos momentos que recuerdo junto a papá. Estaba feliz porque creí que iríamos a algún lado a divertirnos, pero... papá condujo sin parar durante días.

De vez en cuando se bajaba a recargar gasolina, y antes de pagar aceleraba a todo lo que da.

El paisaje comenzó a cambiar, no sé cuánto tiempo estuve con esa clase de vida, hasta que un día simplemente llegamos a un lugar lleno de nieve, me arrojó a una calle, sacó una pistola y se voló los sesos.

Pero, nadie vino en mi ayuda, incluso aunque toqué a la puerta de la policía, solamente me echaron y no tuve otra opción más que vivir de la basura.

***

Desperté, jadeando.

Miré enseguida a mis alrededores, pero... No volví, no volví a ese infierno.

"Estoy feliz"

—¡Irmyl!

Escucho a la madre de Isaac llamarme, por lo que planeo hasta llegar a sus manos. Ladeo la cabeza, esperando que me dijera el porqué de su llamado.

—Eres una niña muy inteligente, a veces creo que incluso puedes entender lo que digo —declara la madre de Isaac.

Su nombre es Rosa, su apellido de soltera era Raharison, por lo que tengo entendido viene de una humilde familia de panaderos.

—Hoy serás mi compañera ¿Bien? —comenta con una sonrisa.

"No es que tenga algo mejor que hacer"

Afortunadamente, no tengo que usar correas ni nada parecido ya que he demostrado obediencia absoluta a todas sus peticiones y tampoco tengo intención alguna de negarme mientras no sean cosas moralmente incorrectas.

En fin, que estuve en su hombro mientras tomó el té con sus amigas, las cuales no pararon de darme trocitos de galleta y de mimarme en besos y abrazos.

"Esta vida no está mal"

Para mi corazón carente de cualquier afecto, recibir esta clase de mimos realmente le hacen bien. Me hacen sentir que soy realmente querido.

Pero, sé que no son para mí exactamente, sino para la dragoncita Irmyl. Ellos quieren a la mascota, por eso me comportaré como una para poder seguir de esta manera.

—Irmyl, eres demasiado popular, creo que traeré a todas mis reuniones —dijo Rosa.

"No creo poder soportar tanto, mujer"

Al llegar a casa, aleteo hasta llegar al cuarto de Isaac, quién parece estar dormido profundamente. Me enrollo en la vitrina para descansar.

O al menos eso era la idea antes de notar que no pude dormir, motivo por el cuál solamente me puse a vagar por la casa, aunque más que una casa es un castillo de dimensiones enormes.

Mientras camino, veo una fruta que parece una manzana, pero en dorado.

"Huele como una manzana, pesa como una manzana, luce exactamente como una manzana ¿No es solamente una manzana dorada?"

¿Debería morderla? No, no creo que sea lo correcto.

Pero... Me está llamando, me grita que la coma, y luce deliciosa.

Cierto, se supone que soy una mascota, por lo que nadie debería de culparme si la consumo.

Sólo una mordidita, nadie se dará cuenta.

Abro mi boca me acerco.

—¿Eh? ¿Irmyl?

Escucho la voz del padre de Isaac, si mal no recuerdo, su nombre era...Edmond Lomannes.

Termino de dar una mordida.

"¡Sabe horrible!"

Encima, comienzo a sentirme mareado. ¿Era venenosa? Maldigo esta suerte mía y sobre todo, maldigo mi propia gula.

Ah, mi consciencia se desvanece.

Ni siquiera ha pasado un mes desde que llegué aquí y estoy muriendo ¿No es hasta ridículo?

[Ha consumido un fruto del árbol sagrado]

[El título "Santo" ha sido adquirido]

[Habilidad adquirida: "Transformación humana-dragón"]

[Mensaje: Idiota JAJAJAJA]

Abro los ojos, mi cuerpo se siente extrañamente familiar, una a la que solía estar acostumbrado.

Rápidamente me levanto y veo unos brazos delgados. Veo todavía mi cola de dragón e incluso todavía puedo sentir mis alitas.

—¿Qué es esto?

Hay un espejo delante de mí, una chica rubia está ahí, reflejándose.

—Jaja, no hay forma —musito.

La sirvienta abre de golpe, me mira y se vuelve corriendo. Enseguida llega Edmond, Isaac y Rosa.

Evito sus miradas mientras juego con mis manos.

Por cierto, puedo ver a la pequeña hermana escondida tras la puerta.

—Ehem, bueno, ¿Irmyl? —pregunta Edmond.

Me tenso, y comienzo a temblar.

—A-Ah ¿S-Sí?

"Me van a expulsar, terminaré en la calle o en un lugar mucho peor ¿Qué hago?"

—Irmyl, tranquilízate —dice Rosa tomando mi mano.

Alzo la mirada, tengo los ojos llorosos.

—No estamos molestos, es sólo que estamos preocupados por ti, debe ser confuso un cambio tan repentino ¿Verdad? —comenta Rosa, intentando tranquilizarme.

Intento tranquilizarme, pero el hecho de tener un cuerpo humano me trae malos recuerdos de por sí.

"Seguramente me echarán de la casa, no quiero eso"

Tengo miedo, tengo miedo de volver a ese lugar, no quiero volver a sentir frío.

—¿Irmyl? —Insiste Rosa.

—...

—No te haremos nada ¿Ves? —Edmond me muestra sus manos—. Tampoco dejaré que te pongan un dedo encima...

Asiento, temeroso.

Incapaz de dejar de temblar. Simplemente decidieron que lo mejor sería dejarme por mi cuenta un rato.

Pero, aún así no logro asimilar lo que sea que esté pasando ¿Por qué adquirí forma humana? ¿Fue cosa de esa manzana? Si es algo valioso, ahora que no soy sólo una mascota estaré en problemas.

—Um... ¿Esmeralda? —Escucho la voz de Isaac del otro lado.

—¿S-Sí? —respondo.

Isaac abre la puerta con cuidado, parece traer un plato con algún tipo de bistec.

—T-Ten —Me dice—. ¡Ah! Cierto, no debes saber usar los utensilios, mira...

Se ve muy nervioso mientras intenta explicarme aquello, me siento junto a él y comienzo a comer, tras el primer bocado noto lo hambriento que estoy, por lo que comienzo a comer más rápido.

—¡Oh, eso es increíble! —exclama Isaac.

—N-No es nada como eso...

Hasta ahora no había hablado con nadie, ¿Por qué es tan difícil expresarme como en mis pensamientos? No lo entiendo, creí que si llegaba el día en el que pudiera hablar sería fácil decir lo que pienso y ahora que puedo, me siento avergonzado del sólo hecho de que otra persona me escuche.

¿Qué demonios es esta sensación? No lo comprendo, jampas la había podido sentir antes.

—Por un momento creí que eras un impostora, pero por tus ojos veo que si que eres Esmeralda.

—P-Por favor llámame Irmyl —musito.

—¡¿Eh?! ¿No te gusta Esmeralda? —Me dice con ojos de cachorro.

"¿Qué hago?"

—D-Dime como quieras —respondo.

—¡Genial, Esme!

—¿E-Esme?

"Ya incluso me acortó el nombre"

Suelto un suspiro.

—Aunque por lo pequeña que eras no creí que serías más alta que yo como humana —declara mientras me mira con curiosidad.

—Eso es porque eres pequeño —respondo.

—Aunque tú tienes apenas un mes de vida —dice haciendo un puchero.

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