Capítulo 14.-El secreto de los Lomannes

—¿Su majestad ha estado actuando extraño? —pregunta Edmon en voz baja.

Hamada mira en ambas direcciones, pese a estar en una habitación privada en territorio de los Lomannes, nunca se puede estar lo suficientemente seguro de que nadie los ha escuchado.

—Sí, repentinamente ha ordenado con ahínco la búsqueda de un tesoro milenario —musita Hamada.

Edmond se puso serio, después de todo, si bien no es que el rey sea precisamente amable, tampoco es tan ambicioso para dejar todo de lado y volcarse en la búsqueda de un objeto que ni siquiera se tiene la certeza de que exista.

Entonces ambos solamente pudieron llegar a la conclusión de que alguien sabe de su existencia y su posible ubicación, pero ¿Por qué esa persona no intenta tomarlo? ¿O porque tomarse la molestia de contárselo a un rey?

—¿Eso es lo único extraño?

—...No, si sólo fuera eso, podría estar incluso relajado, sus ojos están idos... y comenzó poco después del incidente de aquel monstruo —dice lo último con cierto pesar.

La bestia que provocó el deceso del cabeza de los Lomannes y el sufrimiento de Flora. Edmond no puede perdonárselo.

—Señor Edmond, ah... no sabía que había llegó, príncipe —declara Saraih mientras hace un reverencia.

—No importa, ¿No hay que debas comunicarle a Edmond? —pregunta Hamada.

Saraih asiente mientras hace una mueca complicada.

—Su majestad el rey ha convocado a la señorita Flora con urgencia al palacio —declara Saraih.

Hamada se pone de pie.

—¡¿Mi padre?! —exclama exaltado—. ¿Por qué?

Por más que quisiera confiar en su padre, algo en todo esto le da mal espina y es por ello que Edmond de inmediato se puso de pie.

—Bien, iré con ella como su escolta —declara Edmond mientras empuña su espada.

—La señorita Flora y Rosa le esperan en la entrada —dice visiblemente aliviada.

Edmond mira a Hamada, quién asiente, comprendiendo que dejarán las charla para otro momento.

—También partiré ahora, esto realmente huele mal.

Ambos estrecharon sus manos antes de separarse.

—Por favor cuídense —declara Rosa.

Flora no dice nada y en su lugar sube al carruaje.

—¿Voy a morir? —Se pregunta Flora al ver la espada que lleva Edmond.

—No lo permitiré.

—Está bien si pasa eso, ya estás registrado como el futuro lord de los Lomannes —comenta con una sonrisa vacía.

Edmond aprieta su agarre sobre su espada.

—¿Y que importa eso? Si algo te pasa, no podría perdonármelo ni ahora ni nunca... si hubiera querido tu puesto ¿De verdad crees que habría buscado una cura? No te confundas, no soy tu enemigo...

—...

Flora no dijo nada más y en su lugar, recorrieron el camino hacia el castillo.

Una vez que llegaron, notaron la casi total ausencia de personal en el castillo, por lo que Edmond empuñó su espada.

—...

Aunque quisiera decirle a Flora que se quedase atrás, dejarla sola podría ser incluso peor.

Terminaron por llegar a la sala real, dónde el rey está sentado con una sonrisa en su rostro y justo a su lado un hombre de cabello negro que cubre sus ojos.

El hombre es esbelto, viste como un mayordomo e incluso utiliza guantes blancos.

—...Flora Lomannes... yo...

El mayordomo chasquea los dedos y el rey cae de su trono en una posición que no es natural para el cuerpo humano.

Edmond sintió el peligro y de inmediato se puso en postura de pelea.

—...Bien... ¿Por dónde debería empezar? —dice mientras se alborota el pelo—. Realmente han retrasado mis planes ¿Saben?

Finalmente sus ojos fueron revelados, de color rojo sangre y miró directo a Flora.

—¿Por qué eres tan fuerte? Se suponía que el héroe sería mi única amenaza ahora que no está esa persona... y sin embargo ¿También tu?

Los ojos del mayordomo se movieron entre Flora y Edmond.

—No deberías ser tan fuerte, no tiene sentido... no eres un héroe y mucho menos un reencarnado, ¿Un semidiós? Ninguno en este mundo puede engendrar...

Pese a no entender lo que está diciendo del todo, Edmond puede sentir la confianza que irradia ese sujeto y por supuesto, la gran amenaza que representa.

El problema es ¿De dónde salió?

—¿Qué demonios eres? —pregunta mientras se coloca delante de Flora.

—Puedes pensar en mí como la mente maestra de la última guerra... aunque el último lugar que me faltaba por revisar era aquí... ni siquiera los dragones lo tienen después de todo... —responde con elocuencia.

Edmond mantuvo la calma pese a todo, teniendo que proteger a Flora, no puede arriesgarse e ir de frente contra un enemigo cuya capacidad es incierta, incluso puede que tenga que dejarse la vida en esto.

Después de todo ¿Cómo nadie se dio cuenta? ¿Desde cuando está aquí? ¿Dónde están los guardias? Y todo al poco de acabar con ese monstruo, simplemente le parecen demasiadas coincidencias para ser solamente eso.

—Así que... ¿Dónde esconden uno de los tesoros de Eloah? Si pudiera me gustaría utilizar toda mi fuerza y arrasar con este planeta entero, pero lamentablemente he tenido que encarnarme en este mundo.... Son taaaaan molestos —dice mientras aplaude sonoramente—. Realmente es un fastidio estar limitado.

Maná comenzó a filtrarse desde el cuerpo de aquel hombre al exterior y Edmond no pudo evitar sentir más que el más puro terror.

"¿Limitado? ¿Eso? Tienes que estar bromeando"

Fue como estar parado en el fondo del mar, así de aplastante es la presión del maná de aquel hombre e incluso, puede que ni siquiera se trate de maná para empezar.

Edmond comienza a vacilar frente a aquél sujeto, hasta que sintió la mano de Flora en su hombro y recordó su propósito.

—Aún si muero hoy, me aseguraré de que sobrevivas —declara sin mirar atrás.

—...¿Por qué? No creo poder retribuirte de ninguna manera.

—Y no hace falta que lo hagas.

El sujeto soltó un suspiro.

—Mi nombre actual es Oltrael, un cazador de dragones —dice con una sonrisa—. Y será mejor que no te distraigas.

Un gran relámpago surgió desde la palma de su mano hacia Flora y Edmond, quién utilizó su espada para lanzar una ráfaga de maná que desvío ligeramente la trayectoria del ataque mágico.

Sólo por probar, Flora levantó su mano y una lanza de hielo fue lanzada contra Oltrael, aunque antes de ser impactado, una barrera de tierra le protegió casi al instante.

—¿Para qué se supone que fue eso? Vamos, no se resistan inútilmente —declara mientras se recarga a un costado de la barrera de tierra—. Y pase lo que pase, no conseguirán escapar... están en mi territorio después de todo.

Edmond blandió su espada, antes de acomodar a Flora en su espalda.

—¿N-No soy demasiado pesada? —pregunta ligeramente avergonzada.

—No es el momento para eso —responde con seriedad.

—Ah~, todos los humanos son... incluso aunque prefiero no manchar mis manos de sangre... de cualquier modo, mi objetivo sigue siendo la chica, si más poseedores de esa molesta habilidad siguieran apareciendo... como sea.

En un instante, un dragón de una energía distinta al maná, fue disparado contra Edmond, quién a duras penas pudo bloquear con su espada y al contacto, la energía se desvaneció.

"¿Eh?"

Oltrael chasqueó la lengua.

Edmond se percató de inmediato y dio un paso hacia adelante para tomar impulso y de un salto llegar frente al mago, quién se sorprendió con la velocidad de Edmond pese a cargar con Flora.

—Maldici-

Edmond utilizó su espada para apuñarlo, pero varias barreras de tierra impidieron que fuera mortal.

Aunque las mismas desaparecieron tras unos breves segundos.

—Incluso aquí ¿Eh? —musita con unas gotas de sudor—. No pensé que existiera un arma con esa propiedad aquí...

—Ni idea, solamente la uso porque tiene el peso y resistencia correctas, hasta hoy no supe de ningún efecto especial —declara mientras se pone en postura de combate.

Oltrael sonríe.

—Ya veo, por ahora es mi derrota... —dice mientras una pequeña herida en su abdomen comienza a expandirse a un ritmo inusualmente rápido—. Pero... no será la única vez que sepan de mí...

Su cuerpo se derrite y antes de hacerlo por completo, su brazo se estira hasta alcanzar a Flora.

—¡Al menos me aseguraré de maldecirte! Matarla sería demasiado fácil~

Flora cae al suelo, inconsciente, Edmond de inmediato la toma entre sus brazos.

—¡Maldición! Me descuidé sólo un segundo —exclama con frustración mientras los párpados de Flora se cierran lentamente.

—No te preocupes, solamente me aseguré de que duerme, si muriese, quién sabe si naciera una habilidad similar, entonces... espero que nos encontremos de nuevo.

La realidad misma se distorsiona y ahora mismo aparecen en medio de la sala real, con el rey de Ikronia muerto y un montón de nobles confundidos.

Al menos hasta notar la aparición de Edmond y Flora junto a la muerte del rey.

—Flora, vamos...

—Jaja, tranquilo... no es que vaya a morir o algo ¿Sabes? Solamente voy a estar dormida... me pregunto como lucirás cuando despierte.... Rezo porque vivas una buena vida... protege la casa por mí...

El escándalo no se hizo esperar, pese a las sospechas, Hamada, el nuevo y joven rey, fue quién se encargó de disipar las dudas... aunque eso es otra historia.

Dada la incapacidad de Flora de fungir como cabeza de familia, esa responsabilidad ahora recayó enteramente en Edmond, quién tomó como segunda esposa a Rosa. Esto debido a que la posición de matriarca no es una que se pudiera dejar simplemente vacía.

—...

***

—....

—...

—Em... no es que no sea triste, pero ¿No dijiste que lo perdiste todo?

El ambiente quedó en silencio, al menos puedo comprender un par de cosas, y por qué son dos esposas, pero... bueno, quizás fue para demostrar que confía en mí.

—Le gusta ser dramático —señala madre.

Entonces, ¿Madre solía ser la sirviente de la verdadera señora de la casa? Bueno, puedo entender porque surgió el amor, pero nunca oí sobre la señorita Saraih. ¿Sigue viviendo aquí?

—Y además, somos tres esposas, Saraih es la tercera y la madre de Tiana, aunque es más bien distante —declara madre.

"¿Eh?"

Miré a padre con ojos vacíos, quién desvió la mirada.

—Pasaron cosas ¿De acuerdo? No creo que haga falta profundizar más allá de lo necesario —dice cubriendo su cara.

"Suena tan diferente a su relato"

Hubo otro silencio incómodo.

—Padre, la historia fue incómoda y todo, pero... ¿Por qué me lo cuentas? ¿Y que tiene que ver con mi elección? —pregunto.

—Que puedo hablar con Hamada para intentar cancelar tu matrimonio si así lo deseas...

"Ah"

Agradezco su preocupación y todo, pero...

—Está bien... lo que realmente me preocupaba era que me dejaran a un lado... A-Además, ¿No ayudaría a la familia si me caso con un príncipe heredero? Y-Y... puedo ayudar a que mis hermanos asistan a la academia...

Edmond me abraza.

—Idiota, ¿Por qué te dejaríamos a un lado? Solamente... me cuesta trabajo entregar a una hija, pero si es por tu decisión.

—Además, cualquiera cosa, puedo cancelarlo ¿No? —pregunto.

Padre asiente.

"Pero, al menos de esta manera, siento una presión menos sobre mí"

—Sumado a eso... ¿Quieres verlo? El lugar dónde está el sello —pregunta padre con seriedad.

—Q-Querido, eso sería un poco...

—Padre, ¿Por qué? Me alegra que confíes en mí y todo, pero...

Edmond cierra sus ojos, como meditando sus opciones.

—Eres un reencarnado... tarde o temprano te verás involucrada... y...

—Quiere confiarte el secreto de familia como parte de tu regalo de bodas... es algo estúpido, pero quiere mostrar lo mucho que te aprecia —dice Rosa con una sonrisa.

No pude evitar soltar un risita, que provocó que padre se sonroje ligeramente.

—De acuerdo —respondo mientras tomo a padre de la mano.

Juntos bajamos hacia el sótano, dónde nos espera una mujer igual, no, idéntica a Tiana, aunque con unas curvas más sorprendentes incluso que madre.

"Son grandes"

—¿Siguen multiplicándose? —pregunta al verme.

—Te digo que te pases más por la casa... sé que es tu deber mantener el sello y eso, pero... ¿No podrías al menos ver a Tiana? Probablemente ni siquiera recuerda que eres su madre —pregunta madre.

"..."

—¿Tiana? ¿Quién es esa? Ah, ¿Te refieres a la princesa? —cuestiona como resaltando lo obvio.

"..."

Debo decir que esperaba una actitud diferente.

—Abre la sala... luego iremos a ver a flora, por ahora quiero mostrarle nuestro más grande secreto —declara padre.

Saraih era su nombre ¿No? Eso creo.

El punto es que ella sonríe y chasquea los dedos, el candado en la puerta se destruye.

En un bloque de hielo, se encuentra una masa amorfa con cientos de ojos que se fijan en mí al entrar en la habitación.

"¿De verdad está congelado?"

—¿Y que opinas? —pregunta padre.

—Aterrador —musito mientras me abrazo a mí misma.

—Ya veo, fue correcto traerte aquí... me preocupaba que reaccionaras igual que el resto y se desmayara al instante.

Volteo hacia la puerta, madre y Saraih están mirando en otra dirección.

"Entonces... ¿Esto me ponía en peligro?"

Al menos debió darme una advertencia.

—Lo sucedido en aquel entonces no es algo que muchos sepan incluso dentro de nuestra familia.... Ni siquiera podría decirse que somos Lomannes ya que la única que posee la sangre continúa siendo Flora... pero es nuestro deber evitar que esta cosa salga al mundo y localizar la reencarnación de ese hechicero... —comenta apretando su puño.

Tras eso, cerramos la puerta y seguí a padre hasta el otro extremo del casi castillo que llamamos hogar, es decir, hacia la habitación que se encuentra justo en la cima del todo.

En ese lugar, se encuentra dormida una joven de veintitantos... ¿Ella es Flora? ¿No envejeció en todo este tiempo?

—Eres la primera aparte de nosotros y Saraih que viene aquí —declara madre.

Me acerqué a la cama... y una idea cruzó mi mente ¿No será como la bella durmiente? No, no creo que sea tan fácil... pero... de verdad que es misterioso.

Rocé con mi mano la mejilla de la señorita Flora y en ese momento abrió los ojos.

—...

—...

—...

"¿Eh?"

Se levantó y tocó su cara.

—¿Estoy viva?

—....

Entonces su mirada se cruzó con la de padre.

—Señora, ¿Quién es usted? ¿Dónde estoy? Aunque se me hace extrañamente familiar...

Padre recibió un duro golpe.

[Habilidad "Purificación" ha sido adquirida]

"¿Eh?"

Señor o señora voz del mundo, hace tiempo que no la escuchaba, ¿Podría explicarme que acaba de pasar?

[No]

"..."

Por otro lado, madre tiene los ojos llorosos y la señora Flora posa su mirada en mí.

—¿Una niña dragón?

—F-Flora... tenemos que hablar... —declara padre.

—¿Perdón? —pregunta la señorita Flora.

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