Capítulo 13.-Amenaza de otro mundo
—El señor Edmond ha regresado —Anuncia uno de los guardias del Lord de los Lomannes.
—Déjenlo pasar —responde intentando contener su emoción.
El sólo hecho de pensar en la posibilidad de que su hija finalmente sea libre, le provoca tal felicidad que es imposible de ocultar pese a que intente mantener las apariencias que su puesto le requiere.
Entrando por la puerta, se encuentra Edmond, con una expresión neutra camina hasta llegar al frente del Lord de los Lomannes y se arrodilla.
—¿Cómo te fue en tu búsqueda? —preguntó con impaciencia.
Edmond extiende una caja frente a Hugo Lomannes, quién abre los ojos con sorpresa antes de comenzar a llorar.
—Lo he encontrado, mi lord —dice Edmond con una tenue sonrisa.
—Por fin, después de todo este tiempo —Incapaz de contenerse, rompió en llanto.
Antes de ir personalmente corriendo a la habitación de Flora, irrumpiendo mientras Rosa cepilla su cabello.
—¡¿P-Padre?! —pregunta extrañada.
Es más inusual ver a Hugo Lomannes perder su compostura y mucho más de esta forma.
—E-Esto te salvará —dice temblando mientras entrega una botella color ámbar.
Flora de inmediato lo reconoció.
—P-Pero, no puedo tomarlo ¡Vale una fortuna!
—¡No me importa! Aún si caigo en desgracia, aún si tengo que vender mi alma, es un pequeño precio a pagar por encontrar una cura para ti —dice con lágrimas en los ojos.
Eso fue todo lo que Flora necesitó oír para no dudar más, Rosa llevó a Edmond consigo mientras los dejaba a solas.
Una vez que consumió hasta la última gota de aquél místico brebaje, Flora pudo sentir su cuerpo más fuerte que nunca.
—Y-Yo... ¿Voy a vivir? —Se preguntó mientras miraba sus manos—. P-Padre... ¿V-Voy a vivir?
Encantado por aquél dulce momento, Edmond no pudo evitar sonreír para encanto de Rosa, quién solamente pudo pensar: "Encontró un buen marido, señorita".
Al principio tuvo sus dudas, sin embargo, ahora mismo está más que convencida de que este hombre era el ideal para convertirse en el siguiente cabeza de familia.
Todavía parece ser algo tosco y torpe en algunos sentidos, pero está segura que con la adecuada guía de su señora podría convertirse en un hombre todavía mejor de lo que ya es.
—Um...
Edmond intenta dirigirle la palabra, sin embargo, al todavía no recordar su nombre encuentra difícil llamar su atención.
—Rosa, mi nombre es Rosa —responde al captar la situación.
—Huele a sangre —responde con seriedad—. ¿Dónde están los guardias?
Rosa al escuchar esas palabras mira en todas direcciones antes de sentir un pánico creciente.
—E-Eso...
Edmond la tomó de su brazo y la acercó a él mientras cierra los ojos, intentando sentir la presencia de lo que sea que esté acechando en la oscuridad.
—No te separes de mí.
—O-Oye —Rosa pese a sentirse claramente avergonzada, solamente acató las ordenes de Edmond.
Los días siguientes no fueron precisamente mejores, pese a la milagrosa recuperación de la heredera, las desapariciones repentinas en toda la ciudad se han hecho noticia nacional.
No es solamente en la frontera, sino que tras el avistamiento de una extraña criatura, las desapariciones no han hecho sino hacerse más comunes, aunque de momento no parecen haber nobles afectados, sino que los más vulnerables y soldados son los que principalmente se han visto perjudicados.
—¿Señorita? —pregunta Rosa al verla en las nubes.
Tanto Edmond como Hugo se encuentran frecuentemente ocupados desde aquel día por lo cual todavía no han tenido tiempo de festejar por la recuperación de Flora, misma que desde entonces ha tomado en serio la idea de casarse con Edmond.
Aunque no es algo que diría en voz alta y mucho menos enfrente de él.
—Ya veo~, aunque de seguro que debe gustarle mucho ¿Verdad? —declara con una sonrisa pícara.
—N-No sé de que hablas —dice con un ligero sonrojo—. D-De cualquiera manera ¿Por qué no mejor me consigues un poco de té?
De repente, el tiempo pareció haberse detenido, algo andaba mal, cada fibra de su ser se lo advirtió en aquel instante que está en un peligro inminente.
—¿Eres tú? —Murmuró una persona que de la nada apareció a un lado de ella.
Alguien extraño, con tantos rostros y uno solo a la vez, tantas voces tan familiares como desconocidas.
Si Flora tuviera que poner en palabras lo que sintió al ver a aquel ser, serían simples: horror indescriptible.
—No, pero te pareces... no, quizás seas diferente, pero tienes algo en ti que me recuerda a eso ¿Tu alma?
Flora comenzó a respirar pesado, aunque no pasó mucho tiempo antes de que una espada se clavara en la cabeza de aquella cosa, con tal fuerza que lo lanzó fuera del edificio.
—¡¿Flora?! —exclama Edmond entrando a la habitación mientras jadea.
Trae consigo a Rosa, que está inconsciente.
—y-yo...
Una vez que Edmond puso su mano en su hombro, Flora comenzó a llorar.
Mientras tanto, la cosa cae, sorprendida del peso de la espada e incapaz de quitársela.
"¿Qué es esto?" Se preguntó, ha visto tantas espadas y sin embargo, esta es la primera que logra hacerle daño.
¿Es la espada en sí? ¿O simplemente la habilidad del humano que la porta? Incluso, en el peor de los casos, puede ser una combinación de ambas.
Al caer, su cuerpo se deshizo como gelatina, antes de nuevamente formarse, aunque en esta ocasión tomó una forma más monstruosa, con una de las máscaras ahora rota.
—¿Qué eres? No pareces ser una simple bestia y lo que es más, nunca he visto una criatura como tú en toda mi vida —declaró Hugo Lomannes con su espada emitiendo un aura helada y porta una armadura pesada.
—¿Lo que soy? No lo sé, ¿Qué parezco ante tus ojos? Lo único que sé es que llevo existiendo desde siempre, podrías decir que soy el primero de los míos en adquirir consciente ¿Quizás soy el más fuerte? —Se pregunta mientras su cuello se dobla en formas extrañas—. La gente nos llama devoradores de mundo, aunque desconozco el nombre que se nos haya dado por nuestro creador.
Hugo tragó saliva, en su larga trayectoria como guerrero, se enfrentó a generales del rey demonio, dragones y demás aberraciones, sin embargo, esta cosa está por mucho más allá que cualquiera de esas bestias, quizás algunos dragones y demonios pudieran superarle, pero, como mínimo es un rango de amenaza "S".
Y sin embargo, ¿Tiene un creador? SI existe alguien capaz de crear a tales abominaciones, y más si dice que son más de uno, debe ser lo más cercano a un dios que pudiera imaginar.
—Cálmate, nuestro creador no tiene interés en nosotros o ustedes, simplemente fuimos creados por un sueño suyo... tampoco creo que le importe este mundo o cualquier otro —declara mientras vuelve a tomar forma humanoide.
—Eso es un alivio —musitó Hugo.
Edmond saltó desde lo alto del edificio y alzó la mano, la espada volvió a él.
—¿Y cuál es tu objetivo? —preguntó Edmond.
—...Ninguno... solamente quiero saciar mi hambre —dijo mientras toca su vientre.
Ninguno hizo ni un solo ruido, ambos de inmediato intuyeron el probable destino de todas esas personas que han desparecido, sin embargo ¿Cómo es que ha logrado colarse sin que la gente se diera cuenta?
—Pero, esa niña es una de SUS descendiente, tiene su aura en ella ¿Será una apóstol? Si es así, eso es malo, podría venir... —declara mientras su forma humanoide se vuelve gelatinosa, aunque al poco tiempo se recompone.
Edmond no se lo pensó dos veces y se arrojó contra la bestia, misma que transforme su brazo en una imitación de la espada, de tal forma que logra repelerlo hasta cierto punto, aunque su brazo quedó destrozado.
—Pesado, demasiado pesado~ —declara mientras se regenera.
Hugo intenta cortarle, aunque la cosa de inmediato esquiva y el lugar dónde Hugo cortó, se congeló al instante.
La cosa miró con terror el hielo antes de volver a su forma de bestia y rugir con tal potencia que provocó un leve temblor.
—...Parece que los años me pesan... —dice Hugo mientras mantiene el equilibrio con dificultad.
Entonces, Hugo miró con horror a la bestia.
Las bocas de las máscaras distribuidas a su alrededor comenzaron a absorber el maná dispuesto en la naturaleza, volviéndose más grande y poderoso.
—Este lugar, es delicioso, ¡Estoy tan agradecido de haber llegado a este mundo! —exclama la cosa antes de eructar.
Hugo comprendió entonces, es ahora o nunca, si no subyugan a esta bestia antes de que sea demasiado tarde, será tan fuerte que nada ni nadie en este mundo podrán detenerla.
—¡Edmond! Nos retiramos por ahora, necesitamos un plan o moriremos aquí —exclama Hugo.
—¿Se van? —pregunta la cosa antes de comenzar a reír.
Edmond asintió con tranquilidad, antes de comenzar a cargar su espada de maná y clavarla en el piso.
Una grieta se abrió, tragándose por completo a la bestia e impidiendo que siga consumiendo el maná del aire.
—Sello —musita Edmond antes de que sus rodillas comiencen a temblar.
Aquel hechizo, pese a ser altamente poderosos y costar tanto maná, a duras penas les compraría unas horas, aunque ese tiempo va a ser más que suficiente para poner a salvo a Flora y Rosa.
Con eso en mente, se dispusieron a seguir con el plan, antes de que la tierra estalle y esa cosa vuelva a la superficie en forma de una serpiente.
—¿A dónde van? —pregunta con un tono burlón—. Jejeje, lucen deliciosos.
Hugo chasqueó la lengua antes de lanzar su espada hacia la bestia y apunta con su mano mientras sostiene su muñeca con su otra mano.
—Era de hielo —murmura mientras libera una cantidad ingente de maná.
La bestia fue congelada de pies a cabeza, mientras Hugo comienza a jadear y pensando en que si más de estas cosas vinieran a este mundo, definitivamente sería el fin de todo lo que conocen.
Edmond rápidamente fue a socorrer al lord de los Lomannes, prestando su brazo para que se apoye.
—No hace falta, mucho haces con cargar a mi hija y nuestra ama de llaves —dice con una sonrisa—. En todo caso, debemos apresurarnos a...
Una estalagmita surgió de la tierra, desgarrando parte del vientre de Hugo, quién gracias sus reflejos logró evitar la muerte instantánea, aunque la sangre cae a chorros y sin ningún sanador cerca, convirtió su escape de la muerte segura en algo poco más que inútil.
—Ya veo... Edmond...
—Comprendo, no necesita decir nada más... y, lo siento —declara mientras camina lejos de Hugo.
El hielo comienza a resquebrajarse a la vez que Edmond aprieta el agarre sobre las chicas, quiénes yace inconscientes totalmente ajenas a la situación actual.
—Dile a Flora que lo siento —dice con una sonrisa.
Hugo se paró mientras cierra sus ojos, aceptando su destino, aunque no sin antes luchar hasta el final.
—Prisión eterna —musitó.
—¿Eh? —La bestia miró con incredulidad la absurda cantidad de maná que comenzó a surgir desde el cuerpo del moribundo Hugo.
—¿Sabes? No deberías subestimar a la humanidad, rezo porque encuentren la manera de eliminarte para cuando el sello acabe.
La bestia abrió los ojos e intentó ir por Hugo, aunque de inmediato el selló se activó y fue congelado en un bloque de hielo junto con el cadáver del antiguo señor de los Lomannes.
Edmond miró por un rato el bloque de hielo, frustrado por su inutilidad.
—¿E-Edmond?
Flora finalmente despertó, con un fuerte dolor de cabeza y siendo sostenido por Edmond, quién al percatarse la bajó.
—¿Q-Qué pasó? —pregunta viendo el desastre en el que se ha convertido su hogar.
Edmond dejó a Rosa con cuidado en el suelo y se arrodilló frente a Flora.
—Lord Lomannes ha fallecido —declara bruscamente—...Lo siento...
Flora quedó en shock, incapaz de pronunciar una sola palabra.
—Debe ser una broma, eso no puede estar pasando —declara llevándose las manos a la cabeza y a punto de entrar en un ataque de pánico.
—...
Flora rompe en llanto.
A la semana siguiente, se le fueron reportados los daños a la familia real, quiénes ayudaron en la reconstrucción del nuevo hogar de los Lomannes, haciendo énfasis en crear una cámara de congelación para mantener aquella abominación en el sótano de su nuevo hogar en lo que se encuentra algo capaz de asesinarla con seguridad.
Flora fue ascendida como nueva cabeza de la familia, casándose con Edmond en una ceremonia privada, dónde Rosa fue la que actuó como testigo.
—...
No mucho después, desde la iglesia se presentó una sacerdotisa como encargada de supervisar el sello de la bestia sin nombre.
—Saraih Mannes —Se presentó con una reverencia ante Flora.
Edmond se encuentra a su lado, mientras Flora observa sin mucho entusiasmo a la nueva inquilina.
—Es un placer —responde Flora con una sonrisa.
Rosa por su parte mira con preocupación a su amiga y ama.
Sin embargo, pese a todo no puede culparla en lo absoluto de su reacción, sucedió justo después de haberse curado.
—¡Sí! —exclama Saraih con una sonrisa—. Daré todo de mí para que ese sello jamás puede ser destrozado.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top