Flores para la ocasión
Los personajes pertenecen a Mob Psycho 100
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Daba brincos de impaciencia en su asiento, si Keiji fuera lo suficientemente grande como para que sus pies toquen el piso cuando está sentado, lo más probable es que moviera uno de sus pies al ritmo de un tambor.
Esta limpió y bien vestido, lo único que falta es desayunar y podrá irse. Desde ayer acabo toda la tarea que tenía para el fin de semana; era una costumbre que tenía desde hace tiempo, ya que si tenía suerte, los sábados mamá se desocupa temprano en la tarde y toda la mañana está con su abuelo, y el domingo era completamente de él.
Recibiendo mimos por parte de los dos, jugando algún videojuego o yendo al parque. Claro que ahora es distinto, su abuelo se encuentra de viaje en el extranjero, no es la primera vez que esto ocurre, pero su es la primera vez en la que su mamá está en el hospital.
Hoy es día de visita, puede estar con ella todo lo que quiera y lo mejor de todo....
¡No estaría el cara aburrida de Kageyama!
Al parecer, hoy tenía un festival deportivo en la escuela donde es maestro, lo había estado organizando desde hace semanas, mucho antes que él llegará. Para Keiji está bien, no le gustaría compartir la atención de su mamá con él.
—Aquí tienes, señorito Asagiri—Hanazawa lo sacado de sus pensamientos.
Le ha servido la comida enfrente suyo, sus ojos brillan de la emoción por las arañas de salchicha (en realidad si tienen forma de pulpo, pero está seguro que son arañas), el omelet con kétchup dulce y la guarnición de fruta. Quería comer rápido para ir al hospital, pero la comida se veía tan rica para comerlo con calma.
Por otra parte, que Hanazawa se ha sentado a un lado de él, le cae mejor que Kageyama y se alegra que solo él lo acompañe.
―Provecho―exclamó con alegría mientras hunde el tenedor en la comida.
―Provecho―responde el rubio alzando su taza de café antes de darle un sorbo.
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Era la primera vez que Teru se quedaría con Keiji todo el día, Shigeo y él se han tomado sus tiempos para cuidar del pequeño esper. Pero debido al festival deportivo, era claro que él se encargaría de Keiji todo el día; estuvo tan tentado de aceptar la oferta de Reigen de cuidarlo.
Pero cuando supo de la razón por la cual Serizawa y Ekubo no fueron a la oficina, debido a una oleada de gripe que hay en la escuela, descartó la idea inmediatamente, y más cuando Reigen se reportó enfermo el viernes; no dejaría que Keiji le diera gripe.
La verdad no estaba tan seguro que hacer con Keiji ese largo sábado, pero al saber de sus planes, tenían un motivo común; ir a visitar el hospital. Por lo que se ha levantado temprano para tener todo listo antes de irse, desde ir al mercado hasta preparar el desayuno; para su suerte, Keiji sabe lo básico de su cuidado personal, aunque ahora se pregunta si se durmió con la ropa puesta para no perder el tiempo.
No se ha acostumbrado del todo tener que cocinar para tres personas, o debería decir, dos personas y una personita; es normal, solo ha pasado media semana desde que el heredero Asagiri se ha mudado a su casa.
Por lo menos Shigeo se fue temprano, lo ama, pero puede sentir el disgusto del infante de tener que compartir la mesa con su padre, biológicamente hablando, entiende ese sentimiento, por lo que lo mejor era que se fuera, no quería otra riña que ensuciara la cocina. Le hizo un obento, le preparo su termo de café con leche y lo despidió con un beso.
Es una suerte que Keiji le agrade estar con él, sino la casa sería un caos, Teru piensa que tal vez sea porque se han visto en ocasiones en la empresa Asagiri, al ser una persona conocida le tiene más confianza. Por lo que puede comer sin problemas a su lado y con mucho gusto.
Le hubiese gustado tener a alguien así cuando era pequeño.
No es momento de preocuparse por el pasado, lo importante ahora es acabar el desayuno.
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― ¿Iremos en taxi?―Keiji se ha trabado la lengua con la pregunta.
―Aun no, tenemos que hacer una parada―responde Hanazawa mientras cierra la puerta.
― ¿No puedes hacerlo después?―cuestiona con el ceño fruncido.
Hanazawa se da la vuelta y lo mira fijamente― ¿No quieres comprarle flores a tu mamá?
Keiji abre los ojos en sorpresa y estos brillan de la emoción ante la idea― ¡Si quiero!― exclama mientras extiende la mano.
Teru lo mira interrogante ante las acciones del infante― ¿Quieres que te dé el dinero?
―No, es para que me des la mano―dice con obviedad.
Keiji es pequeño, apenas conoce el vecindario, no quiere perderse en un día tan importante como este. Esta es la primera vez que le pide al Hanazawa que le de la mano, todos esos días que lo ha estado llevando a la escuela ha sido muy reservado con tener una distancia considera con él.
Era un nuevo paso y le gustaría poder confiar en él, ya que lo conocía como el hombre de la tormenta feudal y como el señor que cocina delicioso con suéteres color pastel. Sería bueno contar con él.
El rubio duda por un momento, pero al final toma su mano y ambos se dirigen a la florería del vecindario. Era un local era muy pintoresco, hasta parece de esas tiendas que son casa a la vez, ¿negocio familiar? Keiji sabe todo al respecto de eso, después de todo, la empresa de su abuelo, también la trabaja mamá y algún día lo hará él.
―Buenos días, Mineshigi-kun―saludó Teruki a unos metros de distancia a la persona que está regando la entrada.
―Buen día, sensei―detuvo sus palabras al verlo.
Keiji cree a ver visto esa persona en otro lugar, pero no está seguro. Es una joven de cabello de una tonalidad lila, casi como el de su mamá, pero ella lo tiene cenizo, sus ojos se ven claramente cansados porque tiene ojeras y su piel es muy pálida.
Lo interesante, era la creciente aura psíquica que emana.
―Mineshigi, necesito dos ramos de flores, por favor―habló Teru restándole importancia a lo sucedido.
Keiji parpadea confundido― ¿Dos ramos?―pregunta con la cabeza alzada, en busca de la mirada azul de Hanazawa.
―Un ramo para ti y otro para mí. Mineshigi ya sabe que flores uso, tú tendrás que escoger las de tu ramo.
Asintió con fuerza y un sonoro «Sí», no sabía que Teruki también le iba dar flores a su mamá, aunque debe de ser obvio. Su mamá es muy bonita.
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Minori está aburrida desde que le dieron su inyección de las dos de la tarde. El hospital es tan aburrido y el olor a desinfectante le comienza a fastidiar, hubiera sido mejor que fuera internada en su casa.
Se regañó mentalmente, ella sabe que no puede hacer eso, regresar a su casa donde sabe que está el cuarto de su hijo, con todos sus juguetes, dibujos y sus estrellas en el refrigerador. Sería una constante tortura, se recuerda porque eligió el hospital antes de su casa.
La falta de Keiji sería más notoria en la casa que en el hospital.
Por lo menos en el hospital no hay nada que le recuerde a su niño, así que es una mejor opción para mantenerse positiva y mejorarse pronto. Sabe que lo dejo en buenas manos, Shigeo, a pesar de sus diferencias, reconoce que es responsable y una persona bondadosa. En lo que respecta de Hanazawa, él también tiene poderes, por lo que está bajo el cuidado de dos psíquicos adultos que tienen control total de sus capacidades.
Su papá ya la regaño por haber dejado a su querido nieto Keiji bajo la custodia de dos desconocidos sin el apoyo de guardaespaldas. Lo que menos quiere ella es que sus rivales se enteren de ello, lo mejor es creer que le entrego a su hijo a personas comunes sin el apoyo de guardaespaldas o choferes, por la seguridad propia de Keiji. Si lo hubiera sobreprotegido con muchos guardaespaldas, lo más probable es que fuera el blanco para un secuestro.
Sabe que Keiji se puede proteger a cuenta propia por sus poderes, pero es inestable. Se siente más segura que tomo la decisión correcta con dos espers de poder colosal que aparentan tener una apariencia normal; además, sabe muy bien que Hanazawa puede defenderse con puños y armas, así que no había problemas si algo le sucediera a sus poderes.
La puerta de la habitación se abre y el gritito infantil la saca de sus pensamientos.
― ¡Mamá!―Keiji grita alargando la vocal.
Ella suspira con ternura mientras lo ve llegar hasta la cama un ramo de flores rojizas y violetas― ¡Keiji!―canturrea su nombre mientras lo abraza con las fuerzas que tiene.
Besa su mejilla y lo usa como una trompeta, su hijo se ríe ante el sonido que hace, realmente lo ha extrañado; detiene el saludo de su niño para ver a Hanazawa a un lado de ellos. Su cara llena de alegría por la llegada de su hijo cambio a una seria, después de todo, su relación con Teruki nunca pasó de los límites profesionales, a pesar que en un tiempo estuvieron comprometidos, siempre fue con fines de trabajo.
―Buena tarde, señora Asigiri.
―Hola, Hanazawa.
―Si no es mucha molestia, me retiro. Volveré después del horario de visita para recoger al señorito ¿No quiere que le de mi reporte?
―No te preocupes, mi hijo se encargara de infórmame de ello. Puede retirarse.
Se miraron con cordialidad antes que Hanazawa diera media vuelta y saliera de la habitación. Keiji no parto la mirada de él hasta que cerrará la puerta, lo miró con genuina confusión.
―Olvido darte las flores, mamá―comentó el pequeño.
―Esas flores no eran para mí.
― ¿No lo eran?
¿Cómo podría tratar un tema tan delicado? ¿Era correcto decirlo sin el consentimiento del primogénito y ex-heredero del Clan Hanazawa? ¿Podría no entrar a detalles? Tal vez la situación de Hanazawa lograría que Keiji fuera más empático y confiara más en él, después de todo, tenían muchas cosas en común.
―Él también tiene una mamá en el hospital―exclama con suavidad mientras acaricia el cabello azabache de su hijo.
El pequeño exclama con una «Oh» alargada, vuelve a ver la puerta por donde salió el rubio. Espera que Keiji no tenga más preguntas, porque de lo menos que quiere hablar es la situación familiar de su ex-prometido, ahora, empleado; así que decide tomar las riendas del siguiente tema de conversación.
―Dime, Keiji ¿Cómo te fue esta semana?
Los ojos cafés casi rojizos de su pequeño se enfocaron en ella y narró todo lo que sucedió durante esa mitad de semana que paso lejos de ella.
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Le gusto visitar a su mamá y verla otra vez. Contó desde la noche que lo dejaron a cuidado de Kageyama hasta lo que sucedió con Hanazawa en la mañana y su idea de ir una comprar flores. Había escogido moradas y rojas, porque sabe que son los colores favoritos de mamá.
Lo que no le gusto es que le dijeran que aún tenía que entrenar sus poderes y que el tiempo de la visita se terminó, aun no era de noche y no fue suficiente tiempo.
Keiji está claramente irritado por eso.
Pero intenta hacer un esfuerzo para no mostrarlo, pero es difícil de esconderlo de alguien como Hanazawa, porque se han parado cerca de un parque antes de llegar a casa ¿Su aura se delata con tanta facilidad? Tal vez si debería de practicar más sus poderes para poder ocultarla mejor. De todas formas, aun buscaría un camino de hormigas que seguir.
―No te vayas alejar tanto, señorito―grita Hanazawa cerca de una banca.
Dice un «Si» sonoro y sigue con su misión, los pies a cada lado mientras camina sobre el sendero de hormigas, pero sus pasos se detienen en frente del hormiguero, ya que se encuentra custodiada por un espectro verdoso-amarillo, tiene múltiples negros que se ven como de los avispones, como en el libro que tiene en su habitación; no parece ser hostil. Incluso agita una parte de su cuerpo (ya que tiene aspecto de baba) como si le diera gusto que lo pueda ver. Pero no importa, es una buena oportunidad para practicar exorcismos; estira su mano y la energía se acumula en sus dedos.
Lo hubiera hecho, de no ser...
― ¡Kikki!―ante ese nombre, el espectro reacciona ante ello y se dirige a la voz.
― ¡Ey! ¡Espera!―que mala suerte, no puede usar sus poderes estando en movimiento.
Sigue al espectro, intenta no perderlo de vista, pero tropieza sobre sus pies y cae al suelo. No debe de llorar, quiere hacerlo, pero se vería mal chillar por una caída.
― ¿Te encuentras bien?―con un torpe japonés, alguien se ha acercado para ayudarlo.
Se traga un poco su orgullo y acepta molesto la mano enfrente de él, es un poco más grande que la suya, pero no es igual como la de su mamá o de Hanazawa; es una mano de alguien de su misma edad. Se sacude la ropa y después mira con detenimiento quien lo ayudo... la imagen es trillada.
Una niña de cabello corto y algo esponjoso, casi como el tutú que tiene; pero desentona con los pantalones, sus tenis y el maquillaje que ha visto en jugadores de futbol americano. A un lado de ella, hay otro niño, a pesar que está mejor vestido con su overol hasta las rodillas y zapatos limpios, tiene entre sus manos al espectro como si se tratara de un bebé.
Hubiera gritado, pero no quiere ser imprudente, se ve que la niña del tutú es intimidante, aunque su aura lo dice; tiene más temor de la fuerza física que puede tener.
―Gracias―agradece y luego señala al espíritu― ¿Es tuyo?
Ambos niños lo miraron con ojos de emoción y sorpresa― ¿¡También puedes verlo!?
―Sí, me llamó Keiji, Keiji Asa-...―no pudo seguir con su presentación por la interrupción de los dos niños.
―Entonces ¿Eres igual a nosotros?―exclamó con felicidad el niño―Me llamo Matsuo.
―Y yo soy Tsuchiya―anunció la niña con las manos en la cadera.
― ¡Y ahora eres nuestro amigo!
La afirmación de ambos lo confundió, no tuvo el tiempo de ponerse en guardia cuando fue jalado de las muñecas para ir a jugar con ellos.
No debió de seguir al espectro.
|| ~ ||
Teruki tiene en sus manos la cajetilla de cigarros, su cuerpo le ha exigido nicotina desde hace tiempo; ya lleva más de tres meses limpio a los ojos de Shigeo ¿Por qué romper su mejor record a solo unas cuadras de la casa? Será mejor guardarlos en la noche y fumar algunos durante su descanso en el trabajo.
―Creí que estabas dejando el hábito, jefe―exclamo una vos familiar.
―No estamos en la escuela para que me llames así, Edano―alzo la mirada y vio la cara de su amigo― ¿No fuiste tú el que me enseño a fumar?
Edano bufo y se sentó en la banca―A diferencia de ti, yo si pude dejarlo. Estoy limpio desde que me gradué de la secundaria.
― ¿Quieres que te felicite?
―Creí que lo podrías tomar como un motivante para dejarlo.
―Ya tengo uno en casa, y detesto sus castigos cuando me cacha con sabor a cigarro.
―Suenas molesto con él ¿Se te acabo el cuento de hadas?
―Tanto tú como yo, sabemos que nunca fue un cuento de hadas―no quería tocar el tema, está molesto con Shigeo más de lo que le gustaría admitir― ¿Por qué estás aquí?
Edano se estira un poco y luego señala―El niño del overol es mi sobrino, quería ir al parque con sus "mascotas"―exclamó enroscando los dedos―Tiene una gran imaginación.
Teru tal vez hubiera creído gran parte de eso, pero sabe con seguridad de que las "mascotas" no son del todo imaginarias, de hecho, están persiguiendo a Keiji como si fuera un juego de "policías y ladrones" ¿Así que el sobrino de Edano era un esper? Que interesante, tal vez debería de traer más a menudo a Keiji al parque para que socialice con niños de su edad.
― ¿La niña también es tuya?
―Es una compañera de escuela de Matsuo, pero se llevan muy bien. Creo que es extranjera.
―Oh.
Podía percibir el aura psíquica de los dos infantes que juegan con Keiji, está sorprendido de ver a más infantes despertar a esa edad, y sin duda, es una suerte que Keiji pueda relacionarse con ellos... ¿Qué habría pasado si hubiera conocido a Shigeo cuando despertó sus poderes? Era claro que sería distinto, más no puede corregir el tiempo, porque no sabe si lo distinto hubiera sido para bien o mal.
Revisa su reloj, ya viene siendo hora de que regresen a casa, Edano también lo dice, por lo que ambos hombres se levantan de la banca y se dirigen hacia los infantes. Nada fuera de lo común, solo tres niños psíquicos jugando, serían muy normal (en el punto de vista de Teruki), sino fuera por una cuarta presencia que siente en la nuca.
Una jovencita de cabellos rojos trenzados y con uniforme escolar también se había acercado a los infantes.
― ¡Hermana!―la pequeña del tutú grito y se dirigió a la chica.
―Tsuchi-chan, ya nos tenemos que ir. Tu clase de ballet es en una hora―hablo con un japonés torpe.
Era claro que ambas eran extranjeras, pero de distinto tipo, ambas tenían un acento distinto al hablar y su apariencia delataba no ser de la misma nacionalidad o tener un parentesco sanguíneo. Lo que más llamaba la atención eran las cicatrices en su rostro.
― ¡Adiós! ¡¡Nos vemos después!!―exclamo la niña despidiéndose de sus amigos.
Antes que las dos hermanas se fueran del parque, pudo percibir una mirada intimidante de la mayor dirigida a él.
Algo le decía, que se encontraría con la joven de trenzas muy pronto.
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