CAPÍTULO 2
Disfrútenlo muchas gracias!!.
El jóven de cabellos rojizos levantó una ceja al escuchar a aquella señorita proponerle eso, aunque si por él fuera, le diría a esa chica que no necesitaba sus servicios y luego de eso, llamaría a sus dos mejores amigos -uno llorón y miedoso pero que con un poco de alcohol cambiaba a alguien con una actitud agradable y sumamente positiva, y el otro, un chico impulsivo y que siempre quiere pelar con quién se le cruce en frente, pero buen amigo al final- y juntos armarían una fiesta a lo grande, tirando la casa por la ventana.
Pero oh sorpresa, no podía, a menos que desee escuchar a su padre dándole una regañada por una hora, quizá. El muchacho suspiró.
-Sí, como sea señorita, solo déjeme decirle que hay dos reglas en esta casa -mencionó el chico, teniendo toda la atención de Shinobu-. La primera regla es que mientras usted esté aquí, tiene terminantemente prohibido traer a su novio, pareja, amante... novia... o lo que sea, y la segunda regla es que no se permiten actos inmorales, esa son las reglas -dijo el chico. Era un poco absurdo decirlas ya que él, en ocasiones las rompía, claro, sin qu sus padres se den cuenta.
Literalmente Shinobu se quedó en completo silencio, sus expresiones eran de total fastidio en esos momentos. Los roles se invirtieron, ahora el muchacho parecía ser la figura de autoridad en lugar de la jóven pelinegra. Pero regresando a lo que dijo él, Shinobu solo dió un gesto afirmativo y restó importancia a la primera regla. Era un hecho que no tenía pareja ahora, había roto hace meses con una de sus últimas conquistas, un hombre jóven, de actitud reservada y calmada, pero muy intenso luego de conocerlo bien. Esa relación no funcionó, ni siquiera duraron un mes.
-¿Disculpa?, Ok, no haré hincapié en eso de actos inmorales, señorito perfecto, yo solo estoy aquí por el dinero y para "cuidarte" ¿Bien?, Para eso me contrataron.
En su tono de voz se notaba molestia, no había empezado como le hubiera gustado, pero ya no había marcha atrás, ya aceptó el trabajo y había dado su palabra de que cumpliría su labor de niñera con total responsabilidad. No sería conveniente que en esos momentos tenga malos comentarios y críticas como niñera, no ahora que necesitaba el dinero.
-No soy un señorito perfecto, solo le estoy diciendo las reglas, lo que yo opine sobre sus motivos personales o sus relaciones tiene poca o nula importancia, pero bueno... no empezemos de mala forma, no me gustaría que "mí niñera" me asesine mientras duermo en mi habitación. Llevemos bien está relación de niñera-chico al cual cuidar, ¿Le parece?.
-Sí, sí... cómo sea, basta de tanta cháchara, ambos queremos esto resulte bien... así que cada quién a su rollo -dijo. Hizo un ademán con la mano, demostrando que estaba totalmente de acuerdo. Dió un suspiro cortó y trató de relajarse, recordó que al final de todo eso, obtendría lo que anhelaba, dinero.
Por ahora no parecía nada fuera de lo común, una casa normal, un chico relativamente normal, aunque por ahora empezaba con el pie izquierdo, ¿Que curioso, no?, ya que ella era zurda...
-El chiste se cuenta solo, no me jodan con explicación-
El jóven pelirrojo permitió que aquella chica desconocida ingrese a su casa sin mayor novedad. Por unos momentos, cuando ella pasó cerca de él, su nariz alcanzó a percibir el magnífico y dulce aroma que los cabellos de ella emanaban. Un ligero aroma a glicinias, combinaba a la perfección con ella.
-Creo que empezamos con el pie izquierdo -resaltó lo obvio el muchacho pelirrojo-. En fin, supongo que puede pasar adelante, creo que no debo decirle lo que debe hacer, ¿Cierto?, Si me necesita para algo, estaré en mi habitación jugando vídeojuegos, leyendo mangas o... no sé, ¿Viendo porno?, Da igual, solo no cause problemas -dijo sin mayor importancia.
Por unos momentos Shinobu guardó silencio. ¿Qué había sido eso?, ¿Siquiera era necesario decir eso último?.
-Como sea, es lo que todo puberto hace, solo usa audífonos o bájale el volumen, ¿Me entiendes?, No quiero escuchar gemidos -dijo Shinobu. Ella no parecía muy sorprendida realmente, así que solo observó al muchacho retirarse hasta que finalmente lo perdió de vista.
Shinobu observó hacia todas partes, era una casa que si bien, no era elegante, estaba decorada con objetos que una familia como esa podía costear. En fin, era hora de empezar con sus labores de niñera, y lo más importante de hacer en esos momentos era, sacar su celular.
Ella se sentó en un mueble y sacó su celular del mueble, revisó sus redes sociales, a ver si podía enterarse de algún chisme o de paso, si tenía los ánimos suficientes, llamar a sus amigas y tener una larga conversación.
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