12
Narra Raymond
Dejo a Jade con sus amigas, camino a la cocina donde mi suegro sirve un tazón de frutos rojos.
— Martín — lo saludo — te estaba buscando — estrechamos manos
— Dime para que soy bueno — responde — ¿Quieres hacerlo en privado? — pregunta
— Si es posible — asiente y lo sigo.
Llegamos a un jardín muy lindo, tomamos asiento en una banca bajo un árbol de almendras.
— Te escucho — hace un ademán —
— Quiero pedir la mano de tu hija — habló sin rodeos — quiero casarme con ella — gira su cuerpo para verme
— Me agrada que seas directo, sabes que te conozco poco y mi hija me ha hablado maravillas de ti — muevo mi pierna con impaciencia — lo poco que he visto de como tratas a mi hija me deja en claro que la cuidas muy bien, con gusto te entrego la mano de mi única hija — suelto el aire que retenía.
— Gracias — me ofrece de los frutos rojos, acepto tomando una fresa — quiero entregarle primero el anillo de promesa — le muestro el anillo — está noche en la cena.
— Suena perfecto, quiero que sepas que ella es mi mayor tesoro y por lo tanto la cuido tanto, si por mi fuera le daría el mundo — asiento — de una manera fácil te estoy dando su mano, solo toma en cuenta que así de fácil tienes el permiso, si la dañas así de fácil será quitarla de tu vida — me mira — no miento cuando te advierto que la cuides.
— Tengo en claro todo, la cuidare perfectamente — asiente comiendo una fresa — jamás le faltará nada, desde que ella llegó a mi vida no me importa otra mujer —
— Será mejor que vayas dejando en claro a esos precoces que tienes en tu taller que deben respetar a mi hija —
— No te preocupes, hace mucho que ellos tienen en claro que jamás le faltará el respeto a mi mujer — asiente con una pequeña sonrisa — o les volverá a llover una paliza
— Dime que les diste una buena paliza — me mira con una sonrisa
— Uno se fue al hospital con dos costillas rotas — respondo con una sonrisa.
— Me agradas — me mira — no le pongas límite, deja que ella tenga la boda que siempre ha soñado, todo va por mi cuenta —
— A ella jamás le pongo límites, mucho menos en nuestra boda — me paro de la banca — creo que debemos volver, deben estar buscándonos — Martín se levanta y caminamos de regreso a la casa
— Cuando no la entiendas, solo escúchala — habla mientras caminamos — si ella pide silencio, dale un abrazo, si ella está llorando sin razón, mimala, cuando esté alterada, solo dale tiempo — asiento viéndolo — es difícil al inicio, aprendí a leerla sin necesidad de hablar, solo tómate unos minutos para estudiar sus gestos, sus movimientos, sus gustos —
— Cada día aprendo más de ella, me siento afortunado de ser yo quien esté a su lado y no otro idiota —
— Sabes, hace mucho tuvo un nobiecito que no me agradaba, ella insistió en qué lo aceptará — presto atención — desde el inicio supe que algo estaba mal, una noche intento ponerle una mano encima, le había gritado mucha mierda, la hizo mierda, su autoestima estaba por los suelos, se sentía insegura de si misma — habla con tristeza y a la vez enojó.
— ¿Qué sucedió? — pregunto, necesito saber quién le hizo tanto daño a mi castaña.
— Esa noche la fui a visitar para cenar juntos, presencié todo y le di una golpiza que lo hizo entrar en un coma — se come la última fanbruesa del tazón — dejé que se retorciera del dolor en el piso como el gusano miserable que es, luego llame una ambulancia y moví unos contactos, lo hicieron pasar como un asalto — entramos a la casa — nos costó Alía y a mi regresarle el brillo a mi pequeña.
— Hicieron un buen trabajo — murmuró — su brillo es tan hermoso —
— Por algo te pido que la cuides, ya no tengo tanto tiempo para darte una golpiza — bromea —
— No te preocupes, jamás dejaré que le apaguen su brillo — asiente — nos vemos en la cena — nos despedimos
— Amor — me abraza la castaña al verme entrar a la sala — estaba buscándote — besa mis labios.
— Estaba charlando con tu padre — la tomo de la cintura — te miras hermosa — le sonrió
— Gracias cariño — besa la comisura de mis labios — ya están por servir la cena — toma mi mano.
— ¿Harán una fiesta con los niños? — pregunto al ver el patio arreglado para una fiesta.
— Los niños están más acostumbrados a la fiesta que yo — se ríe — además, habrá un lugar para ellos —
— ¿Ronaldo? — pregunto al verla sola
— Me cambio por Cam — se queja — anda de brazos en brazos — hace su puchero.
— Deja que disfrute ser el codiciado de tus amigas — beso su cuello —
— Entonces, te robaré toda la noche — besa mis labios — serás mío está noche —
— Ya soy tuyo — la apego más a mí — desde que te vi por primera vez — sonríe
— Chicos, la cena está lista — nos avisa una de las tías de Jade — dejen los besos para más tarde — nos sonríe pícara haciendo que Jade se sonroje
— Tía — le reclama y ella ríe — en un momento vamos — la señora se va —
— vamos nena — la tomo de la cintura para ir al comedor.
Tomamos asiento en la mesa, Martín toma asiento en el cabezal de la mesa y Alía a su derecha, Jade toma asiento a su izquierda conmigo, sus amigas están a mi lado y Ronaldo alado de Camila, sus tías y tíos se ubican en los asientos vacíos mientras los niños están en medio casi al final.
Suelto un suspiro al sentir los nervios apoderarse de mí, Martín me mira con complicidad buscando la respuesta de su incógnita:
¿A qué hora se lo diré?
Antes de iniciar la cena Martín se para tomando la copa de champagne, mira a la castaña que está a su lado, con una sonrisa en sus labios comienza hablar.
— Hace veinticuatro años llegaste a nuestras vidas para darle luz a nuestro matrimonio — toma la mano de Alia — aún puedo recordar lo pequeña que te mirabas en mis brazos, cuando tus precioso ojos se llenaban de lágrimas cuando debía ir al trabajo, las muñecas tiradas por todas partes de la casa, cuando fue tu fiesta de XV años, desde ahí el tiempo paso demasiado rápido y cuando menos lo creí estabas graduada de la universidad — tomo la mano de mi novia por debajo de la mesa
— Eres mi única hija, eres mi sol o simplemente todo — traga saliva — hoy como cada cumpleaños me hace saber que cada día creces más y más, no solo en la edad si no como persona, mi niña hermosa, feliz cumpleaños — ella se levanta para abrazar a su padre.
— Gracias papá — Martín limpia las pequeñas lágrimas que se escaparon de los ojos de la castaña — te amo — besa su mejilla — gracias a todos por estar aquí — mira a su familia.
— Antes de iniciar con la cena, quiero decir algo — habló viendo a mi novia — unas bellas palabras para la cumpleañera.
— Cielo — murmura — no es necesario — me levanto del asiento.
— Nena, hace unas semanas me di cuenta que eres todo lo que necesito para ser feliz, me enamoré desde la primera vez que te vi con ese precioso vestido, cuando sentí la necesidad de tener una cita con esa chica de largos rizos castaños, hoy delante de todos quiero entregarte algo — saco el anillo —
— Ray — habla en un hilo de voz — amor — me arrodilló frente a ella
— Este es un anillo de promesa, mi promesa es amarte toda la eternidad y muy pronto lo acompañará un anillo de compromiso que anunciará un nuevo capítulo en nuestra historia de amor, ¿aceptas dar este primer paso? — tomo su mano.
— Si — asiente con la cabeza — acepto — habla entre lágrimas.
Coloco en su dedo anular el anillo de compromiso, un diseño tan auténtico como ella, flores rojas como sus labios, y en honor al color del vestido que usaba la primera vez que la conocí, un anillo de oro (imágen en galería)
Me levanto — Te amo — beso su frente
— Yo también te amo — limpio sus lágrimas y regresamos a nuestros lugares, miró a Martín que nos mira con una sonrisa.
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