Capitulo 6

NARRA ANGE (la deidad-escritora :3)

Las clases habían llegado a la mitad, por lo cual tocaba el almuerzo. Max y Louise se encontraban al final de su tercera clase, cuando sonó el timbre y toda la clase prácticamente salió corriendo, incluida Louise. Ella no acostumbraba a hacer eso, por lo general se quedaba hasta la última para evitar en cuello de botella que se formaba en la puerta, pero Max la ponía demasiado nerviosa como para actuar normal.

—(¿Y ahora? ¿Qué le pasa?)— pensó Max antes de salir a perseguirla. —Oye, ¿no me guiarás al comedor?— preguntó Max al llegar junto a Louise.

—Lo- lo siento, es que, eh ah, yo bueno, eh…— balbuceo Louise.

—¡Arg! Como sea— dijo molesto mientras se pasaba la mano por el pelo —Por cierto, ¿hacia queda?— preguntó.

—p-por aquí, si lo deseas puedes venir conmigo— dijo Louise con amabilidad mientras caminaban.

—Sí, claro, de todas formas pensaba hacerlo— dijo Max siguiéndola.

Siguieron durante un poco más de tiempo en silencio, ninguno de los dos sabía que decir o sobre qué hablar.

—Oye, se puede comprar la comida allá, ¿verdad?— preguntó Max señalando a un grupo de chicos que hacían fila con bandejas en las manos. Louise asintió tímidamente en respuesta. —Vale, iré a comprar, tu ve y busca una mesa, ¿de acuerdo?—

—S-si— dijo Louise antes de que Max se fuera. Louise miró por encima de la cafetería y vio que la mesa que siempre solía usar estaba desocupada.

Se apresuró a llegar hasta la mesa que se encontraba al otro lado de la cafetería, aunque sabía que no necesitaba apresurarse tanto, nadie usaba esa mesa y por eso se sentaba en ella, así no molestaba a nadie y hacia feliz a la mesa.

Miró de reojo a Max, que seguía en la fila, y la estaba mirando. Louise dio un pequeño salto de la sorpresa. Max la miró arqueando una ceja e hizo unas señas como preguntándole: “¿Dónde vamos?”. Louise respondió señalado la mesa  hacia la que se dirigía, Max pareció entender el mensaje y asintió.

Louise aceleró un poco el paso sin llegar a siquiera a trotar. Al llegar dejó sus cosas sobre la mesa y se dispuso a esperar a Max.

— ¿Louise, que hora es?— le preguntó Freddy, desligándose del peluche. Louise sacó un reloj de bolsillo dorado con una cadena de un bolsillo de su vestido.

—Son las 10:36— le contestó – ¿por? ¿Ya te debes ir?— preguntó.

—Si. Perdón, pequeña— le contestó y empezó a desvanecerse.

—Vale, ten cuidado y vuelve pronto—

—Te lo prometo— tras decir eso, terminó de desvanecerse. Entonces, llegó Max con su bandeja en las manos y mirando a Louise sin entender, pues solo había logrado escuchar su parte de la conversación.

— ¿Louise?— la llamó.

— ¿Hum?— Louise se volteó hacia él. – ¡oh! B-bienvenido de vuelta, Max— le dijo con una sonrisa torcida como siempre por el nerviosismo.

— ¡Ah! Si, gracias— dijo sentándose frente a Louise. –Oye— dijo para llamar su atención. Louise lo miró mientras abría su termo y vertía su contenido en la tapa de esta –con quien estabas- ¿qué rayos es eso?— preguntó cambiando lo que iba a decir en el último segundo al ver el líquido verde y morado que esta estaba a punto de tomar.

—Té, ¿gustas?— le preguntó con una pequeña sonrisa un poco torcida.

— ¿Té de qué?— contestó con otra pregunta, mientras miraba con recelo la tapa y el termo.

—Té de pétalos de axuje y hojas de siojetepo, ¿sucede algo? ¿n-no te gusta este tipo de té?— preguntó poniendo sus manos alrededor de la taza para calentarlas. El humo subía pasando frente a su rostro, sumado con su aspecto y el contenido de la taza, le daba a Louise un aura casi mística.

—No… de hecho nunca he bebido mucho té— contestó Max.

—Deberías probarlo, es exquisito. – Dijo sonando más animada —Los pétalos de axuje son dulces y suaves, ese sabor mesclado con el sabor de las agridulces hojas de siojetepo es simplemente maravilloso— exclamó dejando a Max atónito –oh, mis disculpas— dijo avergonzada y tapándose ligeramente la boca –yo… creo que me emocioné por el tema y hablé demasiado, lo lamento—  se disculpó otra vez.

—No, no te preocupes, se nota que te gusta el té— dijo intentando tranquilizarla.
—Más que por el té, es por las plantas, veras yo misma las cultivé— dijo un poco vergonzosa pues sentía que estaba alardeando sobre el tema.

— ¿En verdad?— le preguntó asombrado. Louise asintió –vaya, eso es impresionante—

—G-gracias— le contestó un poco sonrojada y con la cabeza ligeramente agachada.

Después de ese momento no supieron sobre que más hablar. Max comenzó a comer su tozo de pizza y Louise abrió su tape, mostrando una chuleta ahumada sobre una cama de lechuga; en una esquina, separado por el propio taper, había una especie de salsa de especias que desprendía un olor agradable, solo superado por el exquisito aroma del té que seguía en la taza y en el termo de Louise. Max se sorprendió al ver la comida de la pelinegra delante de el y se escucharon las tripas de este gruñir. Louise rió, le parecía adorable su reacción, aunque para Max era diferente. Se sentía algo avergonzado por lo de su estómago, pero una parte de él se alegraba de haber hecho reír a la niña.

—g-gustas? Es mucha comida para mi, podemos compartir— dijo sonriéndole tímidamente aunque su sonrisa no dejaba de estar retorcida y dar un poco de repelús.

—no, yo tengo mi… comida— miró un segundo su trozo de pizza. En comparación, la comida de Louise era claramente mejor. Levantó la vista para mirarla y se encontró con la niña mirando su pizza como si fuera un trozo de oro. –¿tú…quieres de mi pizza?— preguntó arqueando una ceja y sonriendo de lado, divertido y algo sorprendido.

—oh! N-no! Ya tengo mi comida y… — volvió a mirar la pizza. Parecía intentar resistir la tentación apartando la vista, pero al final no pudo mas y asintió. A Max le fue difícil contener su risa ante tan adorable reacción, lo cual hizo sonrojar a Louise –ha-hagamos un trato— dijo entrelazando sus propios dedos y poniendo una expresión mas seria de lo que ameritaba la situación, haciendo a que Max tuviera que contener otra pequeña carcajada –t-te daré la mitad de mi almuerzo— continuó Louise sonrojándose ligeramente por la reacción de Max –s-si tu me das la mitad de tu pizza, que te parece?— ofreció y Max sonrió, extendiendo su mano hacia ella.

—trato— contestó el chico y Louise estrechó su mano a modo de contrato verbal.
La pelinegra sonrió ampliamente y sacó un pequeño cuchillo de su lonchera, cortó su carne y los vegetales por la mitad y le entregó un tenedor y un cuchillito de plástico a Max. Este la miró algo sorprendido.

—vaya, sí que viniste preparada— dijo en tono un poco bromista y sonriéndole de lado.

—oh, s-supongo que sí— dijo vergonzosa, sus mejillas volvieron a tornarse a un color rojizo –yo… s-siempre esperé poder compartir mi comida con un amigo igual que los demás, jeje— soltó una risita tímida y eso dejó muy sorprendido a Max. La miró con algo de lastima y recapituló un poco todo lo que había presenciado ese día. En ningún momento había visto a alguien siquiera tratando de acercársele. Todos los chicos se alejaban como si le tuvieran miedo de que ella les fuera a arrancar un brazo o lago por el estilo o hablaban mal de ella a su espalda, sin mencionar el grupo de chicas que, tanto en clase como justo ahora, los observaban como si realmente la odiaran.

—oh, ya veo— dijo mientras se empezaba a sentir algo mal por ella –pero, ¿realmente no hay nadie con quien puedas compartir el almuerzo? –Louise negó con la cabeza— ¿nadie? –Insistió Max y Louise volvió a negar con la cabeza, agachándola con tristeza— ¿ni siquiera el tipo con el que hablabas antes? ¿Freddy?— preguntó sonando un poco molesto al decir su nombre.

—b-bueno, Freddy técnicamente no está en esta escuela así que…— dijo intentando explicarse sin mencionar el minúsculo detalle de que Freddy era un fantasma y no podía comer. Max asintió levemente y se encogió de hombros mientras apartaba la vista.

—Bueno… supongo que podemos compartir el almuerzo desde ahora— dijo Max mirando hacia otro lado, con las orejas rojas y rascándose la nuca inconscientemente.

—¿Hablas enserio?— preguntó ilusionada. Max se limitó a asentir con las orejas algo más rojas –¡s-si! Me encantaría— dijo sonriéndole ampliamente, una sonrisa alegre y cálida, diferente de sus sonrisa nerviosas, retorcidas y escalofriantes, en esta la clara emoción se había apoderado de ella de pronto. Max sintió como su corazón se apretaba y empezaba a latir más rápido de lo usual. –Es una promesa, ¿de acuerdo?— dijo extendiéndole su meñique y sonriéndole un poco. Max miró su gesto con algo de nostalgia y soltó una ligera risa antes de entrelazar su propio meñique con el de Louise.

—je, seh, es una promesa— dijo sonriéndole de lado y apretando un poco su meñique, haciéndola volver a sonreír ampliamente y que Max volviera a sonrojarse. –c-como sea, empieza a comer o se acabará el recreo— dijo mordiendo su medio pedazo de pizza.

—¡ahh! ¡S-si!— se apresuró a decir antes de darle una mordida a su propia mitad de la pizza, comiéndolo con sus cubiertos. Sus ojos brillaron y sonrió como si fuera lo mejor que había probado en años, demasiado emocionada para lo que era.

—hey, no exageres, te ves como si nunca hubieras- — dejó de hablar y cayó por fin en la cuenta de lo que sucedía –tu… no me digas que nunca haz comido pizza— dijo sonando bastante incrédulo y sorprendido.

—l-lo lamento, nunca antes la he probado, Padre no lo permitía ni en mis cumpleaños— dijo agachando la cabeza avergonzada y apenada.

—¿jamás? ¿Ni cuando ibas a algún cumpleaños de al-?— Max finalmente se dio cuenta de lo que estaba diciendo, recordando lo que Louise había dicho antes, ella no había tenido amigos, así que no había tenido fiestas de cumpleaños de alguien más. Pero ya era algo tarde, Louise se encogió en su lugar con tristeza.

—n-no, nunca he… ido a ninguno, a-al menos no ha uno de alguien de mi edad. Y a los que he ido suelen ser de hijos de los socios de trabajo de Padre y las fiestas tienden a ser muy elegantes— contestó con pena, aferrándose a Fredd.

Max se disculpó, rascándose la nuca, apenado, y apartando la vista. Louise niega lentamente con la cabeza.

—n-no, no es tu culpa, no tenías idea— le sonrió ligeramente, aunque su sonrisa temblaba un poco.

Tras unos segundos en silencio, volvieron a comer sus respectivos trozos de pizza, Louise aun disfrutándolo demasiado el suyo. Tras tragar el último bocado de cada uno, se miran y Max intenta sonreírle un poco a la pequeña niña. Sin saber que decir, Louise asintió un poco y procedió a comenzar con su media chuleta ahumada como si fuera cualquier cosa, salpimentándolo tras un par de mordiscos. Max, por su parte, tras el primer mordisco abrió bastante los ojos, con la boca haciéndole agua.

—¿Max? ¿Qué sucede?— preguntó preocupada –¿está muy seco? ¿Quieres algo de salsa? ¿O n-necesitas algo de té?— preguntó pasándole el pequeño salsero y sirviéndole una taza de té.

Max empezó a negar, pero se detuvo. Con la boca rellenada por otro trozo de chuleta, asintió y tomó las cosas que le entregaba Louise. Cubrió la carne con la salsa, tragando saliva para no babear por el olor que desprendía. Pinchó un trozo de la carne ya cubierto con salsa y lo masticó lentamente, los sabores bailaban en su boca y le cosquilleaban en la lengua y la nariz.

Louise lo miró y contuvo una pequeña risita al ver su reacción, mirándolo con incredulidad, muy parecida a la expresión que había hecho Max con ella pero más sutil.
Max terminó de comer a los pocos minutos y miró a la niña con las mejillas algo rojas, tragando lentamente el ultimo bocado.

—¿t-tanto te gustó?— dijo sonriéndole tímidamente. Max asintió lentamente, algo avergonzado por la mirada de la pequeña. De repente, Louise se levantó un poco, con una pequeña servilleta en la mano y acercándola a la mejilla de Max –tienes un poco de- —empezó a limpiarlo un poco, pero al darse cuenta de lo cerca que estaban, ambos se sonrojaron, alejándose rápidamente.

—d-dámelo, yo lo haré— dijo tomando la servilleta y empezando a limpiarse la boca rápida y bruscamente.

Louise agachó la cabeza con tristeza y el timbre sonó mientras se ponían de pie.

—Deberíamos… volver al salón— dijo Max mientras metía sus manos en sus bolsillos y empezaba a caminar. Louise lo siguió desde detrás tras guardar sus cosas, aferrando su lonchera y a Fred contra sí. Ninguno habló por la mayoría del camino, se sentían algo triste e incomodos, Louise y Max sintieron como la distancia empezaba a crecer en sus corazones.

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Ding-dong!!!
Siento como si el horario fuese a cambiar a los jueves :v (es broma)
Eeehm, la proxima semana no voy a actualizar, solo aviso por si alguien sigue las actualizaciones :3

-AngeCat09

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