Intento meter la pieza azul en la forma de estrella del cubilete y logro que esta entre, lo cual me provoca aplaudir y reír por mi propio logro.

De vez en cuando escucho retazos de la conversación de papá y mamá hablando con esa mujer a la que veo todos los viernes, pero no tardo en perder el hilo para volver a internarme en mi juego.

-- Tengo entendido que a Peter le gustan los animales ¿verdad?

-- Sí, le encantan, muchas veces juega con el gato y también tiene una caja repleta de animalitos de juguete.

-- Vale, pues podemos fomentar el aprendizaje desde ese...

Vuelvo a perder el hilo de su incomprensible conversación y sigo a lo mio, intentando meter una pieza que no encaja en el sitio.

-- Peter.

La pieza se resiste y cojo el cubilete para buscar un agujero similar a la pieza que sujeto, por donde pueda introducirla.

-- Peter.

Noto las manos de la mujer en mi cara que me gira con delicadeza la cabeza para conseguir captar mi atención.

-- Peter vamos a jugar a un juego ¿vale?

Aparta con cuidado el cubilete con las piezas y me pone delante un libro.

Ella lo abre y puedo ver la imagen de un animal que conozco muy bien. Los suelo ver mucho por la calle cuando voy al parque con mamá.

La mujer, Ágatha recuerdo ahora su nombre, me coge el dedo con delicadeza y me lo posa en la imagen sin dejar de mirarme.

-- Perro. -- Dice mientras me mira a la espera de que reaccione. -- Perro. -- Repite.

Analizo la imagen de ese animal peludo de orejas largas y caídas.

Luego pasa la página y me muestra otra imagen que también me resulta muy familiar.

Vuelve a coger mi dedo y posarlo sobre la imagen y dice:

-- Gato. -- Hace una pausa y lo vuelve a repetir-- Gato.

Vuelvo a analizar la imagen y ella me sonríe mostrándome que lo estoy haciendo bien, luego cierra el libro y me lo entrega.

-- Toma, un regalo.

Lo cojo sin comprender y lo vuelvo a abrir para pasar las hojas y ver el resto de imágenes por mi propia cuenta.

-- Haced esa actividad con él un poco todos los días, como todo a base de ir repitiendo las palabras las acabará entendiendo...

Dejo de escuchar su conversación y me entretengo mirando las ilustraciones de animales que me ofrece este pequeño libro.

****

Miro las imágenes de mi nuevo libro pasando las hojas con delicadeza para no romperlas. El gato, que está en mi regazo, ronronea pidiéndome mimos y no tardo en acariciarlo.

Estoy sentado en el suelo de mi habitación favorita, de piernas cruzadas, con el gato acurrucado sobre ellas, al lado de la ventana y con el libro en las manos.

Todo está en completo silencio salvo por el ronroneo de Blaky, el gato, y el sonido que hacen las hojas al ser movidas para ver la siguiente ilustración.

Sin embargo toda mi preciada calma es interrumpida por un fuerte portazo que me sobresalta.

Se me cae el libro encima de Blaky que sale corriendo espantado por el golpe.

Miro a los dos niños que han provocado nuestro sobresalto y sus gritos, junto con sus pisotones al correr, me abruman a causa del gran ruido que hacen.

Me tapo los oídos con las manos en un intento de eliminar todo ese ruido que no cesa.

-- ¿Qué estás leyendo?

Miro como uno de ellos coge el libro y lo abre para verlo.

-- Pero si solo tiene imágenes tontas de animales. -- Se queja y se hecha a reír con descaro.

Siento impotencia al ver mi libro en sus manos y al mismo tiempo sentir como todo el ruido me abruma.

En un intento por recuperar lo que es mio, logro hacer desparecer el ruido de mi cabeza y me centro en ponerme de pie para luego empujar al niño y coger mi libro.

Él empieza a llorar y el otro niño que lo acompañaba, del que hasta ahora me había olvidado, sale corriendo fuera de la habitación gritando "mamá".

-- ¡Mamá, mamá! ¡Mamá Peter pegó a Justin!

El niño sigue llorando y chillando al igual que el otro que no para de gritar llamando a su madre, el ruido vuelve a intensificarse y no lo soporto.

Me tiro al suelo de rodillas, aprieto de nuevo las manos contra mis oídos con fuerza y grito para amortiguar el ruido con mis gritos, pero no se soluciona nada.

Me desespero, empiezo a llorar yo también como el niño que tengo a mi lado, solo que yo lo hago por angustia.

¡Duele, duele mucho!