Voy a estar contigo

Media hora y seguíamos allí, en la puerta de su dormitorio. Turbo se cansó de ladrar sin respuesta y se fue de aquel pasillo. Nosotros en cambio, permanecimos ahí, besándonos, acariciando nuestros cuerpos y regalándonos el uno al otro, pequeñas sonrisas que nos delataban. Ambos estábamos envueltos en una nube de la que no queríamos bajar. Entre caricias y pequeños besos robados, el turinés fue el primero en romper el silencio que allí reinaba.

—No sabes las ganas que tenía de hacer esto, te amo Amelia. Amo todo de ti, desde el primer momento en que te conocí admiré tu inteligencia por encima de todo, esa fuerza que te caracteriza pero que también se esconde bajo una pequeña timidez al principio. Amelia, eres bellisimma, no puedo parar ni un segundo de acordarme de tus ojos, de tu pelo, de esos tatuajes que adornan tu cuerpo y que describen tus vivencias a la perfección. Me encanta que hayas aparecido en mi vida y que me hayas permitido quedarme en la tuya de igual manera —su discurso estuvo acompañado de caricias en mi cintura y mi mejilla y finalizó con un sonoro beso en mis labios que me hizo inclinarme hacia él buscando más de su afecto.

—No te hace falta enamorarme o conquistarme, eso ya lo has hecho por méritos propios, aunque puedes seguir que un poco de ego no me hace falta —eché mi pelo para atrás como una diva y él río mientras apretaba su agarre en mi cintura.

—Amelia, no quiero perderte. No quiero que mi trabajo influya en nosotros y nos agobiemos. ¿Tú que quieres?

El momento que más temía, no sabía que hacer, osea si sabía, quiero estar con él lo máximo posible, pero lo había dicho, su trabajo era nuestro máximo problema. La prensa, los fans, las decisiones, la distancia... Todo esto era un lío.

—Yo quiero intentarlo, si tú también. Sé que es un lío todo esto y entiendo que todo sería más fácil si no fuera quién soy — me lancé a interrumpirle como una bala.

—No digas más Pecco, eso no. Yo te quiero por quien eres, no quiero cambiarte y seguramente me agobiaré con la prensa y todo el mundo fama pero voy a estar aquí. Poco a poco porque necesitaré adaptarme pero yo quiero intentarlo.

—¿Enserio? — su cara era como la de un niño pequeño que se había llenado de azúcar. —Prometo ayudarte en lo que necesites y estar para lo que quieras y todo. Te quiero y no quiero perderte, quiero disfrutarte y que lo pasemos bien. Quiero darte lo que te mereces.

Sus palabras hicieron clic en mi interior y volvieron a abrir una herida que llevaba 3 semanas curando. El tema de Angelo abrió traumas de mi pasado y mezclar todo me costó curarlo y que ahora viniera Pecco a coser esas heridas porque quería, no porque supiera que existían, me hizo desmoronarme en sus brazos. Empecé a llorar mientras su hombro era mi soporte.

—Amelia, preciosa ¿qué pasa? — su preocupación era notoria hasta en su voz, esta temblaba mientras buscaba espacio entre mi cuerpo para poder agarrarme.

—No estoy bien, tengo muchas heridas que curar y no quiero hacerte daño, no te mereces y no te merezco si te puedo llegar a hacer sufrir.

—Ni se te ocurra pensar eso. Tú eres maravillosa y si estás mal, vamos a estar mano a mano. Podemos empezar a intentarlo hasta que estés lista, hablamos, pasamos tiempo juntos y cuando quieras hablar para bien o para mal, me vas a tener a tu lado.

—Gracias Francesco, de verdad. Te quiero muchísimo —agarré sus mejillas y le besé con amor, con sinceridad, demostrando que estaba siendo sincera sin esconderle nada.

....

Llevábamos en su casa dos horas, triados en el sofá con Turbo entre los dos, demandando atención mientras hablábamos de todo. Estaba muy cómoda y no podía estar más feliz de verdad. Había encontrado a quien me entendía y me quería por lo que era.

—¿Quieres quedarte a dormir? —su brazo descansaba en mi pelo y mi cabeza llevaba un rato en sus piernas mientras disfrutaba de sus caricias. —Es muy tarde y no quiero dejarte sola hasta tu casa, aparte en una zona que no conoces. SI te molesta te llevo a casa eh, no te preocupes.

—Tranquilo, me encantaría quedarme — Turbo empezó a saltar en el sofá y más tarde se lanzó a mis brazo mientras chupaba mi cara. —Tendrás pijama para mí supongo.

—Te dejaré una camiseta y si no te importa dormir conmigo por mi bien, aunque si quieres voy al sofá.

—¡No! Ni hablar, tú a dormir conmigo — mi espontaneidad le sorprendió y yo me sonrojé pero intenté que no se notara demasiado. — Vamos a hacer la cena, ¿qué tienes?

—Lo que quieras en verdad. Compré ayer — se levantó detrás de mí, se colocó en la zona de la nevera y me atrajo hacia él tirando de mi cadera, dándome un beso largo que nos transportó a otro mundo.

....

Después de cenar, avisé a Nicola de que no dormiría en casa y también llamé a Luccia. A ella se lo conté todo y la dije que mañana en mi casa le contaría los detalles, es mi mejor amiga, necesita saberlo todo. Una vez lista, me fui al dormitorio para cambiarme y Pecco había dejado una camiseta encima de la cama. Era roja y era con su número en la espalda, sin duda pertenecía a su ropa de trabajo y olía a él, como olía nena, no podía parar de oler su perfume por toda la habitación. Mientras estaba desvistiéndome, Pecco entró.

—Madre mía perdón — se tapó los ojos y empezó a buscar la puerta a tientas.

—Pecco —empecé a reírme mientras seguía en sujetador. —Puedes quedarte, sigo en sujetador, pero no me importa que me veas.

—¿Segura?

—Entra y quítate la mano de los ojos anda.

Cerró la puerta después de dejar pasar a Turbo y se giró para verme. En ese momento no tuve miedo, ni complejos, me mostré a él con confianza, solo llevaba el sujetador y las bragas, no me había dado tiempo a cambiarme y quedarme así frente a él me había dado un punto de seguridad que no esperaba. Él, en cambio, se quedó embobado mirándome y como no sabía reaccionar se empezó a poner rojo mientras se giraba para cambiarse.

—¿Estás bien? 

—Si si, cambiémonos — así hicimos, yo me quité el sujetador y me puse su camiseta mientras él se quitó al camiseta y se puso unos pantalones de chándal.

Una vez cambiados, nos metimos en la cama y quedamos mirándonos hasta que bostecé.

—Una que tiene sueño jajaja. Hasta mañana preciosa, buenas noches — se acercó a mí y me besó.

—Buenas noches guapo.

Sin duda el mejor día de mi vida en Turín.

Ahora pienso que la historia avanza muchísimo más, ya que puedo desarrollar las ideas que llevan meses en mi mente. Como habéis leído en el capítulo, no quiere decir que ya sean novios, pero van a empezar a intentar algo, por eso no me voy a cortar con las muestras de cariño pero sí con los apodos y ciertas interacciones. Espero que os esté gustando esta historia, os quierooooo

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