Per te andrei in capo al mondo

Pasar estos días con Pecco en Asturias me hizo darme cuenta de lo feliz que te hace tener a esa persona cerca, de lo importante que es tenerle cerca y poder pasar por todo lo malo a su lado. Eso sí que era estar en casa. En una sola noche, mi abuela y él habían ganado una confianza increíble. Se iban a comprar el pan al mercado y se tomaban su café. Si mi abuela te considera importante, hará contigo ese ritual: se acercará a ti por las mañanas, te despertará con un beso en la frente y sin desayunar, te llevará al mercado y tras comprar o dar un vuelta, te invitará a un café y luego de vuelta a casa.

—Madre mía, hoy hemos vuelto tardísimo hijo —dijo mi abuela mientras Pecco y ella entraban en el salón.
—Casi os tengo que ir a buscar eh -me reí mientras me levantaba para saludarles— Hola abuela —ella me apretó fuerte mientras la abrazaba—. Hola bellisimmo —abracé a Pecco y él me apretó en su pecho y dejó un beso en mi cabeza.
Bongiorno amore. —me respondió él y nos separamos.
—Mañana salimos para Madrid y nos vamos.
—¿Ya os vais mañana? —preguntó mi madre.
—Sí, tenemos que ir a Madrid y luego coger el vuelo a Turín. Mejor que salgamos pronto —dije mientras abrazaba a Pecco y me apoyaba en su pecho.
—Bueno pues tendremos que hacer una cena especial.

....

Estábamos Pecco y yo tumbados en el porche después de comer. Este chico se había acostumbrado a la siesta española hasta las 17 y en el porche hacía buenísimo. Él tumbado en el sofá y yo encima de suyo con mi cabeza en su pecho, un verdadero sueño.
—Me estaba gustando esto, echaré de menos a tu abuela.
Levanté mi cabeza y le miré. Que alguien dijera eso de la persona más importante de mi vida me hacía sentir mariposas en mi cuerpo, mis ojos empezaron a aguarse.
—Amelia, cielo. ¿Por qué lloras? —agarró mi cara y limpió las lágrimas.
—Nadie me había dicho que iba a echar de menos a mi abuela. Es la persona más importante de mi vida y que te lleves bien con ella me emociona.
—Es una gran persona, como su preciosa nieta. Me recuerda a mi nonna... —el joven bajó la mirada.
—Lo siento mucho, Carola me lo contó —apreté nuestro abrazo.
—Está bien, por lo menos me vio ganar un mundial, aunque no fuera el de MotoGP. Le hubiera gustado ver el Gran Premio de Italia.
—Seguro que donde esté, está muy orgullosa de ti amore.
—Te amo Amelia, eres una gran persona y la mejor que podía pedir a mi lado.
—Gracias a ti por venir a rescatarme. Lo estaba pasado bastante mal.
—Luccia me llamó y la verdad a mí también me rompía que lloraras cada vez que te llamaba.
—Gracias por venir desde Holanda.
Per te andrei in capo al mondo (Por ti iría al fin del mundo). Eres el amor de mi vida Amelia, sin ti estos meses no hubiera sido tan feliz.
Agarré su cara y empezamos a liarnos. Los besos de este chico eran adictivos y la sensación de sentir sus manos en mi cuerpo me daba un gran subidón de adrenalina. Le amaba como no he amado a nadie y estar con él tan bien me animaba a comerme el mundo.

....

Ya era de noche y estábamos cenando mis padres, mi abuela, dos de mis tíos, Pecco y yo. Todos estuvimos hablando de la familia y de mi vida en Turín hasta la hora de dormir. Yo me fui al baño y al volver a la habitación, vi a Pecco y a mi abuela hablando mientras esta le cogía de la mano, así que me quedé en el pasillo escuchando todo, llamadme mari cotilla pero la relación entre ellos era muy importante para mí.

—Pecco cielo, te he cogido mucho cariño y he podido ver lo mucho que amas a mi niña. Sé que la vas a cuidar pase lo que pase y para mí ya eres un nieto más.

—Muchísimas gracias por tus palabras. Hace años perdí a mi abuela y que ahora tenga tu cariño es muy importante —oía como Pecco sorbía su nariz, lo cual me indicaba que estaba llorando.

—Solo quiero que os cuidéis y os apoyéis como estáis haciendo. Te prometo que hacía años que no veía así de feliz a Amelia, en parte porque mi hijo y mi nuera no se lo han puesto muy fácil. Yo sabía que en Turín llegaría a ser feliz y mira por donde te conoció a ti —mi abuela abrazó a Pecco y ambos se dieron un beso en la mejilla, antes de salir mi abuela le dijo: —Ojalá viva tanto como para veros ser felices mucho tiempo.

Mi abuela salió de la habitación y yo tuve que correr al baño para que no me viera. Al volver me quedé tan sorprendida por esta escena que no vi la esquina de la puerta y me la llevé con la frente, se oyó un golpe muy fuerte y me caí de culo en el pasillo.

—Ostia que golpe —me agarré la frente y me levanté.

—Amelia, por dios. ¿Estás bien? —Pecco se levantó corriendo y me ayudó a sentarme en la cama— Menudo golpe te has dado.

—Me duele bastante la verdad, auch.

Pecco bajó corriendo a la cocina y llegó con una bolsa de hielo para ponerla en mi frente. me alivió bastante y le agradecí con un beso en su mano. Él se rio y dejó la bolsa en la mesilla.

—Ha sido un buen golpe —dijo acariciando la zona—. Si mañana nos ve la prensa se van a pensar que te pego —bromeó.

—Ay que bobo eres. Claro que no van a pensar eso.

—Bueno vale, me fío de ti, pero como me toque hacer otro comunicado para Ducati te enteras.

—Yo no te obligué a hacer el anterior —le contesté riendo.

—Ya bueno, pero tenía que ver contigo —se quedó mirándome y no pude evitar sonreír.

—¿Qué?

—Que hasta con un golpe en la frente eres preciosa —se acercó a mí y me besó.

....

Después de lágrimas y abrazos llegamos al aeropuerto de Madrid, mi padre nos hizo el favor de traernos y así nos ahorrábamos mucho tiempo de tren. Una vez ya en el avión, no veía el momento de llegar a Truín.

—Buah, tengo un hambre que me muero —justo cuando dije eso, Pecco sacó un tupper que reconocí como comida de mi abuela—. ¿Cómo? Dios mío Francesco te amo muchísmo —me abalancé a sus brazos y le besé para después hacerme con el recipiente y poder comer.

—Yo también te amo Amelia —rio el turinés y ambos disfrutamos de la comida.

Ya en Truín, bajamos al garaje para ir al coche de Pecco y por el camino hice una foto y la subí a stories etiquetándole. Era la primera vez que lo hacía pero me hacía mucha ilusión. En la vuelta a el piso de Pecco estuvimos riendo y escuchando música hasta llegar al edificio, echaba muchísimo de menos mi vida junto a él. Una vez en su piso nos recibió Turbo.

—¡¡¡Mi niño bonito!!! Ay lo que te he echado de menos —me agaché y empecé a acariciar y a besar a Turbo mientras le cogía y me levantaba.

—A veces pienso que quieres más a mi perro que a mí —dijo el chico acariciando a su perro mientras estaba en mis brazos—. Espero que la tía Carola haya cuidado muy bien de ti estos días.

—Os quiero a los dos, pero a ti te he visto antes y a él no le veía en 3 semanas.

—Ya ya, eso dices ahora —me dio un beso y pasamos el día en su casa.

Capitulito nuevo de Pecco y Amelia!!!!!!! Espero que os guste un montón la vuelta a casa. Menos mal que ya no están en España porque escribir que Amelia lo pasa mal no me mola, la he cogido mucho cariño. Un besazo enorme y gracias por el apoyo, os quierooooo

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