Para esto me quedo en Italia la verdad
Pasaron días de mi discusión con mi madre, yo le había aplicado el trato frío y la hablaba para lo justo. Mi padre el pobre estaba en el medio de todo sin saber bien que hacer. Me pasaba los días en mi cuarto o en casa de mi abuela. Mis amigos estaban todos con la familia y cada uno por una parte así que para dos amigos que me quedaban en España, ninguno podía quedar. Cuando estaba en casa hablaba con Pecco casi todos los días por videollamada y también con Luccia; con Nicola era más difícil porque estaba aprovechando el verano para ganar dinero y así pagar la matrícula de la universidad. Cuando colgué con Luccia tras una hora eligiendo bikinis para sus vacaciones en familia, mi padre entró en mi habitación.
—Hola cielo —se sentó en mi cama.
—Hola papá. ¿Mamá sigue igual?
—Sabes que no va a ceder, pero tampoco quiero que tú lo hagas —le miré—. ¿Sales con Francesco verdad?
—Sí, cuando volví en enero tuve un problema con un chico y él me ayudó mucho. Al final hablamos y nos queremos los dos.
—Me alegro mucho por ti. Si tú estás feliz y él te quiere me parece genial. Porque como no te quiera le mato eh —me abrazó.
—Tranquilo papá, me trata mejor que nunca.
....
Salí por el campo y mientras daba un paseo iba muy relajada con mi música y pensando en nada. Echaba de menos ver a mi familia y comer con ellos pero no me gustaba el ambiente. No me gustaba el tener que discutir, que mi madre me ignorara y que pareciera que no le gustaba que estuviera aquí. Comparo mi vida con la de Turín y la diferencia es galopante. El como cuido mi casa, estoy con mis mejores amigos, vivo mi sueño de ser una wag con mi maravilloso novio piloto de Ducati, estoy a nada de vivir trabajando de los museos y de enseñar curiosidades de arte que me encantan. No puedo evitar sentarme en el suelo y empezar a llorar abrazando mis piernas, para colmo en Spotify empieza a reproducirse Way Down We Go de Kaleo, la canción favorita de Pecco y que me enseñó hace dos meses. El destino me mandaba algo cercano a él para que me tranquilizara. Pasaron dos horas y yo seguía ahí, tumbada y escuchando música. Mi móvil empezó a vibrar y tenía mensajes de todo el mundo: Marco, Luca, Carola, Luccia, mis primos y mi padre; pero el único que me importó era el que me acababa de llegar, Pecco me preguntaba si podía videollamada y sin responder a ese mensaje, le llamé. Ver su cara era lo que necesitaba y cuando contestó no pude evitar que se me saltaran las lágrimas.
—Hola amore —dijo contento al verme pero vio mis lágrimas—. Ei, cosa sta succedendo?
—Que me duele mucho que no me gusta estar aquí. Ahora echo mucho de menos Turín, nada es como yo pensaba. Te echo de menos a ti. No es lo mismo que tú estés fuera y yo en casa pero tranquila a que me toquen las narices y no poder relajarme.
—Cuando me duele que pases por esto sola amore, de verdad que sí. Ojalá poder estar a tu lado y animarte.
—No es culpa tuya Pecco, de verdad —froté mis ojos.
—¿De qué quieres hablar?
—Háblame de las motos, me encanta oírte hablar de tu trabajo.
Pecco se se derritió al oírme decir eso y sin problemas me contó toda su semana y la preparación para la carrera que prometía muchísimo. Le prometí que la vería con mi padre como habíamos hecho toda la vida, estaba muy ilusionada por ver esta carrera con mi padre. Por fin poder unir a los dos hombres que más quiero en el mundo en el deporte que el primero me había enseñado a amar.
—Tengo que irme amore, seguro están preocupados, que llevo 4 horas aquí en el campo.
—Ve a casa cielo, que se está haciendo de noche —vi el fondo de mi entorno.
—Te amo Peccino, gana esa carrera como solo tú sabes.
—Me encanta que me llames Peccino, te amo tanto Amelia.
Nos despedimos y andando 1 hora, llegué a casa. Mi padre me recibió en el salón y preocupado se levantó a abrazarme.
—Sabía donde pero no como estabas. Espero que no te estemos jodiendo las vacaciones.
—Tú nunca papá. Eres muy importante, el domingo tenemos que ver la MotoGP.
—¿Cómo siempre? —asentí— Me encantaría ver a tu novio ganar y disfrutar contigo de las carreras como cuando eras pequeña —acarició mi cara—. Aunque siempre serás mi pequeña.
....
Llegó el domingo y mi padre y yo empezamos nuestro ritual, con el añadido que salir con el piloto de nuestra marca favorita, nos permitía conocer a fondo las estadísticas gracias a mi cuñada. Desayunamos y pusimos la tele para empezar a preparar la comida familiar con la preparación de fondo, desde siempre me han encantado estos momentos con él. Levantarnos juntos y desayunar hablando de quien creíamos que iba a ganar, recoger la cocina antes de empezar a preparar la casa para la comida familiar de los domingos, cocinar juntos viendo la tele y jugar con los ingredientes como dos niños pequeños, limpiar el desastre y por fin vestirnos para recibir a la familia. Hoy era mucho más especial, mi familia no era fan de las motos pero claro, nunca tienes la oportunidad de conocer al novio de tu prima, sobrina o nieta por la televisión. Mi abuela había visto las fotos de Pecco de mi móvil y aunque le expliqué que era italiano, a ella le hacía mucha gracia que traduciendo su nombre se llamara "Paco", de verdad que mi abuela es un ángel bajado del cielo.
La carrera estaba apunto de terminar y Pecco iba en cabeza con una gran diferencia y Marco siguiéndole en P2. Estaba orgullosa de ambos y mi mirada no salía de la pantalla hasta que les viera cruzar la línea de meta.
—El ganador de este Gran Premio de Holanda es Francesco Bagnaia, el 1 y 63 de Ducati. Viva el orgullo italiano con Marco Bezzechi siguiendo sus pasos.
Grité como una loca y abracé a mi padre, ambos saltando y dando vueltas. Mi familia empezó a celebrar y por una gracia divina mi madre se levantó para abrazarme y dejar un beso en mi mejilla. Mi padre y yo nos metimos en la cocina para mandar un audio a Pecco, que lo escuchara cuando pudiera:
—Hola amore. Enhorabuena por esta victoria, sabía que ibas a ganar y no puedo estar más orgullosa de ti. Este mundial es tuyo. Te paso con mi padre.
—Hijo, encantado. Soy el padre de tu novia y un gran admirador de tu talento —mi padre estaba tan nervioso que me hacía reír—. Enhorabuena por tu carrera chaval, por toda tu trayectoria y te deseo lo mejor en este mundial y en tu futuro. Eres muy grande —me miró pensando como despedirse—, bueno un beso eh.
Volvimos al salón y ya estaban poniendo el himno de Italia, cuando enfocaron a Pecco, lanzó un beso a la cámara y gritó Amelia ti amo con il cuore e con la vita. Me puse roja como un tomate y mi familia empezó a gritar. Estaba muy pero muy orgullosa de él y de haber vivido esta carrera como antes, rescatando a la Amelia de unos 5 años para que volviera a vivir esta emoción.
Aquí estoy con un minimaratón, esta emoción al escribir se debe a un brote de inspiración. Aunque lo intento no siempre puedo escribir todo lo que quiero, por eso estas semanas no he escrito tanto, ya sea por mis propios ánimos o por inspiración. Así que os dejo este capítulo tan seguido como compensación. Os quierooooo
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top